miércoles, 17 de septiembre de 2025

Perspectivas

Una de las definiciones que podemos encontrar en el diccionario para la palabra que da título a este artículo dice así: «visión, considerada en principio más ajustada a la realidad, que viene favorecida por la observación ya distante, espacial o temporalmente, de cualquier hecho o fenómeno».

Pues bien, cuando uno acaba de cumplir un año más y la suma lo sitúa dentro de un considerable número de décadas a las espaldas, la observación distante de lo acontecido hace unos años, provoca una visión que sin duda permite analizar los cambios en la vida y la manera en que actuamos ante las mismas circunstancias, pero a distintas edades. Veamos algunas de ellas.

Cuando miramos al futuro, a los 20 años sentimos cierto vértigo, emociones y ansiedad, mientras que yo ahora casi no temo lo desconocido, y si lo hago es más más por los míos que por mí mismo. 

En las cuestiones de la salud, con 20 años nos parecía que nuestro cuerpo era invencible y los excesos o malos hábitos se asumían sin miedo a las consecuencias, mientras que ahora nos preocupa cada molestia y procuramos cuidar nuestro cuerpo, que sea una prioridad. Damos más valor a lo que en la juventud nos parecía accesorio.

En lo referente a las relaciones con amigos y familiares, a los 20 años buscamos nuevas conexiones, amigos para compartir nuestras aficiones, mientras que la familia parece algo lejano o incluso un freno. A mi edad las relaciones son valoradas por su estabilidad, por el tiempo con hijos y nietos, todo es más profundo.

A los 20 años se vive al día, posponiendo decisiones sin presión por el futuro que nos pudiera aguardar, el tiempo de vida parece infinito. Tenemos prisa por llegar sin tener muy claro a dónde, porque creemos que el tiempo sobra. Cuando se llega a mi década el tiempo falta, es un recurso muy valioso, y toda decisión es tomada de manera reflexiva, dándole mucho aprecio a lo simple, al detalle. En realidad, el tiempo nunca sobró ni faltó, simplemente fue el que había.

Como veinteañeros conducir mi primer coche, aquel Diane 6 de segunda mano, se veía como una herramienta de libertad, de independencia. Conducía más deprisa, y con poca conciencia del riesgo. Ahora mi conducción evita las horas y días conflictivos en la carretera, los reflejos cambian y además de reducir la velocidad impera la cautela.

El tiempo no solamente pasa, nos pasa a todos, y con él nos cambia el ángulo desde el que miramos la vida, la perspectiva. A los 70 años lo pequeño gana peso, se vive más el presente y la memoria… noto cómo el tiempo lima aristas, miro con más ternura situaciones que hace años sólo me producían impaciencia. Cuando eres joven la vida es blanco o negro, mientras que hoy percibo más gamas de grises, lo que sin duda enriquece el cuadro de la vida.

Mi edad no es mejor que la de un joven, como también fui, no se trata de eso, sino que cada tiempo, cada edad nos permite un punto de vista distinto, como cuando observamos un mismo paisaje a diferentes horas del día. La vista es la misma, pero la mirada no es igual al amanecer o al atardecer.

La misma conversación, la misma carretera o el mismo vino saben distinto según la edad en que se tomen. La vida no cambia tanto de contenido como de perspectiva.

Perspectivas

Unha das definicións que podemos atopar no dicionario para a palabra que dá título a este artigo di así: «visión, considerada en principio máis axustada á realidade, que vén favorecida pola observación xa distante, espacial ou temporalmente, de calquera feito ou fenómeno».

Pois ben, cando un acaba de cumprir un ano máis e a suma sitúao dentro dun considerable número de décadas ás costas, a observación distante do acontecido hai uns anos, provoca unha visión que sen dúbida permite analizar os cambios na vida e a maneira en que actuamos #ante as mesmas circunstancias, pero a distintas idades. Vexamos algunhas delas.

Cando miramos ao futuro, aos 20 anos sentimos certa vertixe, emocións e ansiedade, mentres que eu agora case non temo o descoñecido, e se o fago é máis máis polos meus que por min mesmo. 

Nas cuestións da saúde, con 20 anos parecíanos que o noso corpo era invencible e os excesos ou malos hábitos asumíanse sen medo ás consecuencias, mentres que agora preocúpanos cada molestia e procuramos coidar o noso corpo, que sexa unha prioridade. Damos máis valor ao que na mocidade parecíanos accesorio.

No referente ás relacións con amigos e familiares, aos 20 anos buscamos novas conexións, amigos para compartir as nosas afeccións, mentres que a familia parece algo afastado ou mesmo un freo. Á miña idade as relacións son valoradas pola súa estabilidade, polo tempo con fillos e netos, todo é máis profundo.

Aos 20 anos vívese ao día, pospoñendo decisións sen presión polo futuro que nos puidese agardar, o tempo de vida parece infinito. Temos présa por chegar sen ter moi claro onde, porque cremos que o tempo sobra. Cando se chega á miña década o tempo falta, é un recurso moi valioso, e toda decisión é tomada de maneira reflexiva, dándolle moito aprecio ao simple, ao detalle. En realidade, o tempo nunca sobrou nin faltou, simplemente foi o que había.

Como veinteañeros conducir o meu primeiro coche, aquel Diane 6 de segunda man, víase como unha ferramenta de liberdade, de independencia. Conducía máis rápido, e con pouca conciencia do risco. Agora a miña condución evita as horas e días conflitivos na estrada, os reflexos cambian e ademais de reducir a velocidade impera a cautela.

O tempo non soamente pasa, pásanos a todos, e con el cámbianos o ángulo desde o que miramos a vida, a perspectiva. Aos 70 anos o pequeno gaña peso, vívese máis o presente e a memoria… noto como o tempo lima arestas, miro con máis tenrura situacións que hai anos só me producían impaciencia. Cando es novo a vida é branco ou negro, mentres que hoxe percibo máis gamas de grises, o que sen dúbida enriquece o cadro da vida.

A miña idade non é mellor que a dun mozo, como tamén fun, non se trata diso, senón que cada tempo, cada idade permítenos un punto de vista distinto, como cando observamos un mesmo paisaxe a diferentes horas do día. A vista é a mesma, pero a mirada non é igual ao amencer ou á tardiña.

A mesma conversación, a mesma estrada ou o mesmo veu saben distinto segundo a idade en que se tomen. A vida non cambia tanto de contido como de perspectiva.


miércoles, 3 de septiembre de 2025

Rostros

El verano suele ser la época del año en la que, por lo general, los medios de comunicación dedican más espacios a mostrarnos cómo pasan este tiempo las celebridades en bañador, los éxitos y fichajes de los deportistas, o a los influencers contándonos como transcurren sus vacaciones. Los rostros que son o aparentan ser la cara de la despreocupación, el lujo o la felicidad. Son rostros que merecerán atención mediática durante años.

En contraposición o contraste también vimos, quizás sin tanta cobertura, otros rostros, los de las tragedias. Estos no ocupan espacios especiales por más de unos días, olvidándose rápidamente, mientras los de la fama son objeto de una atención continuada.

Uno de esos rostros que desapareció pronto de portadas y reportajes pero que todavía tengo grabado en mi retina y en mi memoria ha sido el de Jaime, un vecino de San Vicente de Leira (Villamartín de Valdeorras), uno de esos pueblos abandonados que en estas últimas semanas han sido devorados por unas llamas inmisericordes y devastadoras. 

Jaime tiene 75 años y toda su vida, su esencia, estaban en su casa quemada. Lo ha perdido todo, no sólo lo material sino sus recuerdos, sus raíces, todo por lo que tanto tuvo que trabajar duro a lo largo de su vida. Por eso me ha impactado su rostro lloroso, inconsolable, que transmitía un cóctel de sentimientos difícilmente separables. Vi en esas imágenes de su cara desesperanza, rabia, tristeza, tal vez algo más que una resistencia callada. Es sólo un ejemplo de otros muchos rostros rotos por los efectos de los incendios de estos últimos días de agosto.

El otro rostro que me impactó y que me temo correrá una suerte parecida en el olvido de todos lo protagonizaba la foto de un niño desnutrido, Fadi. Con 6 años y fibrosis quística, aparece retratado en un hospital de Gaza mostrando una dramática pérdida de peso y vitalidad, un ejemplo más de la gravedad de la hambruna médica en esas latitudes. Un ejemplo más de los innumerables casos de niños en condiciones devastadoras en una crisis humanitaria sin precedentes recientes.

Rostros en ambos casos, nuestro paisano y el del niño, que nos recuerdan una humanidad rota por tragedias de usar y tirar.

Me pregunto y reflexiono sobre por qué la imagen de un rostro de sufrimiento puede volverse viral y pasar a olvidarse con tanta rapidez. ¿Por qué no ocurre lo mismo con los rostros de la fama que parecen tener una visibilidad muy duradera a pesar de que sus historias son intrascendentes? Es posible que nuestros cerebros tiendan a desconectar de las imágenes de sufrimiento por sobrecarga informativa o por otras razones, y espero que no sea por falta de empatía.

Como sociedad debemos esforzarnos en mantener la mirada en esos rostros y evitar que desaparezcan en el anonimato porque detrás de cada uno de ellos hay una historia relevante que debe conocerse y no olvidarse sin antes hacer algo al respecto, y en ello los medios de comunicación también tienen mucho que hacer.


Rostros

O verán adoita ser a época do ano na que, polo xeral, os medios de comunicación dedican máis espazos a mostrarnos como pasan este tempo as celebridades en bañador, os éxitos e fichaxes dos deportistas, ou aos influencers contándonos como transcorren as súas vacacións. Os rostros que son ou aparentan ser a cara da despreocupación, o luxo ou a felicidade. Son rostros que merecerán atención mediática durante anos.

En contraposición ou contraste tamén vimos, quizais sen tanta cobertura, outros rostros, os das traxedias. Estes non ocupan espazos especiais por máis duns días, esquecéndose rapidamente, mentres os da fama son obxecto dunha atención continuada.

Un deses rostros que desapareceu pronto de portadas e reportaxes pero que aínda teño gravado na miña retina e na miña memoria foi o de Jaime, un veciño de San Vicente de Leira (Villamartín de Valdeorras), un deses pobos abandonados que nestas últimas semanas foron devorados por unhas chamas inmisericordes e devastadoras. 

Jaime ten 75 anos e toda a súa vida, a súa esencia, estaban na súa casa queimada. Perdeuno todo, non só o material senón os seus recordos, as súas raíces, todo polo que tanto tivo que traballar duro ao longo da súa vida. Por iso impactoume o seu rostro lloroso, inconsolable, que transmitía un cóctel de sentimentos dificilmente separables. Vin nesas imaxes da súa cara desesperanza, rabia, tristeza, talvez algo máis que unha resistencia calada. É só un exemplo doutros moitos rostros rotos polos efectos dos incendios destes últimos días de agosto.

O outro rostro que me impactou e que me temo correrá unha sorte parecida no esquecemento de todos protagonizábao a foto dun neno desnutrido, Fadi. Con 6 anos e fibroses quística, aparece retratado nun hospital de Gaza mostrando unha dramática perda de peso e vitalidade, un exemplo máis da gravidade da fame negra médica nesas latitudes. Un exemplo máis dos innumerables casos de nenos en condicións devastadoras nunha crise humanitaria sen precedentes recentes.

Rostros en ambos os casos, o noso paisano e o do neno, que nos lembran unha humanidade rota por traxedias de usar e tirar.

