miércoles, 22 de agosto de 2018

Gratis pero caro

La tragedia ocurrida al derrumbarse un puente por el que transitaban a diario miles de vehículos que utilizan las autopistas italianas no solo ha causado conmoción por la dureza de las imágenes y el elevado numero de víctimas, sino que también ha reabierto el debate sobre el mantenimiento de las infraestructuras públicas.

Nuestros medios nacionales y locales, entre ellos El Progreso por supuesto, han publicado artículos sobre el estado y conservación de nuestros puentes, incluyendo los de Lugo. Hasta ahora la disculpa del mal estado del último puente que se construyó sobre el Miño en nuestra ciudad residía en pasarse la pelota entre el Ayuntamiento y el Ministerio de Fomento. Ahora que ambos organismos están gobernados por el mismo partido veremos si se soluciona o se inventan nuevos culpables.

Casi al mismo tiempo en el puerto de Vigo se venía abajo una importante superficie de una plataforma volada sobre el mar. Pudo ser una tragedia pero esta vez la suerte acompañó y aunque resultaron heridas más de trescientas personas no hubo fallecidos. También la polémica está servida con un nuevo pase de pelota culpabilizadora entre el alcalde olívico y la autoridad portuaria.

Estos sucesos me han permitido volver a pedir mesura a la hora de exigir desde los ayuntamientos a otras administraciones que se construyan nuevas dotaciones en las ciudades, sabiendo desde el principio que una vez terminadas les serán entregadas para que se hagan cargo de su mantenimiento como nuevos propietarios.

Pocos particulares compran una vivienda o un coche que estén por encima de sus posibilidades, no solo en el desembolso inicial, sino en aquellas cuyo mantenimiento y gastos de conservación superen su capacidad económica, pero en la administración pocas veces se aplican estos criterios. He conocido casos de regidores municipales empujados por sus vecinos a exigir instalaciones deportivas, paseos fluviales, auditorios, polígonos industriales, casas de la cultura, parques infantiles, museos, y un largo etcétera de infraestructuras que, al poco tiempo de ser obtenidas, han quedado obsoletas o en estado de abandono por falta de recursos para mantenerlas. Y es que lo que no supone un esfuerzo económico propio, lo que no sale directamente de tu bolsillo, a algunos parece que no les duele que se estropee.

En Lugo tenemos varios ejemplos. Museos bajo tierra que casi alcanzan el millón de euros al año solo para mantenerlos abiertos; auditorios terminados y sin utilizar que ven como el paso del tiempo por solo acarrea desperfectos antes de su uso; proyectos de estaciones de autobuses lejos del centro cuando ya existe una perfectamente ubicada y cuyo coste de modernización sería una inversión razonable frente a la fiebre de tirar con lo que hay y hacer nuevos edificios, aunque luego tengan poco uso... Así podríamos seguir poniendo ejemplos que no tendrían cabida en este espacio. Ejemplos del irresponsable uso y gestión de los recursos públicos, que como su propia palabra indica son de todos porque los pagamos entre todos, aunque la gestión sea de unos pocos que en ocasiones son gestores irresponsables. 

Exijamos lo que podamos mantener porque lo importante no es que te salga gratis, sino que lo necesites, lo utilices y mantengas en buen uso de conservación. De lo contrario lo que parece gratis nos suele salir muy caro.

Gratis pero caro

A traxedia ocorrida ao derrubarse unha ponte polo que transitaban a diario miles de vehículos que utilizan as autoestradas italianas non só causou conmoción pola dureza das imaxes e o elevado numero de vítimas, senón que tamén reabriu o debate sobre o mantemento das infraestruturas públicas.

Os nosos medios nacionais e locais, entre eles O Progreso por suposto, publicaron artigos sobre o estado e conservación das nosas pontes, incluíndo os de Lugo. Ata agora a desculpa do mal estado da última ponte que se construíu sobre o Miño na nosa cidade residía en pasarse a pelota entre o Concello e o Ministerio de Fomento. Agora que ambos os organismos están gobernados polo mesmo partido veremos se se soluciona ou se inventan novos culpables.

Case ao mesmo tempo no porto de Vigo viña abaixo unha importante superficie dunha plataforma voada sobre o mar. Puido ser unha traxedia pero esta vez a sorte acompañou e aínda que resultaron feridas máis de trescentas persoas non houbo falecidos. Tamén a polémica está servida cun novo pase de pelota culpabilizadora entre o alcalde olívico e a autoridade portuaria.

