miércoles, 24 de junio de 2020

Brochazos verdes

Desde hace unos meses la inquietud y la preocupación es máxima entre los diferentes colectivos de empresarios y trabajadores ligados a la cadena mar-industria de nuestra tierra gallega.

Las intenciones del Gobierno socialista, recogidas en sus propuestas legislativas, son alterar las condiciones en las que los usuarios de concesiones o permisos administrativos de actividades situadas dentro del dominio público marítimo terrestre vienen trabajando desde hace décadas. Estos cambios endurecerán las condiciones a la hora de autorizar prórrogas o nuevas concesiones, reduciendo sus plazos de duración total al cambiar los criterios que hasta ahora se venían aplicando desde la administración competente, con lo que en muchos casos la continuidad se hará inviable para muchas actividades.

Tras presionar desde el sector, el Gobierno gallego o desde el Grupo Popular en el Congreso, la ministra Teresa Ribera trataba de tranquilizarnos afirmando que presentaría una nueva Ley de Costas. Le pedimos entonces y ahora que antes de hacerlo propiciara un diálogo con las partes implicadas y la búsqueda de consensos que lograran estabilidad, viabilidad y seguridad jurídica. En febrero en el Congreso nos dijo “Queremos actuar sobre la base del diálogo, la participación, la escucha y la transparencia”. Nunca lo hubo.

La semana pasada contestó a una pregunta que le hice en el Pleno diciendo que no hay problemas, que no es para tanto y que siguen con sus planes iniciales, con un artículo colado en el Proyecto de Ley de Cambio Climático presentado en el Congreso en pleno estado de alarma que tira por tierra las esperanzas de una rectificación a su política de brochazos verdes.

Las consecuencias inmediatas, de aprobarse la introducción de estas modificaciones legislativas, serán que solo en Galicia unas mil empresas podrían ver en serio riesgo su continuidad, o ser desahuciadas. Estamos hablando de depuradoras y cocederos de mariscos, cetáreas, piscifactorías, conserveras, pequeños astilleros, unas 5.000 edificaciones… afectando también seriamente la vida de bateeiros y mariscadores. Hablamos de poner en riesgo los trabajos de más de 40.000 profesionales del mar.

En momentos como los que estamos viviendo, donde la pandemia se ha cobrado demasiadas vidas y está dejando por el camino muchos puestos de trabajo, cuando lo necesario y urgente es ayudar a reconstruir, la aportación del gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es dar un nuevo brochazo de color verde a sus políticas, un golpe definitivo a miles de familias y a un modo de vida arraigado en nuestras villas marineras.

Todos estamos a favor de cuidar nuestro litoral y de conservar nuestro medio natural, pero las políticas socialistas solo tienen en cuenta la parte ideológica, el marketing de lo verde, y esos brochazos no pueden ignorar la parte humana y social. Es como querer conservar los peces prohibiendo su pesca, tendríamos un mar lleno de peces pero un serio problema de alimentación.

Después de los brochazos a la industria en As Pontes, y ahora a ALCOA, parece que le llega el turno a las mariscadoras, conserveras y a toda la actividad que desde hace siglos genera riqueza y un modo de vida en las costas gallegas. Si no rectifica, Galicia será más verde pero estará más vacía porque no habrá trabajo.


Brochadas verdes

Desde hai uns meses a inquietude e a preocupación é máxima entre os diferentes colectivos de empresarios e traballadores ligados á cadea mar-industria da nosa terra galega.

As intencións do Goberno socialista, recollidas nas súas propostas lexislativas, son alterar as condicións nas que os usuarios de concesións ou permisos administrativos de actividades situadas dentro do dominio público marítimo terrestre veñen traballando desde hai décadas. Estes cambios endurecerán as condicións á hora de autorizar prórrogas ou novas concesións, reducindo os seus prazos de duración total ao cambiar os criterios que ata o de agora viñan aplicando desde a administración competente, co que en moitos casos a continuidade farase inviable para moitas actividades.

Tras facer presión desde o sector, o Goberno galego ou desde o Grupo Popular no Congreso, a ministra Teresa Ribeira trataba de tranquilizarnos afirmando que presentaría unha nova Lei de Costas. Pedímoslle entón e agora que antes de facelo propiciase un diálogo coas partes implicadas e a procura de consensos que lograsen estabilidade, viabilidade e seguridade xurídica. En febreiro no Congreso díxonos “Queremos actuar sobre a base do diálogo, a participación, escóitaa e a transparencia”. Nunca o houbo.

