miércoles, 27 de junio de 2012

Contrastes

Siempre me han llamado la atención las situaciones cambiantes en cortos espacios de tiempo o los contrastes emocionales que la especie humana es capaz de exteriorizar con una facilidad pasmosa.

En estos últimos días nadie ha sido ajeno a dos grandes tipos de eventos bien diferenciados, en el fondo y en las formas.

Por una parte las convulsiones económicas de la zona euro con las consiguientes reacciones de políticos y mercados, y por otra los intensos acontecimientos deportivos, que van desde el torneo de tenis más prestigioso hasta la Fórmula 1 en Valencia, pasando por los partidos de la Eurocopa y el emocionante y merecido ascenso del C.D. Lugo a la segunda división.

Ambos tipos de acontecimientos, bien diferenciados en sus repercusiones sociales y mediáticas, sin olvidar las económicas, presentan a su vez elementos comunes que me gustaría resaltar. Cuando una sociedad se encuentra anímicamente deprimida lo que necesita y celebra, cuando se producen, son los éxitos de sus líderes, en este caso de los deportistas que en diferentes escenarios celebran victorias abrazados a nuestra bandera mientras suena el himno nacional de España.

Desde Rafa Nadal hasta Fernando Alonso, pasando por la selección nacional de fútbol o los jugadores del Lugo , nos han provocado intensas emociones y vibrantes escenas que trascienden lo deportivo.

Decía Marta Rivera Cruz en uno de sus tweets de este domingo “Alonso, Xabi Alonso, Pau Gasol, Rafa Nadal, Iker Casillas: un país que echa al mundo gente así tiene que ser capaz de salir adelante”. Tienes razón Marta, y podríamos completar este artículo con más nombres de otros deportistas más modestos que también están contribuyendo al éxito español y no habría espacio suficiente en esta página.

Pero es aquí donde se producen los contrastes. Me pregunto por qué solamente cuando se están jugando campeonatos deportivos importantes somos capaces de sacar a la calle, a nuestros balcones, jardines o coches, la bandera de España, y no cuando celebramos fechas históricas o tradicionales vinculadas a nuestro país.

Mientras la selección española se jugaba su pase a la semifinal, el Presidente del Gobierno de España se dedicaba a recorrer medio mundo en una agenda cargada de importantes encuentros, que tenían como denominador común plantear la necesidad de afrontar una crisis económica que no sólo nos compete a nosotros, que también, sino que requiere soluciones conjuntas de todos los líderes europeos. Las negociaciones están abiertas todavía, pero aunque vayan por buen camino y culminen con éxitos para España dudo mucho que cuando lleguen los celebremos igual que un gol de Xabi Alonso.
Contrastes de una sociedad que celebra ansiosa los éxitos deportivos, mientras sigue considerando a sus políticos como el tercero de sus problemas. Mientras no hagamos méritos para cambiar lo segundo que continúen las alegrías celebrando lo primero.

Contrastes


Sempre me chamaron a atención as situacións cambiantes en curtos espazos de tempo ou os contrastes emocionais que a especie humana é capaz de exteriorizar cunha facilidade abraiante.

Nestes últimos días ninguén foi alleo a dous grandes tipos de eventos ben diferenciados, no fondo e nas formas.

Por unha banda as convulsións económicas da zona euro coas consecuentes reaccións de políticos e mercados, e por outra os intensos acontecementos deportivos, que van desde o torneo de tenis máis prestixioso ata a Fórmula 1 en Valencia, pasando polos partidos da Eurocopa e o emocionante e merecido ascenso do C.D. Lugo á segunda división.

Ambos os tipos de acontecementos, ben diferenciados nas súas repercusións sociais e mediáticas, sen esquecer as económicas, presentan á súa vez elementos comúns que me gustaría resaltar. Cando unha sociedade atópase animicamente deprimida o que necesita e celebra, cando se producen, son os éxitos dos seus líderes, neste caso dos deportistas que en diferentes escenarios celebran vitorias abrazados á nosa bandeira mentres soa o himno nacional de España.

