miércoles, 21 de febrero de 2018

Languidecer

No hace muchas fechas en las páginas de este diario y bajo el titular “El Casco Histórico un corazón que no late” se dedicaba una doble página a informar sobre la situación en la que se encuentra esta emblemática zona de Lugo. 

Recapitulando datos de dicha información, Lugo tiene 12.000 casas vacías, la segunda ciudad de Galicia en esta triste estadística. Pero si al Casco Histórico nos ceñimos, son 4.000 los inmuebles totales de los que aproximadamente la mitad tienen un uso residencial. En su barrio más emblemático, la Tinería, unas 250 viviendas (el 35% del total) permanecen vacías.

Si además a este cóctel estadístico le introducimos elementos que poco ayudan a abordar con optimismo esta problemática, tendríamos que hablar de los índices de envejecimiento de nuestra ciudad que representa el 120,8 respecto a la población de Galicia, siendo en el casco histórico todavía más alarmante, un 172,9 respecto a la población gallega. 

A las cifras siempre cabe añadir elementos subjetivos a la vista de cualquier observador. Deterioro de numerosos inmuebles, cierre de establecimientos comerciales, proliferación de anuncios de venta o alquiler de locales desde hace tiempo vacíos, rebrote de la prostitución en algunas de sus calles...

Los expertos hablan de ausencia de planes especialmente de un Plan Estratégico, y de su apuesta por la rehabilitación con un destino prioritario fijado en el alquiler que permita fijar población y su renovación en esta representativa área urbana lucense. 

Quiero ahora mojarme personalmente como ya hice y seguiré haciendo, porque como vecino y también como representante político y público es mi deber y obligación. Entre mis propuestas y además de la elaboración de ese Plan Estratégico, está la de abrir un amplio debate social y político que detecte de manera amplia y fiel las carencias y las demandas de los diferentes sectores, buscando evidentemente el máximo consenso en las decisiones a adoptar. Pero si tales consensos no se alcanzasen, es necesario adoptar siempre decisiones y medidas, es decir, nunca parapetarse en ese argumento para continuar con la inacción y la falta de decisiones políticas.

Muy relacionado con lo anterior es la necesidad de una corporación y un gobierno municipales con verdadera voluntad política de llevar adelante la ejecución de estos planes, de manera que no puedan verse alterados por la presión y vulnerabilidad de los momentos electorales periódicos.

Priorizar los recursos económicos para estos fines, diversificar las actividades económicas a implantar, facilitar la iniciativa privada, especialmente en la reducción de complejos tramites administrativos y pegas burocráticas, habilitar áreas de aparcamientos para residentes y visitantes dentro y en las proximidades del Casco Histórico, implantando medidas regulatorias del trafico especialmente para las horas punta de cierre del comercio, evitar la improvisación y las actuaciones puntuales aisladas que no formen parte del Plan Estratégico, serían algunas de las aportaciones que caben en este espacio.

Si no hay voluntad política y no hay decisiones firmes sobre la mesa, la ciudad no solo tendrá problemas serios de corazón, languidecerá sin vuelta atrás.

Languidecer

Non hai moitas datas nas páxinas deste diario e baixo o titular “O Centro histórico: un corazón que non latexa” dedicábase unha dobre páxina a informar sobre a situación na que se atopa esta emblemática zona de Lugo. 

Recapitulando datos da devandita información, Lugo ten 12.000 casas baleiras, a segunda cidade de Galicia nesta triste estatística. Pero se ao Centro histórico cinguímonos, son 4.000 os inmobles totais dos que aproximadamente a metade teñen un uso residencial. No seu barrio máis emblemático, a Tinería, unhas 250 vivendas (o 35% do total) permanecen baleiras.

Se ademais a este cóctel estatístico introducímoslle elementos que pouco axudan a abordar con optimismo esta problemática, teriamos que falar dos índices de envellecemento da nosa cidade que representa o 120,8 respecto da poboación de Galicia, sendo no centro histórico aínda máis alarmante, un 172,9 respecto da poboación galega. 