Estes sucesos permitíronme volver pedir mesura á hora de esixir desde os concellos a outras administracións que se constrúan novas dotacións nas cidades, sabendo desde o principio que unha vez terminadas seranlles entregadas para que se fagan cargo do seu mantemento como novos propietarios.

Poucos particulares compran unha vivenda ou un coche que estean por encima das súas posibilidades, non só no desembolso inicial, senón naquelas cuxo mantemento e gastos de conservación superen a súa capacidade económica, pero na administración poucas veces aplícanse estes criterios. Coñecín casos de rexedores municipais empuxados polos seus veciños para esixir instalacións deportivas, paseos fluviais, auditorios, polígonos industriais, casas da cultura, parques infantís, museos, e un longo etcétera de infraestruturas que, ao pouco tempo de ser obtidas, quedaron obsoletas ou en estado de abandono por falta de recursos para mantelas. E é que o que non supón un esforzo económico propio, o que non sae directamente do teu peto, a algúns parece que non lles doe que se estrague.

En Lugo temos varios exemplos. Museos baixo terra que case alcanzan o millón de euros ao ano só para mantelos abertos; auditorios terminados e sen utilizar que ven como o paso do tempo por só carrexa danos antes do seu uso; proxectos de estacións de autobuses lonxe do centro cando xa existe unha perfectamente situada e cuxo custo de modernización sería un investimento razoable fronte á febre de tirar co que hai e facer novos edificios, aínda que logo teñan pouco uso... Así poderiamos seguir poñendo exemplos que non terían cabida neste espazo. Exemplos do irresponsable uso e xestión dos recursos públicos, que como a súa propia palabra indica son de todos porque os pagamos entre todos, aínda que a xestión sexa duns poucos que en ocasións son xestores irresponsables. 

Esixamos o que podamos manter porque o importante non é que che salga gratis, senón que o necesites, utilícelo e manteñas en bo uso de conservación. De non ser así o que parece gratis adóitanos saír moi caro.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Cosas dignas

Hace calor en estos días de un tardío verano pero las redes sociales parecen indiferentes a estas temperaturas y en ellas no dejan de circular noticias y videos. Dos de estos, protagonizados por dos Pedros, han inspirado este articulo.

En el primero de ellos se recoge una parte del discurso pronunciado por el Doctor Pedro Cavadas al ser nombrado Doctor honoris causa por la Universidad valenciana. Discurso peculiar, en su estilo, reivindicando la calidad, el esfuerzo, el trabajo y la búsqueda de la excelencia, diciéndoles a los estudiantes que los vagos populares no son el modelo a seguir y haciendo una descripción poco alentadora de la humanidad, “que no tiene arreglo posible porque la especie humana es un mono mentiroso, ladrón, vago y todo esto junto, afeitados y vestidos, el ser humano da el pego y a ratitos muy poquita gente hace cosos dignas”.

Estas últimas palabras, muy poquita gente y cosas dignas, me llevan al segundo de los videos que entraron en mi móvil. Un resumen de la labor desempeñada por un sacerdote de 70 años y de origen argentino, su trabajo en la comunidad de uno de los países más pobres del planeta donde miles de niños mueren entre el olvido.

El Padre Pedro Opeka, que de niño había aprendido el oficio de albañil y que siendo un joven sacerdote quedo impresionado al llegar a Madagascar de la extrema pobreza en la que vivían muchos de sus habitantes, decidió quedarse allí para tratar de darle a sus pobladores una vida más digna.

Cultivó y les enseñó a cultivar el arroz y así paliar el hambre. Enseñó a leer y a escribir a miles de niños mientras transmitía sus conocimientos de los oficios de la construcción a los adultos. Así, levantaron centenares de casas en lugares donde hasta entonces solo había basureros, llevó el agua potable hasta ellas y redujo la mortalidad infantil.

Hoy la ciudad de Akamasoa esta compuesta por 17 pueblecitos con 4 escuelas primarias, 3 secundarias, un liceo para adultos, un jardín de infancia y 4 bibliotecas, talleres de empleo y diferentes oficios que permiten a su población generar sus ingresos. En definitiva, impulsó la cultura del trabajo frente al asistencialismo permanente. Trabajo, escolarización y disciplina.