Pregúntome e reflexiono sobre por que a imaxe dun rostro de sufrimento pode volverse viral e pasar a esquecerse con tanta rapidez. Por que non ocorre o mesmo cos rostros da fama que parecen ter unha visibilidade moi duradeira a pesar de que as súas historias son intranscendentes? É posible que os nosos cerebros tendan a desconectar das imaxes de sufrimento por sobrecarga informativa ou por outras razóns, e espero que non sexa por falta de empatía.

Como sociedade debemos esforzarnos en manter a mirada neses rostros e evitar que desaparezan no anonimato porque detrás de cada un deles hai unha historia relevante que debe coñecerse e non esquecerse sen antes facer algo respecto diso, e niso os medios de comunicación tamén teñen moito que facer.

miércoles, 25 de junio de 2025

Estudiar y no actuar: el tren que no acaba de llegar

Hacer un estudio sin duda que es mucho más cómodo que tomar decisiones o actuaciones y en el tema del tren en Lugo, de nuestras comunicaciones ferroviarias, queda claramente demostrado.

Cuando hace unos días conocíamos la noticia de la reunión a mantener entre nuestro alcalde y las autoridades de RENFE, pensé que algún acuerdo, alguna buena noticia, se nos daría a conocer a los lucenses, de cara a recuperar los servicios perdidos y siendo más optimista, a contar con nuevas frecuencias que nos permitiesen considerar al tren como una buena opción en nuestros viajes.

La realidad tardó poco en defraudar, porque el resultado de esa reunión se saldó con el clásico compromiso de «estudiar las propuestas planteadas por el regidor». ¿Estudiarlas? ¿Por enésima vez?

Digo esto porque no creo que a estas alturas de la película queden propuestas nuevas por estudiar, porque llevamos años donde expertos, asociaciones o responsables políticos las han planteado.

La realidad es incuestionable: las necesarias obras en la mejora de seguridad en la línea entre Lugo-Monforte y Orense se hacen interminables con las molestias para los viajeros; las frecuencias de los trenes en lugar de ir a más se reducen; los horarios empeoran; las perspectivas de viajar sin tener que realizar cambio de tren el Ourense se desvanecen, etc.

Por poner algún ejemplo concreto, recordaré que ya en febrero de 2022 (hace más de 3 años) se presentaba en el Congreso de los Diputados una propuesta sobre este asunto, una más. En aquella proposición no de Ley se proponía la implantación de nuevos servicios matinales que permitiesen el desplazamiento desde Lugo a Madrid y viceversa en el mismo día; se pedía la introducción de un nuevo servicio con trenes tipo S-730 o similares que permitiesen la conexión con Madrid sin transbordo en Ourense; y entre otras cuestiones se planteaba una tabla con los horarios de todas las frecuencias necesarias para mejorar las existentes en aquel año, que todo hay que decirlo eran más que las actuales.

Donde puede que esté justificado «estudiar» y no actuar ya es en otra de las propuestas que por entonces hicimos siendo rechazadas, y que ahora parece haberse tomado en consideración: el estudio informativo que analice la viabilidad y los costes de conectar por tren Lugo con Santiago de Compostela.  

Lo que me preocupa es que aquí ya nadie se sorprenda de que todo siga igual, que nada cambie. Lo sorprendente es que, después de tantos años, se llame «nueva propuesta» a lo que lleva décadas esperando en el andén de la estación. Tras años de estudios, propuestas y diagnósticos, volvemos a la fase inicial: estudiar lo que ya está estudiado.

El problema no reside en que no se sepa lo que hay que hacer, sino que nadie demuestre voluntad política para comprometerse a hacerlo, y aquí es donde un alcalde, una corporación, una ciudad no pueden conformarse con la respuesta recibida.

Cuando después de una cita alguien te dice «ya te llamaré» intuimos que se está utilizando una forma amable de decirnos olvídate de mí.

Mientras Lugo sigue esperando, nuestros gobernantes siguen estudiando lo ya estudiado en vez de actuar para que tengamos un tren digno que no acaba de llegar.

Estudar e non actuar: o tren que non acaba de chegar

Facer un estudo sen dúbida que é moito máis cómodo que tomar decisións ou actuacións e no tema do tren en Lugo, das nosas comunicacións ferroviarias, queda claramente demostrado.

Cando hai uns días coñeciamos a noticia da reunión para manter entre o noso alcalde e as autoridades de RENFE, pensei que algún acordo, algunha boa noticia, daríasenos a coñecer aos lucenses, para recuperar os servizos perdidos e sendo máis optimista, a contar con novas frecuencias que nos permitisen considerar ao tren como unha boa opción nas nosas viaxes.

A realidade tardou pouco en defraudar, porque o resultado desa reunión saldouse co clásico compromiso de «estudar as propostas expostas polo rexedor». Estudalas? Por enésima vez?

Digo isto porque non creo que a estas alturas da película queden propostas novas por estudar, porque levamos anos onde expertos, asociacións ou responsables políticos expuxéronas.

A realidade é incuestionable: as necesarias obras na mellora de seguridade na liña entre Lugo-Monforte e Ourense fanse interminables coas molestias para os viaxeiros; as frecuencias dos trens en lugar de ir a máis se reducen; os horarios empeoran; as perspectivas de viaxar sen ter que realizar cambio de tren o Ourense desvanécense, etc. Por poñer

algún exemplo concreto, lembrarei que xa en febreiro de 2022 (hai máis de 3 anos) presentábase no Congreso dos Deputados unha proposta sobre este asunto, unha máis. Naquela proposición non de Lei propoñíase a implantación de novos servizos matinais que permitisen o desprazamento desde Lugo a Madrid e viceversa no mesmo día; pedíase a introdución dun novo servizo con trens tipo S-730 ou similares que permitisen a conexión con Madrid sen transbordo en Ourense; e entre outras cuestións expúñase unha táboa cos horarios de todas as frecuencias necesarias para mellorar as existentes naquel ano, que todo hai que dicilo eran máis que as actuais.

Onde poida que estea xustificado «estudar» e non actuar xa é noutra das propostas que por entón fixemos sendo rexeitadas, e que agora parece tomarse en consideración: o estudo informativo que analice a viabilidade e os custos de conectar por tren Lugo con Santiago de Compostela.  

O que me preocupa é que aquí xa ninguén se sorprenda de que todo siga igual, que nada cambie. O sorprendente é que, despois de tantos anos, chámese «nova proposta» ao que leva décadas esperando na plataforma da estación. Tras anos de estudos, propostas e diagnósticos, volvemos á fase inicial: estudar o que xa está estudado.

O problema non reside en que non se saiba o que hai que facer, senón que ninguén demostre vontade política para comprometerse a facelo, e aquí é onde un alcalde, unha corporación, unha cidade non poden conformarse coa resposta recibida.

Cando despois dunha cita alguén che di «xa che chamarei» intuímos que se está utilizando unha forma amable de dicirnos esquéceche de min.

Mentres Lugo segue esperando, os nosos gobernantes seguen estudando o xa estudado no canto de actuar para que teñamos un tren digno que non acaba de chegar.

miércoles, 11 de junio de 2025

Mea culpa

Vivimos en una sociedad en la que cada día cuesta más reconocer las equivocaciones o los errores que cometemos. Quizás una de las múltiples razones resida en que en la educación recibida no nos han enseñado a hacerlo, primando el castigo sobre el análisis del fallo, y donde también se confunden el tropiezo o el error con el fracaso.

Si algo así ocurre en la sociedad en general, donde este fenómeno se presenta más aumentado y con consecuencias más graves en el mundo de la política. Pedir perdón seguramente para muchos se manifiesta como un signo de debilidad, y ya sabemos sus consecuencias.

En los últimos tiempos en España hemos sido testigos como ciudadanos de diferentes acontecimientos que no han tenido ni una explicación convincente ni una petición de disculpas por las personas responsables de lo acontecido. No es necesario hacer grandes esfuerzos de memoria para recordar los más recientes: un apagón de muchas horas en todo el territorio peninsular como nadie recordaba; trenes parados durante horas, muchas horas, con sus pasajeros sin recibir explicaciones; decenas de casos de presunta corrupción política que parecen no terminar; conductas reprobables especialmente por la utilización reiterada de la mentira como principal argumento y sin retractarse aunque se demuestre la falsedad como ocurrió estos días con el sainete de la “bomba lapa”… son sólo algunos ejemplos de acontecimientos por los que no se ha escuchado entonar el «mea culpa» a ningún responsable político, y mucho menos pedirnos perdón por ellos. Una cadena de fallos que, en lugar de haber recibido respuestas claras, han quedado en excusas o desvíos de atención y responsabilidad hacia los adversarios.

En ninguno de estos casos hemos escuchado un auténtico «mea culpa». El diccionario otorga a esta expresión latina un significado muy claro: «por mi culpa», una fórmula para reconocer una culpa o error, una expresión que también se utiliza para admitir que se ha cometido un error que debería haberse evitado.

Pedir disculpas o perdón a los ciudadanos es algo más que un gesto simbólico, es un primer paso para corregir esos errores. Los ciudadanos no deberíamos esperar la perfección en nuestros gobernantes, pero sí la sinceridad. Creo que quienes hoy dirigen nuestro país dedican más tiempo y recursos a buscar culpables externos que a darnos soluciones, y con ello lo que están consiguiendo es perder credibilidad y, lo que es más peligroso, legitimidad moral y confianza.

Pero si parece no estar penalizada la falta de disculpas y el asumir responsabilidades por los casos de corrupción económica, me preocupa que la mentira no provoque un nivel de indignación similar. Me pregunto si la mentira no se estará justificando y admitiendo como una parte de la actividad política en general. La mentira no puede convertirse en una herramienta legítima de quien ejerce el poder, y la sociedad no puede admitir que mentir se convierta en rutina, que se normalice.

Se equivocan aquellos políticos que se resisten a reconocer errores y pedir perdón por ello, pensando que si lo hacen los verán más débiles o vulnerables. Quienes sí lo hagan posiblemente sean vistos como personas más honestas y humildes, más humanas, como personas que en lugar de protegerse a sí mismas se perciban como servidores de los demás.


Mea culpa

Vivimos nunha sociedade na que cada día custa máis recoñecer as equivocacións ou os erros que cometemos. Quizais una das múltiples razóns resida en que na educación recibida non nos ensinaron a facelo, primando o castigo sobre a análise do fallo, e onde tamén se confunden o tropezo ou o erro co fracaso.

Se algo así ocorre na sociedade en xeral, onde este fenómeno preséntase máis aumentado e con consecuencias máis graves no mundo da política. Pedir perdón seguramente para moitos se manifesta como un signo de debilidade, e xa sabemos as súas consecuencias.

Nos últimos tempos en España fomos testemuñas como cidadáns de diferentes acontecementos que non tiveron nin unha explicación convincente nin unha petición de desculpas polas persoas responsables do acontecido. Non é necesario facer grandes esforzos de memoria para lembrar os máis recentes: un apagamento de moitas horas en todo o territorio peninsular como ninguén lembraba; trens parados durante horas, moitas horas, cos seus pasaxeiros sen recibir explicacións; decenas de casos de presunta corrupción política que parecen non terminar; condutas reprobables especialmente pola utilización reiterada da mentira como principal argumento e sen retractarse aínda que se demostre a falsidade como ocorreu estes días co sainete da “bomba lapa”… son só algúns exemplos de acontecementos polos que non se escoitou entoar o «mea culpa» a ningún responsable político, e moito menos pedirnos perdón por eles. Unha cadea de fallos que, en lugar de recibir respostas claras, quedaron en escusas ou desvíos de atención e responsabilidade cara aos adversarios.

