miércoles, 30 de noviembre de 2016

Ignominia colectiva

Parte de nuestra sociedad está enferma, se alimenta de tertulias mediáticas que se han convertido en tribunales sumarísimos de justicia, dictando sentencias inapelables con antelación a las que los jueces, más tarde que en plazo, acaban imponiendo. Todos los días asistimos a juicios paralelos donde las miserias humanas alcanzan niveles sorprendentes, donde se imponen condenas en un perfecto ejercicio de ignominia colectiva, donde todos acaban convertidos en jueces de tristes tribunales.

Basta que se inicie cualquier procedimiento judicial para que inmediatamente comience su retransmisión diaria en directo, en ocasiones alimentada con las correspondientes filtraciones parciales e intencionadas de procedimientos judiciales que teóricamente están bajo “secreto” del sumario.

A ello añadamos el enfoque y tratamiento mediático desigual en función del personaje, pero coincidente en darle gran publicidad en la fase acusatoria y sin apenas dedicarles espacio cuando esas causas se archivan o se absuelve a los investigados.

En abril de este año fue procesado por el Tribunal Supremo el senador de Bildu Iñaki Goioaga por haber podido cometer delito de pertenencia o colaboración con organización terrorista ¿Cuántos de ustedes leyeron o escucharon algo sobre este caso desde que el Supremo en septiembre del 2015 abrió una investigación por delitos de integración en organización terrorista, financiación de terrorismo, contra la hacienda Pública, fraude a la Seguridad Social y blanqueo de capitales? Por el contrario, ¿cuántas veces leyeron o escucharon la investigación a Rita por los puñeteros 1.000€? ¿Es comparable la causa investigada, el hostigamiento y la difusión en ambos casos?

Y como colofón de este repugnante panorama la actitud de algunos que dicen representar la nueva política, que no quisieron guardar un minuto de silencio en la sede de la soberanía nacional, instantes después de conocerse su muerte. No olviden las palabras de Pablo Iglesias el día de la apertura solemne de la Legislatura, diciendo que no acudía a la salutación a los Reyes porque le “daba asco” ir en la misma fila que Rita Barberá.

En los últimos meses de la vida de Rita ha habido mucho de todo esto. Ha sido una autentica cacería, desde la misma puerta de su casa. Durante meses personas apostadas ante su portal con pancartas insultantes siguiéndola por la calle, a las que se sumaban algunos medios de comunicación alimentando su circo.

Todo esto como respuesta a una vida de servicio público que entre otras cosas provocó que su ciudad, Valencia, se convirtiera durante sus años como alcaldesa en una de las ciudades más atractivas y prósperas de España.

No es de extrañar que la pena tan grande que la invadía en esta su última etapa hiciese mella en su corazón hasta el punto de que no le resistiese, porque Rita se murió de pena. Hay quien lo ha calificado de asesinato civil como consecuencia de la cascada de injurias y calumnias que atacaron sin piedad su estima y honestidad. 

Tanta ignominia bien merece una reflexión colectiva.

Ignominia colectiva

Parte da nosa sociedade está enferma, aliméntase de faladoiros mediáticos que se converteron en tribunais sumarísimos de xustiza, ditando sentenzas inapelables con antelación ás que os xuíces, máis tarde que en prazo, acaban impoñendo. Todos os días asistimos a xuízos paralelos onde as miserias humanas alcanzan niveis sorprendentes, onde se impoñen condenas nun perfecto exercicio de ignominia colectiva, onde todos acaban convertidos en xuíces de tristes tribunais.

Basta que se inicie calquera procedemento xudicial para que inmediatamente comece a súa retransmisión diaria en directo, en ocasións alimentada coas correspondentes filtracións parciais e intencionadas de procedementos xudiciais que teoricamente están baixo “segredo” do sumario.

A iso engadamos o enfoque e tratamento mediático desigual en función do personaxe, pero coincidente en darlle gran publicidade na fase acusatoria e sen apenas dedicarlles espazo cando esas causas arquívanse ou se absolve aos investigados.

En abril deste ano foi procesado polo Tribunal Supremo o senador de Bildu Iñaki Goioaga por poder cometer delito de pertenza ou colaboración con organización terrorista Cantos de vostedes leron ou escoitaron algo sobre este caso desde que o Supremo en setembro do 2015 abriu unha investigación por delitos de integración en organización terrorista, financiamento de terrorismo, contra a facenda Pública, fraude á Seguridade Social e branqueo de capitais? Pola contra, cantas veces leron ou escoitaron a investigación a Rita polos malditos 1.000?? É comparable a causa investigada, a fustrigación e a difusión en ambos os casos?

