miércoles, 27 de mayo de 2020

En las peores manos

Durante estas semanas de encierro he procurado mantenerme sereno y no caer en la critica fácil, en la demagogia o en el “y tú más”, siguiendo la línea que me he intentado marcar en mi trayectoria política. Hoy he de reconocer que ese esfuerzo requiere de una ración doble de paciencia y generosidad para no ser grueso en mis palabras. 

Cada 15 días se renueva el estado de alarma, y ya van 5 prórrogas logradas a golpe de negociaciones que parecen subastas. Da igual lo que haya que pactar o ceder desde el Gobierno con tal de seguir con este control extraordinario al conjunto de la sociedad creando un autentico mercado persa comprando voluntades.

Lo peor, las mentiras y engaños sucesivos. No repetiré aquí todas y cada una de las ya conocidas y a veces olvidadas de Pedro Sánchez, desde su fraude de tesis doctoral, su pérdida de sueño de solo pensar en cohabitar con Pablo Iglesias y un largo etcétera, hasta la última de la pasada semana, firmando con los herederos de Batasuna tras sus “no pactaremos nunca con Bildu” repetidas 20 veces ante las cámaras,

Materializa un pacto que mantiene en secreto incluso a sus propios ministros, ningunea a sus demás socios de investidura, y cuando estalla el escándalo y una buena parte de la sociedad, incluidos insignes socialistas, se echa las manos a la cabeza sorprendida por semejante bajeza, su reacción no es la de rectificar, pedir disculpas o reconocer una equivocación. No, nada de todo eso, La reacción y la estrategia es decir que se vio obligado a pactar con Bildu porque el Partido Popular no quiso votar a favor de esta nueva prórroga. Una vez más, y van muchas, las culpas al contrario. Olvida que ya pactó con los herederos de Batasuna en dos ocasiones anteriores: primero para lograr su investidura y después para gobernar en Navarra. En aquellas no se acordó de echarle la culpa al PP, y ahora resulta grotesco. 

Esta forma de actuar ratifica la verdadera personalidad de quien solo se gusta a sí mismo, quien le encanta mirarse a diario en el espejo del poder, que miente compulsivamente, que engaña hasta a sus propios socios, que hace una cosa con una mano mientras con la otra practica la contraria, que embauca y juega constantemente con las cartas marcadas, en definitiva se confirma que los trágicos acontecimientos de estos meses han acaecido cuando la dirección de nuestro país está en las peores manos imaginables para hacerles frente y lo saben. Ni siquiera aguanta la mirada del líder de la oposición cuando éste le habla desde la tribuna.

Pensarán que hoy no he podido contenerme, pero créanme que lo he hecho. Escribiría cosas más duras cuando pienso en que nuestro actual presidente solo tiene un objetivo, y es mantenerse en el poder a cualquier precio y culpando a los demás de sus desmanes. Me agobia pensar en el futuro que nos aguarda cuando quien tiene que dirigir la orquesta no sabe solfeo y cada músico tiene delante una partitura diferente… 

Pero a pesar de ello, y con gran esfuerzo, los españoles sabremos suplir las carencias de nuestro Gobierno.

Nas peores mans

Durante estas semanas de peche procurei manterme sereno e non caer en critícaa fácil, na demagoxia ou no “e ti máis”, seguindo a liña que me tentei marcar na miña traxectoria política. Hoxe hei de recoñecer que ese esforzo require dunha ración dobre de paciencia e xenerosidade para non ser groso nas miñas palabras. 

Cada 15 días renóvase o estado de alarma, e xa van 5 prórrogas logradas a golpe de negociacións que parecen poxas. Dá igual o que haxa que pactar ou ceder desde o Goberno con tal de seguir con este control extraordinario ao conxunto da sociedade creando un autentico mercado persa comprando vontades.