En ningún destes casos escoitamos un auténtico «mea culpa». O dicionario outorga a esta expresión latina un significado moi claro: «pola miña culpa», unha fórmula para recoñecer unha culpa ou erro, unha expresión que tamén se utiliza para admitir que se cometeu un erro que debería evitarse.

Pedir desculpas ou perdón aos cidadáns é algo máis que un xesto simbólico, é un primeiro paso para corrixir eses erros. Os cidadáns non deberiamos esperar a perfección nos nosos gobernantes, pero si a sinceridade. Creo que quen hoxe dirixen o noso país dedican máis tempo e recursos a buscar culpables externos que a darnos solucións, e con iso o que están a conseguir é perder credibilidade e, o que é máis perigoso, lexitimidade moral e confianza.

Pero se parece non estar penalizada a falta de desculpas e o asumir responsabilidades polos casos de corrupción económica, preocúpame que a mentira non provoque un nivel de indignación similar. Pregúntome se a mentira non se estará xustificando e admitindo como unha parte da actividade política en xeral. A mentira non pode converterse nunha ferramenta lexítima de quen exerce o poder, e a sociedade non pode admitir que mentir convértase en rutina, que se normalice.

Equivócanse aqueles políticos que se resisten a recoñecer erros e pedir perdón por iso, pensando que se o fan veranos máis débiles ou vulnerables. Quen si o fagan posiblemente sexan vistos como persoas máis honestas e humildes, máis humanas, como persoas que en lugar de protexerse a si mesmas percíbanse como servidores dos demais.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Muros

La historia de la humanidad está llena de acontecimientos de los cuales parece que hemos aprendido poco o muy poco. Son muchos los eventos históricos que han puesto de manifiesto la utilización de herramientas para dividirnos, para separarnos. Algunas de estas herramientas son materiales y otras lo son de palabras, me refiero en ambos casos a levantar muros. Los unos sirven para dividir los territorios, grandes como las naciones o más pequeños como las fincas. Los otros separan las ideas, las culturas, en definitiva, a las personas.

Durante muchos años el famoso Muro de Berlín representó el más claro ejemplo de un mundo partido en dos, separando familias, proyectos de vida o sueños de muchos ciudadanos. Cuando se produjo su caída, su demolición, las celebraciones representaron la reconciliación y la unidad, la esperanza de no volver a ver levantadas ese tipo de barreras infranqueables entre las personas. Sin ánimo de establecer comparaciones, poco aprendimos de esas experiencias al ver levantar un gran muro en la frontera del sur de Estados Unidos con México. 

Pero si los muros materiales representan esas separaciones, no me parecen menos reprochables los muros ideológicos. Fui testigo directo al escuchar en primera persona al entonces presidente Zapatero anunciar un cordón sanitario contra el Partido Popular, así llamo a ese muro. Un muro ideológico que pretendía defenestrar una ideología en favor de la suya, una forma peligrosa de aislamiento, cuya justificación se dirige a los líderes pero que afecta a los votantes, a muchos ciudadanos.

Más reciente, y he sido testigo directo, podemos enmarcar en esta tendencia el discurso de Pedro Sánchez hablando reiteradamente de levantar un muro contra la derecha y la ultraderecha, una forma muy clara de delimitar su espacio de diálogo, lo que poco a poco está provocando una radicalización, una polarización y una rotura progresiva de la convivencia entre españoles.

Y ahora me centro en lo más cercano y próximo en el espacio y en el tiempo. Hace sólo unos días en Lugo, en el popular barrio de la Milagrosa, se producía otro nefasto ejemplo de levantamiento de muros ideológicos a nuestra convivencia. Dos concejalas del Partido Popular acudían a escuchar un pregón festivo y no fueron bien recibidas, no se les permitió entrar al local del evento precisamente por su condición de pertenecer a ese Partido, alegando la organización que no habían sido invitadas.

Hasta donde mi memoria alcanza, cualquier tipo de pregones o presentaciones en nuestra ciudad, en espacios públicos o locales cerrados, siempre han sido actos abiertos a los ciudadanos. Pero en esta ocasión se han equivocado gravemente los que, o no las invitaron, o no permitieron la entrada a estas dos concejalas, porque ellas, además de militantes de una formación democrática, están representando, igual que el resto de concejales de otras formaciones políticas, al conjunto de los lucenses.

Estos comportamientos sectarios, propios de tiempos lejanos, empobrecen a quienes los practican y los señalan como personas que sólo buscan enfrentar, en lugar de confrontar. Este tipo de muros, tarde o temprano, los lucenses se encargarán de derribarlos.


Muros

A historia da humanidade está chea de acontecementos dos cales parece que aprendemos pouco ou moi pouco. Son moitos os eventos históricos que puxeron de manifesto a utilización de ferramentas para dividirnos, para separarnos. Algunhas destas ferramentas son materiais e outras o son de palabras, refírome en ambos os casos para levantar muros. Os uns serven para dividir os territorios, grandes como as nacións ou máis pequenos como as leiras. Os outros separan as ideas, as culturas, en definitiva, ás persoas.

Durante moitos anos o famoso Muro de Berlín representou o máis claro exemplo dun mundo partido en dous, separando familias, proxectos de vida ou soños de moitos cidadáns. Cando se produciu a súa caída, a súa demolición, as celebracións representaron a reconciliación e a unidade, a esperanza de non volver ver levantadas ese tipo de barreiras infranqueables entre as persoas. Sen ánimo de establecer comparacións, pouco aprendemos desas experiencias ao ver levantar un gran muro na fronteira do sur de Estados Unidos con México. 

Pero se os muros materiais representan esas separacións, non me parecen menos reprochables os muros ideolóxicos. Fun testemuña directa ao escoitar en primeira persoa ao entón presidente Zapatero anunciar un cordón sanitario contra o Partido Popular, así chamo a ese muro. Un muro ideolóxico que pretendía defenestrar unha ideoloxía en favor da súa, unha forma perigosa de illamento, cuxa xustificación se dirixe aos líderes pero que afecta os votantes, a moitos cidadáns.

Más recente, e fun testemuña directa, podemos enmarcar nesta tendencia o discurso de Pedro Sánchez falando reiteradamente de levantar un muro contra a dereita e a ultradereita, unha forma moi clara de delimitar o seu espazo de diálogo, o que aos poucos está a provocar unha radicalización, unha polarización e unha rotura progresiva da convivencia entre españois.

E agora céntrome no máis próximo e próximo no espazo e no tempo. Hai só uns días en Lugo, no popular barrio da Milagrosa, producíase outro nefasto exemplo de levantamento de muros ideolóxicos á nosa convivencia. Dúas concelleiras do Partido Popular acudían a escoitar un pregón festivo e non foron ben recibidas, non se lles permitiu entrar ao local do evento precisamente pola súa condición de pertencer a ese Partido, alegando a organización que non foran convidadas.

Ata onde a miña memoria alcanza, calquera tipo de pregóns ou presentacións na nosa cidade, en espazos públicos ou locais pechados, sempre foron actos abertos aos cidadáns. Pero nesta ocasión equivocáronse gravemente os que, ou non as convidaron, ou non permitiron a entrada a estas dúas concelleiras, porque elas, ademais de militantes dunha formación democrática, están a representar, igual que o resto de concelleiros doutras formacións políticas, ao conxunto dos lucenses.

Estes comportamentos sectarios, propios de tempos afastados, empobrecen a quen os practica e sinálanos como persoas que só buscan enfrontar, en lugar de confrontar. Este tipo de muros, tarde ou cedo, os lucenses encargaranse de derrubalos.


miércoles, 14 de mayo de 2025

Primark sin K

En 48 horas abrirá sus puertas en el centro comercial As Termas una nueva tienda perteneciente a una marca potente, Primark. No hace falta ser adivino para vaticinar que será un acontecimiento con expectación mediática, largas colas y ambiente festivo en un centro comercial que cuando fue inaugurado, el alcalde de entonces se atrevió a calificar como la catedral de las compras. Lo clavó, porque con aquella apuesta por potenciar las compras en un centro comercial en la periferia de la ciudad, comenzó el declive del comercio en zonas donde tradicionalmente la vida giraba en torno a la proximidad y a los establecimientos de servicios, lo que debería habernos llevado a una profunda reflexión sobre el modelo de ciudad y a quien queremos “primar” mediante las decisiones adoptadas en los organismos con responsabilidad política.

La paradoja está servida. Se inaugura y potencia una catedral del comercio, mientras se perjudica y se deja languidecer a las actividades que dan vida a nuestras calles más emblemáticas. Escuchamos reiteradamente a nuestros munícipes hablar de dinamizar el centro histórico y la economía de proximidad, pero al mismo tiempo se obliga a los pequeños comercios a bajar sus persianas.

El comercio local se enfrenta a varias amenazas. Por una parte, la concentración del consumo en centros comerciales en lugares periféricos. Por otro, las dificultades ya conocidas y sufridas, como las obras con plazos de ejecución excesivos y con sus sucesivas prórrogas que expulsan a los clientes ante las dificultades de acercarse a estos comercios, ya no solamente en vehículos, sino también a pie. A esto cabría añadir los elevados impuestos y trabas burocráticas, las restricciones del tráfico, generalmente por mala o nula planificación, la eliminación sin alternativas de plazas de aparcamiento, o el deterioro de edificaciones en algunos barrios.

Ha llamado mi atención positivamente la iniciativa de uno de esos comercios locales en nuestro centro histórico, Confecciones García que, con una buena capacidad de marketing propio, colocó en su escaparate un mensaje muy clarificador ante la llegada de la cadena Primark. Lo ha hecho con el nombre de la cadena irlandesa, pero eliminando su última letra, la k, y poniendo en valor las características principales del comercio tradicional: Primar la calidad, primar la atención profesional, primar el comercio local, primar la fabricación nacional. Toda una buena lección de ingenio.

Este establecimiento histórico, como otros similares de Lugo, no tienen capacidad para financiar campañas costosas de publicidad, ni pueden vender prendas a cuatro euros, pero sí pueden ofrecer lo que los grandes establecimientos no suelen hacer: proximidad, trato humano personalizado, calidad, arraigo de costumbres y tradiciones, y participar directamente en mantener vivas las ciudades. Porque nadie mejor que el comercio local para mantener el alma de Lugo.

Primar sin «K» consiste precisamente en dar prioridad a lo cercano, a lo nuestro, a lo que tiene sobradamente demostrado su valor. No pretendo demonizar a las grandes superficies comerciales, sólo digo que es necesario ayudar al otro comercio a pelear en el mercado en condiciones de cierta igualdad. Se trata de que reconozcamos que, si nuestras tiendas se cierran, se estará contribuyendo a vaciar de vida algunos barrios. Recuerden la experiencia de la Pandemia.

Apostemos por cuidar a quienes han estado ahí siempre y preguntémonos ¿a quién queremos primar? Primar sin K.


PRIMARK sen K

En 48 horas abrirá as súas portas no centro comercial As Termas unha nova tenda pertencente a unha marca potente, Primark. Non fai falta ser adiviño para vaticinar que será un acontecemento con expectación mediática, longas colas e ambiente festivo nun centro comercial que cando foi inaugurado, o alcalde de entón atreveuse a cualificar como a catedral das compras. Cravouno, porque con aquela aposta por potenciar as compras nun centro comercial na periferia da cidade, comezou o declive do comercio en zonas onde tradicionalmente a vida viraba ao redor da proximidade e aos establecementos de servizos, o que debería levarnos a unha profunda reflexión sobre o modelo de cidade e a quen quero “primar” mediante as decisións adoptadas nos organismos con responsabilidade política.