E como colofón deste repugnante panorama a actitude dalgúns que din representar a nova política, que non quixeron gardar un minuto de silencio na sede da soberanía nacional, instantes despois de coñecerse a súa morte. Non esquezan as palabras de Pablo Igrexas o día da apertura solemne da Lexislatura, dicindo que non acudía á salutación aos Reyes porque lle “daba noxo” ir na mesma fila que Rita Barberá.

Nos últimos meses da vida de Rita houbo moito de todo isto. Foi unha autentica cacería, desde a mesma porta da súa casa. Durante meses persoas apostadas ante o seu portal con pancartas insultantes seguíndoa pola rúa, ás que se sumaban algúns medios de comunicación alimentando a súa circo.

Todo isto como resposta a unha vida de servizo público que entre outras cousas provocou que a súa cidade, Valencia, convertésese durante os seus anos como alcaldesa nunha das cidades máis atractivas e prósperas de España.

Non é de estrañar que a pena tan grande que a invadía nesta a súa última etapa fixese madeixa no seu corazón ata o punto de que non lle resistise, porque Rita morreu de pena. Hai quen o cualifique de asasinato civil como consecuencia da fervenza de inxurias e calumnias que atacaron sen piedade a súa estima e honestidade. 

Tanta ignominia ben merece unha reflexión colectiva.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Estabilidad

Si acudimos al diccionario de la Real Academia de la Lengua y buscamos su significado obtendremos una definición escueta y sencilla: “cualidad de estable”, citando como ejemplos la estabilidad atmosférica, económica o la de un coche. Como quiera que podemos quedar insatisfechos buscamos el adjetivo “estable”, y encontramos tres posibles acepciones:

  1. Que se mantiene sin peligro de cambiar, caer o desaparecer. Ejemplo: Temperatura, economía estable.
  2. Que permanece en un lugar durante mucho tiempo. Ejemplo: Inquilino estable.
  3. Que mantiene o recupera el equilibrio. Ejemplo: Un coche muy estable

Corren tiempos, dentro y fuera de casa, donde las situaciones que vivimos nos transmiten sensaciones de inquietud, preocupación, incertidumbre... muy distantes de las incluidas en la anterior definición.

Si seguimos los ejemplos recogidos en el diccionario podremos ver la importancia de la estabilidad aplicada a nuestro día a día.

Así, ¡qué decir de la estabilidad atmosférica!, ¡con la importancia que cada día damos a que el tiempo se mantenga estable, el bueno claro, y no nos sorprendan los cambios bruscos de temperaturas! Lo mismo para la estabilidad económica, que nos mantenga alejados de sobresaltos en las bolsas, en la prima de riesgo, en los tipos de cambio. O de la estabilidad en el empleo como síntoma de tranquilidad y seguridad.

Traigo a colación este tema porque tengo la certeza de que valoramos muy poco algunas de las decisiones y actuaciones políticas que tienen como finalidad propiciar estabilidad a nuestro país y por extensión a todos cuantos vivimos en él.

Es posible que los meses que han transcurrido en España sin un gobierno con plenas funciones hayan hecho recapacitar sobre la importancia de no generar incertidumbre y que muchos gallegos a la hora de elegir su opción política y depositar su voto hace unas semanas tuviesen presente en su memoria lo que podría ocurrir en Galicia si no se continuaba por la senda de la seriedad y recuperación que ya notamos. La alternativa era clara, inestabilidad política con un gobierno formado por tres o cuatro partidos.

Al definir la estabilidad nuestro diccionario habla de una cualidad, de algo positivo. Sin embargo los españoles pertenecemos a un pueblo que tradicionalmente no ha tendido a sentirse orgulloso de su historia y de sus muchos aciertos. Por el contrario, tendemos a quejarnos y criticar mucho de lo que tenemos o conseguimos como logro colectivo. Tenemos una tendencia inexplicable a dispararnos en los pies.

Hoy Galicia y España cuentan con gobiernos fiables y predecibles, que actúan y por tanto gobiernan sin sobresaltos, sin sorpresas, con políticas contrastadas que persiguen mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, sin revanchismos ni sectarismos, sin enfrentamientos entre buenos y malos, izquierdas o derechas.

Por eso le doy tanta importancia a la estabilidad. Porque es una cualidad positiva y porque representa lo que todos queremos en nuestras vidas. Y como dice el diccionario “sin peligro de desaparecer o de caer”. Valoremos lo que tenemos. 

