miércoles, 30 de junio de 2010

Lucus Augusti 2010

Coincido con las apreciaciones que en este mismo diario, El Progreso, Miguel Olarte y otras firmas  han publicado en estos últimos días referidas a la fiesta que se vivió en Lugo este fin de semana.

La época es propicia, tormentas aparte, y a ello añadiríamos las ganas del personal por disfrutar de una vez por todas del sol y  las altas temperaturas tras un duro y largo invierno que ya no recuerdo cuándo empezó.

Pero también el Arde Lucus tiene algo de morbo por el poder portar vestimentas de fácil confección con grandes posibilidades de compartir en familias, pandillas de amigos... No hay que trabajarse mucho la imaginación porque el surtido es limitado, pero resultón. Aunque también coincido con quien opina que falta rigor en los trajes. Hay que poner más cuidado sino queremos ver al capitán Garfio y a Campanilla en próximas ediciones mezclados con celtas y romanos.

Por todo ello este tipo de festejos están llamados al éxito y a la participación masiva, aunque lo de 450.000 asistentes durante el fin de semana parece algo exagerado y propio de quien vive obsesionado con batir récords todos los días.

Pero la fiesta se acabó y hoy me pregunto que pensarían aquellos romanos que fundaron Lucus Augusti de lo que hoy se cuece por nuestra Hispania. Sin duda aquellos Sénecas a pesar de las traiciones y las brutalidades de su época, tardarían en comprender nuestra gobernanza y forma de proceder. A pesar de su opulencia y poderío les costaría admitir nuestra forma de gastar con cargo al erario público, nuestra configuración de estado con 17 parlamentos además del Congreso y el Senado, nuestros 17 gobiernos autónomos más el de la nación, cada día menos respetado, los miles de entes públicos de toda índole, y por si fuera poco, la apetencia compartida por cualquier regidor local de contar con dotaciones e infraestructuras que en otros lugares del planeta se comparten con localidades próximas para mayor eficiencia y racionalidad, y que aquí son exclusivas de cada pueblo con independencia de su tamaño.

Aquellos romanos que con sus grandes conocimientos de ingeniería y estrategia construían vías de comunicación e infraestructuras, no darían crédito a la megalomanía de las construcciones de hoy, y así se preguntarían por qué gastar tantos millones de euros en un puente de las características del que ahora se está haciendo en Lugo cuando por menos de la mitad se podría resolver el problema de trafico para cruzar el Miño sin el impacto ambiental tan brutal que paradójicamente el Ministerio de Medio Ambiente no quiere ver y exime de evaluación de impacto ambiental a este proyecto mas propio de Nerón que de Paulo Fabio Máximo.

De saber estos problemas aquellos romanos nos habrían hecho un gran favor al tiempo que nos ahorrarían millones de euros si cuando construyeron su puente en Lugo le hubiesen dado un par de metros más al ancho de la calzada. Lástima de previsión de aquel ingeniero que no llego a imaginar a los gobernantes de 2000 años después.

Lucus Augusti 2010

Coincido coas apreciacións que neste mesmo diario, O Progreso, Miguel Olarte e outras firmas publicaron nestes últimos días referidas á festa que se viviu en Lugo este fin de semana.

A época é propicia, tormentas aparte, e a iso engadiriamos as ganas do persoal por gozar dunha vez por todas do sol e as altas temperaturas tras un duro e longo inverno que xa non recordo cando empezou.

Pero tamén o Arde Lucus ten algo de morbo polo poder portar vestimentas de fácil confección con grandes posibilidades de compartir en familias, cuadrillas de amigos... Non hai que traballarse moito a imaxinación porque a variedade é limitado, pero resultón. Aínda que tamén coincido con quen opina que falta rigor nos traxes. Hai que pór máis coidado senón queremos ver ao capitán Garfio e a Campanilla en próximas edicións mesturados con celtas e romanos.

Por todo iso este tipo de festexos están chamados ao éxito e á participación masiva, aínda que o de 450.000 asistentes durante o fin de semana parece algo esaxerado e propio de quen vive obsesionado con bater marcas todos os días.