O paradoxo está servida. Inaugúrase e potencia unha catedral do comercio, mentres se prexudica e déixase languidecer ás actividades que dan vida ás nosas rúas máis emblemáticas. Escoitamos reiteradamente aos nosos concelleiros falar de dinamizar o centro histórico e a economía de proximidade, pero ao mesmo tempo obrígase aos pequenos comercios a baixar as súas persianas.

O comercio local enfróntase a varias ameazas. Por unha banda, a concentración do consumo en centros comerciais en lugares periféricos. Por outro, as dificultades xa coñecidas e sufridas, como as obras con prazos de execución excesivos e coas súas sucesivas prórrogas que expulsan aos clientes #ante as dificultades de achegarse a estes comercios, xa non soamente en vehículos, senón tamén a pé. A isto cabería engadir os elevados impostos e trabas burocráticas, as restricións do tráfico, xeralmente por mala ou nula planificación, a eliminación sen alternativas de prazas de aparcamento, ou a deterioración de edificacións nalgúns barrios.

Chamou a miña atención positivamente a iniciativa dun deses comercios locais no noso centro histórico, Confeccións García que, cunha boa capacidade de márketing propio, colocou no seu escaparate unha mensaxe moi clarificadora #ante a chegada da cadea Primark. Fíxoo co nome da cadea irlandesa, pero eliminando a súa última letra, a k, e poñendo en valor as características principais do comercio tradicional: Primar a calidade, primar a atención profesional, primar o comercio local, primar a fabricación nacional. Toda unha boa lección de enxeño.

Este establecemento histórico, como outros similares de Lugo, non teñen capacidade para financiar campañas custosas de publicidade, nin poden vender pezas a catro euros, pero si poden ofrecer o que os grandes establecementos non adoitan facer: proximidade, trato humano personalizado, calidade, arraigamento de costumes e tradicións, e participar directamente en manter vivas as cidades. Porque ninguén mellor que o comercio local para manter a alma de Lugo.

Primar sen «K» consiste precisamente en dar prioridade ao próximo, ao noso, ao que ten sobradamente demostrado o seu valor. Non pretendo demonizar ás grandes superficies comerciais, só digo que é necesario axudar ao outro comercio para pelexar no mercado en condicións de certa igualdade. Trátase de que recoñezamos que, se as nosas tendas péchanse, estarase a contribuír a baleirar de vida algúns barrios. Lembren a experiencia da Pandemia.

Apostemos por coidar a quen estivo aí sempre e preguntémonos a quen queremos primar? Primar sen K.


miércoles, 30 de abril de 2025

Consultorio artificial

Saturado, como supongo les pasará a muchos lectores, de las noticias relacionadas con la actualidad política en España y en el mundo, he querido poner el foco en una noticia que posiblemente haya pasado desapercibida para muchos. Hace unos días se nos relataba como muchos jóvenes, cada día más, vienen utilizando esta nueva herramienta llamada Inteligencia Artificial (IA) como su «psicólogo» personal. La noticia, además de generarme inquietud, me ha llevado a preguntarme si estaremos ante un riesgo silencioso o antes nuevas modalidades de vínculos emocionales.

Son muchas las reflexiones que este tema me sugiere, empezando por los posibles motivos por los que muchos jóvenes vienen utilizando la IA para cuestiones personales. Pienso en el anonimato al realizar sus consultas desde sus dispositivos electrónicos en su intimidad; la falta de recursos para acceder a profesionales; la rapidez con la que obtienen respuesta a su consulta; la comodidad para realizar las consultas desde cualquier lugar, entre otros motivos.

Cuando me preguntaba si estaremos ante una nueva forma de vinculo emocional, de intimidad digital, o ante un riesgo silencioso o invisible, he considerado que, como en otros ámbitos, todo dependerá del uso que se haga de esta herramienta, un uso responsable o un uso con riesgos.

Para ello se me ocurrió probar yo la herramienta y hacerle preguntas inventadas para conocer el grado de respuestas recibidas y con ello valorar el consultorio.

Si me hago pasar por una estudiante universitaria y le pregunto a la IA «Mi pareja me controla mucho, ¿qué hago?». La respuesta recibida fue «trata de ser más comprensiva». Una respuesta automática, sin tener en cuenta matices emocionales u otras señales de abuso psicológico, lo que pudiera llevar a esa persona ficticia a permanecer en una relación tóxica.

Si me identifico como un estudiante con síntomas de ansiedad, consultada la IA, ésta me responde que consulte a un profesional de salud mental si los síntomas persisten, después de haberme proporcionado algunos recursos básicos, como el ejercicio físico o técnicas de respiración.

Podríamos hacer muchas más pruebas pero seguramente todos llegaríamos a la conclusión de que el problema no es usar la IA, sino cómo y para qué la usamos. Un uso responsable podría resolver consultas de tipo general o sobre recursos disponibles para abordar una determinada situación, mientas que un uso inadecuado sería pedirle a la IA un diagnóstico, una terapia o soluciones definitivas para ese mismo problema.

Un problema añadido viene cuando este consultorio artificial no solo actúa sobre cuestiones emocionales individuales, sino también sobre como formarnos opiniones sobre otras personas conocidas o públicas, preguntándole a la IA qué se dice de ellos. Esta nueva manera de actuar puede que les lleve a que tomen como verdad objetiva una respuesta recibida de manera automática, en lugar de formarse su propia opinión a partir de más fuentes de información o de experiencias directas. Todos debemos saber que la IA no tiene un juicio crítico, sino que lo que nos ofrece son datos , recogidos de lo que esta publicado en internet. Datos que seguramente están desactualizados o son sesgados.

Cuando dejamos que la IA piense por nosotros estamos dejando que otros nos digan a quien admirar o a quien detestar.


Consultorio artificial

Saturado, como supoño que lles pasará a moitos lectores, das noticias relacionadas coa actualidade política en España e no mundo, quixen poñer o foco nunha noticia que posiblemente pasase desapercibida para moitos. Hai uns días relatábasenos como moitos mozos, cada día máis, veñen utilizando esta nova ferramenta chamada Intelixencia Artificial (IA) como o seu «psicólogo» persoal. A noticia, ademais de xerarme inquietude, levoume a preguntarme se estaremos #ante un risco silencioso ou antes novas modalidades de vínculos emocionais.

Son moitas as reflexións que este tema suxíreme, empezando polos posibles motivos polos que moitos mozos veñen utilizando a IA para cuestións persoais. Penso no anonimato ao realizar as súas consultas desde os seus dispositivos electrónicos na súa intimidade; a falta de recursos para acceder a profesionais; a rapidez coa que obteñen resposta á súa consulta; a comodidade para realizar as consultas desde calquera lugar, entre outros motivos.

Cando me preguntaba se estaremos #ante unha nova forma de vinculo emocional, de intimidade dixital, ou #ante un risco silencioso ou invisible, considerei que, como noutros ámbitos, todo dependerá do uso que se faga desta ferramenta, un uso responsable ou un uso con riscos.

Para iso ocorréulleme probar eu a ferramenta e facerlle preguntas inventadas para coñecer o grao de respostas recibidas e con iso valorar o consultorio.

Se me fago pasar por unha estudante universitaria e pregúntolle á IA «A miña parella contrólame moito, que fago?». A resposta recibida foi «trata de ser máis comprensiva». Unha resposta automática, sen ter en conta matices emocionais ou outros sinais de abuso psicolóxico, o que puidese levar a esa persoa ficticia a permanecer nunha relación tóxica.

Se me identifico como un estudante con síntomas de ansiedade, consultada a IA, esta respóndeme que consulte a un profesional de saúde mental se os síntomas persisten, despois de proporcionarme algúns recursos básicos, como o exercicio físico ou técnicas de respiración.

Poderiamos facer moitas máis probas pero seguramente todos chegariamos á conclusión de que o problema non é usar a IA, senón como e para que a usamos. Un uso responsable podería resolver consultas de tipo xeral ou sobre recursos dispoñibles para abordar unha determinada situación, mintas que un uso inadecuado sería pedirlle á IA un diagnóstico, unha terapia ou solucións definitivas para ese mesmo problema.

Un problema engadido vén cando este consultorio artificial non só actúa sobre cuestións emocionais individuais, senón tamén sobre como formarnos opinións sobre outras persoas coñecidas ou públicas, preguntándolle á IA que se di deles. Esta nova maneira de actuar poida que lévelles a que tomen como verdade obxectiva unha resposta recibida de maneira automática, en lugar de formarse a súa propia opinión a partir de máis fontes de información ou de experiencias directas. Todos debemos saber que a IA non ten un xuízo crítico, senón que o que nos ofrece son datos , recollidos do que esta publicado na internet. Datos que seguramente están desactualizados ou son nesgados.

Cando deixamos que a IA pense por nós estamos a deixar que outros nos digan a quen admirar ou a quen detestar.

miércoles, 16 de abril de 2025

Cuando la música suena

Parado en un semáforo, escuché cómo una música se incrementaba de volumen a medida que se acercaba un coche con la ventanilla del conductor bajada. Al llegar a mi altura ya no se podía escuchar otro sonido que no fuese el ruido que provocaba dentro de aquel coche un tema de Rap, o Trap, o reguetón lento… no sabría decirles. Me pregunté qué efectos estaría provocando aquella música sonando al máximo volumen, vibrando más que los bajos de una discoteca. Quizá según sube el volumen baja la tolerancia hacia el resto de conductores y peatones, pudiendo convertir un simple adelantamiento en una cuestión de honor. Aquí la música no sólo influye en el estado de ánimo del oyente, sino también en su comportamiento.

Pasado el momento y de camino a casa pensé en los efectos que podrían provocar otras músicas en los ambientes políticos y sociales, donde la polarización, la crispación, el ruido constante de las opiniones enfrentadas que se han instalado en nuestro día a día igual que una banda sonora machacona, sonando sin tregua. En nuestra España, pero también en otras partes del planeta, hemos visto como en pocos días el dialogo se sustituyó por el grito, o los debates por los eslóganes. Me iba preguntando qué papel podría jugar la música en medio de este clima.

No estamos acostumbrando a un escenario en el que todo el mundo grita, ya sea en el Congreso, en las tertulias de televisión, en las redes sociales… La polarización se ha instalado de tal forma en nuestra sociedad que ya ni nos inmutamos. En medio de tanto ruido, hay algo que nos pone de acuerdo, la música, aunque solo sea por el tiempo que dura una canción. 

Fue Shakespeare quien dijo que la música tiene “encantos para amansar a las fieras”, que con el paso del tiempo se ha simplificado en el dicho de que la música amansa a las fieras. Habría que matizar qué tipo de música, ya que cuando el célebre personaje dijo tal frase no existían vehículos a motor con equipos de música capaces de alcanzar tantos decibelios.

Lo que sí parece probado es que la música es una vía de escape, una alternativa al lenguaje de la confrontación, ayudándonos a vivir de otra manera las diferencias, de forma menos agresiva y con más empatía. Las diferencias ideológicas han llevado al enfrentamiento, mientras que la música, en sus diferentes estilos, reúne a personas que pensando de manera muy diferente son capaces de emocionarse o cantar juntas un mismo tema.

