miércoles, 30 de mayo de 2018

Puentes sobre aguas turbulentas.

Son muchos los afiliados, colaboradores, simpatizantes y votantes de mi Partido que estos días vuelven a tener sus sentimientos arrugados. Arrugados por la tristeza, rabia, impotencia, y por la vergüenza de ver salpicadas las siglas del Partido en que siempre confiaron, por encima de las mayores o menores simpatías hacia las personas que en cada momento lo dirigieron o administraron. Yo también la siento.

Todas y cada una de ellas merece siempre, y especialmente en estos momentos, las más claras explicaciones y reacciones ante la sentencia judicial que condena a los delincuentes que se cobijaron bajo las siglas de un partido que, por su causa, ve empañado su buen nombre. Son necesarias explicaciones y reacciones que, sin complejos ni ambigüedades, devuelvan la confianza a quienes hoy se sienten inquietos por el devenir de los acontecimientos.

No quiero evaluar ni comparar los casos de corrupción que hemos conocido y que afectan a diferentes formaciones políticas, ni en términos cuantitativos ni cualitativos. Todos y cada uno de ellos son merecedores del desprecio y rechazo social, y todos y cada uno de ellos merecen la condena que la justicia imponga y el castigo que las urnas les otorguen en cada momento de la historia.

Pero lo que sin duda alguna me inquieta es la oportunidad que se brinda a los agitadores de aguas tranquilas. Buscar el efecto que producen los terremotos para sumarle el de los tsunamis, incrementar el efecto de la naturaleza con efectos artificiales, poner todos los ventiladores en marcha para que los vientos lejos de amainar adquieran fuerza 10 y rolen hacia los acantilados. En eso están los que, muy manchados por acción, omisión o cooperación tienen muchas vergüenzas que esconder, o cuando menos que callar.

Uno cegado por la ambición personal y la falta de protagonismo que le causa la ausencia de un escaño en el Congreso, sumado a ese cóctel de sentimientos que otrora nos mostró sin recato, como el rencor y la ambición a cualquier precio, es quien mayor énfasis pone en que la tormenta se convierta en ciclón.

Otro aupado por encuestas favorables y la impaciencia de convertir en realidad un legítimo sueño de poder, aun a costa de sus incoherencias y falta de experiencia, es fácil que se acabe apuntando a soplar para enfurecer al dios Eolo, logrando perjudicar a quienes reclaman su ayuda para salir de las turbulencias.

Y otros, cuya suma no debe despreciarse, encantados de conocerse en esta situación, jaleando al intrépido que impulsa la moción de censura para subirse al carro y recoger los frutos, que para ellos no son otros que los de desalojar del poder a quien legítimamente lo ostenta y descargar todo su rencor y revancha en cuanto tienen la ocasión.

En definitiva, un panorama en el que aquel que más ha trabajado, con aciertos y errores, por combatir la corrupción con nuevas leyes, por devolver la tranquilidad a una sociedad hasta hace poco agobiada por la falta de trabajo y las incertidumbres en nuestra convivencia, se ve ahora en el centro del huracán.

En medio de tantas turbulencias apuesto por la responsabilidad, de unos y otros, por las explicaciones, por dar la cara sin complejos, por tender puentes, puentes de concordia, de reconciliación, de cooperación. Puentes sobre aguas turbulentas.

Pontes sobre augas turbulentas.

Son moitos os afiliados, colaboradores, simpatizantes e votantes do meu Partido que estes días volven ter os seus sentimentos engurrados. Engurrados pola tristeza, rabia, impotencia, e pola vergoña de ver salpicadas as siglas do Partido en que sempre confiaron, por encima das maiores ou menores simpatías cara ás persoas que en cada momento o dirixiron ou administraron. Eu tamén a sinto.

Todas e cada unha delas merece sempre, e especialmente nestes momentos, as máis claras explicacións e reaccións ante a sentenza xudicial que condena aos delincuentes que se acubillaron baixo as siglas dun partido que, pola súa causa, ve embazado o seu bo nome. Son necesarias explicacións e reaccións que, sen complexos nin ambigüidades, devolvan a confianza a quen hoxe senten inquietos polo devir dos acontecementos.

Non quero avaliar nin comparar os casos de corrupción que coñecemos e que afectan a diferentes formacións políticas, nin en termos cuantitativos nin cualitativos. Todos e cada un deles son merecedores do desprezo e rexeitamento social, e todos e cada un deles merecen a condena que a xustiza impoña e o castigo que as urnas lles outorguen en cada momento da historia.

