miércoles, 27 de junio de 2018

El valor de la palabra dada

Se ha hablado y escrito mucho acerca de lo acertado o equivocado que para unos y otros ha podido estar Feijoo en su decisión de no optar a la presidencia nacional del PP en estos momentos y por tanto de no ser el candidato del partido Popular a la presidencia del gobierno en las próximas elecciones generales.

Personalmente he apreciado juicios de valor muy inexactos y alejados de las verdaderas razones que él ha dado y que merecen toda la credibilidad y respeto, ya que ni es la primera ni será la última vez que ha tenido que tomar decisiones importantes y explicarlas públicamente.

Recuperando otro articulo mío publicado en este mismo diario el 6 de abril de 2016, titulado “La decisión de Feijoo”, puedo explicar mejor por qué me parecen sinceras y responsables las explicaciones dadas por el presidente de todos los gallegos para no tomar el camino de la política nacional.

En aquella ocasión de abril de 2016 Feijoo comparecía ante la Junta Directiva del PP de Galicia, igual que lo hizo el pasado lunes 18 de junio, para comunicar su decisión de presentarse por tercera vez a las elecciones gallegas y optar a un nuevo mandato, cosa que como todos saben consiguió en septiembre de aquel año con una nueva mayoría absoluta.

En aquel momento pronunció unas palabras cargadas de emoción, de mucha emoción, como también lo estaban las de la pasada semana. Eligió “ponerse a disposición de los gallegos”, nos dijo que no estaba “para lucir el cargo ni para acomodarse porque entiende y practica que cuanta más alta es la responsabilidad mayor debe ser la humildad” y que decidía presentarse una tercera vez a la Xunta “porque tiene la cabeza y el corazón en Galicia”. Todo ello bañado en una intensa emoción cuando recordaba que echaba de menos los abrazos a su padre. Feijoo en estado puro, hombre de palabra, de sentimientos y compromisos.

Cuando hace pocos días anunciaba que se quedaba aquí, en Galicia, porque “no puedo fallarles a los gallegos, porque me comprometí con ellos hasta el 2020” muchos no entendieron su decisión. Otros sí lo hicimos porque valoramos el valor del compromiso y la coherencia de los actos, especialmente en política.

Vivimos desde hace tiempo inmersos en un mundo en que no se da importancia a la palabra dada, donde podemos desdecirnos de lo dicho en tribuna publica, arrimarnos al sol que más calienta, perdonar las mentiras una y otra vez, dejarnos llevar por las opiniones de tertulianos y redes sociales olvidando nuestro propio criterio... en definitiva un mundo en que no se pone en valor a las personas que en política cumplen con lo que prometen, cumplen con su palabra.

Que a Feijoo se le quebrara su voz y le embargara la emoción durante el anuncio de su importante decisión lo que refleja es que la decisión final fue fruto de una enorme reflexión responsable, que era consciente de que hay trenes que solo pasan una vez en la vida y, o te subes a ellos o será difícil volver a tener esa oportunidad, que a pesar de tener todo a su favor para dar un paso y un gran salto en su carrera política, su compromiso estaba con la palabra dada. 

Valoro y entiendo su decisión porque ante todo lo que importa es ser persona y tener palabra, y aunque en política no parece estar de moda, muchos también lo valoran.

O valor da palabra dada

Falouse e escribiuse moito acerca do acertado ou equivocado que para uns e outros puido estar Feijoo na súa decisión de non optar á presidencia nacional do PP nestes momentos e por tanto de non ser o candidato do partido Popular á presidencia do goberno nas próximas eleccións xerais.

Persoalmente apreciei xuízos de valor moi inexactos e afastados das verdadeiras razóns que el deu e que merecen toda a credibilidade e respecto, xa que nin é a primeira nin será a última vez que tivo que tomar decisións importantes e explicalas publicamente.

Recuperando outro articulo meu publicado en leste mesmo diario o 6 de abril de 2016, titulado “A decisión de Feijoo”, podo explicar mellor por que me parecen sinceras e responsables as explicacións dadas polo presidente de todos os galegos para non tomar o camiño da política nacional.