La música no pregunta a quién votamos o cómo pensamos, sólo suena. Y cuando suena bien logra hacernos sentir unidos y eso, en los tiempos que corren es casi terapéutico.

No estoy sugiriendo que suene Mozart en medio de los debates políticos o en la sala de un consejo de ministros, pero no estaría de más que la música formara parte un poco más de nuestra vida pública, que haga de puentes donde hemos construido muros, que suene cuando las palabras ya no logren los acuerdos y los consensos deseados.

Que la música siga sonando porque, tal vez, cuando la música suene las fieras bajen su furia y las personas se entiendan mejor.


Cando a música soa

Parado nun semáforo, escoitei como unha música incrementábase de volume a medida que se achegaba un coche co portelo do condutor baixada. Ao chegar á miña altura xa non se podía escoitar outro son que non fose o ruído que provocaba dentro daquel coche un tema de Rap, ou Trap, ou reguetón lento… non sabería dicirlles. Pregunteime que efectos estaría a provocar aquela música soando ao máximo volume, vibrando máis que os baixos dunha discoteca. Quizá segundo sobe o volume baixa a tolerancia cara ao resto de condutores e peóns, podendo converter un simple adiantamento nunha cuestión de honra. Aquí a música non só inflúe no estado de ánimo do oínte, senón tamén no seu comportamento.

Pasado o momento e de camiño a casa pensei nos efectos que poderían provocar outras músicas nos ambientes políticos e sociais, onde a polarización, a crispación, o ruído constante das opinións enfrontadas que se instalaron no noso día a día igual que unha banda sonora machacona, soando sen tregua. Na nosa España, pero tamén noutras partes do planeta, vimos como en poucos días o dialogo substituíuse polo berro, ou os debates polos eslóganes. Ía preguntando que papel podería xogar a música no medio deste clima.

Non estamos a afacer a un escenario no que todo o mundo grita, xa sexa no Congreso, nos faladoiros de televisión, nas redes sociais… A polarización instalouse de tal forma na nosa sociedade que xa nin nos inmutamos. No medio de tanto ruído, hai algo que nos pon de acordo, a música, aínda que só sexa polo tempo que dura unha canción. 

Foi Shakespeare quen dixo que a música ten “encantos para amansar ás feras”, que co paso do tempo simplificouse no devandito de que a música amansa ás feras. Habería que matizar que tipo de música, xa que cando o soado personaxe dixo tal frase non existían vehículos de motor con equipos de música capaces de alcanzar tantos decibeis.

O que si parece probado é que a música é unha vía de escape, unha alternativa á linguaxe da confrontación, axudándonos a vivir doutra maneira as diferenzas, de forma menos agresiva e con máis empatía. As diferenzas ideolóxicas han levado ao enfrontamento, mentres que a música, nos seus diferentes estilos, reúne a persoas que pensando de maneira moi diferente son capaces de emocionarse ou cantar xuntas un mesmo tema.

A música non pregunta a quen votamos ou como pensamos, só soa. E cando soa ben logra facernos sentir unidos e iso, nos tempos que corren é case terapéutico.

Non estou a suxerir que soe Mozart no medio dos debates políticos ou na sala dun consello de ministros, pero non estaría de máis que a música formase parte un pouco máis da nosa vida pública, que faga de pontes onde construímos muros, que soe cando as palabras xa non logren os acordos e os consensos desexados.

Que a música siga soando porque, talvez, cando a música soe as feras baixen a súa furia e as persoas se entendan mellor.

miércoles, 2 de abril de 2025

Efectos de la anestesia

Hubo un tiempo no muy lejano en que gobernaba en España otro partido político. Cualquiera de los acontecimientos que hoy vivimos diariamente habrían provocado la tormenta perfecta, tanto política como mediática, y habría sido duradera. Hoy los escándalos y las polémicas se superponen a tal velocidad que, sin tiempo a digerir una noticia, las siguientes van formando una amalgama de ruidos que la sociedad trata de asimilar sin margen para reaccionar.

Hoy en España el escándalo parece ser la norma y no la excepción. Decisiones del Gobierno bordeando la legalidad, censuras a profesionales de los medios de comunicación en las ruedas de prensa, estrategias parlamentarias muy cuestionables, casos de corrupción en el entorno personal y político del Presidente del Gobierno en fase de investigación judicial, leyes importantes recurridas ante los tribunales... Uno solo de estos casos, en otros tiempos, hubiese provocado como dije un tormentón político o la caída del gobierno.

Estamos hablando de incumplimientos constitucionales como el de la obligación de presentar anualmente los Presupuestos Generales del Estrado, la eliminación en el Congreso de enmiendas aprobadas en el Senado, la censura en las ruedas de prensa del gobierno no permitiendo preguntas incomodas cuando no el veto directo a periodistas. Una cadena de acontecimientos diarios que la sociedad trata de asimilar bajo una especie de anestesia colectiva que normaliza lo que hasta ayer era inaceptable.

Me he preguntado muchas veces si los escándalos ya no escandalizan, si las ilegalidades se perciben como parte del juego político, o si los casos de corrupción ya no indignan ¿Hasta dónde se puede prolongar esta situación antes de que como sociedad reaccionemos? Martin Luther King dijo algo que viene muy a cuento “En esta generación no tenemos que arrepentirnos de las maldades de las personas perversas, sino que tenemos que arrepentirnos del espantoso silencioso de las personas buenas”.

La política, lejos de ser un debate de ideas, se ha convertido en un espectáculo de confrontación permanente llegando a una polarización extrema, las leyes se aplican según convenga a quienes gobiernan provocando un serio debilitamiento institucional, y el populismo se ha convertido en la única estrategia del poder. 

Podremos seguir creyendo y diciendo que nuestro sistema es una democracia, pero la realidad podría ser que bajo ese nombre su esencia se haya vaciado de contenidos, algo que cuando se quiera revertir supondrá, para quien asuma esa tarea, un proceso muy doloroso y prolongado en el tiempo.

Cuando los cirujanos nos aplican la anestesia antes de iniciar una intervención quirúrgica ya conocemos sus efectos. Al igual, cuando una parte importante de la sociedad se muestra anestesiada ante los acontecimientos que tarde o temprano acaban afectándola, también conocemos sus efectos: los gobernantes afianzan su poder y encuentran pocos obstáculos para debilitar los contrapoderes democráticos. 

Este estado de anestesia social no será permanente y se disipará cuando el impacto de las decisiones gubernamentales se vuelva insostenible, aunque para entonces el daño causado a nuestro modelo de convivencia será difícil de revertir.

Efectos da anestesia

Houbo un tempo non moi afastado en que gobernaba en España outro partido político. Calquera dos acontecementos que hoxe vivimos diariamente provocarían a tormenta perfecta, tanto política como mediática, e sería duradeira. Hoxe os escándalos e as polémicas superpóñense a tal velocidade que, sen tempo a dixerir unha noticia, as seguintes van formando unha amálgama de ruídos que a sociedade trata de asimilar sen marxe para reaccionar.

Hoxe en España o escándalo parece ser a norma e non a excepción. Decisións do Goberno bordeando a legalidade, censuras a profesionais dos medios de comunicación nas roldas de prensa, estratexias parlamentarias moi cuestionables, casos de corrupción na contorna persoal e político do Presidente do Goberno en fase de investigación xudicial, leis importantes recorridas #ante os tribunais... Un só destes casos, noutros tempos, provocase como dixen un tormentón político ou a caída do goberno.

Estamos a falar de incumprimentos constitucionais como o da obrigación de presentar anualmente os Orzamentos Xerais do Estrado, a eliminación no Congreso de emendas aprobadas no Senado, a censura nas roldas de prensa do goberno non permitindo preguntas incomodas cando non o veto directo a xornalistas. Unha cadea de acontecementos diarios que a sociedade trata de asimilar baixo unha especie de anestesia colectiva que normaliza o que ata onte era inaceptable.

Pregunteime moitas veces se os escándalos xa non escandalizan, se as ilegalidades percíbense como parte do xogo político, ou se os casos de corrupción xa non indignan Ata onde se pode prolongar esta situación antes de que como sociedade reaccionemos? Martin Luther King dixo algo que vén moi a conto “Nesta xeración non temos que arrepentirnos das maldades das persoas perversas, senón que temos que arrepentirnos do espantoso silencioso das persoas boas”.

A política, lonxe de ser un debate de ideas, converteuse nun espectáculo de confrontación permanente chegando a unha polarización extrema, as leis aplícanse segundo conveña a quen goberna provocando un serio enfraquecemento institucional, e o populismo converteuse na única estratexia do poder. 

Poderemos seguir crendo e dicindo que o noso sistema é unha democracia, pero a realidade podería ser que baixo ese nome a súa esencia baleirouse de contidos, algo que cando se queira reverter supoñerá, para quen asuma esa tarefa, un proceso moi doloroso e prolongado no tempo.

Cando os cirurxiáns aplícannos a anestesia antes de iniciar unha intervención cirúrxica xa coñecemos os seus efectos. Ao igual, cando unha parte importante da sociedade móstrase anestesiada fronte os acontecementos que tarde ou cedo acaban afectándoa, tamén coñecemos os seus efectos: os gobernantes afianzan o seu poder e atopan poucos obstáculos para debilitar os contrapoderes democráticos. 

Este estado de anestesia social non será permanente e disiparase cando o impacto das decisións gobernamentais vólvase insostible, aínda que para entón o dano causado ao noso modelo de convivencia será difícil de reverter.

miércoles, 19 de marzo de 2025

Tambores de guerra

Desde los comienzos de la humanidad las guerras han sido una constante en las diferentes civilizaciones. Desde las hachas de piedra hasta los actuales conflictos con tecnología punta, en todos estos siglos la violencia organizada ha estado presente.

Sus orígenes son muy diversos, pero casi siempre la lucha por el poder ha sido el denominador común, y sus efectos, además del sufrimiento de la población civil, han supuesto crisis económicas y destrucción masiva de poblaciones.

Además, se provocan desplazamientos masivos que van más allá de un país o continente, crisis y traumas que pasan de unas a otras generaciones, sin olvidarnos de los largos periodos de tiempo que se tarda en reconstruir los territorios devastados por los conflictos armados ni otras consecuencias como dar paso a mayor polarización política y nuevos conflictos de esas zonas en el futuro. Recordemos que, al finalizar la Primera Guerra Mundial, conocida como “la guerra que acabaría con todas las guerras”, se firmó el conocido como Tratado de Versalles para garantizar la paz, pero que sembró las semillas de un nazismo, en la Alemania humillada, que nos trajo la Segunda Guerra Mundial. En su momento pareció que se daban puntos inflexión para darnos mayor estabilidad, con la creación de la ONU o la Unión Europea, pero la paz nunca ha estado garantizada.

A estas circunstancias debemos añadir el problema de la memoria histórica, el hecho de que a pesar de las advertencias que nos manda la Historia, sigamos cayendo en los mismos o parecidos errores. Las generaciones que tuvimos la fortuna de no vivir las guerras solemos pensar en ellas como fenómenos lejanos o irreales y cuando las lecciones del pasado quedan diluidas en la memoria colectiva de los pueblos, los errores tienden a repetirse irremediablemente.

Europa, hoy por hoy, se ve claramente amenazada con el resurgimiento de la guerra dentro de su territorio, y llama la atención que en muchos de los países que conforman este continente, exista una mayor preocupación por los asuntos domésticos que por esta amenaza bélica tan real, un escenario donde los desafíos geopolíticos atraviesan un momento crítico.

