miércoles, 20 de febrero de 2013

Desafección

Desafecto, antipatía, aversión, animadversión, animosidad, inquina, odio, tirria, rabia, manía, ojeriza, malquerencia… Éstas y otras palabras se utilizan en los diccionarios para definir la palabra que da título a este artículo.

Hace meses que los barómetros del CIS vienen reflejando una tendencia de los ciudadanos, cada día mayor, a desconfiar de sus representantes en las instituciones. Esta creciente desconfianza y el distanciamiento entre ciudadanos y sus representantes definen mejor que nada la actual desafección política. 

La desafección a los políticos es un problema grave que podría serlo mayor si permanece entre nosotros una vez solventadas situaciones coyunturales de corrupción o una vez superada la crisis económica. Pasaría entonces a ser un problema estructural del sistema.

Recuerdo otros tiempos donde viviéndose una situación similar por el continuo goteo de casos de corrupción y pérdida de puestos de trabajo, que acabaron costando la pérdida del gobierno a Felipe González y a su partido en las elecciones generales, los síntomas de desafección fueron menores que los que se perciben en la actualidad. A mayor abundamiento, y a la vista de los datos, la situación actual es más grave al incrementarse esta sintomatología entre los más jóvenes o entre la población estudiantil, algo que puede contribuir a mantener estos sentimientos durante un mayor periodo de tiempo.

No estamos por tanto ante una situación de pasotismo ante la política, sino de un sentimiento bastante generalizado de descontento e insatisfacción con el funcionamiento de las instituciones, con el sistema.

Hoy se cuestiona la necesidad de algunas instituciones, el número de representantes en las mismas, los salarios de los que en ellas trabajan, las funciones que tienen encomendadas, sus derechos y deberes. Cuestiones difíciles de soslayar en un clima como el actual, que a mi juicio requiere reflexión serena y mucha generosidad por parte de los actores implicados, pero también de quienes a diario criminalizan con conductas puntuales el trabajo de muchos y buenos servidores públicos.

No sólo es cuestión de adelgazar el gasto público, que también, sino de redefinir el cometido y funcionalidad de muchos de sus representantes para que la sociedad nos perciba como necesarios y útiles en la resolución de los problemas diarios. También de introducir aire fresco en el sistema, con medidas valientes como la limitación en la permanencia de los cargos, la mayor flexibilidad y transparencia en la elección por los partidos de aquellos que finalmente figurarán en sus listas, y lo que más falta hace en este momento, la unidad y defensa común entre los dos partidos más representativos para abordar las soluciones a los principales problemas que vienen acechando a España desde hace tiempo.

Afecto y simpatía figuran en los diccionarios como antónimos de la desafección. Lograr estos sentimientos en la sociedad no es tarea fácil, pero debe figurar entre nuestras prioridades.




Desafección

Desafecto, antipatía, aversión, animadversión, animosidad, inquina, odio, tirria, rabia, teima, ojeriza, malquerencia? Estas e outras palabras utilízanse nos dicionarios para definir a palabra que dá título a este artigo.

Fai meses que os barómetros do CIS veñen reflectindo unha tendencia dos cidadáns, cada día maior, a desconfiar dos seus representantes nas institucións. Esta crecente desconfianza e o distanciamiento entre cidadáns e os seus representantes definen mellor que nada a actual desafección política. 

A desafección aos políticos é un problema grave que podería selo maior si permanece entre nós unha vez liquidadas situacións coyunturales de corrupción ou unha vez superada a crise económica. Pasaría entón a ser un problema estructural do sistema.

Recordo outros tempos onde vivíndose unha situación similar polo continuo goteo de casos de corrupción e perda de postos de traballo, que acabaron custando a perda do goberno a Felipe González e ao seu partido nas eleccións xerais, os síntomas de desafección foron menores que os que se perciben na actualidade. A feixes, e á vista dos datos, a situación actual é máis grave ao incrementarse esta sintomatología entre os máis novos ou entre a poboación estudiantil, algo que pode contribuír a manter estes sentimentos durante un maior periodo de tempo.

Non estamos xa que logo ante unha situación de pasotismo ante a política, senón dun sentimento bastante xeneralizado de descontento e insatisfacción co funcionamento das institucións, co sistema.

Hoxe se cuestiona a necesidade dalgunhas institucións, o número de representantes nas mesmas, os salarios dos que nelas traballan, as funcións que teñen encomendadas, os seus dereitos e deberes. Cuestións difíciles de soslayar nun clima como o actual, que ao meu xuízo require reflexión serena e moita xenerosidade por parte dos actores implicados, pero tamén de quen a diario criminalizan con condutas puntuales o traballo de moitos e bos servidores públicos.

Non só é cuestión de adelgazar o gasto público, que tamén, senón de redefinir o cometido e funcionalidad de moitos dos seus representantes para que a sociedade percíbanos como necesarios e útiles na resolución dos problemas diarios. Tamén de introducir aire fresco no sistema, con medidas valentes como a limitación na permanencia dos cargos, a maior flexibilidad e transparencia na elección polos partidos daqueles que finalmente figurarán nas súas listas, e o que máis falta fai neste momento, a unidade e defensa común entre os dous partidos máis representativos para abordar as solucións aos principais problemas que veñen axexando a España desde fai tempo.

Afecto e simpatía figuran nos dicionarios como antónimos da desafección. Lograr estes sentimentos na sociedade non é tarefa fácil, pero debe figurar entre as nosas prioridades.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Se lo debemos a ellos.