Pero a festa acabouse e hoxe pregúntome que pensarían aqueles romanos que fundaron Lucus Augusti do que hoxe se coce pola nosa Hispania. Sen dúbida aqueles Sénecas a pesar das traizóns e as brutalidades da súa época, tardarían en comprender a nosa gobernanza e forma de proceder. A pesar da súa opulencia e poderío custaríalles admitir a nosa forma de gastar con cargo ao erario público, a nosa configuración de estado con 17 parlamentos ademais do Congreso e o Senado, os nosos 17 gobernos autónomos máis o da nación, cada día menos respectado, os miles de entes públicos de toda índole, e aínda por riba, a apetencia compartida por calquera rexedor local de contar con dotacións e infraestruturas que noutros lugares do planeta compártense con localidades próximas para maior eficiencia e racionalidade, e que aquí son exclusivas de cada pobo con independencia do seu tamaño.

Aqueles romanos que cos seus grandes coñecementos de enxeñería e estratexia construían vías de comunicación e infraestruturas, non darían crédito á megalomanía das construcións de hoxe, e así se preguntarían por que gastar tantos millóns de euros nunha ponte das características do que agora se está facendo en Lugo cando por menos da metade poderíase resolver o problema de trafico para cruzar o Miño sen o impacto ambiental tan brutal que paradoxalmente o Ministerio de Medio Ambiente non quere ver e exime de avaliación de impacto ambiental a este proxecto mais propio de Nerón que de Paulo Fabio Máximo.

De saber estes problemas aqueles romanos fixéronnos un gran favor á vez que nos aforrarían millóns de euros se cando construíron a súa ponte en Lugo déronlle un par de metros máis ao ancho da calzada. Mágoa de previsión daquel enxeñeiro que non chego a imaxinar aos gobernantes de 2000 anos despois.

miércoles, 16 de junio de 2010

Pisto

Recuerdo de mi infancia monfortina un plato que bajo el nombre de pisto estaba entre mis favoritos. Lo recordaba como una mezcla de diferentes hortalizas y huevo. Hoy he querido cerciorarme del significado correcto de la palabra y acudiendo al diccionario he leído: “Guiso de pimientos, tomates, cebolla, calabacín y otros alimentos picados y revueltos, que se fríen lentamente”. También tiene otras acepciones como “desorden o mezcolanza”.

No es mi intención convertir este artículo en una receta de cocina, aunque podría resultar más práctico, pero la verdad es que los últimos acontecimientos de estos días me han recordado a este popular plato, sobre todo por lo de mezcolanza.

Como en toda receta los ingredientes no se precisan en la misma cantidad, ni resulta indiferente el orden en que se van añadiendo a la cazuela. Por eso y ya en nuestra receta social, el pisto de esta semana ha tenido como ingredientes principales a la huelga, el fracaso del diálogo social para la reforma  laboral y los anuncios de nuevas subidas de impuestos para reducir el déficit público.

El secreto para conseguir el punto de una fritura de verduras es saltear siguiendo un orden: primero la cebolla, después las berenjenas, los calabacines y al final, los tomates. En el pisto de la política nacional también el orden en que se toman y aplican las necesarias medidas es vital para que el resultado sea digerible.

Así compartirán conmigo que no es lo mismo subir los impuestos que bajar los gastos. Si primero se redujesen los gastos innecesarios no habría que subir los impuestos para cubrir los graves agujeros en nuestro sistema. Si se hubiesen adoptado medidas preventivas de contención para evitar los acostumbrados despilfarros de este gobierno socialista, no tendrían que haber llegado a la reducción de sueldos ni al congelado de las pensiones. Recuerden, la cebolla antes del tomate y no al revés.

Algunas Comunidades Autónomas con gobiernos socialistas, han aprobado subidas de impuestos con un marcado sabor  ideológico. No se cansan de repetir que son “para ricos”, cuando en realidad afectarán a la mayoría de contribuyentes de clase media. Aquí también se equivocan en la receta y en el orden, lanzándose a subir impuestos sin reducir antes los gastos. En Andalucía se siguen gastando millones en fomentar el árabe como segunda lengua. En Cataluña en subvencionar el catalán en países lejanos donde también abren embajadas.  Aquí en casa, Diputación y ayuntamiento de Lugo siguen actuando como si la crisis no fuese con ellos y la maquinaria gastadora sigue con las mismas revoluciones, y claro habrá que prepararse para subidas de tasas e impuestos a la vuelta del verano.
Se están utilizando mal los ingredientes y, al contrario de lo indicado en la receta, no se fríen lentamente, al contrario, cada día se aviva más el fuego con nuevos e injustos impuestos.

