miércoles, 21 de septiembre de 2016

Porque te lo mereces

Vivimos tiempos en los que estar en política, desempeñar una función pública vinculada a la política, identificarse con idearios e ideales de partidos políticos, en definitiva ser político, resulta en muchas ocasiones difícil y poco reconfortante.

En estas circunstancias, Alberto, tomaste una decisión valiente y arriesgada. Hace unos meses decidiste que después de ocho años como presidente de todos los gallegos, volverías a asumir el reto de intentar volver a ganarte su confianza mayoritaria y así poder continuar defendiendo y trabajando por Galicia durante los próximos cuatro años.

En su momento y desde estas mismas páginas dije que renunciabas a una nueva etapa de tu vida en lo personal y en lo profesional y elegías el camino menos cómodo porque tienes un compromiso muy fuerte con tu tierra y no quieres defraudarla.

Alberto, gobiernas esta tierra desde hace casi 8 años en circunstancias muy difíciles, y poco a poco con tus políticas acertadas y certeras conseguiste que los gallegos notasen la recuperación y valorasen el trabajo de tu gobierno. Hoy son referente y ejemplo para muchos en España.

En estos días de campaña te escucho con atención relatar las principales actuaciones llevadas a cabo por tu gobierno en nuestra tierra. Compruebo que a pesar de los años de vacas flacas en los que te ha resultado difícil aprobar presupuestos inversores, has cumplido con los gallegos. Has conseguido que la educación, la sanidad, los servicios sociales, las guarderías, las residencias de nuestros mayores, no solo no se vieran mermadas debido a la crisis, sino que año tras año notasen la recuperación y la ampliación de estos servicios indispensables para garantizar un estado de bienestar.

Has defendido nuestros sectores productivos en Madrid y en Bruselas como pocos hicieron, a pesar de que los resultados en ocasiones se hagan esperar más de lo que apetecías y los gallegos merecen, pero el trabajo continúa.

Tampoco olvidaste en este escenario de precariedad presupuestaria, las inversiones en infraestructuras y las demandas de las mismas al gobierno de la nación. Muchos son los ejemplos que aquí no tienen espacio.

Pero sobre todo Alberto, en estos años has crecido mucho como político. Lo has hecho en circunstancias adversas y en el medio de un escenario donde la clase política ha visto caer en picado su prestigio y reputación, y por ello el mérito y el premio es tuyo y para ti.

Esto ha sido así porque, y permite que utilice tus propias palabras, elegiste ponerte a disposición de los gallegos, porque a pesar de las renuncias piensas que la política merece la pena por el mero hecho de poder ayudar a las personas con dificultades, porque no estás para lucir el cargo ni para acomodarte, porque crees en tus errores y en tus aciertos, porque entiendes que cuanta más alta es la responsabilidad mayor debe ser la humildad, porque tienes la cabeza y el corazón en Galicia.

Por estas y muchas otras razones mereces que el próximo domingo 25 de septiembre los gallegos llenen las urnas de confianza hacia tu persona. Porque te lo mereces. 


Porque o mereces

Vivimos tempos nos que estar en política, desempeñar unha función pública vinculada á política, identificarse con idearios e ideais de partidos políticos, en definitiva ser político, resulta en moitas ocasións difícil e pouco reconfortante.

Nestas circunstancias, Alberto, tomaches unha decisión valente e arriscada. Hai uns meses decidiches que despois de oito anos como presidente de todos os galegos, volverías asumir o reto de tentar volver gañarche a súa confianza maioritaria e así poder continuar defendendo e traballando por Galicia durante o próximos catro anos.

No seu momento e desde estas mesmas páxinas dixen que renunciabas a unha nova etapa da túa vida no persoal e no profesional e elexías o camiño menos cómodo porque tes un compromiso moi forte coa túa terra e non queres defraudala.

