miércoles, 2 de abril de 2014

Resaca emocional

Acaban de terminar las exequias y funeral de Estado por el que fuera el primer Presidente del Gobierno de España en nuestra actual democracia y todavía los medios de comunicación y parte de la sociedad española siguen ocupándose de este tema.

He tenido el privilegio de vivir muy de cerca parte de estos actos y me quedo con las imágenes de gestos y expresiones de emoción y cariño que miles de ciudadanos mostraron ante su féretro en la capilla ardiente instalada en el salón de los pasos perdidos del Congreso de los Diputados. Pude ver personas de todas las edades enviando un beso o inclinando la cabeza, reflejando respeto en sus rostros. Pero el denominador común fue la pura y sincera emoción de cada uno de esos miles de ciudadanos.

Me ha llamado la atención, y supongo que a algunos de ustedes también, la forma y manera en que la mayoría de los medios de comunicación han recuperado de la memoria de aquellos tiempos la vida y obra de nuestro expresidente. Una vez más comprobamos que hay que morirse para que se reconozcan todas tus virtudes y, si cabe, se escondan algunos de tus errores. Siempre me pregunté por qué esperamos a que alguien fallezca para otorgarle el reconocimiento debido y las condecoraciones, que ya tienen que ser a titulo póstumo.

De estos momentos históricos me quedo con dos reflexiones.

La primera fruto de la recuperación de la memoria de una parte de nuestra historia democrática. Para alguien como yo que acababa de terminar sus estudios universitarios cuando Suárez peleaba con los golpistas, volver a revivir aquellos días a través de imágenes y artículos periodísticos siempre supone recuperar una nueva perspectiva de la Historia. 

Ahora ya ni parecen tan buenos algunos que entonces fueron calificados de tales, ni tan culpables otros, entonces denostados. A Suárez se lo pusieron muy difícil desde su propio partido y parece ser que también desde las instituciones que en principio más confianza habían depositado en su figura. Su renuncia no fue tan voluntaria como entonces nos hicieron creer, y su servicio a la Corona y a la democracia ahora resultan impagables. De renuncias voluntarias cuando las circunstancias parecen exigirlas, no está precisamente escrita la vida política española, de ahí su valor y consecuencias ahora mejor entendidas.

La segunda reflexión proviene de la actitud de los ciudadanos que se agolparon en las calles para despedir su cuerpo. Pude escuchar en directo algunas de las cosas que nos dijeron a los que formábamos parte de la comitiva que recorrió algunas calles de Madrid, y de ello deberíamos tomar buena nota: “¡aprender de él!”, nos decían.

Con su despedida muy reciente, otorgo el máximo valor al ejemplo de un político que trabajó para y por la defensa de sus ideas con la vista puesta siempre en mejorar las condiciones de vida de los españoles. En plena resaca emocional, reivindico la necesidad de la política en mayúsculas, del sacrificio personal y la búsqueda de los grandes acuerdos que las circunstancias exigen.

Resaca emocional

Acaban de terminar as exequias e funeral de Estado polo que fose o primeiro Presidente do Goberno de España na nosa actual democracia e aínda os medios de comunicación e parte da sociedade española seguen ocupándose deste tema.

Tiven o privilexio de vivir moi de preto parte destes actos e quedo coas imaxes de xestos e expresións de emoción e agarimo que miles de cidadáns mostraron ante o seu féretro na capela ardente instalada no salón dos pasos perdidos do Congreso dos Deputados. Puiden ver persoas de todas as idades enviando un bico ou inclinando a cabeza, reflectindo respecto nos seus rostros. Pero o denominador común foi a pura e sincera emoción de cada un deses miles de cidadáns.

Chamoume a atención, e supoño que a algúns de vostedes tamén, a forma e maneira en que a maioría dos medios de comunicación recuperaron da memoria daqueles tempos a vida e obra do noso expresidente. Unha vez máis comprobamos que hai que morrer para que se recoñezan todas as túas virtudes e, se cabe, escóndanse algúns dos teus erros. Sempre me preguntei por que esperamos a que alguén faleza para outorgarlle o recoñecemento debido e as condecoracións, que xa teñen que ser a titulo póstumo.