Nuestros adversarios, conocedores de esta realidad y por ende de la debilidad interna, han sabido utilizar otro tipo de armas tan peligrosas como los misiles: la manipulación informativa, la división social o los ciberataques, evidenciando que en muchas de las democracias de occidente no estamos tan preparados como pensamos para hacer frente a este tipo de guerra hibrida.

Si en estas sociedades occidentales no superamos nuestros conflictos internos y ponemos el foco en las amenazas reales que vienen del exterior corremos un serio riesgo de fragmentación y con ello de hacernos todavía más vulnerables. También aquí la historia vuelve a repetirse, muchas de las grandes civilizaciones no solo han caído por las guerras, sino también por sus decadencias internas.

Europa esta en pleno proceso de rearmarse ante las nuevas amenazas, los tambores de guerra resuenan cada vez mas fuerte. No olvidemos las lecciones de la historia para no cometer los mismos errores del pasado. 

Tambores de guerra

Desde os comezos da humanidade as guerras foron unha constante nas diferentes civilizacións. Desde as machadas de pedra ata os actuais conflitos con tecnoloxía punta, en todos estes séculos a violencia organizada ha estado presente.

As súas orixes son moi diversos, pero case sempre a loita polo poder foi o denominador común, e os seus efectos, ademais do sufrimento da poboación civil, supuxeron crises económicas e destrución masiva de poboacións.

Ademais, provócanse desprazamentos masivos que van máis aló dun país ou continente, crise e traumas que pasan dunhas a outras xeracións, sen esquecernos dos longos períodos de tempo que se tarda en reconstruír os territorios devastados polos conflitos armados nin outras consecuencias como dar paso a maior polarización política e novos conflitos desas zonas no futuro. Lembremos que, ao finalizar a Primeira Guerra Mundial, coñecida como “a guerra que acabaría con todas as guerras”, asinouse o coñecido como Tratado de Versalles para garantir a paz, pero que sementou as sementes dun nazismo, na Alemaña humillada, que nos trouxo a Segunda Guerra Mundial. No seu momento pareceu que se daban puntos inflexión para darnos maior estabilidade, coa creación da ONU ou a Unión Europea, pero a paz nunca estivo garantida.

A estas circunstancias debemos engadir o problema da memoria histórica, o feito de que a pesar das advertencias que nos manda a Historia, sigamos caendo nos mesmos ou parecidos erros. As xeracións que tivemos a fortuna de non vivir as guerras adoitamos pensar nelas como fenómenos afastados ou irreais e cando as leccións do pasado quedan diluídas na memoria colectiva dos pobos, os erros tenden a repetirse irremediablemente.

Europa, neste momento, vese claramente ameazada co rexurdimento da guerra dentro do seu territorio, e chama a atención que en moitos dos países que conforman este continente, exista unha maior preocupación polos asuntos domésticos que por esta ameaza bélica tan real, un escenario onde os desafíos xeopolíticos atravesan un momento crítico.

Os nosos adversarios, coñecedores desta realidade e polo tanto da debilidade interna, souberon utilizar outro tipo de armas tan perigosas como os mísiles: a manipulación informativa, a división social ou os ciberataques, evidenciando que en moitas das democracias de occidente non estamos tan preparados como pensamos para facer fronte a este tipo de guerra hibrida.

Se nestas sociedades occidentais non superamos os nosos conflitos internos e poñemos o foco nas ameazas reais que veñen do exterior corremos un serio risco de fragmentación e con iso de facernos aínda máis vulnerables. Tamén aquí a historia volve repetirse, moitas das grandes civilizacións non só caeron polas guerras, senón tamén polas súas decadencias internas.

Europa esta en pleno proceso de rearmarse #ante as novas ameazas, os tambores de guerra ecoan cada vez mais forte. Non esquezamos as leccións da historia para non cometer os mesmos erros do pasado.


martes, 4 de marzo de 2025

Servidores públicos

Cuando la degradación de la política se refleja a diario en decenas de noticias que se hacen eco de personas que utilizan su cargo para servirse y aprovecharse particularmente, es necesario una vez más, reflexionar en voz alta sobre el sacrificio y la entrega de muchas personas que con autentica vocación de servicio lo dan todo por mejorarle  la vida a los demás. Es la verdadera razón de los servidores públicos.

Se ha instalado en el imaginario colectivo la idea de que los políticos viven a costa de los demás, sin esfuerzo ni sacrificio y gozando de grandes privilegios, cuando la realidad es que muchos de ellos, la mayoría, realizan su trabajo en jornadas interminables, asumen enormes responsabilidades y renuncian a su vida personal y profesional para poder con gran desgaste servir a su comunidad. Como Paula.

Para empezar a cambiar esta situación no basta con la denuncia de la corrupción y de los que la practican, también es necesario aprender a valorar y respetar a quienes ejercen su labor diaria con honestidad. De no hacerlo estaremos expulsando de la política a los mejores, a los verdaderos servidores públicos, al tiempo que les dejaremos camino libre a los oportunistas.

Si queremos evitar que el reconocimiento llegue sólo cuando es demasiado tarde deberíamos esforzarnos en encontrar formas de valorar a quienes realmente se esfuerzan por servir a sus vecinos. Formas como la de no asumir que todos los políticos son iguales, no limitar el reconocimiento o rechazo al voto cada cuatro años, dar mas espacio informativo a los que trabajan con honestidad frente a los corruptos, no buscar solo los fallos, o del mismo modo que reconocemos los méritos en otras profesiones, procurar manifestar con frecuencia nuestro apoyo a los buenos gestores, ya sea en redes sociales, participando en actos públicos o simplemente reconociéndoselo de manera directa.

Un simple gesto de reconocimiento, un mensaje de apoyo o una muestra de respeto pueden ser suficiente para quienes trabajan por el bien común.

El servicio público debe ser una vocación que conlleva muchas renuncias personales y un gran compromiso con los ciudadanos. Las virtudes de un buen servidor público van más allá de su preparación técnica o la eficiencia en la gestión. Algunas de esas cualidades son la honestidad, la vocación de servicio, la empatía y cercanía con sus vecinos, asumir su responsabilidad con seriedad, sin excusas ni evasivas, la capacidad de liderazgo y saber trabajar en equipo, la humildad y la capacidad de autocrítica, la perseverancia y valentía a la hora de tomar decisiones difíciles, o la visión de futuro son solo algunas de esas necesarias virtudes.

Cuando me llegó la noticia del fallecimiento de nuestra alcaldesa Paula Alvarellos, transcurridos los primeros momentos de conmoción por lo inesperado y trágico desenlace, empecé a pensar en lo que acabo de escribir, en las virtudes inherentes a un buen servidor público.

Paula supo ganarse en poco tiempo el respeto y cariño de muchos lucenses, por su capacidad de dialogo, de buscar  el entendimiento y no hacer de la confrontación la bandera de su gestión.

Lamentar su muerte no es suficiente. Poner en valor sus cualidades tampoco. Como vecinos y ciudadanos aprendamos a ser más generosos, a tiempo, con quienes tratan de mejorar nuestras vidas a costa de perjudicar, o perder, las suyas.

Servidores públicos

Cando a degradación da política reflíctese a diario en decenas de noticias que se fan eco de persoas que utilizan o seu cargo para servirse e aproveitarse particularmente, é necesario unha vez máis, reflexionar en voz alta sobre o sacrificio e a entrega de moitas persoas que con autentica vocación de servizo dano todo por mellorarlle  a vida aos demais. É a verdadeira razón dos servidores públicos.

Instalouse no maxinario colectivo a idea de que os políticos viven á conta dos demais, sen esforzo nin sacrificio e gozando de grandes privilexios, cando a realidade é que moitos deles, a maioría, realizan o seu traballo en xornadas interminables, asumen enormes responsabilidades e renuncian á súa vida persoal e profesional para poder con gran desgaste servir á súa comunidade. Como Paula.

Para empezar a cambiar esta situación non basta coa denuncia da corrupción e dos que a practican, tamén é necesario aprender a valorar e respectar a quen exerce o seu labor diario con honestidade. De non facelo estaremos a expulsar da política aos mellores, aos verdadeiros servidores públicos, á vez que lles deixaremos camiño libre aos oportunistas.

Se queremos evitar que o recoñecemento chegue só cando é demasiado tarde deberiamos esforzarnos en atopar formas de valorar a quen realmente se esforzan por servir aos seus veciños. Formas como a de non asumir que todos os políticos son iguais, non limitar o recoñecemento ou rexeitamento ao voto cada catro anos, dar mais espazo informativo aos que traballan con honestidade fronte aos corruptos, non buscar só os fallos, ou do mesmo xeito que recoñecemos os méritos noutras profesións, procurar manifestar con frecuencia o noso apoio aos bos xestores, xa sexa en redes sociais, participando en actos públicos ou simplemente recoñecéndollo de maneira directa.

Un simple xesto de recoñecemento, unha mensaxe de apoio ou unha mostra de respecto poden ser suficiente para quen traballa polo ben común.

O servizo público debe ser unha vocación que conleva moitas renuncias persoais e un gran compromiso cos cidadáns. As virtudes dun bo servidor público van máis aló da súa preparación técnica ou a eficiencia na xestión. Algunhas desas calidades son a honestidade, a vocación de servizo, a empatía e proximidade cos seus veciños, asumir a súa responsabilidade con seriedade, sen escusas nin evasivas, a capacidade de liderado e saber traballar en equipo, a humildade e a capacidade de autocrítica, a perseveranza e valentía á hora de tomar decisións difíciles, ou a visión de futuro son só algunhas desas necesarias virtudes.

Cando me chegou a noticia do falecemento da nosa alcaldesa Paula Alvarellos, transcorridos os primeiros momentos de conmoción polo inesperado e tráxico desenlace, empecei a pensar no que acabo de escribir, nas virtudes inherentes a un bo servidor público.

Paula soubo gañarse en pouco tempo o respecto e agarimo de moitos lucenses, pola súa capacidade de dialogo, de buscar  o entendemento e non facer da confrontación a bandeira da súa xestión.

Lamentar a súa morte non é suficiente. Poñer en valor as súas calidades tampouco. Como veciños e cidadáns aprendamos a ser máis xenerosos, a tempo, con quen trata de mellorar as nosas vidas á conta de prexudicar, ou perder, as súas.


miércoles, 19 de febrero de 2025

El ordeño

Desde el principio de los tiempos, ordeñar se ha considerado una manera natural de actuar ligada a la producción de alimentos para la supervivencia.

Hace unos días, viendo un documental en la televisión, un granjero inglés se sorprendía al preguntarle a un joven si sabía de donde provenía la leche que acababa de adquirir en un supermercado y al escuchar la respuesta de este, “de las estanterías”.  No solo en ese país, también en el nuestro, todavía hay niños criados en ambientes urbanos que piensan que los yogures penden de las ramas de los árboles o desconocen el origen de la leche mediante las diferentes técnicas de ordeño. No es broma.

En el referido documental, este granjero dedicaba varios minutos a ilustrar con videos el proceso de entrada de las vacas en la sala de ordeño, los diferentes pasos de limpieza de ubres, colocación de los tetos de la ordeñadora, extracción de la leche, desinfección… Cualquier joven que lo viese ya no tendría dudas del origen de la leche, mitigando los efectos de esa brecha existente entre las nuevas generaciones urbanas y la realidad del mundo agrario.