Desde Rafa Nadal ata Fernando Alonso, pasando pola selección nacional de fútbol ou os xogadores do Lugo , provocáronnos intensas emocións e vibrantes escenas que transcenden o deportivo.

Dicía Marta Rivera Cruz nun das súas tweets deste domingo “Alonso, Xabi Alonso, Pau Gasol, Rafa Nadal, Iker Casillas: un país que bota ao mundo xente así ten que ser capaz de saír adiante”. Tes razón Marta, e poderiamos completar este artigo con máis nomes doutros deportistas máis modestos que tamén están contribuíndo ao éxito español e non habería espazo suficiente nesta páxina.

Pero é aquí onde se producen os contrastes. Pregúntome por que soamente cando se están xogando campionatos deportivos importantes somos capaces de sacar á rúa, aos nosos balcóns, xardíns ou coches, a bandeira de España, e non cando celebramos datas históricas ou tradicionais vinculadas ao noso país.

Mentres a selección española xogábase o seu pase á semifinal, o Presidente do Goberno de España dedicábase a percorrer medio mundo nunha axenda cargada de importantes encontros, que tiñan como denominador común expor a necesidade de afrontar unha crise económica que non só nos compete a nós, que tamén, senón que require solucións conxuntas de todos os líderes europeos. As negociacións están abertas aínda, pero aínda que vaian por bo camiño e culminen con éxitos para España dubido moito que cando cheguen celebrémolos igual que un gol de Xabi Alonso.

Contrastes dunha sociedade que celebra ansiosa os éxitos deportivos, mentres segue considerando aos seus políticos como o terceiro dos seus problemas. Mentres non fagamos méritos para cambiar o segundo que continúen as alegrías celebrando o primeiro.

miércoles, 13 de junio de 2012

Gentes de la mar

Todavía con salitre en la cara  por las horas transcurridas a bordo en aguas de Corcubión y Finisterre, me dispongo a escribir unas líneas sobre nuestras gentes que se ganan la vida en la pesca artesanal.

Hace ocho años asumí la portavocía de pesca en el Congreso de los Diputados y desde entonces fueron muchas las conversaciones con organizaciones pesqueras, Cofradías de Pescadores, empresarios y hombres y mujeres que se ganan, y a veces se dejan, la vida en la mar.

Oficio duro y sacrificado. “El mar quiere valientes” repite con frecuencia un amigo. Pero aun así un hermoso trabajo cuando el telón de fondo lo conforman las rías gallegas.

Durante años el sector pesquero fue sinónimo de ingresos que otros no obtenían y era habitual ver cómo en poblaciones costeras los jóvenes que se embarcaban, al tocar puerto por pocos días, eran la envidia de sus amigos a la vista del dinero que manejaban. Aquella situación fue cambiando, y la construcción en los años de euforia se llevo a muchos de aquellos tripulantes y a las futuras incorporaciones a buscar fortuna entre andamios. Poco a poco aquellos rostros de nativos de Burela o Celeiro fueron sustituyéndose por otros procedentes de Cabo Verde, Senegal, Perú y otros lejanos países.

Se han sucedido cambios en las tripulaciones, pero también en leyes y normas, especialmente las comunitarias. Cambios en la situación de los diferentes caladeros a nivel de recursos pero también de conservación de los mismos. Pero a pesar de ello, ahí siguen nuestras mujeres y hombres buscándose la vida entre marea y marea, entre roca y roca, de día y de noche, en invierno y en verano.

Hoy los vi de cerca en plena faena, hablé con ellos y escuché sus preocupaciones. Son marineros artesanales, es decir que faenan cerca de la costa, con artes respetuosas con el medio marino y en pequeñas embarcaciones. Están preocupados porque en estos meses se está dilucidando su futuro en las mesas de los consejos de ministros europeos de pesca, y lo están porque una nueva reforma en materia reguladora de la actividad pesquera se cierne sobre ellos con más sombras que luces.