Ás cifras sempre cabe engadir elementos subxectivos á vista de calquera observador. Deterioración de numerosos inmobles, peche de establecementos comerciais, proliferación de anuncios de venda ou aluguer de locais desde hai tempo baleiros, rebrote da prostitución nalgunhas das súas rúas...

Os expertos falan de ausencia de plans especialmente dun Plan Estratéxico, e da súa aposta pola rehabilitación cun destino prioritario fixado no aluguer que permita fixar poboación e a súa renovación nesta representativa área urbana lucense. 

Quero agora mollarme persoalmente como xa fixen e seguirei facendo, porque como veciño e tamén como representante político e público é o meu deber e obrigación. Entre as miñas propostas e ademais da elaboración dese Plan Estratéxico, está a de abrir un amplo debate social e político que detecte de maneira ampla e fiel as carencias e as demandas dos diferentes sectores, buscando evidentemente o máximo consenso nas decisións para adoptar. Pero se tales consensos non se alcanzasen, é necesario adoptar sempre decisións e medidas, é dicir, nunca parapetarse nese argumento para continuar coa inacción e a falta de decisións políticas.

Moi relacionado co anterior é a necesidade dunha corporación e un goberno municipais con verdadeira vontade política de levar adiante a execución destes plans, de maneira que non poidan verse alterados pola presión e vulnerabilidade dos momentos electorais xornais.

Priorizar os recursos económicos para estes fins, diversificar as actividades económicas a implantar, facilitar a iniciativa privada, especialmente na redución de complexos tramites administrativos e pegas burocráticas, habilitar áreas de aparcadoiros para residentes e visitantes dentro e nas proximidades do Centro histórico, implantando medidas reguladoras do trafico especialmente para as horas punta de peche do comercio, evitar a improvisación e as actuacións puntuais illadas que non formen parte do Plan Estratéxico, serían algunhas das achegas que caben neste espazo.

Se non hai vontade política e non hai decisións firmes sobre a mesa, a cidade non só terá problemas serios de corazón, languidecerá sen volta atrás.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Pactar

Según el diccionario de la RAE pactar es acordar algo entre dos o más personas o entidades obligándose mutuamente a su observación.

Dando por sentado que todos entendemos esta definición, quiero llamar la atención sobre los aspectos más importantes que contiene, véase “acordar”, “algo” y “entre dos o más”.

En el mundo a día de hoy hay muchos “algos” que requerirían urgentemente un esfuerzo negociador, una sentada importante entre “dos o más” grandes protagonistas responsables para alcanzar acuerdos, aunque por desgracia en muchos de estos asuntos siempre hay uno o más de uno que no quieren ni intentarlo.

Me pregunto con frecuencia cómo llegaron a ser cotidianas, y por ello cada día también menos impactantes en la sensibilidad de los que nos denominamos humanos, las imágenes de miles de personas ahogadas en las aguas del mediterráneo intentando alcanzar Europa, las noticias sobre explotación infantil en pleno siglo XXI, las esclavas sexuales, los niños soldado, los más de 300.000 menores afectados por guerras y conflictos, o la terrible noticia que hemos conocido esta semana relatando las ventas de niños secuestrados entre tribus rivales de Sudán de Sur para cambiarlos por ganado. Estos y tantos otros 

Si a España nos ceñimos, tampoco existe explicación para justificar por qué no se producen acuerdos, pactos al más alto nivel para intentar dar soluciones duraderas a demandas sociales como un sistema sostenible de pensiones o un sistema educativo de calidad integrador e inclusivo. Por qué algunos no quieren ser parte de las mesas de negociación donde se redacten los acuerdos que den estabilidad y seguridad jurídica a los grandes proyectos de nuestra nación.

Y si de Lugo hablásemos, cuán necesario sería un acuerdo entre todos los responsables institucionales y políticos para evitar la sangría de la despoblación de nuestro medio rural, para que nuestra capital se consolidase como una ciudad con un proyecto ambicioso que la despertase de sus largos años de inacción y sin rumbo.

