miércoles, 27 de diciembre de 2017

Los discursos del Rey

La noche del 24 de diciembre tuvimos una nueva ocasión de escuchar a nuestro Rey en el ya tradicional discurso navideño. Era la primera ocasión tras dirigirse a los españoles después del histórico discurso del 3 de octubre en respuesta al golpe independentista.

El del 3 de octubre marcó un antes y un después dentro del proceso de golpe en Cataluña y actuó como resorte en la respuesta y reacción colectiva del Estado ante lo que, y recordando sus propias palabras, calificó como “una deslealtad inadmisible”. Aquel discurso ya forma parte de la Historia de su reinado y sirvió también para reafirmar la solidez de la monarquía parlamentaria en España.

El discurso navideño contenía mensajes directos en los que, al tiempo que llamaba a las cosas por su nombre, predominaba el tono conciliador. Además de abordar un repaso a los grandes retos y preocupaciones de los españoles en estos momentos como la violencia de género, el empleo, el terrorismo yihadista, el cambio climático y sus consecuencias, la corrupción… dedicaba también un espacio significativo y especial a Cataluña y la nueva etapa abierta tras la elecciones del pasado día 21 de diciembre, después de un año “difícil para nuestra vida en común”, en el que recalcó que no se puede repetir el mismo camino que ha dividido seriamente a familias y amigos. El único camino posible nos lo señaló en sus palabras, el que recorramos sin enfrentamientos ni exclusiones. 

Nuestro Jefe de Estado enumeró una buena relación de los méritos que tiene España, méritos que con frecuencia tendemos a olvidar por considerarlos etéreos. Así se refirió a los méritos como sociedad, como democracia, realidad histórica plural y unida, como país europeo moderno y avanzado y en sus propias palabras “inspirada en una irrenunciable voluntad de concordia”.

Si estas citas fueron importantes, relevante resultó su referencia explicita al reconocimiento del sentimiento nacional español que afloró ante el desafío independentista poniendo énfasis espacial en sus hondas raíces “mucho más de lo que podíamos imaginar”, algo de lo que todos hemos sido conscientes con enorme satisfacción y de lo que debemos sentirnos orgullosos sin ningún tipo de complejos, infundiendo renovadas esperanzas para afrontar unidos los retos que tenemos por delante.

La petición de Felipe VI para esta nueva etapa resulta clara en su llamamiento a la concordia: respetar la pluralidad defendiendo las ideas pero sin imposición a los demás. Claro mensaje a los nacionalistas que en estos días realizan cábalas para la formación de un gobierno que pretende volver a contar con políticos huidos de España o imputados por graves faltas que podrían acabar en importantes condenas. Un mensaje a los nacionalistas para que, de gobernar, lo hagan para todos los catalanes, recuperando la convivencia y la serenidad.

Los discursos del Rey son los de un monarca cercano y útil a los españoles, por eso son algo más que discursos.

Os discursos do Rey

A noite do 24 de decembro tivemos unha nova ocasión de escoitar ao noso Rey no xa tradicional discurso do Nadal. Era a primeira ocasión tras dirixirse aos españois despois do histórico discurso do 3 de outubro en resposta ao golpe independentista.

O do 3 de outubro marcou un antes e un despois dentro do proceso de golpe en Cataluña e actuou como resorte na resposta e reacción colectiva do Estado ante o que, e lembrando as súas propias palabras, cualificou como “unha deslealdade inadmisible”. Aquel discurso xa forma parte da Historia do seu reinado e serviu tamén para reafirmar a solidez da monarquía parlamentaria en España.

O discurso do Nadal contiña mensaxes directas nos que, á vez que chamaba ás cousas polo seu nome, predominaba o ton conciliador. Ademais de abordar un repaso aos grandes retos e preocupacións dos españois nestes momentos como a violencia de xénero, o emprego, o terrorismo yihadista, o cambio climático e as súas consecuencias, a corrupción… dedicaba tamén un espazo significativo e especial a Cataluña e a nova etapa aberta tras a eleccións do pasado día 21 de decembro, despois dun ano “difícil para a nosa vida en común”, no que recalcou que non se pode repetir o mesmo camiño que dividiu seriamente a familias e amigos. O único camiño posible sinalóunolo nas súas palabras, o que percorramos sen enfrontamentos nin exclusións. 