Estabilidade

Se acudimos ao dicionario da Real Academia da Lingua e buscamos o seu significado obteremos unha definición concisa e sinxela: "calidade de estable", citando como exemplos a estabilidade atmosférica, económica ou a dun coche. Como queira que podemos quedar insatisfeitos buscamos o adxectivo "estable", e atopamos tres posibles acepcións:
  1. Que se mantén sen perigo de cambiar, caer ou desaparecer. Exemplo: Temperatura, economía estable.
  2. Que permanece nun lugar durante moito tempo. Exemplo: Inquilino estable.
  3. Que mantén ou recupera o equilibrio. Exemplo: Un coche moi estable
Corren tempos, dentro e fóra de casa, onde as situacións que vivimos transmítennos sensacións de inquietude, preocupación, incerteza... moi distantes das incluídas na anterior definición. 

Se seguimos os exemplos recolleitos no dicionario poderemos ver a importancia da estabilidade aplicada ao noso día a día.

Así, que dicir da estabilidade atmosférica!, coa importancia que cada día damos a que o tempo se manteña estable, o bo claro, e non nos sorprendan os cambios bruscos de temperaturas! O mesmo para a estabilidade económica, que nos manteña afastados de sobresaltos nas bolsas, na curmá de risco, nos tipos de cambio. Ou da estabilidade no emprego como síntoma de tranquilidade e seguridade.

Traio a colación este tema porque teño a certeza de que valoramos moi pouco algunhas das decisións e actuacións políticas que teñen como finalidade propiciar estabilidade ao noso país e por extensión a todos cuantos vivimos nel.

É posible que os meses que transcorreron en España sen un goberno con plenas funcións fixesen recapacitar sobre a importancia de non xerar incerteza e que moitos galegos á hora de elixir a súa opción política e depositar o seu voto hai unhas semanas tivesen presente na súa memoria o que podería ocorrer en Galicia se non se continuaba pola senda da seriedade e recuperación que xa notamos. A alternativa era clara, inestabilidade política cun goberno formado por tres ou catro partidos.

Ao definir a estabilidade o noso dicionario fala dunha calidade, de algo positivo. Con todo os españois pertencemos a un pobo que tradicionalmente non tendeu a sentirse orgulloso da súa historia e dos seus moitos acertos. Pola contra, tendemos a queixarnos e criticar moito do que temos ou conseguimos como logro colectivo. Temos unha tendencia inexplicable a dispararnos nos pés. 

Hoxe Galicia e España contan con gobernos fiables e predicibles, que actúan e por tanto gobernan sen sobresaltos, sen sorpresas, con políticas contrastadas que perseguen mellorar as condicións de vida dos cidadáns, sen revanchismos nin sectarismos, sen enfrontamentos entre bos e malos, esquerdas ou dereitas.

Por iso doulle tanta importancia á estabilidade. Porque é unha calidade positiva e porque representa o que todos queremos nas nosas vidas. E como di o dicionario ?sen perigo de desaparecer ou de caer?. Valoremos o que temos.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

La nueva singladura

Por fin después de largos meses sin clarificar quién debería capitanear el barco para la nueva singladura, ya tenemos al preferido por la mayoría de españoles en el puente del barco. Ya está trazando en las cartas de navegación el mejor de los rumbos para llegar a buen puerto, evitar colisionar con los muchos arrecifes previsibles y esquivar las tempestades que no han de faltar.

Las cosas han tardado en esclarecerse más tiempo del deseado, pero bien pensado, también han servido para ir poniendo a cada uno en su sitio, para ir conociendo mejor la forma de ser y pensar de algunos recién llegados y sus recetas mágicas basadas en hacernos creer que los recursos del Estado son ilimitados y que las cosas se solucionan por la fuerza y con violencia, verbal y si fuese necesario física.

De las muchas galernas a las que habrán de enfrentarse nuestro capitán y su tripulación, es posible que las económicas y todas aquellas que tengan que ver con garantizar nuestro estado del bienestar sean las que ocupen más noticieros. Sin embargo hay peligrosos huracanes en el horizonte que me inquietan algo más.

Durante las jornadas que duró el ultimo debate de investidura fueron muchos los gestos, las miradas, las palabras, en definitiva los mensajes de odio, rencor y amenazas a la democracia. Todavía resuenan en mis oídos las alusiones a las Brigadas Internacionales, los calificativos de “golpe parlamentario”, “partidos del régimen”, “violencia judicial”, “tramposos”, las amenazas independentistas diciéndonos que “si vienen a buscarnos a nuestras casas habrán perdido por goleada” y un largo etcétera que tuvieron como denominador común el enfrentamiento.