Este distanciamiento de una parte de la población con los diferentes procesos productivos que sostienen nuestro modo de vida no es una anécdota graciosa, sino un síntoma preocupante que explica el desconocimiento del esfuerzo que hay detrás de cada alimento que consumimos, llegando al punto de no valorarse debidamente el pago de dichos alimentos.

Hoy en día las palabras adquieren connotaciones inesperadas y «ordeñar» también puede utilizarse como metáfora en determinadas prácticas políticas. Así si en ese campo de la vida hablásemos del ordeño, la explicación sería bien distinta, adquiriendo un matiz más relacionado con el cálculo y la estrategia. Me refiero al panorama político, o mejor dicho espectáculo político, que venimos sufriendo en España en los últimos años. 

Aquí quienes conocen bien las técnicas de ordeño, son los grupos minoritarios, separatistas y nacionalistas que, aprovechándose de la precariedad en votos de la coalición gobernante, acuden a diario a ordeñar a esta sacándole cuanta «leche» quieren a cambio de dejar que la «vaca» en cuestión permanezca un tiempo más en su confortable establo. 

Sirvan como últimos ejemplos el logro de las transferencias en materia de control de fronteras e inmigración para Cataluña, ordeño de Puigdemont, o el regalo al PNV de un palacete en el centro de París, palacio que en su día adquirió este partido, pero pagado con dinero del estado español como quedó acreditado por sentencia judicial en tribunal francés. Sólo dos ejemplos de los muchos que van y de los que quedan por venir. 

Cada negociación, cada votación clave en el Congreso de los diputados, cada confección de un presupuesto, es una oportunidad de practicar ese ordeño, de extraer concesiones, recursos económicos, o cambios legislativos, alguno seguramente inconstitucional, que resultan favorables a sus intereses particulares. 

Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE) una de las acepciones de la palabra «ordeñar» dice así: «Sacar provecho o utilidad de algo o alguien de manera insistente o abusiva» No me digan que quien escribió esta definición no fue un visionario del actual panorama político español. Un auténtico ordeño.

O muxido

Desde o principio dos tempos, muxir considerouse unha maneira natural de actuar ligada á produción de alimentos para a supervivencia.

Hai uns días, vendo un documental na televisión, un granxeiro inglés sorprendíase ao preguntarlle a un mozo se sabía de onde proviña o leite que acababa de adquirir nun supermercado e ao escoitar a resposta de leste, “dos andeis”.  Non só nese país, tamén no noso, aínda hai nenos criados en ambientes urbanos que pensan que os iogures penden das ramas das árbores ou descoñecen a orixe do leite mediante as diferentes técnicas de muxido. Non é broma.

No referido documental, este granxeiro dedicaba varios minutos para ilustrar con vídeos o proceso de entrada das vacas na sala de muxido, os diferentes pasos de limpeza de ubres, colocación dos tetos da muxidora, extracción do leite, desinfección… Calquera mozo que o vise xa non tería dúbidas da orixe do leite, mitigando os efectos desa brecha existente entre as novas xeracións urbanas e a realidade do mundo agrario.

Este distanciamento dunha parte da poboación cos diferentes procesos produtivos que sosteñen o noso modo de vida non é unha anécdota graciosa, senón un síntoma preocupante que explica o descoñecemento do esforzo que hai detrás de cada alimento que consumimos, chegando ao momento de non valorarse debidamente o pago dos devanditos alimentos.

Hoxe en día as palabras adquiren connotacións inesperadas e «muxir» tamén pode utilizarse como metáfora en determinadas prácticas políticas. Así se nese campo da vida falásemos do muxido, a explicación sería ben distinta, adquirindo un matiz máis relacionado co cálculo e a estratexia. Refírome ao panorama político, ou mellor devandito espectáculo político, que vimos sufrindo en España nos últimos anos. 

Aquí quen coñece ben as técnicas de muxido, son os grupos minoritarios, separatistas e nacionalistas que, aproveitándose da precariedade en votos da coalición gobernante, acoden a diario a muxir a esta sacándolle canto «leite» queren a cambio de deixar que a «vaca» en #cuestión permaneza un tempo máis no seu confortable cortello. 

Sirvan como últimos exemplos o logro das transferencias en materia de control de fronteiras e inmigración para Cataluña, muxido de Puigdemont, ou o agasallo ao PNV dun palacete no centro de París, palacio que no seu día adquiriu este partido, pero pago con diñeiro do estado español como quedou acreditado por sentenza xudicial en tribunal francés. Só dous exemplos dos moitos que van e dos que quedan por vir. 

Cada negociación, cada votación crave no Congreso dos deputados, cada confección dun orzamento, é unha oportunidade de practicar ese muxido, de extraer concesións, recursos económicos, ou cambios lexislativos, algún seguramente inconstitucional, que resultan favorables aos seus intereses particulares. 

Segundo o dicionario da Real Academia Española (RAE) unha das acepcións da palabra «muxir» di así: «Sacar proveito ou utilidade de algo ou alguén de maneira insistente ou abusiva» Non me digan que quen escribiu esta definición non foi un visionario do actual panorama político español. Un auténtico muxido.

miércoles, 5 de febrero de 2025

El ruido y lo verde

Si vives en la ciudad de Lugo y escuchas a alguien decir que se dirige al parque, muchos sabrán que se está refiriendo al Parque Rosalía de Castro, el primero de los parques construidos en Lugo hace más de cien años. Después con el paso de los años se fueron incorporando nuevos espacios verdes en principio pensados más como zonas de esparcimiento y disfrute alejados de los ruidos que como pulmones de la ciudad, ya que Lugo es una ciudad con una buena calidad en su aire.

Aquí nuestras autoridades presumen de su apuesta por lo verde, pero olvidando otro tipo de agresiones ambientales, como las acústicas, los ruidos. 

En nuestra ciudad no es infrecuente sufrir los tubos de escape trucados de coches y motos, que es difícil creer que puedan pasar la ITV en esas condiciones, pero quizá donde más choca esta contaminación acústica es en nuestros parques. Lo que debiera ser un espacio idílico, un remanso de paz en medio de la urbe, en realidad no es tal.

Ese escenario imaginario de que el entorno de los parques pudiera albergar sólo sonidos de pájaros o del viento moviendo las ramas de los árboles, es eso, imaginario. Desde hace unos años han aparecido otra clase de ruidos que están perjudicando sensiblemente el descanso de los vecinos de sus entornos. Me estoy refiriendo a las máquinas que utilizan las empresas de jardinería contratadas para mantener el parque en condiciones. Sopladores, cortacéspedes, recorta setos..., compiten cuando no se complementan realizando a la vez sus tareas. Esos ruidos no duran una hora, sino que es muy frecuente escucharlos desde primeras horas de la mañana, hacer un breve descanso al mediodía y retomar su guerra al silencio a la hora de la sobremesa.

Son máquinas que facilitan el trabajo y rendimiento de las contratas, pero que a su vez están incumpliendo con la Ordenanza municipal de Medio ambiente, que nos obliga a todos a cumplir bajo sanciones importantes de no hacerlo.

Hace unos días un medio de comunicación gallego titulaba «Vecinos de Ferrol contra los sopladores de hojas» al tiempo que anunciaban recogidas de firmas desquiciados por tanto ruido. Seguramente este escenario se irá repitiendo con frecuencia en otras ciudades.

Por ello, el Ayuntamiento de Lugo debe de tomar cartas en este asunto, porque las mejoras realizadas en el parque son plausibles, pero olvidar la alteración de la convivencia por incumplimiento de ordenanzas, como la permisividad del botellón o la utilización de maquinaria que incumple sus propias normas, no son una buena carta de presentación en el objetivo compartido de declarar BIC este hermoso espacio de la ciudad.

Si las autoridades municipales no toman la iniciativa, estoy convencido de que lo harán los vecinos, o las asociaciones vecinales. Porque apostar por las políticas verdes también implica combatir la contaminación acústica.


O ruído e o verde

Se vives na cidade de Lugo e escoitas a alguén dicir que se dirixe ao parque, moitos saberán que se está referindo ao Parque Rosalía de Castro, o primeiro dos parques construídos en Lugo fai máis de cen anos. Despois co paso dos anos fóronse incorporando novos espazos verdes en principio pensados máis como zonas de esparexemento e goce afastados dos ruídos que como pulmóns da cidade, xa que Lugo é unha cidade cunha boa calidade no seu aire.

Aquí as nosas autoridades presumen da súa aposta polo verde, pero esquecendo outro tipo de agresións ambientais, como as acústicas, os ruídos. 

Na nosa cidade non é infrecuente sufrir os tubos de escape trucados de coches e motos, que é difícil crer que poidan pasar a ITV nesas condicións, pero quizá onde máis choca esta contaminación acústica é nos nosos parques. O que debese ser un espazo idílico, un remanso de paz no medio da urbe, en realidade non é tal.

Ese escenario imaxinario de que a contorna dos parques puidese albergar só sons de paxaros ou do vento movendo as ramas das árbores, é iso, imaxinario. Desde hai uns anos apareceron outra clase de ruídos que están a prexudicar sensiblemente o descanso dos veciños das súas contornas. Estou a referirme ás máquinas que utilizan as empresas de xardinería contratadas para manter o parque en condicións. Sopladores, cortacéspedes, recorta sebes..., compiten cando non se complementan realizando á vez as súas tarefas. Eses ruídos non duran unha hora, senón que é moi frecuente escoitalos desde primeiras horas da mañá, facer un breve descanso ao mediodía e retomar a súa guerra ao silencio á hora da sobremesa.

Son máquinas que facilitan o traballo e rendemento de contrátalas, pero que á súa vez están a incumprir coa Ordenanza municipal de Medio ambiente, que nos obriga a todos a cumprir baixo sancións importantes de non facelo.

Hai uns días un medio de comunicación galego titulaba «Veciños de Ferrol contra os sopladores de follas» á vez que anunciaban recollidas de firmas exasperados por tanto ruído. Seguramente este escenario irase repetindo con frecuencia noutras cidades.

Por iso, o Concello de Lugo debe de tomar cartas neste asunto, porque as melloras realizadas no parque son plausibles, pero esquecer a alteración da convivencia por incumprimento de ordenanzas, como a permisividade do botellón ou a utilización de maquinaria que incumpre as súas propias normas, non son unha boa carta de presentación no obxectivo compartido de declarar BIC este fermoso espazo da cidade.

Se as autoridades municipais non toman a iniciativa, estou convencido de que o farán os veciños, ou as asociacións veciñais. Porque apostar polas políticas verdes tamén implica combater a contaminación acústica.

miércoles, 22 de enero de 2025

Rebajas

A nadie que haya caminado por calles o centros comerciales le habrá pasado desapercibido estos días el movimiento de personas cargando con las bolsas de sus compras. Es un fenómeno que se repite todos los años en los meses de enero y julio, son las rebajas, la búsqueda de oportunidades y el ahorro.

Mis pensamientos, por la dedicación profesional y vocacional de la mayor parte de mi vida, me han llevado a buscar analogías con las «rebajas» en acontecimientos recientes de la política española.

Las promesas electorales incumplidas son un claro ejemplo. Proyectos que se anuncian durante las campañas se ven descartados o rebajados después de alcanzar el gobierno. Es la rebaja en la palabra dada, del compromiso firmado con los electores que poco a poco van perdiendo la confianza en los políticos en general.

Se definió a la presente Legislatura como la de la participación ciudadana, el diálogo y la transparencia, pero aquí también llegaron las rebajas. La marca de la casa ha resultado ser la de practicar la aprobación de normas y leyes, abusando de los decretos-leyes por la vía de urgencia, sin participación real de los ciudadanos o de las diferentes representaciones parlamentarias.

