miércoles, 22 de marzo de 2017

El ciudadano Smith

La pasada semana fui testigo directo de lo que pudo ser un claro ejercicio de incoherencia política o de un tacticismo para poner en riesgo la continuidad de la Legislatura. Aquellos que se califican como “liberales”, los integrantes de Ciudadanos, se alineaban con el ala izquierda, incluida la más radical, para tirar por tierra un decreto Ley que lo que perseguía era acabar con un sistema laboral que permite que el colectivo de los estibadores portuarios mantenga sus privilegios. Es decir los liberales se oponen a una liberalización laboral que encima es obligatoria en Europa.

El liberalismo queda definido en nuestro diccionario como una doctrina política que postula la libertad individual y social en lo político, y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos.

En el Siglo XVIII existió un pensador escocés llamado Adam Smith que dedicó buena parte de su vida y estudios a su fascinación por saber qué era lo que mantenía unida a la sociedad y cómo se explicaba el progreso de unos pueblos y el estancamiento de otros. Para Adam Smith lo que hace progresar a la sociedad es la libertad, que transforma el egoísmo particular en virtud colectiva. “No obtenemos los alimentos de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, sino de la preocupación por su propio interés” afirma Smith, para quien la competencia en un mercado libre sin trabas es lo que favorece la distribución de la riqueza siendo los consumidores los reguladores del proceso. Para Smith la libertad era la garantía de la prosperidad y de la civilización.

El decreto Ley de la estiba persigue la liberalización del mercado para que acabe un sistema de monopolio que propicia que los trabajadores contratados lo hagan por medio de un sindicato que marca no solo los salarios, que de media rondan los más de 100.000€ anuales en muchos puertos, sino unas condiciones que hacen que cada día nuestros puertos sean menos competitivos y por ello muchas navieras desvíen sus operaciones a otros países cercanos.

Eso es lo que el señor Smith decía, que la falta de un mercado libre sin trabas impide el progreso, la prosperidad y la civilización y condena a sus pueblos al estancamiento y a la ruina.

Las consecuencias de tirar por tierra un decreto Ley del gobierno, acto parlamentario que no se producía desde 1979, puede que no se hagan esperar. Además de las multas millonarias con las que Europa nos castigará a todos, estarán también el ridículo internacional y las posibles consecuencias en el pacto de gobernabilidad, lo que nos podría abocar a nuevas elecciones antes de lo deseable.

El pensador escocés del siglo XVIII nos dejo muy claro el por qué unos países progresan y otros retroceden y dónde reside la frontera entre la civilización y la barbarie. Lástima que en estos momentos en España, especialmente en los lugares donde reside la soberanía nacional, no tengamos a muchos ciudadanos Smith, las cosas nos irían mejor.

O cidadán Smith

A pasada semana fun testemuña directa do que puido ser un claro exercicio de incoherencia política ou dun tacticismo para poñer en risco a continuidade da Lexislatura. Aqueles que se cualifican como “liberais”, os integrantes de Cidadáns, aliñábanse co á esquerda, incluída a máis radical, para tirar por terra un decreto Lei que o que perseguía era acabar cun sistema laboral que permite que o colectivo dos estibadores portuarios manteña os seus privilexios. É dicir os liberais opóñense a unha liberalización laboral que encima é obrigatoria en Europa.

O liberalismo queda definido no noso dicionario como unha doutrina política que postula a liberdade individual e social no político, e a iniciativa privada no económico e cultural, limitando nestes terreos a intervención do Estado e dos poderes públicos.

No Século XVIII existiu un pensador escocés chamado Adam Smith que dedicou boa parte da súa vida e estudos á súa fascinación por saber que era o que mantiña unida á sociedade e como se explicaba o progreso duns pobos e o estancamento doutros. Para Adam Smith o que fai progresar á sociedade é a liberdade, que transforma o egoísmo particular en virtude colectiva. “Non obtemos os alimentos da benevolencia do carniceiro, do cervexeiro ou do panadeiro, senón da preocupación polo seu propio interese” afirma Smith, para quen a competencia nun mercado libre sen trabas é o que favorece a distribución da riqueza sendo os consumidores os reguladores do proceso. Para Smith a liberdade era a garantía da prosperidade e da civilización.

O decreto Lei da estiba persegue a liberalización do mercado para que acabe un sistema de monopolio que propicia que os traballadores contratados o sexan por medio dun sindicato que marca non só os salarios, que de media roldan os máis de 100.000 euros anuais en moitos portos, senón unhas condicións que fan que cada día os nosos portos sexan menos competitivos e por iso moitas navieiras desvíen as súas operacións a outros países próximos.

Iso é o que o señor Smith dicía, que a falta dun mercado libre sen trabas impide o progreso, a prosperidade e a civilización e condena aos seus pobos ao estancamento e á ruína.

As consecuencias de tirar por terra un decreto Lei do goberno, acto parlamentario que non se producía desde 1979, poida que non se fagan esperar. Ademais das multas millonarias coas que Europa castigaranos a todos, estarán tamén o ridículo internacional e as posibles consecuencias no pacto de gobernabilidade, o que nos podería abocar a novas eleccións antes do desexable.

O pensador escocés do século XVIII déixonos moi claro o por que uns países progresan e outros retroceden e onde reside a fronteira entre a civilización e a barbarie. Mágoa que nestes momentos en España, especialmente nos lugares onde reside a soberanía nacional, non teñamos a moitos cidadáns Smith, as cousas irían mellor.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Leyendas negras y autoestima

Soy de los convencidos de la importancia que tienen el optimismo y una cierta dosis de autoestima para desarrollarse como personas, como sociedad y en definitiva como nación.

