miércoles, 27 de diciembre de 2023

Ferias y Mercados

Acabo de regresar de la tradicional feria del Capón de Vilalba y con satisfacción he comprobado que lejos de perder fuerza gana en cantidad y calidad tanto de producto como en el número de visitantes. Sin duda un gran escaparate para dar salida a productos que podríamos calificar de artesanos por la manera en que se crían estos animales y que no parece correr peligro de terminarse, a pesar de las dificultades que atraviesan nuestros habitantes del medio rural, un medio con gran potencial pero frecuentemente minusvalorado, cuando no olvidado.

A mi regreso me incorporo a una tertulia radiofónica que tiene como escenario el interior de la Plaza de Abastos, y vuelvo a comprobar la variedad y calidad de cuantos productos se venden en sus puestos.

Metidos en la tertulia hablamos de nuestros agricultores, pescadores y productores en general, de nuestro sector primario, un potencial que no acaba de alcanzar el reconocimiento y el valor que merece. El tema merece su enfoque.

Coincidimos en la necesidad de contar con más campañas institucionales que animen a la compra de nuestros pescados, carnes, quesos… que se reduzca el IVA de estos, que se facilite el relevo generacional de pescadores y agricultores, ya que hoy en día son cada vez más los que no cuentan con quien continue lo que levantaron con mucho esfuerzo y sacrificios personales.

Pero, sobre otras consideraciones, considero y así lo expongo, que hacen falta dos cosas de manera prioritaria si queremos de verdad que nuestro medio rural no siga vaciándose poco a poco: ingresos dignos para quienes lo trabajan y eliminación de mucha de la burocracia que convierte en casi imposible cumplir con los cientos de normas, decretos, leyes, ordenes ministeriales y otras disposiciones que obligan a cualquiera a necesitar los servicios de asesores y gestorías para no estar expuestos a sanciones o poder solicitar algún tipo de subvención o ayuda.

Sobre lo primero, el pagar de manera adecuada lo que cuesta producir cada litro de leche, cada kilo de patatas, capturar nuestras merluzas o bonitos, puede y debe controlarse porque para ello se cuenta con mecanismos legales como la Ley de la Cadena Alimentaria, que, con muchas imperfecciones, contempla no pagar por debajo de los costes de producción. Sin ello, y por muchas campañas institucionales que hagan, la sangría despobladora de nuestras zonas rurales es imparable.

Pero además alguien debe empezar a replantearse la reversión de la tendencia que durante los últimos tiempos ha llevado a burocratizar en exceso todas las administraciones y con ello los trámites que en ellas nos vemos obligados a realizar. Agricultores, ganaderos y pescadores se han visto obligados a conocer y cumplir cientos de normas, europeas, nacionales o autonómicas que exigen contar con medidos digitales en sus lugares de trabajo y conocimientos que no están al alcance de todos, o a pagar asesoramientos que reducen todavía más sus exiguos beneficios, cuando los hay.

Por ello nuestras ferias y mercados, para seguir siendo el escaparate de nuestros productos de calidad, requieren de la adopción de medidas como las aquí apuntadas, de lo contrario pronto desaparecerán o se convertirán en puestos de venta de productos procedentes de otros países lejanos, sin los controles laborales o sanitarios que aquí les exigimos. 


Feiras e Mercados

Acabo de regresar da tradicional feira do Capón de Vilalba e con satisfacción comprobei que lonxe de perder forza gaña en cantidade e calidade tanto de produto como no número de visitantes. Sen dúbida un gran escaparate para dar saída a produtos que poderiamos cualificar de artesáns pola maneira en que se crían estes animais e que non parece correr perigo de terminarse, a pesar das dificultades que atravesan os nosos habitantes do medio rural, un medio con gran potencial pero frecuentemente minusvalorado, cando non esquecido.

Ao meu regreso incorpórome a un faladoiro radiofónico que ten como escenario o interior da Praza de Abastos, e volvo comprobar a variedade e calidade de cuantos produtos véndense nos seus postos.

Metidos no faladoiro falamos dos nosos agricultores, pescadores e produtores en xeral, do noso sector primario, un potencial que non acaba de alcanzar o recoñecemento e o valor que merece. O tema merece o seu enfoque.