Malos ingredientes o introducidos en orden inadecuado harán un mal pisto. Los que lo cocinan es posible que puedan elegir entre un amplio menú, pero a la mayoría no nos quedará otra que comérnoslo, aunque huela a quemado.

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Pisto

Recordo da miña infancia monfortina un prato que baixo o nome de pisto estaba entre os meus favoritos. Recordábao como unha mestura de diferentes hortalizas e ovo. Hoxe quixen cerciorarme do significado correcto da palabra e acudindo ao dicionario lin: “Guiso de pementos, tomates, cebola, calabacín e outros alimentos picados e revoltos, que se friten lentamente”. Tamén ten outras acepcións como “desorde ou mezcolanza”.

Non é a miña intención converter este artigo nunha receita de cociña, aínda que podería resultar máis práctico, pero a verdade é que os últimos acontecementos destes días recordáronme a este popular prato, sobre todo polo de mezcolanza.

Como en toda receita os ingredientes non se precisan na mesma cantidade, nin resulta indiferente a orde en que se van engadindo á cazuela. Por iso e xa na nosa receita social, o pisto desta semana tivo como ingredientes principais á folga, o fracaso do diálogo social para a reforma laboral e os anuncios de novas subidas de impostos para reducir o déficit público.

O segredo para conseguir o punto dunha fritura de verduras é saltear seguindo unha orde: primeiro a cebola, despois as berenjenas, os calabacines e ao final, os tomates. No pisto da política nacional tamén a orde en que se toman e aplican as necesarias medidas é vital para que o resultado sexa digerible.

Así compartirán comigo que non é o mesmo subir os impostos que baixar os gastos. Se primeiro reducísense os gastos innecesarios non habería que subir os impostos para cubrir os graves buracos no noso sistema. Se se adoptaron medidas preventivas de contención para evitar os afeitos despilfarros deste goberno socialista, non terían que chegar á redución de soldos nin ao conxelado das pensións. Recorden, a cebola antes do tomate e non ao revés.

Algunhas Comunidades Autónomas con gobernos socialistas, aprobaron subidas de impostos cun marcado sabor ideolóxico. Non se cansan de repetir que son ?para ricos?, cando en realidade afectarán á maioría de contribuíntes de clase media. Aquí tamén se equivocan na receita e na orde, lanzándose a subir impostos sen reducir antes os gastos. En Andalucía séguense gastando millóns en fomentar o árabe como segunda lingua. En Cataluña en subvencionar o catalán en países afastados onde tamén abren embaixadas. Aquí en casa, Deputación e concello de Lugo seguen actuando coma se a crise non fose con eles e a maquinaria gastadora segue coas mesmas revolucións, e claro haberá que prepararse para subidas de taxas e impostos á volta do verán.

Estanse utilizando mal os ingredientes e, ao contrario do indicado na receita, non se friten lentamente, ao contrario, cada día avívase máis o lume con novos e inxustos impostos.

Malos ingredientes ou introducidos en orde inadecuada farán un mal pisto. Os que o cociñan é posible que poidan elixir entre un amplo menú, pero á maioría non nos quedará outra que comérnolo, aínda que cheire a queimado.

miércoles, 2 de junio de 2010

No nos falles

Si tuviera que resumir en dos palabras las múltiples sensaciones que experimenté durante el último pleno del Congreso celebrado el pasado jueves día 27, y que ciertamente fueron muchas y preocupantes, sería con “preocupación” y “cobardía”.

Durante los últimos 6 años he presenciado en el hemiciclo del Congreso a un Zapatero siempre en actitud despectiva hacia sus rivales, especialmente hacia las filas del PP. El pasado jueves se sometía a convalidación el Decretazo que aprobaba el Consejo de Ministros y por el cual se produce el mayor recorte de derechos sociales de la historia democrática en España. Un tema de la máxima transcendencia en nuestras vidas y en nuestros bolsillos.

A pesar de que durante la sesión todos los Grupos, insisto TODOS, dedicaron palabras muy duras a la gestión del gobierno socialista y de manera especial hacia las medidas que se sometían a debate, como la rebaja de sueldos o la congelación de las pensiones, a pesar, como digo, de todos los “piropos” que le dedicaron al presidente Zapatero, éste optó por no intervenir ni una sola vez, por no contestar a ningún portavoz del resto de grupos de la Cámara y salir disparado en cuanto terminó la votación. Esto además de inusual e infrecuente en la vida parlamentaria solamente se puede calificar de una manera: cobardía.