Durante el fin de semana he leído mucho de lo publicado, y quiero quedarme con la historia que en cuatro páginas hace el diario El Mundo sobre la carrera interna desarrollada por el ya famoso Luis Bárcenas dentro del Partido Popular. “Madrid, 1982. Un chaval apocado, con un traje viejo y los zapatos rotos, llega a la antigua sede de Alianza Popular…”. Comienza así este diario el relato donde describe como en 28 años pasó de ser un sencillo administrativo a controlar los dineros y finanzas del principal partido político de España. Me basta con lo leído y las noticias de sus estancias estos días en lujosos hoteles de Baqueira y París, mientras en España se desataba la tormenta perfecta. En las ultimas horas se niega la veracidad, digo mas, la existencia de los famosos papeles.

Con esto me llega. No me interesan más cosas que las que la justicia pueda hacer aflorar y concluir en las sentencias que procedan y las consecuencias que conlleven.

Ya está bien de juicios callejeros sumarísimos y condenas a diestro y siniestro sin haber sido ni tan siquiera imputadas algunas de las personas a las que ya se ha condenado. Si la envidia parece ser nuestro deporte nacional, los bulos, las cacerías políticas y todo tipo de acosos sin fundamento parecen irle a la zaga.

Me interesa la política en mayúsculas. He conocido a muchos compañeros extraordinarios, como políticos y como personas. Quiero recordar a uno de los más grandes, a Gregorio Ordóñez. Hace ahora 18 años que unos asesinos de ETA le segaron la vida y arruinaron la de su familia y dejaron un vacío tan difícil de llenar en nuestra organización, que es precisamente en estos momentos cuando quiero que se le recuerde, porque personas y líderes como Gregorio dan sentido a la política y a los políticos.

No tuve tiempo de ganarme su amistad. Lo recuerdo en la campaña electoral de 1995 en la que ambos optábamos a las alcaldías de nuestras ciudades, él la de San Sebastián y yo la de Lugo. A él no le dejaron terminarla. Le escuché decir en una ocasión que los ciudadanos que iban a un ayuntamiento, iban porque tenían un problema y que teníamos que trabajar para que no salieran con dos.

Por él y los muchos honrados y luchadores militantes y simpatizantes que tiene el Partido Popular y otras formaciones políticas es por los que ahora hay que llegar hasta el final.

La confusión es grande y debe imperar la calma. No se puede hacer tanto daño a un país en menos tiempo con todas las falsedades vertidas sobre personas trabajadoras y honradas como Rajoy.

Es ahora cuando, emulando el ejemplo de los que como Gregorio fueron a la política para servir y no servirse, procede actuar con firmeza y sosiego para despejar hasta la última incógnita en todos los procesos abiertos por corrupción. Se lo debemos a ellos, a los miles de simpatizantes y militantes que durante años colaboran y trabajan sin esperar nada a cambio, sólo ver a su Partido triunfar y seguir ganándose la confianza de los ciudadanos. Se lo debemos.


Debémosllo a eles.

Durante o fin de semana lin moito do publicado, e quero quedarme coa historia que en catro páxinas fai o diario O Mundo sobre a carreira interna desenvolvida polo xa famoso Luís Bárcenas dentro do Partido Popular. "Madrid, 1982. Un rapaz apocado, cun traxe vello e os zapatos rotos, chega á antiga sé de Alianza Popular". Comeza así este diario o relato onde describe como en 28 anos pasou de ser un sinxelo administrativo a controlar os diñeiros e finanzas do principal partido político de España. Bástame co lido e as noticias das súas estancias estes días en luxosos hoteis de Baqueira e Parides, mentres en España desatábase a tormenta perfecta. En ultímalas horas négase a veracidad, digo mais, a existencia dos famosos papeis.

Con isto chégame. Non me interesan máis cousas que as que a xustiza poida facer aflorar e concluír nas sentenzas que procedan e as consecuencias que conlleven.

Xa está ben de xuízos callejeros sumarísimos e condenas a torto e a dereito sen ser nin tan sequera imputadas algunhas das persoas ás que xa se condenou. Si a envexa parece ser o noso deporte nacional, os bulos, as cacerías políticas e todo tipo de acosos sen fundamento parecen irlle á zaga.

Interésame a política en mayúsculas. coñecín a moitos compañeiros extraordinarios, como políticos e como persoas. Quero recordar a un dos máis grandes, a Gregorio Ordóñez. Fai agora 18 anos que uns asasinos de ETA lle segaron a vida e arruinaron a da súa familia e deixaron un baleiro tan difícil de encher na nosa organización, que é precisamente nestes momentos cando quero que se lle recorde, porque persoas e líderes como Gregorio dan sentido á política e aos políticos.

Non tiven tempo de gañarme a súa amizade. Recórdoo na campaña electoral de 1995 na que ambos optabamos ás alcaldías das nosas cidades, el a de San Sebastián e eu a de Lugo. A el non lle deixaron terminala. Escoiteille dicir nunha ocasión que os cidadáns que ían a un concello, ían porque tiñan un problema e que tiñamos que traballar para que non saísen con dous.

Por el e os moitos honrados e loitadores militantes e simpatizantes que ten o Partido Popular e outras formacións políticas é polos que agora hai que chegar ata o final.

A confusión é grande e debe imperar a calma. Non se pode facer tanto dano a un país en menos tempo con todas as falsedades vertidas sobre persoas traballadoras e honradas como Rajoy.

É agora cando, emulando o exemplo dos que como Gregorio foron á política para servir e non servirse, procede actuar con firmeza e acougo para despexar ata a última incógnita en todos os procesos abertos por corrupción. Debémosllo a eles, aos miles de simpatizantes e militantes que durante anos colaboran e traballan sen esperar nada a cambio, só ver ao seu Partido triunfar e seguir gañándose a confianza dos cidadáns. Debémosllo.