Naquela ocasión de abril de 2016 Feijoo comparecía ante a Xunta Directiva do PP de Galicia, igual que o fixo o pasado luns 18 de xuño, para comunicar a súa decisión de presentarse por terceira vez ás eleccións galegas e optar a un novo mandato, cousa que como todos saben conseguiu en setembro daquel ano cunha nova maioría absoluta.

Naquel momento pronunciou unhas palabras cargadas de emoción, de moita emoción, como tamén o estaban as da pasada semana. Elixiu “poñerse a disposición dos galegos”, díxonos que non estaba “para lucir o cargo nin para acomodarse porque entende e practica que canta máis alta é a responsabilidade maior debe ser a humildade” e que decidía presentarse unha terceira vez á Xunta “porque ten a cabeza e o corazón en Galicia”. Todo iso bañado nunha intensa emoción cando lembraba que botaba de menos os abrazos ao seu pai. Feijoo en estado puro, home de palabra, de sentimentos e compromisos.

Cando hai poucos días anunciaba que quedaba aquí, en Galicia, porque “non podo fallarlles aos galegos, porque me comprometín con eles ata o 2020” moitos non entenderon a súa decisión. Outros si o fixemos porque valoramos o valor do compromiso e a coherencia dos actos, especialmente en política.

Vivimos desde hai tempo inmersos nun mundo en que non se dá importancia á palabra dada, onde podemos desdecirnos do devandito en tribuna publica, arrimarnos ao sol que máis quenta, perdoar as mentiras unha e outra vez, deixarnos levar polas opinións de tertulianos e redes sociais esquecendo noso propio criterio... en definitiva un mundo en que non se pon en valor ás persoas que en política cumpren co que prometen, cumpren coa súa palabra.

Que a Feijoo crebáseselle a súa voz e embargáselle a emoción durante o anuncio da súa importante decisión o que reflicte é que a decisión final foi froito dunha enorme reflexión responsable, que era consciente de que hai trens que só pasan unha vez na vida e, ou che sobes a eles ou será difícil volver ter esa oportunidade, que a pesar de ter todo ao seu favor para dar un paso e un gran salto na súa carreira política, o seu compromiso estaba coa palabra dada. 

Valoro e entendo a súa decisión porque ante todo o que importa é ser persoa e ter palabra, e aínda que en política non parece estar de moda, moitos tamén o valoran.

miércoles, 13 de junio de 2018

Sosiego

Los momentos vividos hace pocos días permanecerán grabados en nuestras memorias durante mucho tiempo, especialmente para aquellos que hemos tenido el privilegio de vivirlos de manera presencial y no a través de los medios de comunicación. Incluso para los que estábamos allí todo aconteció muy rápido, diría que tanto que no parecía real.

Quince días después de aprobar los Presupuestos para 2018 y por medio de una moción de censura, Rajoy y su gobierno eran despojados de sus atribuciones en poco más de 24 horas. Un hecho insólito en nuestra democracia ya que es la primera vez que prosperaba una moción de censura, aupó al poder a un Partido y a su líder, que habían cosechado los peores resultados de su historia en dos elecciones generales seguidas. Lo lograron con el voto de un variopinto arco parlamentario que incluye a aquellos de quienes poco antes renegaban, afirmando que jamás serían su apoyo para nada: populistas, independentistas, radicales e incluso a dos diputados de Bildu.

Ciudadanos, con los nervios a flor de piel, sigue con sus prisas por convocar elecciones. Las encuestas les daban – insisto, daban - ganadores y había que ir a las urnas como fuera. Actuaron irresponsablemente y provocaron este caos, igual que si en un mar lleno de tiburones a alguien que está en el agua le abren una herida. En pocos minutos los escualos olfatearán la sangre y se echarán encima de la víctima. Ciudadanos allanó el camino a quienes vieron la oportunidad de desalojar al PP del gobierno a cualquier precio.

La conmoción que esto ha producido ha sido grande, pero serán el paso del tiempo y la Historia los que acabarán juzgando estos acontecimientos y poniendo a cada uno de sus protagonistas en el lugar que merecen.