O peor, as mentiras e enganos sucesivos. Non repetirei aquí todas e cada unha das xa coñecidas e ás veces esquecidas de Pedro Sánchez, desde a súa fraude de tese doutoral, a súa perda de soño de só pensar en cohabitar con Pablo Iglesias e un longo etcétera, ata a última da pasada semana, asinando cos herdeiros de Batasuna tras as súas “non pactaremos nunca con Bildu” repetidas 20 veces #ante as cámaras,

Materializa un pacto que mantén en segredo mesmo aos seus propios ministros, ningunea aos seus demais socios de investidura, e cando estala o escándalo e unha boa parte da sociedade, incluídos insignes socialistas, bótase as mans á cabeza sorprendida por semellante bajeza, a súa reacción non é a de rectificar, pedir desculpas ou recoñecer unha equivocación. Non, nada de todo iso, A reacción e a estratexia é dicir que se viu obrigado a pactar con Bildu porque o Partido Popular non quixo votar a favor desta nova prórroga. Unha vez máis, e van moitas, as culpas ao contrario. Esquece que xa pactou cos herdeiros de Batasuna en dúas ocasións anteriores: primeiro para lograr a súa investidura e despois para gobernar en Navarra. Naquelas non se acordou de botarlle a culpa ao PP, e agora resulta grotesco. 

Esta forma de actuar ratifica a verdadeira personalidade de quen só se gusta a si mesmo, quen lle encanta mirarse a diario no espello do poder, que mente compulsivamente, que engana ata aos seus propios socios, que fai unha cousa cunha man mentres coa outra practica a contraria, que embauca e xoga constantemente coas cartas marcadas, en definitiva confírmase que os tráxicos acontecementos destes meses acaeceron cando a dirección do noso país está nas peores mans imaxinables para facerlles fronte e sábeno. Nin sequera aguanta a mirada do líder da oposición cando este fálalle desde a tribuna.

Pensarán que hoxe non puiden conterme, pero créanme que o fixen. Escribiría cousas máis duras cando penso en que o noso actual presidente só ten un obxectivo, e é manterse no poder a calquera prezo e culpando aos demais dos seus desmáns. Angústiame pensar no futuro que nos agarda cando quen ten que dirixir a orquestra non sabe solfexo e cada músico ten diante unha partitura diferente… 

Pero a pesar diso, e con gran esforzo, os españois saberemos suplir as carencias do noso Goberno.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Escenarios incompletos

Hay algo en el ambiente que lo hace todavía más insoportable. Cuando se cumplen 60 días de confinamiento en nuestros domicilios, las horas se han cubierto con espacios para el trabajo, el orden, y sobre todo para pensar y repensar nuestras vidas.

Pero una sensación extraña me ronda en la cabeza. Percibo mensajes institucionales y un ambiente casi alegre, no diré festivo, en todo ello. Se aplaude, se canta, se pasea, se hace deporte, se nos dice que ya estamos saliendo, que si esta o la otra fase, que ya podemos viajar… Caramelos para endulzarnos esta pesadilla.

Pero lo que resulta llamativo, extraño, diría incomprensible es la ausencia de otros escenarios en este relato. Parece como si quisieran pasar de puntillas o quizás en ocasiones ocultar la cara trágica y dolorosa de esta tremenda situación. Pareciese que más de 26.000 muertes no han sucedido entre nosotros, que nos son ajenas, y me rebelo contra ese proceder.

Hace unos días en la Comisión de Agricultura y Pesca del Congreso de la que formo parte, el presidente de la misma (PNV) al comenzar la sesión justificaba de esta manera el no permitir que se guardase un minuto de silencio por todos los fallecidos por este maldito virus: “hacemos una especie de minuto de silencio propio e interno, sin necesidad de hacerlo, porque creo que ya se han hecho muchos”. Sí, “se han hecho muchos” dijo. Me gustaría pensar en un desliz pero yo no lo veo así. Nuestra sociedad guarda un minuto de silencio cada vez que ocurre una tragedia individual o colectiva, cada vez que una persona es asesinada victima de la violencia machista, cuando un personaje importante nos deja... Un minuto tras otro. Si tuviésemos que guardar un minuto de silencio por cada una de las victimas que por ahora nos ha arrebatado el virus harían falta 20 días completos sin pausa guardando silencio, y para algunos “ya se han hecho muchos”. Les cuesta declarar luto nacional, ponerse una corbata negra, poner banderas a media asta, en definitiva mostrar el dolor y guardarles respeto.