Coincidimos na necesidade de contar con máis campañas institucionais que animen á compra dos nosos peixes, carnes, queixos… que se reduza o IVE destes, que se facilite a substitución xeracional de pescadores e agricultores, xa que hoxe en día son cada vez máis os que non contan con quen continúe o que levantaron con moito esforzo e sacrificios persoais.

Pero, sobre outras consideracións, considero e así o expoño, que fan falta dúas cousas de maneira prioritaria se queremos de verdade que o noso medio rural non siga baleirándose aos poucos: ingresos dignos para quen o traballa e eliminación de moita da burocracia que converte en case imposible cumprir cos centos de normas, decretos, leis, ordenes ministeriais e outras disposicións que obrigan a calquera a necesitar os servizos de asesores e xestorías para non estar expostos a sancións ou poder solicitar algún tipo de subvención ou axuda.

Sobre o primeiro, o pagar de maneira adecuada o que custa producir cada litro de leite, cada quilo de patacas, capturar as nosas pescadas ou bonitos, pode e debe controlarse porque para iso cóntase con mecanismos legais como a Lei da Cadea Alimentaria, que, con moitas imperfeccións, contempla non pagar por baixo dos custos de produción. Sen iso, e por moitas campañas institucionais que fagan, a sangría despoboadora das nosas zonas rurais é imparable.

Pero ademais alguén debe empezar a reformularse a reversión da tendencia que durante os últimos tempos levou a burocratizar en exceso todas as administracións e con iso os trámites que nelas vémonos obrigados a realizar. Agricultores, gandeiros e pescadores víronse obrigados a coñecer e cumprir centos de normas, europeas, nacionais ou autonómicas que esixen contar con medidos dixitais nos seus lugares de traballo e coñecementos que non están ao alcance de todos, ou a pagar asesoramentos que reducen aínda máis os seus exiguos beneficios, cando os hai.

Por iso as nosas feiras e mercados, para seguir sendo o escaparate dos nosos produtos de calidade, requiren da adopción de medidas como as aquí apuntadas, pola contra pronto desaparecerán ou se converterán en postos de venda de produtos procedentes doutros países afastados, sen os controis laborais ou sanitarios que aquí lles esiximos. 

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Luces y sombras

Cada año nos anuncian antes la llegada de unas fechas que, además de entrañables y de un especial significado para los cristianos, adquieren un matiz más comercial. Una de las maneras de anunciarnos esta llegada consiste en la iluminación ornamental de calles y plazas de nuestras ciudades, y es aquí donde hoy pongo el enfoque de mi cámara.

En mi opinión se está rozando el ridículo con la competición abierta entre ciudades para ver quién enciende antes sus luces, quién instala el árbol más alto o quién ilumina con más millones de bombillas led.

El récord de ese ridículo, al menos para este humilde observador, lo ostenta el alcalde de la ciudad de Vigo, que cada año convierte en una multitudinaria manifestación el momento del encendido navideño, no sólo por la puesta en escena, sino por sus declaraciones: que si queda inaugurada la Navidad en el planeta, que si se verá el resplandor desde Nueva York... Todo un ejemplo de hasta dónde se puede llegar por mantener o incrementar la popularidad en una sociedad que valora más estas actuaciones que la gestión de los problemas diarios de los ciudadanos, o las serias molestias que causan las aglomeraciones y los ruidos que soportan los vecinos durante dos meses, las sombras de esas luces.

Parece que el ejemplo está cundiendo y aquí en Lugo hemos podido ver como nuestra Diputación Provincial, para poner en funcionamiento su modesto alumbrado en la fachada del edificio, organizaba un acto en la calle San Marcos para que su presidente pulsara el botón del encendido como quien envía un cohete al espacio. Otras instituciones lo hacen también con actos públicos y algunos con chocolatadas incluidas.