Destes momentos históricos quedo con dúas reflexións.

O primeira froito da recuperación da memoria dunha parte da nosa historia democrática. Para alguén como eu que acababa de terminar os seus estudos universitarios cando Suárez pelexaba cos golpistas, volver revivir aqueles días a través de imaxes e artigos xornalísticos sempre supón recuperar unha nova perspectiva da Historia. 

Agora xa nin parecen tan bos algúns que entón foron cualificados de tales, nin tan culpables outros, entón deostados. A Suárez puxéronllo moi difícil desde o seu propio partido e parece ser que tamén desde as institucións que en principio máis confianza depositaran na súa figura. A súa renuncia non foi tan voluntaria como entón fixéronnos crer, e o seu servizo á Coroa e á democracia agora resultan impagables. De renuncias voluntarias cando as circunstancias parecen esixilas, non está precisamente escrita a vida política española, de aí o seu valor e consecuencias agora mellor entendidas.

A segunda reflexión provén da actitude dos cidadáns que se apiñaron nas rúas para despedir o seu corpo. Puiden escoitar en directo algunhas das cousas que nos dixeron aos que formabamos parte da comitiva que percorreu algunhas rúas de Madrid, e diso deberiamos tomar boa nota: “aprender del!”, dicíannos.

Coa súa despedida moi recente, outorgo o máximo valor ao exemplo dun político que traballou para e pola defensa das súas ideas coa vista posta sempre en mellorar as condicións de vida dos españois. En plena resaca emocional, reivindico a necesidade da política en maiúsculas, do sacrificio persoal e a procura dos grandes acordos que as circunstancias esixen.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

en este país nuestro los reconocimientos siempre llegan tarde y mal.
Hoy lo que somos, y lo que tenemos, nuestra libertad incluso, son gracias a las semillas que el se preocupó de plantar

Anónimo dijo...

Coincido en parte
Recuerdo como tanto unos, como los otros, incluidos los tuyos, os preocupasteis de hundirlo bien. más los propios que nadie.
Hoy el pueblo le reconoce la gran labor que hizo en prol de la convivencia. un hombre de estado del que tener que aprender
DEP

Anónimo dijo...

hoy creo que muchos españoles coincidimos en valorar lo que no valoramos en su día.
politico de raza, honrado y al que debemos mucho, incluidos los partidos políticos.
un hombre de honor que no se mereció el trato que le dieron

Anónimo dijo...

esa reflexión que haces es acertada, los ciudadanos pedimos politicos con amplitud de miras, no forofos que se tiran los trastos a la cabeza con tal de sacar o restar un voto.
hay un bien mayor que vosotros, los ciudadanos en su conjunto. y da la sensacion de que solo viven ustedes del enfrentamiento, tan dificil es ceder y consensuar?

manto dijo...

Suárez es visto por la izquierda como una estensión de régimen, como su continuidad, y no hay nada mas falso.
Creo que lo importante es saber adaptarse a los tiempos y a las políticas que la sociedad demanda, y él supo hacerlo ( al igual que Fraga) y no solo supo, sino que promovió que sucedieses.
Creo que noy nadie, con algo de sentido histórico , puede dudar de su valor, y de su aportación a nuestra sociedad.
Más como él harían falta!

lucense dijo...

Señor Joaquín: Lo mismo que le pasó a Suárez parece que le pasó un poco a usted, que se le reconocerán las cosas cuando pasen unos años y esperemos que no demasiado tarde. ¿Se identifica con Suárez? Porque nadie nadie nadie le reconoce a usted las cosas.

lucense dijo...

y digo nadie nadie nadie empezando por los sullos

Anónimo dijo...

Suarez nos ha dado una lección a todos, de todo y en todos los campos
la mas importante: supo estar, y supo irse.
para mi lo mejor de él.

destornillador dijo...

La figura de Suárez ha sido fundamental para que la transición se hiciera de forma correcta y con el máximo consenso posible, España y los españoles le debemos mucho, ya que gracias a su labor y a su sentido de Estado, hoy España es un país democrático.