Alberto, gobernas esta terra desde hai case 8 anos en circunstancias moi difíciles, e aos poucos coas túas políticas acertadas e certeiras conseguiches que os galegos notasen a recuperación e valorasen o traballo do teu goberno. Hoxe son referente e exemplo para moitos en España.

Nestes días de campaña escóitoche con atención relatar as principais actuacións levadas a cabo polo teu goberno na nosa terra. Comprobo que a pesar dos anos de vacas fracas nos que che resultou difícil aprobar orzamentos investidores, cumpriches cos galegos. Conseguiches que a educación, a sanidade, os servizos sociais, as garderías, as residencias dos nosos maiores, non só non se visen mermadas debido á crise, senón que ano tras ano notasen a recuperación e a ampliación destes servizos indispensables para garantir un estado de benestar.

Defendiches os nosos sectores produtivos en Madrid e en Bruxelas como poucos fixeron, a pesar de que os resultados en ocasións fáganse esperar máis do que apetecías e os galegos merecen, pero o traballo continúa.

Tampouco esqueciches neste escenario de precariedade orzamentaria, os investimentos en infraestruturas e as demandas das mesmas ao goberno da nación. Moitos son os exemplos que aquí non teñen espazo.

Pero sobre todo Alberto, nestes anos creciches moito como político. Fixéchelo en circunstancias adversas e no medio dun escenario onde a clase política ha visto caer en picado o seu prestixio e reputación, e por iso o mérito e o premio é teu e para ti.

Isto foi así porque, e permite que utilice as túas propias palabras, elixiches poñerche a disposición dos galegos, porque a pesar das renuncias pensas que a política merece a pena polo mero feito de poder axudar ás persoas con dificultades, porque non estás para lucir o cargo nin para acomodarche, porque crees nos teus erros e nos teus acertos, porque entendes que canta máis alta é a responsabilidade maior debe ser a humildade, porque tes a cabeza e o corazón en Galicia.

Por estas e moitas outras razóns mereces que o vindeiro domingo 25 de setembro os galegos enchan as urnas de confianza cara á túa persoa. Porque cho mereces.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Estar a la altura

Han pasado unos días y creo que estoy en condiciones de analizar sin tanta pasión lo que desde el escaño en el Congreso pude vivir durante la pasada semana. Cuando el viernes a las nueve de la noche abandonamos el pleno con el resultado conocido por todos, mis sentimientos eran de decepción, preocupación y rabia contenida. Acababa de ser testigo privilegiado de una lección política y me preocuparon inmediatamente las consecuencias de las actitudes y conductas de muchos de aquellos que siendo representantes de la soberanía nacional y representando a todos los españoles, están muy lejanos de alcanzar el listón de la responsabilidad que se exige y de las circunstancias extraordinarias que España vive en estos momentos.

Por un lado la posición razonada y razonable de quien, habiendo ganado con autoridad unas elecciones, ofrecía a los demás compartir un paquete de medidas para mejorar la vida de los españoles o bien, si optaban por no sumarse a ese ofrecimiento, abstenerse en la votación de investidura para permitir que se pudiera formar un gobierno. Frente a este planteamiento, las reacciones han sido decepcionantes y muy preocupantes para nuestro futuro.

Solo desde la mezquindad y la inquina personal pueden entenderse las explicaciones de algunos para adoptar posiciones de bloqueo institucional que solo perjudican al Estado, y por tanto a todos los ciudadanos incluyendo a los que practican ese bloqueo. El tono y las formas, aderezado con gestos cómplices de jaleo a quien ofende desde la tribuna, fueron otro de los complementos para una semana estéril que solo deja como resaca emocional el pesimismo, no solo por el difícil campo de juego para practicar cualquier acuerdo sino porque puso en evidencia la falta de altura y capacidad de muchos políticos.