Lo realmente paradójico y preocupante es ver que donde estos días se habla de pactar es en Cataluña, pero se habla por parte de los responsables de los partidos nacionalistas para hablar sobre la forma de elegir a un presidente “simbólico”. Esas son sus prioridades y sus verdaderas preocupaciones. Para esto sí que hay voluntad de acordar.

Si algo precisamos es de buenos negociadores, aquellos que se sientan ante una mesa con actitud humilde, con gran capacidad de trabajo sin importar lo largas que resulten esas jornadas y con visión de alcanzar acuerdos con amplitud y alcance, sin quedarse en las pequeñas victorias personales. Pero por ahora parece claro que estos pactos no serán fáciles, porque dos no pueden sentarse a negociar si uno de esos dos no quiere. Y a la vista está que muchos no quieren. 

Predominan las actitudes contrarias, la de poner palos en las ruedas de aquellos que llevan la iniciativa, la cultura del derribo frente a la de arrimar el hombro en beneficio de la colectividad. Pactar, un verbo fácil de conjugar, difícil de practicar.

Pactar

Segundo o dicionario da RAE pactar é acordar algo entre dúas ou máis persoas ou entidades obrigándose mutuamente á súa observación.

Dando por certo que todos entendemos esta definición, quero chamar a atención sobre os aspectos máis importantes que contén, véxase “acordar”, “algo” e “entre dous ou máis”.

No mundo a día de hoxe hai moitos “algos” que requirirían urxentemente un esforzo negociador, unha sentada importante entre “dúas ou máis” grandes protagonistas responsables para alcanzar acordos, aínda que por desgraza en moitos destes asuntos sempre hai un ou máis dun que non queren nin tentalo.

Pregúntome con frecuencia como chegaron a ser cotiás, e por iso cada día tamén menos impactantes na sensibilidade dos que nos denominamos humanos, as imaxes de miles de persoas afogadas nas augas do mediterráneo tentando alcanzar Europa, as noticias sobre explotación infantil en pleno século XXI, as escravas sexuais, o nenos soldado, os máis de 300.000 menores afectados por guerras e conflitos, ou a terrible noticia que coñecemos esta semana relatando as vendas de nenos secuestrados entre tribos rivais de Sudán de Sur para cambialos por gando. Estes e tantos outros 

Se a España cinguímonos, tampouco existe explicación para xustificar por que non se producen acordos, pactos ao máis alto nivel para tentar dar solucións duradeiras a demandas sociais como un sistema sustentable de pensións ou un sistema educativo de calidade integrador e inclusivo. Por que algúns non queren ser parte das mesas de negociación onde se redacten os acordos que dean estabilidade e seguridade xurídica aos grandes proxectos da nosa nación.

E se de Lugo falásemos, o necesario que sería un acordo entre todos os responsables institucionais e políticos para evitar a sangría do despoboamento do noso medio rural, para que nosa capital consolidásese como unha cidade cun proxecto ambicioso que a espertase dos seus longos anos de inacción e sen rumbo.

O realmente paradoxal e preocupante é ver que onde estes días fálase de pactar é en Cataluña, pero fálase por parte dos responsables dos partidos nacionalistas para falar sobre a forma de elixir a un presidente “simbólico”. Esas son as súas prioridades e as súas verdadeiras preocupacións. Para isto si que hai vontade de acordar.

Se algo precisamos é de bos negociadores, aqueles que sentan ante unha mesa con actitude humilde, con gran capacidade de traballo sen importar o longas que resulten esas xornadas e con visión de alcanzar acordos con amplitude e alcance, sen quedar nas pequenas vitorias persoais. Pero por agora parece claro que estes pactos non serán fáciles, porque dous non poden sentar a negociar se un deses dous non quere. E á vista está que moitos non queren. 

Predominan as actitudes contrarias, a de poñer paus nas rodas daqueles que levan a iniciativa, a cultura da derriba fronte á de arrimar o ombreiro en beneficio da colectividade. Pactar, un verbo fácil de conxugar, difícil de practicar.