A semana pasada contestou a unha pregunta que lle fixen no Pleno dicindo que non hai problemas, que non é para tanto e que seguen cos seus plans iniciais, cun artigo coado no Proxecto de Lei de Cambio Climático presentado no Congreso en pleno estado de alarma que tira por terra as esperanzas dunha rectificación á súa política de brochadas verdes.

As consecuencias inmediatas, de aprobarse a introdución destas modificacións lexislativas, serán que só en Galicia unhas mil empresas poderían ver en serio risco a súa continuidade, ou ser desafiuzadas. Estamos a falar de depuradoras e cocedeiros de mariscos, cetarias, piscifactorías, conserveiras, pequenos estaleiros, unhas 5.000 edificacións… afectando tamén seriamente a vida de bateeiros e mariscadores. Falamos de poñer en risco os traballos de máis de 40.000 profesionais do mar.

En momentos como os que estamos a vivir, onde a pandemia cobrouse demasiadas vidas e está a deixar polo camiño moitos postos de traballo, cando o necesario e urxente é axudar a reconstruír, a achega do goberno de Pedro Sánchez e Pablo Iglesias é dar unha nova brochada de cor verde ás súas políticas, un golpe definitivo a miles de familias e a un modo de vida arraigado nas nosas vilas mariñeiras.

Todos estamos a favor de coidar o noso litoral e de conservar o noso medio natural, pero as políticas socialistas só teñen en conta a parte ideolóxica, o márketing do verde, e esas brochadas non poden ignorar a parte humana e social. É como querer conservar os peixes prohibindo a súa pesca, teriamos un mar cheo de peces pero un serio problema de alimentación.

Despois das brochadas á industria nas Pontes, e agora a ALCOA, parece que lle chega a quenda ás mariscadoras, conserveiras e a toda a actividade que desde hai séculos xera riqueza e un modo de vida nas costas galegas. Se non rectifica, Galicia será máis verde pero estará máis baleira porque non haberá traballo.


miércoles, 10 de junio de 2020

Desesperanza

Esta semana en mi correo electrónico he recibido una carta de una ciudadana llamada Carmen a quien no he tenido el gusto de conocer y que con sus comentarios ha inspirado este artículo. 

Carmen me escribe que en el Parlamento lo que vemos son “insultos, mentiras, chulería, absolutamente nada de autocrítica, solo la defensa a ultranza de una postura, que no es ni ideológica: la propia postura, la autodefensa, la humillación y el ninguneo del que no piensa como yo, aunque yo no piense nada.” Palabras duras que seguramente compartirán más ciudadanos.Comparto con ella la preocupación por el clima de crispación que se viene generando en medio de la crisis sanitaria,social y económica más dura que a muchos nos ha tocado vivir.

En estos meses la política española está mostrando lo peor de sí misma. Nos estamos acostumbrando a ver a ministros atacar la independencia de la prensa, del poder judicial, socavar instituciones centenarias, tensar la convivencia entre españoles volviendo a la división en bandos: los buenos y los malos. Estamos aceptando que el engaño y la mentira se cuelen a diario en nuestras vidas como algo normal.

Los graves errores de gestión del Gobierno de la Nación durante la pandemia merecen todo tipo de reproches políticos, sociales y puede que jurídicos, algo que le corresponderá a la justicia determinar en su momento y a los ciudadanos valorar en las urnas. Pero los espectáculos parlamentarios deberían evitarse, como bien dijo el Presidente Feijoo, porque los ciudadanos lo que nos piden a sus legítimos representantes es que busquemos entendimiento y les demos soluciones a sus problemas.

Hoy gobierna en España una coalición de dos partidos con importantes diferencias entre ellos en muchos aspectos, sin voluntad de alcanzar acuerdos de Estado con otros grupos que buscan el bien de su país por encima del éxito particular. En los debates han buscado la tensión y la crispación como método de culpabilizar al contrario de sus errores, lo han hecho con descalificaciones o insultos, vertiendo palabras gruesas y logrando que la provocación en ocasiones obtuviera el resultado que apetecían.