O noso Xefe de Estado enumerou unha boa relación dos méritos que ten España, méritos que con frecuencia tendemos a esquecer por consideralos etéreos. Así se referiu aos méritos como sociedade, como democracia, realidade histórica plural e unida, como país europeo moderno e avanzado e nas súas propias palabras “inspirada nunha irrenunciable vontade de concordia”.

Se estas citas foron importantes, relevante resultou a súa referencia explicita ao recoñecemento do sentimento nacional español que aflorou ante o desafío independentista poñendo énfase espacial nas súas fondas raíces “moito máis do que podiamos imaxinar”, algo do que todos fomos conscientes con enorme satisfacción e do que debemos sentirnos orgullosos sen ningún tipo de complexos, infundindo renovadas esperanzas para afrontar unidos os retos que temos por diante.

A petición de Felipe VI para esta nova etapa resulta clara no seu chamamento á concordia: respectar a pluralidade defendendo idéalas pero sen imposición aos demais. Clara mensaxe aos nacionalistas que nestes días realizan cábalas para a formación dun goberno que pretende volver contar con políticos fuxidos de España ou imputados por graves faltas que poderían acabar en importantes condenas. Unha mensaxe aos nacionalistas para que, de gobernar, fágano para todos os cataláns, recuperando a convivencia e a serenidade.

Os discursos do Rey son os dun monarca próximo e útil aos españois, por iso son algo máis que discursos.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Brazos abiertos

Hace unas semanas tuve la ocasión de participar en una Conferencia de la Unión Interparlamentaria en Malta para abordar el tema de las migraciones en el Mediterráneo. Allí tuve conocimiento de que en el puerto se encontraba amarrada la embarcación perteneciente a la ONG “Open Arms” (Brazos Abiertos). Este breve artículo es una reflexión sobre el contenido de la visita y lo que allí vimos y escuchamos.

Esta ONG con domicilio en España opera a través de un barco, un antiguo remolcador adaptado a sus nuevos usos, y con tripulación compuesta por profesionales y voluntarios con conocimientos en socorrismo y salvamento. Tiene encomendada como principal misión la de rescatar del mar a los refugiados que intentan llegar a nuestro continente huyendo de la pobreza y falta de oportunidades, conflictos bélicos o persecución. Lo hacen en aguas del Mar Egeo y del Mediterráneo Central.

Los equipos de voluntarios normalmente van rotando periódicamente debido al impacto emocional y físico que causa en ellos cada misión llevada a cabo, y cuentan además con un equipo de apoyo en tierra que ofrece ayuda psicológica especializada para estas situaciones de crisis.

Durante el tiempo que permanecí a bordo escuchando las explicaciones del capitán y de otros miembros de la tripulación y voluntarios, así como observando las fotografías que colgaban por distintas partes de la embarcación resultaba difícil, muy difícil, escapar de la emoción creciente que me iba embargando. Estaba allí mismo, donde en pocas horas aquella cubierta volvería a estar llena de mujeres, hombres y niños rescatados de frágiles embarcaciones con final incierto, por no decir trágico. 

Nos contaron que muchas de las mafias que operan en la zona, después de cobrar cifras en torno a los 6.000$ a cada persona, las introducen en precarias embarcaciones, en muchas ocasiones las pinchan para que en poco tiempo mueran ahogadas, o al poco de partir salen a su encuentro para robarles los motores y dejarlos a la deriva hacia una muerte segura. Explicaron cómo los encuentran cuando acuden a salvarlos, sentados en cuclillas, con graves quemaduras por la mezcla de restos del gasóleo con el agua salada, deshidratados, algunos ya cadáveres. Cómo los reciben y suben abordo, las primeras actuaciones...

