miércoles, 28 de noviembre de 2012

La estructura institucional

Entre todo lo leído en los últimos días me quedo, para tratar en este breve espacio, con una conferencia pronunciada en Madrid por el Catedrático de Economía en la Universidad de Pensilvania, Profesor Fernández-Villaverde. Entre los problemas que tenemos mencionaba la estructura institucional que adolece de eficacia, junto a otros como un agudo envejecimiento demográfico, el fortísimo endeudamiento privado, el disparado déficit publico, los 750.000 jóvenes españoles que ni estudian ni trabajan, y el que un alto segmento de la población todavía no haya interiorizado la gravedad de nuestra situación. 

Refiriéndose al problema de la estructura de nuestras instituciones el conferenciante ilustraba los cambios que proponía con sencillos ejemplos y comparaciones con otros países. Así, mientras aquí tenemos miles de alcaldes, en muchas ciudades americanas cuentan con auténticos gestores bien pagados que se dedican a resolver los problemas propios de una comunidad y no a debatir en el ámbito municipal si el ayuntamiento esta a favor o en contra de la ampliación de la Unión Europea, del aborto o de la política antiterrorista. Resuelven los problemas de sus vecinos. 

Aquí elegimos personas altamente politizadas, muchas veces sin experiencia profesional, pública o privada, y la sociedad parece preocuparse únicamente de que cuanto menos cobren, mejor, y no de que hagan bien su trabajo. 

Pero los problemas en la selección de responsables de lo público también afecta a los altos cargos del Estado. Mientras nosotros seguimos empeñados en los sistemas de oposiciones que valoran únicamente la capacidad para memorizar temas, en otros países se trata de evaluar la flexibilidad y la capacidad de dirección de las personas. En Inglaterra para seleccionar a los altos miembros de su funcionariado en lugar de tener que aprenderse 250 temas de oposición se les entrevista, se les dan correos electrónicos y se mide su capacidad para procesarlos, presentar la información de manera adecuada y proponer soluciones a los problemas planteados en esos casos prácticos. 

Otro ejemplo, en USA los rectores de las universidades no se votan y eligen en función de su ideología. Allí son seleccionados por comités de notables que tras examinar currículos y realizar entrevistas, trasladan su elección al gobernador del estado que lo ratifica sin preguntar si es de izquierdas o de derechas, porque lo que le importa es que sea una persona con talento y la mejor posible para gestionar una universidad. 

Mientras no seamos capaces de despolitizar la administración y las principales instituciones, nombrando para los puestos de responsabilidad a los más preparados, difícil será la tarea de mejorar nuestra estructura institucional. 

A ello, e igualmente difícil, abría que sumar el adelgazamiento de todo el aparato burocrático, evitando las duplicidades y el elevadísimo número de ayuntamientos y empresas públicas. 

Si no lo hacemos, ni seremos sensatos ni estaremos a la altura de las circunstancias. 


A estrutura institucional

Entre todo o lido nos últimos días quédome, para tratar neste breve espazo, cunha conferencia pronunciada en Madrid polo Catedrático de Economía na Universidade de Pensilvania, Profesor Fernández-Villaverde. Entre os problemas que temos mencionaba a estrutura institucional que adoece de eficacia, xunto a outros como un agudo envellecemento demográfico, o fortísimo endebedamento privado, o disparado déficit publico, os 750.000 mozos españois que nin estudan nin traballan, e o que un alto segmento da poboación aínda non haxa interiorizado a gravidade da nosa situación.

Referíndose ao problema da estrutura das nosas institucións o conferenciante ilustraba os cambios que propuña con sinxelos exemplos e comparacións con outros países. Así, mentres aquí temos miles de alcaldes, en moitas cidades americanas contan con auténticos xestores ben pagados que se dedican a resolver os problemas propios dunha comunidade e non a debater no ámbito municipal se o concello esta a favor ou en contra da ampliación da Unión Europea, do aborto ou da política antiterrorista. Resolven os problemas dos seus veciños.

Aquí eliximos persoas altamente politizadas, moitas veces sen experiencia profesional, pública ou privada, e a sociedade parece preocuparse unicamente de que canto menos cobren, mellor, e non de que fagan ben o seu traballo.

Pero os problemas na selección de responsables do público tamén afecta aos altos cargos do Estado. Mentres nós seguimos empeñados nos sistemas de oposicións que valoran unicamente a capacidade para memorizar temas, noutros países trátase de avaliar a flexibilidade e a capacidade de dirección das persoas. En Inglaterra para seleccionar aos altos membros do seu funcionariado en lugar de ter que aprenderse 250 temas de oposición entrevístaselles, dánselles correos electrónicos e mídese a súa capacidade para procesalos, presentar a información de xeito adecuado e propor solucións aos problemas expostos neses casos prácticos. 

Outro exemplo, en USA os reitores das universidades non se votan e elixen en función da súa ideoloxía. Alí son seleccionados por comités de notables que tras examinar currículos e realizar entrevistas, trasladan a súa elección ao gobernador do estado que o ratifica sen preguntar se é de esquerdas ou de dereitas, porque o que lle importa é que sexa unha persoa con talento e a mellor posible para xestionar unha universidade. 

Mentres non sexamos capaces de despolitizar a administración e as principais institucións, nomeando para os postos de responsabilidade aos máis preparados, difícil será a tarefa de mellorar a nosa estrutura institucional.

A iso, e igualmente difícil, abría que sumar o adelgazamento de todo o aparello burocrático, evitando as duplicidades e o elevadísimo número de concellos e empresas públicas.

Se non o facemos, nin seremos sensatos nin estaremos á altura das circunstancias.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Deshaucios

Pocas veces se han sumado tantas voluntades, y espero que también unanimidades, a la hora de dar respuesta a un problema social de cierta envergadura.

