miércoles, 18 de marzo de 2020

La hora de obedecer

En pocos días hemos pasado de la sorpresa a no dar crédito a la situación que se nos ha venido encima como una ola gigante, un tsunami que deja efectos devastadores a su paso. Muchos hablan de lo que se tenía que haber hecho y no se hizo, otros de lo que todavía queda por hacer y es urgente acometer. Tiempo habrá de analizar y enjuiciar aciertos y errores, no lo duden.

Pero hoy estamos en la hora de la verdad, en la que toda sociedad demuestra, como ya lo hizo en situaciones similares a lo largo de la historia, si es madura, si está a la altura de las circunstancias, aunque puedan fallar los que más responsabilidades ostentan.

En toda situación crítica está demostrado que la salida y la respuesta es más rápida y eficaz cuando quienes lideran esa sociedad son capaces de transmitir confianza y determinación con sus mensajes y medidas, también con su ejemplo. Pero tampoco es menos cierto que en ausencia de esas circunstancias deseables son los ciudadanos y los colectivos profesionales más directamente implicados en la lucha contra estas eventualidades los que, con su saber estar y dedicación profesional, no solo suplen sino que enderezan los rumbos erráticos provocados por la falta de liderazgos.

En plena guerra por atajar y vencer al enemigo común, este maldito virus con nombre de campaña de marketing, en estas horas muy difíciles, que sin duda preceden a otras muchas también complicadas, toca obedecer, demostrar todo nuestro civismo y responsabilidad. No es momento para cuestionar a quienes dirigen a la tropa, a nuestros generales, por muchos errores y desatinos que puedan cometer. Eso solo agravaría más esta situación de la que todos estamos deseando salir con los menores daños posibles.

Primero centrémonos en colaborar acatando las instrucciones que se nos están dando para que los problemas de salud, los auténticamente prioritarios, se atajen eficazmente y para que la curva de contagios y fallecidos se invierta cuanto antes. En esta fase cumplir con las indicaciones del Gobierno está en nuestras manos.

La reclusión en los hogares, para aquellos que no tengan la obligación de acudir a centros de trabajo o a prestar servicios esenciales, es una tarea que no representa un castigo, tan solo una incomodidad. No se está pidiendo mucho más. Si con seguir estas normas liberamos los hospitales para que sus profesionales centren todos sus esfuerzos y recursos en atender a los verdaderamente enfermos, será mucho lo conseguido.

Superada la parte relativa a nuestra salud, deberemos hacer frente a las graves consecuencias económicas provocadas por la paralización de muchas actividades, algo que puede llevarse por delante miles de puestos de trabajo, especialmente de autónomos y pequeños negocios. El coste será muy alto y las medidas para paliarlo no deben hacerse esperar.

Los buenos marineros saben perfectamente como hacer frente a las malas condiciones de la mar. Hoy nos enfrentamos a un escenario similar a la tormenta perfecta, y solo obedeciendo las ordenes y remando todos en la misma dirección podremos salir con el menor daño posible para nosotros y cuantos nos rodean. Ya lo hicimos antes, hagámoslo una vez más.


A hora de obedecer

En poucos días pasamos da sorpresa a non dar crédito á situación que se nos veu encima como unha onda xigante, un tsunami que deixa efectos devastadores ao seu paso. Moitos falan do que se tiña que facer e non se fixo, outros do que aínda queda por facer e é urxente acometer. Tempo haberá de analizar e axuizar acertos e erros, non o dubiden.

Pero hoxe estamos na hora da verdade, na que toda sociedade demostra, como xa o fixo en situacións similares ao longo da historia, se é madura, se está á altura das circunstancias, aínda que poidan fallar os que máis responsabilidades ostentan.

En toda situación crítica está demostrado que a saída e a resposta é máis rápida e eficaz cando quen lidera esa sociedade son capaces de transmitir confianza e determinación coas súas mensaxes e medidas, tamén co seu exemplo. Pero tampouco é menos certo que en ausencia desas circunstancias desexables son os cidadáns e os colectivos profesionais máis directamente implicados na loita contra estas eventualidades os que, co seu saber estar e dedicación profesional, non só suplen senón que endereitan os rumbos erráticos provocados pola falta de liderados.