Este fin de semana leyendo distintas publicaciones me han llamado la atención por sus vertientes contrapuestas dos entrevistas, la realizada al responsable del proyecto “Marca España” Carlos Espinosa, y la de la filóloga e investigadora Elvira Roca experta en “la leyenda negra” atribuida a España.

Para esta última, la leyenda negra es el relato desfavorable sobre España y su pasado, un mito que todavía sigue vivo entre nosotros y en algunos países de nuestro entorno, especialmente del norte Europa. Para esta investigadora se construyó un discurso que nos convertía en paradigma de la irracionalidad, crueldad y atraso. Algo que contribuyó a generar una baja autoestima desde el siglo XVIII, al aceptar como verdades los tópicos de esa leyenda, que al fin y a la postre no era más que propaganda antiespañola creada por el mundo protestante y asumida por la ilustración francesa mediante un mecanismo muy sutil: magnificar un hecho real aislado hasta convertirlo en único, dándole proporciones gigantescas.

Frente a esa leyenda negra tan negativa para nuestros intereses y que todavía muchos se empeñan en mantener viva, están los resultados y frutos derivados del proyecto conocido como “Marca España”, proyecto participativo y sin ideologías políticas, con una estrategia clara que evita los tópicos y difunde un relato actualizado de un país moderno.

Ya son muchos los datos que invitan al optimismo, siempre moderado, como la mejora de la percepción de España en el exterior: el incremento de las inversiones extranjeras acompañado de una clara puesta en continuo crecimiento por nuestro país, ser líderes en construcción y gestión de grandes proyectos de infraestructuras a nivel mundial, vernos líderes internacionales en energías sostenibles, en gestión de tráfico aéreo, infraestructuras ferroviarias, ingeniería naval y de transportes, dar ejemplo en distribución y diseño de moda, y un largo etcétera en el que no debemos olvidar nuestra diversidad y riqueza cultural, nuestro ingenio, creatividad y talento. Carlos Espinosa lo explica mejor que yo.

Cada cual podrá elegir con qué modelo identifica mejor a nuestro país, pero sin duda alguna lo que es innegable es que necesitamos convencernos de que somos mucho mejores de como otros nos pintan. Tenemos que desprendernos de tópicos y leyendas negras, enterrar complejos muy arraigados y poner en valor nuestras muchas virtudes con modestia pero con orgullo. Éstas pueden ser buenas recetas para seguir progresando.

Cuando hace años un periodista me preguntaba de que obra me sentía más orgulloso como alcalde, contesté que de haber contribuido a mejorar la autoestima de los lucenses. Hoy lo ratifico y animo a quienes dirigen nuestra ciudad a evitar litigios y confrontaciones estériles, políticas populistas y gestión cortoplacista. Y al conjunto de los lucenses a ser participativos y a convencernos de que tenemos muchas cosas de las que sentirnos orgullosos.

Lendas negras e autoestima

Son dos convencidos da importancia que teñen o optimismo e unha certa dose de autoestima para desenvolverse como persoas, como sociedade e en definitiva como nación.

Este fin de semana lendo distintas publicacións chamáronme a atención polas súas vertentes contrapostas dúas entrevistas, a realizada ao responsable do proxecto “Marca España” Carlos Espinosa, e a da filóloga e investigadora Elvira Roca experta en “a lenda negra” atribuída a España.

Para esta última, a lenda negra é o relato desfavorable sobre España e o seu pasado, un mito que aínda segue vivo entre nós e nalgúns países da nosa contorna, especialmente do norte Europa. Para esta investigadora construíuse un discurso que nos convertía en paradigma da irracionalidad, crueldade e atraso. Algo que contribuíu a xerar unha baixa autoestima desde o século XVIII, ao aceptar como verdades os tópicos desa lenda, que ao cabo non era máis que propaganda antiespañola creada polo mundo protestante e asumida pola ilustración francesa mediante un mecanismo moi sutil: magnificar un feito real illado ata convertelo en único, dándolle proporcións xigantescas.

Fronte a esa lenda negra tan negativa para os nosos intereses e que aínda moitos se empeñan en manter viva, están os resultados e froitos derivados do proxecto coñecido como “Marca España”, proxecto participativo e sen ideoloxías políticas, cunha estratexia clara que evita os tópicos e difunde un relato actualizado dun país moderno.

Xa son moitos os datos que convidan o optimismo, sempre moderado, como a mellora da percepción de España no exterior: o incremento dos investimentos estranxeiros acompañado dunha clara posta en continuo crecemento polo noso país, ser líderes en construción e xestión de grandes proxectos de infraestruturas a nivel mundial, vernos líderes internacionais en enerxías sustentables, en xestión de tráfico aéreo, infraestruturas ferroviarias, enxeñería naval e de transportes, dar exemplo en distribución e deseño de moda, e un longo etcétera no que non debemos esquecer a nosa diversidade e riqueza cultural, o noso enxeño, creatividade e talento. Carlos Espinosa explícao mellor que eu.

Cada cal poderá elixir con que modelo identifica mellor ao noso país, pero sen ningunha dúbida o que é innegable é que necesitamos convencernos de que somos moito mellores de como outros nos pintan. Temos que desprendernos de tópicos e lendas negras, enterrar complexos moi arraigados e poñer en valor nosas moitas virtudes con modestia pero con orgullo. Estas poden ser boas receitas para seguir progresando.

Cando hai anos un xornalista preguntábame de que obra sentíame máis orgulloso como alcalde, contestei que de contribuír a mellorar a autoestima dos lucenses. Hoxe ratifícoo e animo a quen dirixe a nosa cidade para evitar litixios e confrontacións estériles, políticas populistas e xestión cortoplacista. E ao conxunto dos lucenses para ser participativos e a convencernos de que temos moitas cousas das que sentirnos orgullosos.