Resulta difícil lograr acuerdos en este escenario, también hacer llegar propuestas alternativas y mucho más que éstas se aprueben. Pero ello no debiera ser motivo para caer en su juego provocativo y formar parte del espectáculo que solo a ellos les aportará algún rédito, además de darles la repercusión mediática que buscan. 

Como me escribe Carmen en su carta “El insulto, la prepotencia, la ideología por encima del valor inalienable del ser humano, son signos alarmantes de posiciones totalitarias que no presagian nada bueno” y nada bueno puede aportar esta forma de hacer política.

Entré en la política hace ya años porque era una herramienta y una forma útil de ayudar a los demás a resolver problemas y mejorar la sociedad, por ello me abochornan estas situaciones y modos de practicar esta noble tarea.

Les ha sido dado un privilegio, representar al pueblo español, velar por su seguridad, y servirlo con diligencia. Les ha sido dado el privilegio de servir, porque eso es la política, vocación de servicio, donación de sí mismo, búsqueda del bien común..”,dice Carmen y por eso, como a ella, este tipo de espectáculos parlamentarios me llenan de desesperanza.


Desesperanza

Esta semana no meu correo electrónico hei recibido unha carta dunha cidadá chamada Carmen a quen non tiven o gusto de coñecer e que cos seus comentarios inspirou este artigo. 

Carmen escríbeme que no Parlamento o que vemos son “insultos, mentiras, chulería, absolutamente nada de autocrítica, só a defensa sen concesións dunha postura, que non é nin ideolóxica: a propia postura, a autodefensa, a humillación e o ninguneo do que non pensa como eu, aínda que eu non pense nada.” Palabras duras que seguramente compartirán máis cidadáns.Comparto con ela a preocupación polo clima de crispación que vén xerando no medio da crise sanitaria,social e económica máis dura que a moitos nos tocou vivir.

Nestes meses a política española está a mostrar o peor de si mesma. Estamos a afacernos a ver a ministros atacar a independencia da prensa, do poder xudicial, socavar institucións centenarias, tensar a convivencia entre españois volvendo á división en bandos: os bos e os malos. Estamos a aceptar que o engano e a mentira cóense a diario nas nosas vidas como algo normal.

Os graves erros de xestión do Goberno da Nación durante a pandemia merecen todo tipo de reproches políticos, sociais e poida que xurídicos, algo que lle corresponderá á xustiza determinar no seu momento e aos cidadáns valorar nas urnas. Pero os espectáculos parlamentarios deberían evitarse, como ben dixo o Presidente Feijoo, porque os cidadáns o que nos piden aos seus lexítimos representantes é que busquemos entendemento e deámoslles solucións aos seus problemas.

Hoxe goberna en España unha coalición de dous partidos con importantes diferenzas entre eles en moitos aspectos, sen vontade de alcanzar acordos de Estado con outros grupos que buscan o ben do seu país por encima do éxito particular. Nos debates buscaron a tensión e a crispación como método de culpar ao contrario dos seus erros, fixérono con descualificacións ou insultos, verquindo palabras grosas e logrando que a provocación en ocasións obtivese o resultado que apetecían.

Resulta difícil lograr acordos neste escenario, tamén facer chegar propostas alternativas e moito máis que estas se aproben. Pero iso non debese ser motivo para caer no seu xogo provocativo e formar parte do espectáculo que só a eles achegaralles algún rédito, ademais de darlles a repercusión mediática que buscan. 

Como me escribe Carmen na súa carta “O insulto, a prepotencia, a ideoloxía por encima do valor inalienable do ser humano, son signos alarmantes de posicións totalitarias que non presaxian nada bo” e nada bo pode achegar esta forma de facer política.

Entrei na política hai xa anos porque era unha ferramenta e unha forma útil de axudar aos demais a resolver problemas e mellorar a sociedade, por iso me abochornan estas situacións e modos de practicar esta nobre tarefa.

Foilles dado un privilexio, representar ao pobo español, velar pola súa seguridade, e servilo con dilixencia. Foilles dado o privilexio de servir, porque iso é a política, vocación de servizo, doazón de si mesmo, procura do ben común..”, di Carmen e por iso, como a ela, este tipo de espectáculos parlamentarios énchenme de desesperanza.