En plena guerra por atallar e vencer ao inimigo común, este maldito virus con nome de campaña de márketing, nestas horas moi difíciles, que sen dúbida preceden a outras moitas tamén complicadas, toca obedecer, demostrar todo o noso civismo e responsabilidade. Non é momento para cuestionar a quen dirixe á tropa, aos nosos xenerais, por moitos erros e desatinos que poidan cometer. Iso só agravaría máis esta situación da que todos estamos a desexar saír cos menores danos posibles.

Primeiro centrémonos en colaborar acatando as instrucións que se nos están dando para que os problemas de saúde, os autenticamente prioritarios, atállense eficazmente e para que a curva de contaxios e falecidos invístase canto antes. Nesta fase cumprir coas indicacións do Goberno está nas nosas mans.

A reclusión nos fogares, para aqueles que non teñan a obrigación de acudir a centros de traballo ou a prestar servizos esenciais, é unha tarefa que non representa un castigo, tan só unha incomodidade. Non se está pedindo moito máis. Se con seguir estas normas liberamos os hospitais para que os seus profesionais centren todos os seus esforzos e recursos en atender aos verdadeiramente enfermos, será moito o conseguido.

Superada a parte relativa á nosa saúde, deberemos facer fronte ás graves consecuencias económicas provocadas pola paralización de moitas actividades, algo que pode levar por diante miles de postos de traballo, especialmente de autónomos e pequenos negocios. O custo será moi alto e as medidas para palialo non deben facerse esperar.

Os bos mariñeiros saben perfectamente como facer fronte ás malas condicións da mar. Hoxe enfrontámonos a un escenario similar á tormenta perfecta, e só obedecendo ordénelas e remando todos na mesma dirección poderemos saír co menor dano posible para nós e cuantos rodéannos. Xa o fixemos antes, fagámolo unha vez máis.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Esto huele bien

Escuchando este domingo en Ourense a tres líderes políticos no he podido evitar que durante el viaje de vuelta a casa mis pensamientos repasaran varios capítulos de la historia de la ultima década.

Conmemoramos los 11 años (parece que fue ayer) de la primera victoria de Feijoo en Galicia. Una victoria rotunda, contra pronóstico, que desalojó del gobierno autonómico a un bipartito (PSOE + BNG) que no será recordado como positivo para los gallegos.

Si algo resulta innegable es que en estos 11 años el presidente Feijoo ha ido forjando su personalidad política, quedando reflejado en su tarea y capacidad de trabajo, también en su liderazgo.

A Galicia también le han venido muy bien estos 11 años en que los gallegos hemos comprobado que nuestro gobierno se dedica solo a resolver los problemas que nos preocupan y nunca a enredar ni a generar tensiones territoriales.

Durante ese acto nos fueron desveladas anécdotas que para algunos no resultaron sorpresivas. Así supimos que Feijoo pudo ser ministro de Rajoy y no quiso, que pudo ser vicepresidente del PP de España y no quiso, que pudo ser candidato serio a presidir el PP de España y no quiso. No quiso porque, como dijo, prefiere ser el presidente de Galicia, de su tierra.

También nos enteramos de algo que podíamos presuponer, que Rajoy tiene buen olfato político, y nos lo desveló Feijoo recordando que cuando Rajoy había venido a Galicia a participar junto a él en la última campaña electoral de las gallegas, lejos de interesarse por las encuestas diarias y su interpretación, Rajoy le decía “esto me huele bien”, vaticinando lo que luego sería un nuevo triunfo electoral de Feijoo.

Estableciendo un símil con otro tipo de actividades y sensaciones, algo más culinarias, pienso que cuando uno entra en una cocina donde los expertos trabajan con máximo cariño productos de primera calidad, vigilando la temperatura y los tiempos de preparación en las ollas al fuego, el aroma que allí nos embriaga nos abre el apetito y vaticina una deliciosa comida.

Siguiendo con la comparación, en estas elecciones se presentan varios “cocineros” . Los hay de nueva factura que hablan mucho de lo que van a hacer pero que carecen de currículo y experiencia en los fogones. Llevan cosido en su delantal las mismas letras que el partido que hoy ¿gobierna? España, lo que nos hace temer por el resultado de su guiso.