Salen de sus casas a las cuatro de la madrugada y no regresan hasta las tres de la tarde. A esa hora pondrán en la lonja sus capturas, escasas y valiosas, para intentar cuadrar con estos ingresos los múltiples gastos de explotación de sus pequeñas embarcaciones.

Su futuro depende de decisiones aparentemente sencillas, como por ejemplo poner de acuerdo a todos los países en definir lo que se entiende por pesca artesanal.

Mientras los técnicos y políticos nos ponemos de acuerdo, ellos sólo quieren que esta actividad tenga futuro y que sus hijos, con las puertas cerradas en otros campos por la crisis económica, puedan elegir como opción, como modo de ganarse la vida la de extraer a diario los recursos que tanto apreciamos cuando los saboreamos en nuestras mesas.

Las olas que hoy salpicaron nuestras caras merecieron la pena. Esta es la verdadera política. Así es como hay que mojarse.

 

Xentes da mar


Aínda con salitre na cara polas horas transcorridas a bordo en augas de Corcubión e Finisterre, dispóñome a escribir unhas liñas sobre as nosas xentes que se gañan a vida na pesca artesanal.

Fai oito anos asumín a portavocía de pesca no Congreso dos Deputados e desde entón foron moitas as conversacións con organizacións pesqueiras, Confrarías de Pescadores, empresarios e homes e mulleres que se gañan, e ás veces déixanse, a vida na mar.

Oficio duro e sacrificado. ?O mar quere valentes? repite con frecuencia un amigo. Pero aínda así un fermoso traballo cando o pano de fondo confórmano as rías galegas.

Durante anos o sector pesqueiro foi sinónimo de ingresos que outros non obtiñan e era habitual ver como en poboacións costeiras os mozos que se embarcaban, ao tocar porto por poucos días, eran a envexa dos seus amigos á vista do diñeiro que manexaban. Aquela situación foi cambiando, e a construción nos anos de euforia levo a moitos daqueles tripulantes e ás futuras incorporacións a buscar fortuna entre estadas. Aos poucos aqueles rostros de nativos de Burela ou Celeiro foron substituíndose por outros procedentes de Cabo Verde, Senegal, Perú e outros afastados países.

Sucedéronse cambios nas tripulacións, pero tamén en leis e normas, especialmente as comunitarias. Cambios na situación dos diferentes caladoiros a nivel de recursos pero tamén de conservación dos mesmos. Pero a pesar diso, aí seguen as nosas mulleres e homes buscándose a vida entre marea e marea, entre roca e roca, de día e de noite, no inverno e no verán.

Hoxe vinos de cerca en plena faena, falei con eles e escoitei as súas preocupacións. Son mariñeiros artesanais, é dicir que faenan preto da costa, con artes respectuosas co medio mariño e en pequenas embarcacións. Están preocupados porque nestes meses estase dilucidando o seu futuro nas mesas dos consellos de ministros europeos de pesca, e estano porque unha nova reforma en materia reguladora da actividade pesqueira se cerne sobre eles con máis sombras que luces.

Saen das súas casas ás catro da madrugada e non regresan ata as tres da tarde. A esa hora porán na lonxa as súas capturas, escasas e valiosas, para intentar cadrar con estes ingresos os múltiples gastos de explotación das súas pequenas embarcacións.

O seu futuro depende de decisións aparentemente sinxelas, por exemplo pór de acordo a todos os países en definir o que se entende por pesca artesanal.

Mentres os técnicos e políticos pómonos de acordo, eles só queren que esta actividade teña futuro e que os seus fillos, coas portas pechadas noutros campos pola crise económica, poidan elixir como opción, como modo de gañarse a vida a de extraer a diario os recursos que tanto apreciamos cando os saboreamos nas nosas mesas.

As ondas que hoxe salpicaron as nosas caras mereceron a pena. Esta é a verdadeira política. Así é como hai que mollarse.