miércoles, 11 de julio de 2012

A la velocidad de la luz

Estos días empiezan a oler a verano y somos muchos los que anhelamos unos momentos de descanso y tranquilidad.

Pienso en mis planes, y uno inexcusable será escapar de las prisas y de la vorágine de las noticias reiterativas y cargadas de bombo y acento económico. Son estos días en los que uno tiene algo de tiempo para pensar, para hacer balance, para recapacitar y darnos cuenta de la velocidad de los acontecimientos que nos afectan y rodean.

Vivimos una vida en la que cuando eres muy joven te parece que será larga y durará eternamente. Con el paso de los años, éstos corren cada vez más y cuando nos damos cuenta la vida comienza a consumirse a la velocidad de la luz.

Queremos todo al momento, para hoy. No tenemos perspectiva del esfuerzo y del tiempo que requieren conseguir metas y vencer dificultades. Hemos fabricado una sociedad que, además de consumista, parece necesitar saciar todos sus caprichos y deseos en el tiempo en que nos bebemos una cerveza. Hasta las reformas fiscales y económicas que nos exigen desde Bruselas tiene que ser para ya. Problemas generados por conductas y actitudes de años, ahora hay que resolverlos en pocos días.

Todo transcurre deprisa, muy deprisa. Los éxitos se miden por la rapidez en alcanzar la meta. Los deportes de velocidad arrasan. Nos obsesionan los desplazamientos en el menor tiempo posible. Protestamos en cuanto un camarero demora unos minutos el plato que acabamos de pedir. Pero, ¿nos hemos parado a pensar tan solo un segundo para qué tantas prisas, si la vida ya transcurre a la velocidad de la luz?

Con el paso de los años, las personas acumulamos experiencias y recuerdos, sobre todo recuerdos. Es entonces cuando empezamos a tener la perspectiva del tiempo vivido, de lo  mucho acontecido en nuestras vidas. Empezamos a llenar nuestras conversaciones con lo que otros, con menos vivencias, llamarán batallitas. Que cada cual piense en las suyas, que cada uno lo analice con sus propios ejemplos. Les ayudaré con algunos. ¿Cuantos años hace que vamos a un determinado lugar?, ¿cuanto tiempo desde que conocimos a una persona?, ¿cuanto transcurrió desde que finalizamos nuestros estudios, hicimos la mili, o nos casamos? Las respuestas a estas y otras preguntas nos darán una rápida perspectiva del camino recorrido y del margen por recorrer.

Mientras finalizo estas líneas yo mismo dejo volar mi cronómetro. ¡Qué pronto pasamos de llevar de la mano a nuestras hijas a ver una cabalgata de Reyes para en un suspiro verlas colgadas de tu brazo camino del altar!

Y es ahora, con el paso de los años, y en un contexto de crisis de valores y también económica, cuando más debemos valorar el tiempo para, reposadamente, sin prisas y sin agobios, sopesar lo que hicimos y lo que nos queda por hacer. Que la velocidad de la luz no contagie nuestros relojes vitales.

 

Á velocidade da luz

Estes días empezan a cheirar a verán e somos moitos os que anhelamos uns momentos de descanso e tranquilidade.

Penso nos meus plans, e un inescusable será escapar das présas e do vórtice das noticias reiterativas e cargadas de bombo e acento económico. Son estes días nos que un ten algo de tempo para pensar, para facer balance, para recapacitar e darnos conta da velocidade dos acontecementos que nos afectan e rodean.

Vivimos unha vida na que cando es moi nova paréceche que será longa e durará eternamente. Co paso dos anos, estes corren cada vez máis e cando nos damos conta a vida comeza a consumirse á velocidade da luz.

Queremos todo ao momento, para hoxe. Non temos perspectiva do esforzo e do tempo que requiren conseguir metas e vencer dificultades. fabricamos unha sociedade que, ademais de consumista, parece necesitar saciar todos os seus caprichos e desexos no tempo en que nos bebemos unha cervexa. Ata as reformas fiscais e económicas que nos esixen desde Bruxelas ten que ser para xa. Problemas xerados por condutas e actitudes de anos, agora hai que resolvelos en poucos días.

Todo transcorre rápido, moi rápido. Os éxitos mídense pola rapidez en alcanzar a meta. Os deportes de velocidade arrasan. Obsesiónannos os desprazamentos no menor tempo posible. Protestamos en canto un camareiro demora uns minutos o prato que acabamos de pedir. Pero, parámonos a pensar tan só un segundo para que tantas présas, se a vida xa transcorre á velocidade da luz?

Co paso dos anos, as persoas acumulamos experiencias e recordos, sobre todo recordos. É entón cando empezamos a ter a perspectiva do tempo vivido, do moito acontecido nas nosas vidas. Empezamos a encher as nosas conversacións co que outros, con menos vivencias, chamarán batallitas. Que cada cal pense nas súas, que cada un analíceo cos seus propios exemplos. Axudareilles con algúns. Cantos anos fai que imos a un determinado lugar?, canto tempo desde que coñecemos a unha persoa?, canto transcorreu desde que finalizamos os nosos estudos, fixemos a mili, ou nos casamos? As respostas a estas e outras preguntas darannos unha rápida perspectiva do camiño percorrido e da marxe por percorrer.

Mentres finalizo estas liñas eu mesmo deixo voar o meu cronómetro. ¡Que pronto pasamos de levar da man ás nosas fillas a ver unha cabalgata de Reyes para nun amén velas colgadas do teu brazo camiño do altar!

E é agora, co paso dos anos, e nun contexto de crise de valores e tamén económica, cando máis debemos valorar o tempo para, reposadamente, sen présas e sen abafos, sopesar o que fixemos e o que nos queda por facer. Que a velocidade da luz non contaxie os nosos reloxos vitais.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Aplaudele a la madre que te pario