En clave de Partido, escribo este artículo después de acudir a la Junta Directiva nacional del mío, el PP, donde el todavía presidente Rajoy nos ratificaba su decisión de dejar su cargo y convocar un Congreso extraordinario para elegir a quien deberá tomar el relevo. No puedo ocultar mi tristeza por ver el final que estos acontecimientos han deparado a un hombre cabal y sencillo, que ha dedicado gran parte de su vida al servicio de la sociedad. Y digo bien, al servicio. Un final inmerecido a tantos años de entrega.

Tiene razón Rajoy cuando dice que ahora “toca organizarse para una etapa de oposición, de control y de propuestas, haciéndolo con el rigor, con la solvencia y con la seriedad con que este partido se conduce siempre”.

Rigor, solvencia y seriedad. A estos tres calificativos le añadiría la recomendación que Feijoo hacia estos últimos días ante la insistencia de los periodistas para conocer sus planes, “sosiego”. Para los tiempos que se avecinan serán necesarias grandes dosis de sosiego, no solamente para aquellos que tienen que tomar importantes decisiones que afectarán a la vida del partido, sino también para todos cuantos se muevan en el escenario político durante los próximos meses. A todos ellos, sosiego.

Acougo

Os momentos vividos hai poucos días permanecerán gravados nas nosas memorias durante moito tempo, especialmente para aqueles que tivemos o privilexio de vivilos de maneira presencial e non a través dos medios de comunicación. Mesmo para os que estabamos alí todo aconteceu moi rápido, diría que tanto que non parecía real.

Quince días despois de aprobar os Orzamentos para 2018 e por medio dunha moción de censura, Rajoy e o seu goberno eran desposuídos das súas atribucións en pouco máis de 24 horas. Un feito insólito na nosa democracia xa que é a primeira vez que prosperaba unha moción de censura, levantou ao poder a un Partido e ao seu líder, que cultivaran os peores resultados da súa historia en dúas eleccións xerais seguidas. Lográrono co voto dun variado arco parlamentario que inclúe a aqueles de quen pouco antes renegaban, afirmando que xamais serían o seu apoio para nada: populistas, independentistas, radicais e mesmo a dous deputados de Bildu.

Cidadáns, cos nervios a flor de pel, segue coas súas présas por convocar eleccións. As enquisas dábanlles – insisto, daban - gañadores e había que ir ás urnas como fose. Actuaron irresponsablemente e provocaron este caos, igual que se nun mar cheo de quenllas a alguén que está na auga ábrenlle unha ferida. En poucos minutos os escualos ulirán o sangue e botaranse encima da vítima. Cidadáns achandou o camiño a quen viu a oportunidade de desaloxar ao PP do goberno a calquera prezo.

A conmoción que isto produciu foi grande, pero serán o paso do tempo e a Historia os que acabarán xulgando estes acontecementos e poñendo a cada un dos seus protagonistas no lugar que merecen.

En clave de Partido, escribo este artigo despois de acudir á Xunta Directiva nacional do meu, o PP, onde o aínda presidente Rajoy ratificábanos a súa decisión de deixar o seu cargo e convocar un Congreso extraordinario para elixir a quen deberá tomar a substitución. Non podo ocultar a miña tristeza por ver o final que estes acontecementos depararon a un home cabal e sinxelo, que dedicou gran parte da súa vida ao servizo da sociedade. E digo ben, ao servizo. Un final inmerecido a tantos anos de entrega.

Ten razón Rajoy cando di que agora “toca organizarse para unha etapa de oposición, de control e de propostas, facéndoo co rigor, coa solvencia e coa seriedade con que este partido condúcese sempre”.

Rigor, solvencia e seriedade. A estes tres cualificativos engadiríalle a recomendación que Feijoo cara a estes últimos días ante a insistencia dos xornalistas para coñecer os seus plans, “acougo”. Para os tempos que se aveciñan serán necesarias grandes doses de acougo, non soamente para aqueles que teñen que tomar importantes decisións que afectarán á vida do partido, senón tamén para todos cuantos móvanse no escenario político durante os próximos meses. A todos eles, acougo.