No crean que estoy en contra de poner ambiente festivo en las calles en estas fechas, ni de las luces, ni de todo aquello que contribuya a animar y con ello favorecer la vida afectiva y comercial. No lo estoy. Pero sí que lo estoy en las formas y las maneras de priorizar estos circos por encima de las verdaderas necesidades, dentro de la gestión diaria de unas instituciones teóricamente dedicadas a resolver los problemas de los ciudadanos.

Es una pena que esa competición entre ciudades no se produzca en otros ámbitos como las infraestructuras urbanísticas, culturales o sociales. Sería en estos asuntos donde más luces cabría poner, luces de las que adolecen algunos que asumen responsabilidades de gobierno, no de las de led.

Cuando nos fijemos en las luces que iluminan estos días nuestras calles por Navidad, acordémonos también de las sombras que las llenan durante el resto del año. Sombras que significan carencias, falta de sentido común o de sensibilidad para saber priorizar los recursos que las administraciones obtienen de los impuestos a sus ciudadanos.

Hablando de luces y de sombras, hoy, que es el día de Santa Lucía, patrona de la vista, le pediré que conceda a cuantos nos gobiernan mejor vista para detectar esas necesidades y carencias ciudadanas y para que las competiciones entre ciudades lo sean para ver quien consigue eliminar más sombras, y no de las que provocan los árboles, que de esas ya sabemos que cada día quedan menos.


Luces e sombras

Cada ano anúnciannos antes a chegada dunhas datas que, ademais de entrañables e dun especial significado para os cristiáns, adquiren un matiz máis comercial. Unha das maneiras de anunciarnos esta chegada consiste na iluminación ornamental de rúas e prazas das nosas cidades, e é aquí onde hoxe poño o enfoque do meu cámara.

Na miña opinión estase rozando o ridículo coa competición aberta entre cidades para ver quen acende antes as súas luces, quen instala a árbore máis alta ou quen ilumina con máis millóns de lámpadas led.

O récord dese ridículo, polo menos para este humilde observador, osténtao o alcalde da cidade de Vigo, que cada ano converte nunha multitudinaria manifestación o momento do aceso do Nadal, non só pola posta en escena, senón polas súas declaracións: que se queda inaugurada o Nadal no planeta, que se se verá o resplandor desde Nova York... Todo un exemplo de ata onde se pode chegar por manter ou incrementar a popularidade nunha sociedade que valora máis estas actuacións que a xestión dos problemas diarios dos cidadáns, ou as serias molestias que causan as aglomeracións e os ruídos que soportan os veciños durante dous meses, as sombras desas luces.

Parece que o exemplo está a render e aquí en Lugo puidemos ver como nosa Deputación Provincial, para poñer en funcionamento a súa modesta iluminación na fachada do edificio, organizaba un acto en cálea San Marcos para que o seu presidente pulsase o botón do aceso como quen envía un foguete ao espazo. Outras institucións fano tamén con actos públicos e algúns con chocolatadas incluídas.

Non crean que estou en contra de poñer ambiente festivo nas rúas nestas datas, nin das luces, nin de todo aquilo que contribúa a animar e con iso favorecer a vida afectiva e comercial. Non o estou. Pero si que o estou nas formas e as maneiras de priorizar estes circos por encima das verdadeiras necesidades, dentro da xestión diaria dunhas institucións teoricamente dedicadas a resolver os problemas dos cidadáns.

É unha pena que esa competición entre cidades non se produza noutros ámbitos como as infraestruturas urbanísticas, culturais ou sociais. Sería nestes asuntos onde máis luces cabería poñer, luces das que adoecen algúns que asumen responsabilidades de goberno, non das de led.

Cando nos fixemos nas luces que iluminan estes días as nosas rúas polo Nadal, acordémonos tamén das sombras que as enchen durante o resto do ano. Sombras que significan carencias, falta de sentido común ou de sensibilidade para saber priorizar os recursos que as administracións obteñen dos impostos aos seus cidadáns.

Falando de luces e de sombras, hoxe, que é o día de Santa Lucía, patroa da vista, pedireille que conceda a cuantos gobérnannos mellor vista para detectar esas necesidades e carencias cidadás e para que as competicións entre cidades sexano para ver quen consegue eliminar máis sombras, e non das que provocan as árbores, que desas xa sabemos que cada día quedan menos.