Pero o que sen ningunha dúbida me inquieta é a oportunidade que se brinda aos axitadores de augas tranquilas. Buscar o efecto que producen os terremotos para sumarlle o dos tsunamis, incrementar o efecto da natureza con efectos artificiais, poñer todos os ventiladores en marcha para que os ventos lonxe de amainar adquiran forza 10 e rolen cara aos cantís. Niso están os que, moi manchados por acción, omisión ou cooperación teñen moitas vergoñas que esconder, ou cando menos que calar.

Un cegado pola ambición persoal e a falta de protagonismo que lle causa a ausencia dun escano no Congreso, sumado a ese cóctel de sentimentos que outrora nos mostrou sen recato, como o rancor e a ambición a calquera prezo, é quen maior énfase pon en que a tormenta se converta en ciclón.

Outro levantado por enquisas favorables e a impaciencia de converter en realidade un lexítimo soño de poder, aínda á conta das súas incoherencias e falta de experiencia, é fácil que se acabe apuntando a soprar para enfurecer ao deus Eolo, logrando prexudicar a quen reclama a súa axuda para saír das turbulencias.

E outros, cuxa suma non debe desprezarse, encantados de coñecerse nesta situación, acirrando ao intrépido que impulsa a moción de censura para subirse ao carro e recoller os froitos, que para eles non son outros que os de desaloxar do poder a quen lexitimamente o ostenta e descargar todo o seu rancor e desquite en canto teñen a ocasión.

En definitiva, un panorama no que aquel que máis traballou, con acertos e erros, por combater a corrupción con novas leis, por devolver a tranquilidade a unha sociedade ata hai pouco angustiada pola falta de traballo e as incertezas na nosa convivencia, vese agora no centro do furacán.

No medio de tantas turbulencias aposto pola responsabilidade, duns e outros, polas explicacións, por dar a cara sen complexos, por tender pontes, pontes de concordia, de reconciliación, de cooperación. Pontes sobre augas turbulentas.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Reputación

La opinión o la consideración en que se tiene a alguien es lo que se convierte en la buena o mala reputación de esa persona. 

En nuestra sociedad y en nuestros días la reputación de una persona todavía pesa mucho a la hora de formarnos un concepto de alguien antes de conocerlo o de tratarlo. En política estos términos todavía pesan más en el criterio que nos formamos de los líderes o de las propias siglas de una formación.

Los reiterados y frecuentes casos de corrupción aparecidos en muchos partidos han contribuido a colocar a la corrupción y a los políticos como causas de gran preocupación para los españoles. Vengan de donde vengan me asquean, pero cuando se atribuyen a personas de mi partido la rabia es más profunda.

La política no es ajena al problema, ya que a esta situación ha contribuido que algunas formaciones han visto cómo por la vía del desprestigio del rival se pueden conseguir muchas más ventajas que por el propio logro o la demostración de los valores y éxitos de los suyos, sobre todo cuando estos últimos son escasos.

Esto explicaría el ataque indiscriminado que tiene como objetivo al Partido Popular. De poco parece servir que haya sido el gobierno de Mariano Rajoy el que haya endurecido la legislación contra los corruptos y haya aprobado y puesto en marcha más medidas y medios en esta lucha que ya están dando sus frutos.

Sin duda alguna ciertos partidos y los medios que les siguen sistemáticamente han conseguido su objetivo cuestionando la honradez y reputación de quienes pertenecemos al Partido Popular, llegando al punto de asociar estas siglas con la corrupción. Cuando no se tienen buenos argumentos ni resulta fácil criticar la gestión, lo que ponen en práctica es la táctica de impedir tu derecho a ser escuchado al cuestionar tu reputación, lo que trae consigo la inhabilitación moral para defender tu acción de gobierno y tu persona. Y encima les funciona.

El partido Popular ha demostrado su capacidad de gobierno al afrontar distintas crisis y dar respuestas adecuadas frente a una izquierda especializada en crear o agravar los problemas. Pero también es cierto que no está rentabilizando políticamente este buen hacer probablemente por esa etiqueta que ya compran muchos, la de la mala reputación.

Sin querer caer en el ytumasismo, no puedo evitar mencionar lo llamativo que me resulta que los que están llevando a cabo esta estrategia tienen en sus formaciones muchos y más graves casos de corrupción. Se habló mucho del máster de Cifuentes y muy poco de las becas que otros cobraban sin aparecer por la universidad o de la falsificaciones en currículos de mucho políticos de otras formaciones, por no citar la estafa millonaria de los ERE de Andalucía o el reciente escándalo que afecta a la financiación del PSOE valenciano. El rasero moral no es el mismo para todos los partidos políticos.