Intervenciones que pretenden volver a dividirnos entre buenos y malos, que tienen un claro tiente de guerracivilismo y que rezuman dosis mayores de odio cuanto peores resultados electorales obtienen.

Si gestionar la gobernabilidad será complicado, estoy convencido que con diálogo y actitudes constructivas entre los responsables políticos de los partidos que hoy se mantienen firmes en defensa de la Constitución y de los principios de respeto y convivencia entre los españoles, esa tarea podrá completarse con éxito.

Me inquieta la gestión de las amenazas y odios que como digo ya asoman en un horizonte cercano. Cuánta razón tiene nuestro presidente Rajoy cuando dice que “hay que dejar de lado los esfuerzos por distanciarse del adversario político”, y que “hoy ya no es creíble la demonización del adversario”. Lo malo es que una cosa son los adversarios políticos y otra bien diferente los enemigos de la democracia. Estos últimos no suelen aceptar los resultados electorales salvo cuando les favorecen, se sitúan por encima del bien y del mal y encajan con malos modos y maneras las criticas.

De todas las galernas y dificultades que habrá que sortear en esta singladura histórica, la manera en que se haga frente y aborde la bravura de las olas de odio que escupiendo espuma ya vienen hacia nuestro barco, será la clave para garantizar nuestra convivencia pacifica. Confío en la templanza y experiencia de nuestro capitán y ayudemos en todo cuanto podamos.

A nova singradura

Por fin despois de longos meses sen clarificar quen debería capitanear o barco para a nova singradura, xa temos ao preferido pola maioría de españois na ponte do barco. Xa está a trazar nas cartas de navegación o mellor dos rumbos para chegar a bo porto, evitar chocar cos moitos arrecifes previsibles e esquivar as tempestades que non han de faltar.

As cousas tardaron en esclarecerse máis tempo do desexado, pero ben pensado, tamén serviron para ir poñendo a cada un no seu sitio, para ir coñecendo mellor a forma de ser e pensar dalgúns recentemente chegados e as súas receitas máxicas baseadas en facernos crer que os recursos do Estado son ilimitados e que as cousas se solucionan pola forza e con violencia, verbal e se fose necesario física.

Das moitas galernas ás que haberán de enfrontarse o noso capitán e a súa tripulación, é posible que as económicas e todas aquelas que teñan que ver con garantir o noso estado do benestar sexan as que ocupen máis noticieros. Con todo hai perigosos furacáns no horizonte que me inquietan algo máis.

Durante as xornadas que durou o ultimo debate de investidura foron moitos os xestos, as miradas, as palabras, en definitiva as mensaxes de odio, rancor e ameazas á democracia. Aínda resoan nos meus oídos as alusións ás Brigadas Internacionais, os cualificativos de “golpe parlamentario”, “partidos do réxime”, “violencia xudicial”, “tramposos”, as ameazas independentistas dicíndonos que “se veñen buscarnos ás nosas casas perderían por goleada” e un longo etcétera que tiveron como denominador común o enfrontamento.

Intervencións que pretenden volver dividirnos entre bos e malos, que teñen un claro tente de guerracivilismo e que rezuman doses maiores de odio canto peores resultados electorais obteñen.

Se xestionar a gobernabilidade será complicado, estou convencido que con diálogo e actitudes construtivas entre os responsables políticos dos partidos que hoxe se manteñen firmes en defensa da Constitución e dos principios de respecto e convivencia entre os españois, esa tarefa poderá completarse con éxito.

Inquiétame a xestión das ameazas e odios que como digo xa asoman nun horizonte próximo. Canta razón ten o noso presidente Rajoy cando di que “hai que deixar de lado os esforzos por distanciarse do adversario político”, e que “hoxe xa non é crible a demonización do adversario”. O malo é que unha cousa son os adversarios políticos e outra ben diferente os inimigos da democracia. Estes últimos non adoitan aceptar os resultados electorais salvo cando lles favorecen, sitúanse por encima do ben e do mal e encaixan con malos modos e maneiras critícalas.

De todas as galernas e dificultades que haberá que sortear nesta singradura histórica, a maneira en que se faga fronte e aborde a bravura das ondas de odio que cuspindo escuma xa veñen cara ao noso barco, será a clave para garantir a nosa convivencia pacifica. Confío na temperanza e experiencia do noso capitán e axudemos en todo canto podamos.