A ellos les digo que para superar el dolor, para hacer frente a estas tragedias, no es buena estrategia la de esconderlas. Se debe y se puede superar este luto con respeto, con dignidad y con valores.

Ahora que nos encaminamos hacia la recuperación de nuestras vidas fuera de casa, es más necesario que nunca no equivocarnos de escenarios. No todo son música y aplausos, porque el virus sigue entre nosotros. No nos confundamos y seamos prudentes, respetemos las distancias, utilicemos las medidas de protección y también recordemos todos los días que los nuevos escenarios estarán ya para siempre incompletos, porque en ellos faltarán miles, muchos miles de personas, en su mayoría aquellos que más sufrieron y dieron a nuestra nación para que hoy disfrutemos del bienestar al que espero que desde ahora demos más valor.

En estos nuevos escenarios incompletos suplamos sus ausencias con sus recuerdos pero también con nuestro civismo y responsabilidad colectiva. Todavía podemos compartir escenario agradeciendo su trabajo y siguiendo sus ejemplos.

Escenarios incompletos

Hai algo no ambiente que o fai aínda máis insoportable. Cando se cumpren 60 días de confinamento nos nosos domicilios, as horas cubríronse con espazos para o traballo, a orde, e sobre todo para pensar e repensar as nosas vidas.

Pero unha sensación estraña róldame na cabeza. Percibo mensaxes institucionais e un ambiente case alegre, non direi festivo, en todo iso. Apláudese, cántase, paséase, faise deporte, dinnos que xa estamos a saír, que se esta ou a outra fase, que xa podemos viaxar… Caramelos para facernos máis doce este pesadelo.

Pero o que resulta rechamante, estraño, diría incomprensible é a ausencia doutros escenarios neste relato. Parece coma se quixesen pasar no bico dos pés ou quizais en ocasións ocultar a cara tráxica e dolorosa desta tremenda situación. Parecese que máis de 26.000 mortes non sucederon entre nós, que nos son alleas, e rebélome contra ese proceder.

Hai uns días na Comisión de Agricultura e Pesca do Congreso da que formo parte, o presidente da mesma (PNV) ao comezar a sesión xustificaba desta maneira o non permitir que se gardase un minuto de silencio por todos os falecidos por este maldito virus: “facemos unha especie de minuto de silencio propio e interno, sen necesidade de facelo, porque creo que xa se fixeron moitos”. Si, “fixéronse moitos” dixo. Gustaríame pensar nun descoido pero eu non o vexo así. A nosa sociedade garda un minuto de silencio cada vez que ocorre unha traxedia individual ou colectiva, cada vez que unha persoa é asasinada vítima da violencia machista, cando un personaxe importante déixanos... Un minuto tras outro. Se tivésemos que gardar un minuto de silencio por cada unha das vítimas que por agora nos arrebatou o virus farían falta 20 días completos sen pausa gardando silencio, e para algúns “xa se fixeron moitos”. Cústalles declarar loito nacional, poñerse unha gravata negra, poñer bandeiras a medio mastro, en definitiva mostrar a dor e gardarlles respecto.

A eles dígolles que para superar a dor, para facer fronte a estas traxedias, non é boa estratexia a de escondelas. Débese e pódese superar este loito con respecto, con dignidade e con valores.

Agora que nos encamiñamos cara á recuperación das nosas vidas fóra de casa, é máis necesario que nunca non equivocarnos de escenarios. Non todo son música e aplausos, porque o virus segue entre nós. Non nos confundamos e sexamos prudentes, respectemos as distancias, utilicemos as medidas de protección e tamén lembremos todos os días que os novos escenarios estarán xa para sempre incompletos, porque neles faltarán miles, moitos miles de persoas, na súa maioría aqueles que máis sufriron e deron á nosa nación para que hoxe gocemos do benestar ao que espero que desde agora demos máis valor.

Nestes novos escenarios incompletos suplamos as súas ausencias cos seus recordos pero tamén co noso civismo e responsabilidade colectiva. Aínda podemos compartir escenario agradecendo o seu traballo e seguindo os seus exemplos.