Mientras reflexionaba sobre estos episodios leí una noticia que contribuyó a confirmar la necesidad de valorar a las personas por lo que hacen a favor de los demás. En Haití era asesinada Isabel Sola, monja misionera que levantó una escuela de formación profesional para enseñar oficios a los haitianos, casas donde solo quedaron cenizas tras el seísmo que asoló el área, que creó un taller donde se fabrican prótesis para los amputados, en definitiva que logró hacer realidad las esperanzas de muchos que ahora han visto como con su muerte también morían esas esperanzas.

Comparando actitudes es difícil no sentir rechazo y tristeza. No se trata de que lleguemos a actuar como Isabel, se nos pide mucho menos sacrificio y menos esfuerzo. Su listón no lo saltaríamos ninguno de los 350 que ocupamos escaño en las Cortes, ni uno. Lo vivido en España en esta ultima semana no es la política ni los líderes que se necesitan aquí y ahora. Éstos son los contrastes: los personajillos que resultan invisibles, a pesar de sus constantes apariciones publicas, frente a grades personas como Isabel. Sus obras y entrega deberían hacernos reflexionar para que algunos comprendan qué se espera de nosotros. Estar a la altura de esa demanda social será el reto que por ahora es solo fracaso.


Estar á altura

Pasaron uns días e creo que estou en condicións de analizar sen tanta paixón o que desde o escano no Congreso puiden vivir durante a pasada semana. Cando o venres ás nove da noite abandonamos o pleno co resultado coñecido por todos, os meus sentimentos eran de decepción, preocupación e rabia contida. Acababa de ser testemuña privilexiada dunha lección política e preocupáronme inmediatamente as consecuencias das actitudes e condutas de moitos daqueles que sendo representantes da soberanía nacional e representando a todos os españois, están moi afastados de alcanzar o listón da responsabilidade que se esixe e das circunstancias extraordinarias que España vive nestes momentos.

Por unha banda a posición razoada e razoable de quen, gañando con autoridade unhas eleccións, ofrecía aos demais compartir un paquete de medidas para mellorar a vida dos españois ou ben, se optaban por non sumarse a ese ofrecemento, absterse na votación de investidura para permitir que se puidese formar un goberno. Fronte a esta formulación, as reaccións foron decepcionantes e moi preocupantes para o noso futuro.

Só desde a mezquindade e a inquina persoal poden entenderse as explicacións dalgúns para adoptar posicións de bloqueo institucional que só prexudican ao Estado, e por tanto a todos os cidadáns incluíndo aos que practican ese bloqueo. O ton e as formas, aderezado con xestos cómplices de balbordo a quen ofende desde a tribuna, foron outro dos complementos para unha semana estéril que só deixa como resaca emocional o pesimismo, non só polo difícil campo de xogo para practicar calquera acordo senón porque puxo en evidencia a falta de altura e capacidade de moitos políticos.

Mentres reflexionaba sobre estes episodios lin unha noticia que contribuíu a confirmar a necesidade de valorar ás persoas polo que fan a favor dos demais. En Haití era asasinada Isabel Soa, monxa misioneira que levantou unha escola de formación profesional para ensinar oficios aos haitianos, casas onde só quedaron cinzas tras o sismo que arrasou a área, que creou un taller onde se fabrican prótese para os amputados, en definitiva que logrou facer realidade as esperanzas de moitos que agora viron como coa súa morte tamén morrían esas esperanzas.

Comparando actitudes é difícil non sentir rexeitamento e tristeza. Non se trata de que cheguemos a actuar como Isabel, pídesenos moito menos sacrificio e menos esforzo. O seu listón non o saltariamos ningún dos 350 que ocupamos escano nas Cortes, nin un. O vivido en España nesta ultima semana non é a política nin os líderes que se necesitan aquí e agora. Estes son os contrastes: os persoaxiños que resultan invisibles, a pesar das súas constantes aparicións publicas, fronte a grades persoas como Isabel. As súas obras e entrega deberían facernos reflexionar para que algúns comprendan que se espera de nós. Estar á altura desa demanda social será o reto que por agora é só fracaso.