miércoles, 10 de julio de 2013

Educar para el futuro

España ha tenido en los últimos años hasta cinco leyes de educación, todas ellas aprobadas por gobiernos socialistas. Tras analizar los “éxitos” alcanzados en estos años, nadie cuestiona la necesidad de realizar profundas reformas que mejoren la actual legislación educativa.

Entre los dramáticos logros de estas leyes se encuentran el abandono educativo a edades tempranas, en torno a un 25% frente al 13% de la Unión Europea (UE); las tasas de paro juvenil que afectan a más de la mitad de los jóvenes españoles con edades comprendidas entre 15 y 24 años, cuando en la UE son del 23%; el hecho de que sólo el 65% del total de la población comprendida entre los 25 y 35 años termina los estudios de secundaria, o el altísimo porcentaje de población que ni estudia ni trabaja, casi un 24%. Todavía podemos citar algunos más, como los resultados académicos de los alumnos de 15 años, que están por debajo de la media de la OCDE; que en formación en lenguas extrajeras ocupemos el 10º lugar de 14 países europeos; o la dispersión existente en cuanto a resultados académicos entre Comunidades Autónomas, donde España es el país con mayores diferencias dentro de la UE.

A la vista estos datos se hace imperiosa la reforma educativa, para corregir lo que está demostrado que no solamente funciona mal, sino que nos ha llevado a situaciones insostenibles que dejan sin opciones de futuro a nuestros jóvenes de hoy. 

No es verdad, como dicen algunos, que se pretenda destruir la escuela pública, porque los objetivos se dirigen a mejorar la calidad en todas las escuelas, sean públicas, privadas o concertadas. No es verdad que destruirá empleo entre los docentes, más bien lo contrario, ya que la implantación de la Ley requerirá más profesores, ni tampoco que pretenda segregar a los alumnos en función de su capacidad intelectual. Lo que realmente supone una autentica exclusión o segregación es la tasa de abandono educativo prematuro. Que una cuarta parte de nuestros jóvenes estén siendo excluidos por el actual sistema es más que una segregación o exclusión, es un drama.

¿Alguien cree que un sistema, una sociedad en la que el 57% de los menores de veinticinco años dentro de la población activa no pueden encontrar trabajo, puede calificarse como justo? ¿Lo es un sistema que permite que salgan una cuarta parte de sus integrantes sin las mínimas herramientas para desarrollarse adecuadamente en el campo profesional?

Por estas y otras razones, me gustaría que en la propuesta de reforma educativa, en la LOMCE, viésemos las herramientas para enfrentarnos a la dura realidad que reflejan las cifras, siguiendo los mecanismos utilizados con éxito por otros. 

Lo difícil será convertir los comportamientos demagógicos utilizados contra la nueva Ley en actitudes responsables y constructivas por parte de aquellos que, reconociendo el fracaso de sus proyectos, tienen ahora la oportunidad de contribuir a aprobar una ley de educación para el futuro.


Educar para o futuro

España tivo nos últimos anos ata cinco leis de educación, todas elas aprobadas por gobernos socialistas. Tras analizar os “éxitos” acadados nestes anos, ninguén cuestiona a necesidade de realizar profundas reformas que melloren a actual lexislación educativa.

Entre os dramáticos logros destas leis atópanse o abandono educativo a idades temperás, en torno a un 25% fronte ao 13% da Unión Europea (UE); as taxas de paro xuvenil que afectan a máis da metade dos mozos españois con idades comprendidas entre 15 e 24 anos, cando na UE son do 23%; o feito de que só o 65% do total da poboación comprendida entre os 25 e 35 anos termina os estudos de secundaria, ou o altísimo porcentaxe de poboación que nin estuda nin traballa, case un 24%. Aínda podemos citar algúns máis, como os resultados académicos dos alumnos de 15 anos, que están por baixo da media da OCDE; que en formación en linguas extraeses ocupemos o 10º lugar de 14 países europeos; ou a dispersión existente en canto a resultados académicos entre Comunidades Autónomas, onde España é o país con maiores diferenzas dentro da UE.

Á vista estes datos faise imperiosa a reforma educativa, para corrixir o que está demostrado que non soamente funciona mal, senón que nos levou a situacións insostibles que deixan sen opcións de futuro aos nosos mozos de hoxe.

Non é verdade, como din algúns, que se pretenda destruír a escola pública, porque os obxectivos diríxense a mellorar a calidade en todas as escolas, sexan públicas, privadas ou concertadas. Non é verdade que destruirá emprego entre os docentes, máis ben ao contrario, xa que a implantación da Lei requirirá máis profesores, nin tampouco que pretenda segregar aos alumnos en función da súa capacidade intelectual. O que realmente supón unha autentica exclusión ou segregación é a taxa de abandono educativo prematuro. Que unha cuarta parte dos nosos mozos estean sendo excluídos polo actual sistema é máis que unha segregación ou exclusión, é un drama.

Alguén cre que un sistema, unha sociedade na que o 57% dos menores de vinte e cinco anos dentro da poboación activa non poden atopar traballo, pode cualificarse como xusto? O é un sistema que permite que saian unha cuarta parte dos seus integrantes sen as mínimas ferramentas para desenvolverse adecuadamente no campo profesional?

Por estas e outras razóns, gustaríame que na proposta de reforma educativa, na LOMCE, vísemos as ferramentas para enfrontarnos á dura realidade que reflicten as cifras, seguindo os mecanismos utilizados con éxito por outros.

O difícil será converter os comportamentos demagóxicos utilizados contra a nova Lei en actitudes responsables e construtivas por parte daqueles que, recoñecendo o fracaso dos seus proxectos, teñen agora a oportunidade de contribuír a aprobar unha lei de educación para o futuro.

5 comentarios:

manto dijo...

está claro que de seguir como estábamos íbamos cara un sistema de fracaso y de creación de jóvenes poco preparados
esperemos que esta ley sobreviva al acoso y derribo que los grupos de izquierda están aplicando
saludos

Anónimo dijo...

Wspero que no cedais y que esta norma no sea borradadel mapa
Seria deseable qie lla mayoría de los partidos políticos firmas en una ley que fuese más allá del tiempo de una o varias legislaturas que diese una estabilidad a los docentes para poder hacer su trabajo eficaz mente

Anónimo dijo...

Bo artigo Joaquín. Concordo!!!
Moito ánimo

Anónimo dijo...

concordo cos precedentes, o que mais axeitado é que aseguredes que esa ley perdure, que sexa aplicada por tempo para poder darlle unha posibilidade de triunfo, senoón todo o esforzo e todo o traballo será de bade

Jose dijo...

Yo tb. esperaba esta reforma educativa como agua de mayo. El problema es que nunca haya consenso en este tema tan importante. Para acercar posturas yo no hubiera inluido ni siquiera como optativa la asignatura de Religión en Bachillerato (en la ESO sí, por supuesto, y siempre como optativa). ¿Acaso nosotros tuvimos Religión en C.O.U? Tengamos en cuenta que para las asignaturas que van a ser la base de la formación de los futuros universitarios todas las horas son pocas en BAC.