Para el Padre Pedro “los planes de asistencia social son lo peor que se le puede hacer a un pobre. El asistencialismo prolongado denigra a las personas y los vuelve inútiles”. “Enseñarles a valerse por si mismos a confiar en su capacidad, sacar el máximo provecho y saber que con el trabajo y el esfuerzo todo es posible”

Dos mundos muy distantes, dos países muy diferentes, dos Pedros practicando el esfuerzo y el trabajo como formulas de éxito vital.

Entre “esa poquita gente que hace cosas dignas” y que dignifica a la especie humana esta este misionero para tantos desconocido, que no ocupa ni un segundo de los telediarios donde los protagonistas son los fichajes del verano. 

En medio de los modelos que muchos jóvenes se empeñan en imitar, el de los “vagos simpáticos que ganan mucha pasta haciéndose famosos en la octava edición de Gran Hermano” que decía el doctor Cavadas, está el modelo a seguir, el de la grandeza de seres humanos como el del Padre Pedro, el de las cosas más que dignas. 

Cousas dignas


Fai calor nestes días dun tardío verán pero as redes sociais parecen indiferentes a estas temperaturas e nelas non deixan de circular noticias e vídeos. Dous destes, protagonizados por dous Pedros, inspiraron leste articulo.

No primeiro deles recóllese unha parte do discurso pronunciado polo Doutor Pedro Cavadas ao ser nomeado Doutor honoris causa pola Universidade valenciana. Discurso peculiar, no seu estilo, reivindicando a calidade, o esforzo, o traballo e a procura da excelencia, dicíndolles aos estudantes que os vagos populares non son o modelo para seguir e facendo unha descrición pouco alentadora da humanidade, “que non ten arranxo posible porque a especie humana é un mono mentireiro, ladrón, vago e todo isto xunto, afeitados e vestidos, o ser humano dá o pego e a ratiños moi pouquiña xente fai cosos dignas”.

Estas últimas palabras, moi pouquiña xente e cousas dignas, lévanme ao segundo dos vídeos que entraron no meu móbil. Un resumo do labor desempeñado por un sacerdote de 70 anos e de orixe arxentina, o seu traballo na comunidade dun dos países máis pobres do planeta onde miles de nenos morren entre o esquecemento.

O Pai Pedro Opeka, que de neno aprendera o oficio de albanel e que sendo un novo sacerdote quedo impresionado ao chegar a Madagascar da extrema pobreza na que vivían moitos dos seus habitantes, decidiu quedar alí para tratar de darlle aos seus poboadores unha vida máis digna.

Cultivou e ensinoulles a cultivar o arroz e así paliar a fame. Ensinou a ler e a escribir a miles de nenos mentres transmitía os seus coñecementos dos oficios da construción aos adultos. Así, levantaron centenares de casas en lugares onde ata entón só había vertedoiros, levou a auga potable ata elas e reduciu a mortalidade infantil.

Hoxe a cidade de Akamasoa esta composta por 17 aldeíñas con 4 escolas primarias, 3 secundarias, un liceo para adultos, un xardín de infancia e 4 bibliotecas, talleres de emprego e diferentes oficios que permiten á súa poboación xerar os seus ingresos. En definitiva, impulsou a cultura do traballo fronte á asistencia permanente. Traballo, escolarización e disciplina.

Para o Pai Pedro “os plans de asistencia social son o peor que se lle pode facer a un pobre. A asistencia prolongado denigra ás persoas e vólveos inútiles”. “Ensinarlles a valerse por se mesmos a confiar na súa capacidade, sacar o máximo proveito e saber que co traballo e o esforzo todo é posible”

Dous mundos moi distantes, dous países moi diferentes, dous Pedros practicando o esforzo e o traballo como formulas de éxito vital.

Entre “esa pouquiña xente que fai cousas dignas” e que dignifica á especie humana esta este misioneiro para tantos descoñecido, que non ocupa nin un segundo dos telexornais onde os protagonistas son as fichaxes do verán. 

No medio dos modelos que moitos mozos empéñanse en imitar, o dos “vagos simpáticos que gañan moita pasta facéndose famosos na oitava edición de Gran Irmán” que dicía o doutor Cavadas, está o modelo para seguir, o da grandeza de seres humanos como o do Pai Pedro, o das cousas máis que dignas.