Mariano Rajoy dedica sus esfuerzos a España y no a reprochar con estos argumentos a sus adversarios. Quizá peca de un exceso de elegancia entendiendo que debe jugar con las cartas que por ahora les da manos ganadoras a sus rivales.

Personalmente preferiría que sean cada día más los que aprendan a distinguir el grano de la paja, la merecida de la injusta reputación.

Reputación


A opinión ou a consideración en que se ten a alguén é o que se converte na boa ou mala reputación desa persoa. 

Na nosa sociedade e nos nosos días a reputación dunha persoa aínda pesa moito á hora de formarnos un concepto de alguén antes de coñecelo ou de tratalo. En política estes termos aínda pesan máis no criterio que nos formamos dos líderes ou das propias siglas dunha formación.

Os reiterados e frecuentes casos de corrupción aparecidos en moitos partidos contribuíron a colocar á corrupción e aos políticos como causas de gran preocupación para os españois. Veñan de onde veñan me dan noxo, pero cando se atribúen a persoas do meu partido a rabia é máis profunda.

A política non é allea ao problema, xa que a esta situación contribuíu que algunhas formacións viron como pola vía do desprestixio do rival pódense conseguir moitas máis vantaxes que polo propio logro ou a demostración dos valores e éxitos dos seus, sobre todo cando estes últimos son escasos.

Isto explicaría o ataque indiscriminado que ten como obxectivo ao Partido Popular. De pouco parece servir que fose o goberno de Mariano Rajoy o que endurecese a lexislación contra os corruptos e aprobe e poña en marcha máis medidas e medios nesta loita que xa están a dar os seus froitos.

Sen ningunha dúbida certos partidos e os medios que lles seguen sistematicamente conseguiron o seu obxectivo cuestionando a honradez e reputación de quen pertenzo ao Partido Popular, chegando ao momento de asociar estas siglas coa corrupción. Cando non se teñen bos argumentos nin resulta fácil criticar a xestión, o que poñen en práctica é a táctica de impedir o teu dereito para ser escoitado ao cuestionar a túa reputación, o que trae consigo a inhabilitación moral para defender a túa acción de goberno e a túa persoa. E encima funciónalles.

O partido Popular ha demostrado a súa capacidade de goberno ao afrontar distintas crises e dar respostas adecuadas fronte a unha esquerda especializada en crear ou agravar os problemas. Pero tamén é certo que non está a rendibilizar politicamente este bo facer probablemente por esa etiqueta que xa compran moitos, a da mala reputación.

Sen querer caer no ytumasismo, non podo evitar mencionar o rechamante que me resulta que os que están a levar a cabo esta estratexia teñen nas súas formacións moitos e máis graves casos de corrupción. Falouse moito do máster de Cifuentes e moi pouco das bolsas que outros cobraban sen aparecer pola universidade ou da falsificacións en currículos de moito políticos doutras formacións, por non citar a estafa millonaria dos ERE de Andalucía ou o recente escándalo que afecta ao financiamento do PSOE valenciano. A rapadoira moral non é o mesmo para todos os partidos políticos.

Mariano Rajoy dedica os seus esforzos a España e non a reprochar con estes argumentos aos seus adversarios. Posiblemente peca dun exceso de elegancia entendendo que debe xogar coas cartas que por agora lles dá mans gañadoras aos seus rivais.

Persoalmente preferiría que sexan cada día máis os que aprendan a distinguir o gran da palla, a merecida da inxusta reputación.

miércoles, 2 de mayo de 2018

Lo primero es antes

Cuando la semana pasada repasaba la prensa local, un titular llamó mi atención y motivó la lectura de la noticia: “La estación de tren de Lugo gana un 38% de usuarios en solo dos años” y añadía “El aumento de frecuencias a Madrid ayudó a pasar de 46.342 a 75.052 viajeros”.

Cuando hace esos dos años tuve la iniciativa de presentar un estudio completo a las autoridades de RENFE proponiendo incrementar las frecuencias en los trenes que unen Lugo con Ourense por un lado, y Lugo con A Coruña por el otro, estaba convencido que me avalaban el rigor, la realidad y las demandas sociales. Dos años después la citada noticia lo confirma y me permite afirmar que aquellos argumentos siguen hoy vigentes y sirven para insistir en la misma dirección. Mientras no se finalicen las nuevas infraestructuras presupuestadas para esta nueva línea de ferrocarril entre la ciudad amurallada y la de las Burgas, la solución pasa por incrementar las oportunidades de viajar en tren, es decir, por disponer de más trenes.