También los hay que se presentan coaligados discutiendo permanentemente sobre qué aceites y en qué cantidades deben utilizar para un sofrito, y qué añadir a lo que otros compañeros de viaje están cocinando. Lo peor sería que si Feijoo no consigue hacerse de manera clara y rotunda con la dirección de la cocina, y lo hacen los cocineros perdedores poniéndose de acuerdo, es muy posible que el ambiente que allí se respire sea parecido al del camarote de los hermanos Marx, con el resultado previsible que están imaginándose, tirándose los trastos a la cabeza y sirviendo platos intragables.

Por suerte esto “huele bien” y si el sentidiño de los gallegos no se pierde, nuestro experto cocinero seguirá siendo 4 años más el mismo que ha puesto, con mucho esfuerzo, orden y empeño en la cocina gallega. 

Isto arrecende

Escoitando este domingo en Ourense a tres líderes políticos non puiden evitar que durante a viaxe de volta a casa os meus pensamentos repasasen varios capítulos da historia de ultímaa década.

Conmemoramos os 11 anos (parece que foi onte) da primeira vitoria de Feijoo en Galicia. Unha vitoria rotunda, contra prognóstico, que desaloxou do goberno autonómico a un bipartito (PSOE + BNG) que non será lembrado como positivo para os galegos.

Se algo resulta innegable é que nestes 11 anos o presidente Feijoo foi forxando a súa personalidade política, quedando reflectido na súa tarefa e capacidade de traballo, tamén no seu liderado.

A Galicia tamén lle viñeron moi ben estes 11 anos en que os galegos comprobamos que o noso goberno dedícase só a resolver os problemas que nos preocupan e nunca a enredar nin a xerar tensións territoriais.

Durante ese acto fóronnos desveladas anécdotas que para algúns non resultaron sorpresivas. Así soubemos que Feijoo puido ser ministro de Rajoy e non quixo, que puido ser vicepresidente do PP de España e non quixo, que puido ser candidato serio a presidir o PP de España e non quixo. Non quixo porque, como dixo, prefire ser o presidente de Galicia, da súa terra.

Tamén nos decatamos de algo que podiamos presupoñer, que Rajoy ten bo olfacto político, e desvelóunolo Feijoo lembrando que cando Rajoy viñera a Galicia a participar xunto a el na última campaña electoral das galegas, lonxe de interesarse polas enquisas diarias e a súa interpretación, Rajoy dicíalle “isto úleme ben”, vaticinando o que logo sería un novo triunfo electoral de Feijoo.

Establecendo un símil con outro tipo de actividades e sensacións, algo máis culinarias, penso que cando un entra nunha cociña onde os expertos traballan con máximo agarimo produtos de primeira calidade, vixiando a temperatura e os tempos de preparación nas potas ao lume, o aroma que alí nos embriaga ábrenos o apetito e vaticina unha deliciosa comida.

Seguindo coa comparación, nestas eleccións preséntanse varios “cociñeiros” . Hainos de nova factura que falan moito do que van facer pero que carecen de currículo e experiencia nos fogóns. Levan cosido no seu mandil as mesmas letras que o partido que hoxe goberna? España, o que nos fai temer polo resultado do seu guiso.

Tamén os hai que se presentan coaligados discutindo permanentemente sobre que aceites e en que cantidades deben utilizar para un sofrito, e que engadir ao que outros compañeiros de viaxe están a cociñar. O peor sería que se Feijoo non consegue facerse de maneira clara e rotunda coa dirección da cociña, e fano os cociñeiros perdedores poñéndose de acordo, é moi posible que o ambiente que alí se respire sexa parecido ao do camarote dos irmáns Marx, co resultado previsible que están a se imaxinar, tirándose os trastes á cabeza e servindo pratos intragables.

Por sorte isto arrecende e se o sentidiño dos galegos non se perde, o noso experto cociñeiro seguirá sendo 4 anos máis o mesmo que puxo, con moito esforzo, orde e empeño na cociña galega.