Claro que no es algo sin importancia, ya que los modos de gestionar tienen mucho que ver con las formas y maneras de ser de quienes nos gobiernan, personas que durante estos últimos años han mirado más al pasado que hacia el futuro de nuestras próximas generaciones y de los jóvenes actualmente en paro, personas que se han encargado de resucitar y de abrir viejas heridas que entre todos ayudamos a cicatrizar durante una transición ejemplar, personas que han priorizado el gasto y reparto clientelar de dinero público por encima de una gestión austera como las circunstancias exigían. Estas personas del gobierno con el presidente a su cabeza son los únicos responsables de los malos días que nos toca vivir y que por ahora no parecen tener cercano su final.

Somos muchos los que ahora recordamos aquella frase tan repetida durante los últimos días de la campaña del 2004, cuando Rubalcaba, Blanco y Zapatero entre otros, no se cansaban de repetirnos que “queremos un gobierno que no nos mienta”.

Me pregunto qué opinará hoy aquel joven que la noche electoral del 2004 le dijo a Zapatero “no nos falles”. Me pregunto cuántos engaños y decepciones tendrán que seguir produciéndose para que muchos de los que entonces les dieron un voto de confianza ahora reclamen daños y perjuicios. Para que no vuelvan a prestarles su voto. Hay que pensar que más valen personas serias y responsables con acreditada gestión, que aquellos productos de campañas electorales que con mucho talante prometieron hace dos años el pleno empleo y nos han situado a la cabeza de toda Europa en destrucción de empleo.

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Non nos falles

Se tivese que resumir en dúas palabras as múltiples sensacións que experimentei durante o último pleno do Congreso celebrado o pasado xoves día 27, e que certamente foron moitas e preocupantes, sería con "preocupación" e "covardía".

Durante os últimos 6 anos presenciei no hemiciclo do Congreso a un Zapatero sempre en actitude despectiva cara aos seus rivais, especialmente cara ás filas do PP. O pasado xoves sometíase a convalidación o Decretazo que aprobaba o Consello de Ministros e polo cal prodúcese o maior recorte de dereitos sociais da historia democrática en España. Un tema da máxima transcendencia nas nosas vidas e nos nosos petos.

A pesar de que durante a sesión todos os Grupos, insisto TODOS, dedicaron palabras moi duras á xestión do goberno socialista e de xeito especial cara ás medidas que se sometían a debate, como a rebaixa de soldos ou a conxelación das pensións, a pesar, como digo, de todos os "piropos" que lle dedicaron ao presidente Zapatero, este optou por non intervir nin unha soa vez, por non contestar a ningún portavoz do resto de grupos da Cámara e saír disparado en canto terminou a votación. Isto ademais de inusual e infrecuente na vida parlamentaria soamente pódese cualificar dun xeito: covardía.

Claro que non é algo sen importancia, xa que os modos de xestionar teñen moito que ver coas formas e xeitos de ser de quen nos gobernan, persoas que durante estes últimos anos miraron máis ao pasado que cara ao futuro das nosas próximas xeracións e dos mozos actualmente en paro, persoas que se encargaron de resucitar e de abrir vellas feridas que entre todos axudamos a cicatrizar durante unha transición exemplar, persoas que priorizaron o gasto e reparto clientelar de diñeiro público por encima dunha xestión austera como as circunstancias esixían. Estas persoas do goberno co presidente á súa cabeza son os únicos responsables dos malos días que nos toca vivir e que por agora non parecen ter próximo o seu final.

Somos moitos os que agora recordamos aquela frase tan repetida durante os últimos días da campaña do 2004, cando Rubalcaba, Branco e Zapatero entre outros, non se cansaban de repetirnos que "queremos un goberno que non nos minta.

Pregúntome que opinará hoxe aquel mozo que a noite electoral do 2004 díxolle a Zapatero "non nos falles". Pregúntome cantos enganos e decepcións terán que seguir producíndose para que moitos dos que entón lles deron un voto de confianza agora reclamen danos e prexuízos. Para que non volvan prestarlles o seu voto. Hai que pensar que máis valen persoas serias e responsables con acreditada xestión, que aqueles produtos de campañas electorais que con moito talante prometeron fai dous anos o pleno emprego e situáronnos á cabeza de toda Europa en destrución de emprego.