La transparencia democrática parece estar en «liquidación». Cada día que prolonga su agonía nuestro Gobierno, se traduce en innumerables ejemplos de retrocesos en la obligación de informar por parte de algunas instituciones, o en los excesivos casos de escándalos por corrupción que ya afectan al entorno político y personal del Presidente del Gobierno. Por mucho menos se justificó la moción de censura que derribó al anterior Presidente, al tiempo que se prometía un gobierno transparente e implacable con las conductas de corrupción. Aquí las rebajas llevan camino de «liquidación por cierre».

A la libertad de expresión también le han llegado las rebajas con los anuncios de una nueva Ley que perseguirá a los medios críticos con el poder, o que exculpará a todos los que hoy se encuentran investigados en casos de corrupción en el entorno del Gobierno.

El espectáculo diario ofrecido por algunos dirigentes está consiguiendo que la degradación de los estándares éticos en la política de España podría merecer el cartel de rebajas en la ética política Son tan repugnantes los giros ideológicos repentinos con la única finalidad de mantener el poder, la rebaja de principios, si algún día los tuvieron, que podríamos estar hablando de «políticos en oferta». Lo preocupante es que, a pesar de haber comprobado el engaño y que el producto ha salido defectuoso, todavía hay quien parece dispuesto a volver a comprarlo.

Son sólo unos pocos ejemplos con los que pretendo hacer una reflexión sobre las consecuencias de aceptar estas rebajas en valores democráticos, en la ética política, en la transparencia, en la participación ciudadana, en la falta de escrúpulos, en la corrupción, en definitiva, a preguntarnos si merece la pena aceptar estos comportamientos por muy rebajados que estén de precio.

Como sociedad lo que deberíamos plantearnos es el precio que estamos dispuestos a pagar, olvidarnos de todo lo que han rebajado y a exigir unos estándares de comportamiento mucho más altos, porque las verdaderas rebajas no deben aplicarse a nuestra libertad.


Rebaixas

A ninguén que camiñase por rúas ou centros comerciais pasoulle desapercibido estes días o movemento de persoas cargando coas bolsas das súas compras. É un fenómeno que se repite todos os anos nos meses de xaneiro e xullo, son as rebaixas, a procura de oportunidades e o aforro.

Os meus pensamentos, pola dedicación profesional e vocacional da maior parte da miña vida, leváronme a buscar analoxías coas «rebaixas» en acontecementos recentes da política española.

As promesas electorais incumpridas son un claro exemplo. Proxectos que se anuncian durante as campañas ven descartados ou rebaixados despois de alcanzar o goberno. É a rebaixa na palabra dada, do compromiso asinado cos electores que aos poucos van perdendo a confianza nos políticos en xeral.

Definiuse á presente Lexislatura como a da participación cidadá, o diálogo e a transparencia, pero aquí tamén chegaron as rebaixas. A marca da casa resultou ser a de practicar a aprobación de normas e leis, abusando dos decretos-lei pola vía de urxencia, sen participación real dos cidadáns ou das diferentes representacións parlamentarias.

A transparencia democrática parece estar en «liquidación». Cada día que prolonga a súa agonía o noso Goberno, tradúcese en innumerables exemplos de retrocesos na obrigación de informar por parte dalgunhas institucións, ou nos excesivos casos de escándalos por corrupción que xa afectan a contorna político e persoal do Presidente do Goberno. Por moito menos xustificouse a moción de censura que derrubou ao anterior Presidente, á vez que se prometía un goberno transparente e implacable coas condutas de corrupción. Aquí as rebaixas levan camiño de «liquidación por peche».

Á liberdade de expresión tamén lle chegaron as rebaixas cos anuncios dunha nova Lei que perseguirá aos medios críticos co poder, ou que exculpará a todos os que hoxe se atopan investigados en casos de corrupción na contorna do Goberno.

O espectáculo diario ofrecido por algúns dirixentes está a conseguir que a degradación dos estándares éticos na política de España podería merecer o cartel de rebaixas na ética política Son tan repugnantes os xiros ideolóxicos repentinos coa única finalidade de manter o poder, a rebaixa de principios, se algún día tivéronos, que poderiamos estar a falar de «políticos en oferta». O preocupante é que, a pesar de comprobar o engano e que o produto saíu defectuoso, aínda hai quen parece disposto a volver compralo.

Son só uns poucos exemplos cos que pretendo facer unha reflexión sobre as consecuencias de aceptar estas rebaixas en valores democráticos, na ética política, na transparencia, na participación cidadá, na falta de escrúpulos, na corrupción, en definitiva, a preguntarnos se merece a pena aceptar estes comportamentos por moi rebaixados que estean de prezo.

Como sociedade o que deberiamos expornos é o prezo que estamos dispostos a pagar, esquecernos de todo o que rebaixaron e a esixir uns estándares de comportamento moito máis altos, porque as verdadeiras rebaixas non deben aplicarse á nosa liberdade.


miércoles, 8 de enero de 2025

Juegos de mesa

Acaban de visitar nuestros hogares los Reyes Magos y todavía se escuchan los bullicios de los más pequeños estrenando sus juguetes. Según lo publicado, los artículos y juguetes tecnológicos siguen siendo los que más espacio ocuparon en las sacas que portaban en sus camellos y no puedo evitar acordarme de aquellos juegos de mesa como el parchís, la oca, el Monopoly o tantos otros con los que de niños, y no tan niños, conseguíamos pasar horas de entretenimiento y convivencia.

Por un momento he pensado en cómo utilizarían algunos de estos juegos de mesa los cientos de aseso-res que trabajan al servicio del gobierno en la Moncloa, o qué enfoque le darían en el propio Go-bierno, donde las tácticas y estrategias marcarían el rumbo del juego. Me pregunto si la política espa-ñola se parece a estos juegos.

Cuando jugaba a estos juegos, lo que nadie quería era caer en el pozo o en la cárcel y, por el contrario, lo que más animaba era ir de oca en oca avanzando rápidamente hacia la casilla final.

En el campo político el parchís representa que los que avanzan lo hacen a base de perjudicar a los otros. En el parchís político cada paso adelante implica un retroceso para alguien más. Aquí “comer ficha” viene siendo el ataque de un partido al otro, no sólo entre Gobierno y oposición, sino también entre el Gobierno y sus socios de investidura. Basten como ejemplo los choques entre coaliciones co-mo Sumar y Podemos.

Como en los juegos de mesa, también en la política hay fichas que acaban en la cárcel, o en un pozo del que tardan en salir.

Cuando jugaba al Monopoly la meta de todos los jugadores estaba en poder comprar las calles más caras y poner hoteles en ellas esperando la caída de los demás jugadores en esas casillas para recibir importantes cantidades en dinero de papel.

En el tablero político español este juego vendría a ser como el reflejo de la acumulación de poder, el control de las instituciones clave, como la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, la televisión pública, el CIS y tantas otras. Aquí la compra no es de calles o casas, en este tablero se ven sustituidas por la compra de votos o territorios por medio de pactos o mociones en ayuntamientos o autonomías.

Al igual que en este juego un jugador podía acabar arruinado, en el otro tablero la bancarrota pública viene dada cuando algunos políticos acaban agotando su credibilidad.

He dejado para el final un clásico, el ajedrez, donde la estrategia y cada movimiento deben anticiparse varios pasos por delante. Aquí hay peleas por ver quién ocupa el centro del tablero, o vemos relación con el papel de los alfiles que juegan los partidos nacionalistas, claves en las mayorías parlamentarias. Como en el ajedrez, las piezas pequeñas a menudo tienen poder para decidir el resultado del juego.

En este juego, el ataque al rey es la clave para ganar la partida, algo que implica movimientos estraté-gicos y riesgos calculados. En nuestro tablero político, las decisiones de Pedro Sánchez para debilitar la posición del Rey Felipe VI tienen un gran riesgo, y es que como en el juego, atacar al rey sin prote-ger tus propias piezas puede conllevar un contraataque letal.

Mi deseo para este año que acaba de comenzar es que en las mesas de nuestros políticos se deje de jugar con nuestro futuro y se practique más la cooperación y la negociación, estrategias donde todos ganan, y ganamos todos.


Xogos de mesa

Acaban de visitar os nosos fogares os Reis Magos e aínda se escoitan os bulicios dos máis pequenos estreando os seus xoguetes. Segundo o publicado, os artigos e xoguetes tecnolóxicos seguen sendo os que máis espazo ocuparon en sácalas que portaban nos seus camelos e non podo evitar acordarme daqueles xogos de mesa como o parchís, a oca, o Monopoly ou tantos outros cos que de nenos, e non tan nenos, conseguiamos pasar horas de entretemento e convivencia.

Por un momento pensei en como utilizarían algúns destes xogos de mesa os centos de asesores que traballan ao servizo do goberno na Moncloa, ou que enfoque #dar no propio Goberno, onde as tácti-cas e estratexias marcarían o rumbo do xogo. Pregúntome se a política española parécese a estes xo-gos.

Cando xogaba a estes xogos, o que ninguén quería era caer no pozo ou no cárcere e, pola contra, o que máis animaba era ir de oca en oca avanzando rapidamente cara á casa final.

No campo político o parchís representa que os que avanzan fano a base de prexudicar aos outros. No parchís político cada paso adiante implica un retroceso para alguén máis. Aquí “comer ficha” vén sen-do o ataque dun partido ao outro, non só entre Goberno e oposición, senón tamén entre o Goberno e os seus socios de investidura. Basten como exemplo os choques entre coalicións como Sumar e Po-demos.

Como nos xogos de mesa, tamén na política hai fichas que acaban no cárcere, ou nun pozo do que tardan en saír.

Cando xogaba ao Monopoly a meta de todos os xogadores estaba en poder comprar as rúas máis caras e poñer hoteis nelas esperando a caída dos demais xogadores nesas casas para recibir importantes can-tidades en diñeiro de papel.

No taboleiro político español este xogo viría ser como o reflexo da acumulación de poder, o control das institucións crave, como a Fiscalía, o Tribunal Constitucional, a televisión pública, o CIS e tantas outras. Aquí a compra non é de rúas ou casas, neste taboleiro ven substituídas pola compra de votos ou territorios por medio de pactos ou mocións en concellos ou autonomías.

Do mesmo xeito que neste xogo un xogador podía acabar arruinado, no outro taboleiro a bancarrota pública vén dada cando algúns políticos acaban esgotando a súa credibilidade.

Deixei para o final un clásico, o xadrez, onde a estratexia e cada movemento deben anticiparse varios pasos por diante. Aquí hai pelexas por ver quen ocupa o centro do taboleiro, ou vemos relación co papel dos alfiles que xogan os partidos nacionalistas, claves nas maiorías parlamentarias. Como no xadrez, as pezas pequenas a miúdo teñen poder para decidir o resultado do xogo.

Neste xogo, o ataque ao rei é a clave para gañar a partida, algo que implica movementos estratéxicos e riscos calculados. No noso taboleiro político, as decisións de Pedro Sánchez para debilitar a posición do Rey Felipe VI teñen un gran risco, e é que como no xogo, atacar ao rei sen protexer as túas propias pezas pode conlevar un contraataque letal.

O meu desexo para este ano que acaba de comezar é que nas mesas dos nosos políticos déixese de xogar co noso futuro e practíquese máis a cooperación e a negociación, estratexias onde todos gañan, e gañamos todos.