El problema de los desahucios por falta de pago en las hipotecas contraídas para la adquisición de una vivienda, ni es nuevo ni probablemente sea la última vez que ocupe noticias en todos los telediarios, en este y en otros países.

Hace tiempo que dije en esta mismas páginas, que durante un buen periodo de tiempo, los ciudadanos de muchos países vivimos épocas de consumismo exagerado, épocas donde muchos se lanzaron a vivir por encima de sus posibilidades reales. Incluyo aquí también a las administraciones públicas.

Era frecuente ver a entidades financieras conceder préstamos e hipotecas a diestro y siniestro, financiando el cien por cien de la compra y añadiendo al ya por si elevado importe de una vivienda, y en un mismo paquete, el importe de la compra del vehículo o el amueblamiento del nuevo hogar. Los controles fueron escasos, incluso por el Banco de España, y así llegamos al momento en que impactados de lleno por una grave crisis económica, que en España ya ha dejado sin trabajo a la cuarta parte de su población activa, han sido muchos los que han tenido que dejar de pagar al banco para poder comer ellos y sus familias.

Las noticias de personas agobiadas por su situación económica que han llegado a la desesperación e incluso a quitarse la vida, han sido el detonante para que la sociedad civil y las instituciones reaccionaran ante esta situación que afecta en España a más de doscientas nuevas familias cada día.

Gobierno, partidos políticos, Ayuntamientos, Bancos, Cajas de ahorros, Jueces, sindicatos policiales, cerrajeros, movimientos sociales, etc. han trasladado sus puntos de vista y sus propuestas al conjunto de la sociedad. La preocupación es compartida.

El problema no tiene fácil solución, ya que guardar el equilibrio entre el respeto a la Ley y la excepcionalidad a la misma, bordea el mas difícil todavía. Si fuese fácil ya se habría abordado hace tiempo y no cuando las consecuencias tienen en algunos casos imposible remedio. La Ley Hipotecaria es antigua ya que pronto cumplirá doscientos años, pero es ahora cuando se habla de revisarla. 

Sin quitar hierro al drama humano que supone la pérdida de tu proyecto de vida, quedarse sin trabajo, sin tu casa, quiero resaltar la parte más positiva de lo que está aconteciendo. Que el gobierno y el principal partido de la oposición, que gobernó España los últimos ocho años, se sienten en una mesa con voluntad de llegar a un acuerdo, es toda una buena noticia.

Lo preocupante sería que queriendo resolver un drama social, se practicase la demagogia y se cometieran chapuzas jurídicas que dieran al traste con la poca confianza que genera nuestro país ante los ojos de quienes quieran, a pesar de todo, seguir invirtiendo en España. 

Máxima sensibilidad y prudencia para encontrar la luz ante tanta agonía.


Desafiuzamentos

Poucas veces sumáronse tantas vontades, e espero que tamén unanimidades, á hora de dar resposta a un problema social de certa envergadura.

O problema dos desafiuzamentos por falta de pago nas hipotecas contraídas para a adquisición dunha vivenda, nin é novo nin probablemente sexa a última vez que ocupe noticias en todos os telexornais, en leste e noutros países.

Fai tempo que dixen nesta mesmas páxinas, que durante un bo período de tempo, os cidadáns de moitos países vivimos épocas de consumismo esaxerado, épocas onde moitos lanzáronse a vivir por encima das súas posibilidades reais. Inclúo aquí tamén ás administracións públicas.

Era frecuente ver a entidades financeiras conceder préstamos e hipotecas a torto e a dereito, financiando o cento por cento da compra e engadindo ao xa por se elevado importe dunha vivenda, e nun mesmo paquete, o importe da compra do vehículo ou o amueblamiento do novo fogar. Os controis foron escasos, ata polo Banco de España, e así chegamos ao momento en que impactados de cheo por unha grave crise económica, que en España xa deixou sen traballo á cuarta parte da súa poboación activa, foron moitos os que tiveron que deixar de pagar ao banco para poder comer eles e as súas familias.

As noticias de persoas angustiadas pola súa situación económica que chegaron á desesperación e ata a quitarse a vida, foron o detonante para que a sociedade civil e as institucións reaccionasen ante esta situación que afecta en España a máis de duascentas novas familias cada día.

Goberno, partidos políticos, Concellos, Bancos, Caixas de aforros, Xuíces, sindicatos policiais, cerrajeros, movementos sociais, etc. trasladaron os seus puntos de vista e as súas propostas ao conxunto da sociedade. A preocupación é compartida.

O problema non ten fácil solución, xa que gardar o equilibrio entre o respecto á Lei e a excepcionalidade á mesma, bordea o mais difícil aínda. Se fose fácil xa se abordou fai tempo e non cando as consecuencias teñen nalgúns casos imposible remedio. A Lei Hipotecaria é antiga xa que pronto cumprirá douscentos anos, pero é agora cando se fala de revisala. 

Sen quitar ferro ao drama humano que supón a perda do teu proxecto de vida, quedar sen traballo, sen a túa casa, quero resaltar a parte máis positiva do que está acontecendo. Que o goberno e o principal partido da oposición, que gobernou España os últimos oito anos, senten nunha mesa con vontade de chegar a un acordo, é toda unha boa noticia.

O preocupante sería que querendo resolver un drama social, practicásese a demagoxia e cometésense chapuzas xurídicas que desen ao traste coa pouca confianza que xera o noso país ante os ollos de quen queiran, a pesar de todo, seguir investindo en España. 

Máxima sensibilidade e prudencia para atopar a luz ante tanta agonía.