También la semana pasada celebramos en el Congreso un foro para abordar los principales problemas de nuestro medio rural en España, con especial acento en lo relacionado con el abandono de pueblos, pero también de las iniciativas que muchos jóvenes están emprendiendo en este mismo medio como manera de ganarse la vida.

Todavía revolotean en mi memoria muchos de sus comentarios y propuestas que allí expusieron, especialmente algunos diagnósticos fruto de experiencias personales. Para quienes han decidido apostar por llevar a cabo su proyecto de vida en pequeños pueblos lo importante no son los gastos en cemento, las rehabilitaciones de edificios, pabellones deportivos, asfaltados de calles... ni tan siquiera disponer de fibra óptica para navegar por Internet a mayores velocidades, ni otras actuaciones que suelen figurar como prioritarias para las administraciones.

Lo vital para ellos, para poder animar a quienes están barajando la opción de vivir en un pueblo o para los que ya lo hacen y no quisieran abandonarlo es garantizar que podrán seguir escolarizando en la zona a sus hijos, o que el médico seguirá teniendo allí su consulta. Esto es para ellos lo primero, lo otro después.

Pues con el tren y tantas otras cosas en nuestra provincia pasa lo mismo, o debería pasar. Primero tendremos que dar más posibilidades a los ciudadanos para desplazarse, disponiendo de más trenes, más horarios. Después vendrán las nuevas infraestructuras, eliminación de pasos a nivel, variantes que acorten los tiempos de viaje y aumenten la seguridad, nuevas estaciones (no necesariamente intermodales)... Pero lo primero son más trenes.

Siempre me llamó la atención el lenguaje y la sabiduría popular, al igual que nuestro rico refranero. No puede venir más a cuento para este artículo una de esas frases populares, “lo primero es antes”.

O primeiro é antes

Cando a semana pasada repasaba a prensa local, un titular chamou a miña atención e motivou a lectura da noticia: “A estación de tren de Lugo gaña un 38% de usuarios en só dous anos” e engadía “O aumento de frecuencias a Madrid axudou a pasar de 46.342 a 75.052 viaxeiros”.

Cando fai eses dous anos tiven a iniciativa de presentar un estudo completo ás autoridades de RENFE propoñendo incrementar as frecuencias nos trens que unen Lugo con Ourense por unha banda, e Lugo coa Coruña polo outro, estaba convencido que me avalaban o rigor, a realidade e as demandas sociais. Dous anos despois a citada noticia confírmao e permíteme afirmar que aqueles argumentos seguen hoxe vixentes e serven para insistir na mesma dirección. Mentres non se finalicen as novas infraestruturas orzadas para esta nova liña de ferrocarril entre a cidade amurallada e a das Burgas, a solución pasa por incrementar as oportunidades de viaxar en tren, é dicir, por dispoñer de máis trens.

Tamén a semana pasada celebramos no Congreso un foro para abordar os principais problemas do noso medio rural en España, con especial acento no relacionado co abandono de pobos, pero tamén das iniciativas que moitos mozos están a emprender en leste mesmo medio como maneira de gañarse a vida.

Aínda revolotean na miña memoria moitos dos seus comentarios e propostas que alí expuxeron, especialmente algúns diagnósticos froito de experiencias persoais. Para quen decidiu apostar por levar a cabo o seu proxecto de vida en pequenos pobos o importante non son os gastos en cemento, as rehabilitacións de edificios, pavillóns deportivos, asfaltados de rúas... nin tan sequera dispoñer de fibra óptica para navegar por Internet a maiores velocidades, nin outras actuacións que adoitan figurar como prioritarias para as administracións.

O vital para eles, para poder animar a quen está barallando a opción de vivir nun pobo ou para os que xa o fan e non quixesen abandonalo é garantir que poderán seguir escolarizando na zona aos seus fillos, ou que o médico seguirá tendo alí a súa consulta. Isto é para eles o primeiro, o outro despois.

Pois co tren e tantas outras cousas na nosa provincia pasa o mesmo, ou debería pasar. Primeiro teremos que dar máis posibilidades aos cidadáns para desprazarse, dispoñendo de máis trens, máis horarios. Despois virán as novas infraestruturas, eliminación de pasos a nivel, variantes que acurten os tempos de viaxe e aumenten a seguridade, novas estacións (non necesariamente intermodais)... Pero o primeiro son máis trens.

Sempre me chamou a atención a linguaxe e a sabedoría popular, do mesmo xeito que o noso rico refraneiro. Non pode vir máis a conto para este artigo una desas frases populares, “o primeiro é antes”.