Personas con sus vidas rotas y desesperadas, que cuando son desembarcadas en los centros de atención de la costa sur italiana suelen huir para evitar ser devueltos a sus países de origen, interminables tragedias humanas ante las que incomprensiblemente solo reaccionamos parcialmente cuando vemos fotos terribles en los medios de comunicación. Pero antes y después de esas imágenes hay muchas más vidas que todos los días se truncan en las aguas de nuestro mediterráneo ante una cierta indiferencia social y política.

Admiro la labor de ésta y otras ONG que operan en esas aguas. Su labor es vital para salvar cada día más vidas, pero necesitan de la ayuda y donaciones privadas de todos cuantos podamos sumarnos a su esfuerzo. 

La Navidad es un buen momento para que todos los que podamos también pongamos “brazos abiertos” y actitudes solidarias ante quienes más lo necesitan. Porque todavía hay mucha vidas a la deriva.

Brazos abertos

Hai unhas semanas tiven a ocasión de participar nunha Conferencia da Unión Interparlamentaria en Malta para abordar o tema das migracións no Mediterráneo. Alí tiven coñecemento de que no porto atopábase amarrada a embarcación pertencente á ONG “Open Arms” (Brazos Abertos). Este breve artigo é unha reflexión sobre o contido da visita e o que alí vimos e escoitamos.

Esta ONG con domicilio en España opera a través dun barco, un antigo remolcador adaptado aos seus novos usos, e con tripulación composta por profesionais e voluntarios con coñecementos en socorrismo e salvamento. Ten encomendada como principal misión a de rescatar do mar aos refuxiados que tentan chegar ao noso continente fuxindo da pobreza e falta de oportunidades, conflitos bélicos ou persecución. Fano en augas do Mar Exeo e do Mediterráneo Central.

Os equipos de voluntarios normalmente van rotando periodicamente debido ao impacto emocional e físico que causa neles cada misión levada a cabo, e contan ademais cun equipo de apoio en terra que ofrece axuda psicolóxica especializada para estas situacións de crises.

Durante o tempo que permanecín a bordo escoitando as explicacións do capitán e doutros membros da tripulación e voluntarios, así como observando as fotografías que colgaban por distintas partes da embarcación resultaba difícil, moi difícil, escapar da emoción crecente que me ía embargando. Estaba alí mesmo, onde en poucas horas aquela cuberta volvería estar chea de mulleres, homes e nenos rescatados de fráxiles embarcacións con final incerto, por non dicir tráxico. 

Contáronnos que moitas das mafias que operan na zona, despois de cobrar cifras ao redor dos 6.000$ a cada persoa, introdúcenas en precarias embarcacións, en moitas ocasións pícanas para que en pouco tempo morran afogadas, ou ao pouco de partir saen ao seu encontro para roubarlles os motores e deixalos á deriva cara a unha morte segura. Explicaron como os atopan cando acoden a salvalos, sentados en crequenas, con graves queimaduras pola mestura de restos do gasóleo coa auga salgada, deshidratados, algúns xa cadáveres. Como os reciben e soben abordo, as primeiras actuacións...

Persoas coas súas vidas rotas e desesperadas, que cando son desembarcadas nos centros de atención da costa sur italiana adoitan fuxir para evitar ser devoltos aos seus países de orixe, interminables traxedias humanas ante as que incomprensiblemente só reaccionamos parcialmente cando vemos fotos terribles nos medios de comunicación. Pero antes e despois desas imaxes hai moitas máis vidas que todos os días trúncanse nas augas do noso mediterráneo ante unha certa indiferenza social e política.

Admiro o labor desta e outras ONG que operan nesas augas. O seu labor é vital para salvar cada día máis vidas, pero necesitan da axuda e doazóns privadas de todos cuantos podamos sumarnos ao seu esforzo. 

O Nadal é un bo momento para que todos os que podamos tamén poñamos “brazos abertos” e actitudes solidarias ante quen máis o necesitan. Porque aínda hai moitas vidas á deriva.