miércoles, 29 de mayo de 2019

La triple división

Este domingo finalizaban 12 largos meses de campaña electoral desde la ya famosa moción de censura que arrebató el gobierno al Partido Popular. Desde entonces hasta estas últimas elecciones las estrategias de unos, los errores de otros y las carambolas omnipresentes en todos los resultados, han ido cambiando los colores del mapa político estatal, autonómico y municipal, dejando sinsabores y en muchos lugares sensaciones agridulces.

Si tuviese que resumir en tres líneas los últimos resultados diría que el Sanchismo resulta ganador, Podemos se derrite dejando a Pablo Iglesias agarrado al salvavidas de un posible ministerio y la suma del centro derecha salva los muebles, mientras que la amenaza separatista renueva sus fuerzas ante la irresponsable indiferencia de muchos.

Fuimos muchos los que dijimos en vísperas de las elecciones generales que había que plantearlas como si de elecciones locales se tratase porque su resultado sería de gran influencia en las siguientes, las de este pasado domingo. Y así resulto ser. La ola sanchista empujada por los vientos a favor de las generales propiciaron estos nuevos resultados.

En las europeas el populismo ve frenadas sus aspiraciones mientras durante semanas persistirá la incertidumbre sobre si Puigdemont y Junqueras conseguirán convertirse en eurodiputados y las consecuencias de ello en el juicio del Supremo y en la imagen internacional de España.

En Lugo una vez más la candidatura del Partido Popular resulta ganadora pero la fragmentación del voto del centro derecha no permite alcanzar la mayoría absoluta a la que siempre nos vemos obligados para poder gobernar. Victoria agridulce que vaticina 4 largos años con una alcaldesa castigada insuficientemente en las urnas a la que solo podrá sacar de su letargo invernal la espoleta del renovado BNG y de la buena oposición, constructiva y reivindicativa a favor de Lugo, que hará el grupo municipal popular.

Así las cosas el foco debe ponerse desde ya en el preocupante devenir de la XIII legislatura recién estrenada, donde con seguridad las reformas legislativas que impulse Sánchez y sus nuevos socios acarreará un notable incremento del gasto público con la consabida elevación de impuestos, lo que nos abocará a una nueva y dura crisis económica.

En este panorama, con las fuerzas políticas que conforman el espectro del centro derecha representadas en la medida que la Ley D´Hondt les asignó tras votar los españoles, cabe hacerse algunas preguntas. ¿Es necesaria la presencia de Vox en este escenario o su aportación causa el efecto contrario al pretendido?; ¿seguirá Ciudadanos obsesionado con superar al PP, el famoso y no conseguido “sorpasso”, o cambiará su estrategia para unir fuerzas con los populares?; ¿cabe albergar esperanzas de que mediante las necesarias reflexiones los tres partidos superen esta triple división y en un futuro próximo no obliguen a sus electores a optar por una de las tres opciones?

Sin duda alguna que durante los próximos 4 años estas y otras incógnitas deberán quedar resueltas para evitar que el incierto panorama que nos aguarda tenga dolorosas consecuencias más allá de esta legislatura. De la triple división todos deberíamos haber aprendido.

A tripla división

Este domingo finalizaban 12 longos meses de campaña electoral desde a xa famosa moción de censura que arrebatou o goberno ao Partido Popular. Desde entón ata estas últimas eleccións as estratexias duns, os erros doutros e as carambolas omnipresentes en todos os resultados, foron cambiando as cores do mapa político estatal, autonómico e municipal, deixando desgustos e en moitos lugares sensacións agridoces.

Se tivese que resumir en tres liñas os últimos resultados diría que o Sanchismo resulta gañador, Podemos se derrite deixando a Pablo Iglesias agarrado ao salvavidas dun posible ministerio e a suma do centro dereita salva os mobles, mentres que a ameaza separatista renova as súas forzas #ante a irresponsable indiferenza de moitos.

Fomos moitos os que dixemos en vésperas das eleccións xerais que había que expolas coma se de eleccións locais tratásese porque o seu resultado sería de gran influencia nas seguintes, as deste pasado domingo. E así resulto ser. A onda sanchista empuxada polos ventos a favor das xerais propiciaron estes novos resultados.

Nas europeas o populismo ve freadas as súas aspiracións mentres durante semanas persistirá a incerteza sobre se Puigdemont e Junqueras conseguirán converterse en eurodeputados e as consecuencias diso no xuízo do Supremo e na imaxe internacional de España.

En Lugo unha vez máis a candidatura do Partido Popular resulta gañadora pero a fragmentación do voto do centro dereita non permite alcanzar a maioría absoluta á que sempre nos vemos obrigados para poder gobernar. Vitoria agridoce que vaticina 4 longos anos cunha alcaldesa castigada insuficientemente nas urnas á que só poderá sacar do seu letargo invernal a espoleta do renovado BNG e da boa oposición, construtiva e reivindicativa a favor de Lugo, que fará o grupo municipal popular.

Así as cousas o foco debe poñerse desde xa no preocupante devir da XIII lexislatura recentemente estreada, onde con seguridade as reformas lexislativas que impulse Sánchez e os seus novos socios carrexará un notable incremento do gasto público coa consabida elevación de impostos, o que nos abocará a unha nova e dura crise económica.

Neste panorama, coas forzas políticas que conforman o espectro do centro dereita representadas na medida que a Lei D´ Hondt asignoulles tras votar os españois, cabe facerse algunhas preguntas. É necesaria a presenza de Vox neste escenario ou a súa achega causa o efecto contrario ao pretendido?; seguirá Cidadáns obsesionado con superar ao PP, o famoso e non conseguido “ sorpasso”, ou cambiará a súa estratexia para unir forzas cos populares?; cabe albergar esperanzas de que mediante as necesarias reflexións os tres partidos superen esta tripla división e nun futuro próximo non obriguen aos seus electores para optar por unha das tres opcións?

Sen ningunha dúbida que durante os próximos 4 anos estas e outras incógnitas deberán quedar resoltas para evitar que o incerto panorama que nos agarda teña dolorosas consecuencias máis aló desta lexislatura. Da tripla división todos deberiamos haber aprendido.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Cuatro años, cuatro letras

Desde estas mismas páginas cuando corría el mes de enero de este año y bajo el titulo “¿Hasta cuándo?” dedicaba mi reflexión a explicar como veía la situación de nuestra ciudad, Lugo.

Me hacia muchas preguntas, muchos “¿hasta cuando?”. Sobre la sangría de locales cerrados y sin actividad económica dentro de murallas, sobre la indiferencia ante el abandono visible de la ciudad monumental cuando uno camina por el adarve de la Muralla, sobre la parálisis en la maquinaria administrativa municipal que se manifiesta en interminables esperas en la tramitación de permisos o en la invisible presencia de la policía municipal donde siempre estuvo su sitio, en las calles. Sobre el por qué no se terminan las cosas que llevan años inacabadas, como la conexión del parque del Miño con el Rato, la dotación de la avenida Infanta Elena con cuatro carriles desde el Ceao sin interrupciones, el adecentamiento del entorno de la estación del tren, la conexión del nuevo puente con la ciudad, la aprobación definitiva del Plan de Urbanismo o la actualización del PEPRI, la ordenación inacabada del trafico, la puesta en marcha de un sistema que sustituya al de aparcamiento controlado del que solo quedan como muestra de la desidia municipal las maquinas expendedoras de los tickets desvalijadas y la imposibilidad de encontrar donde aparcar, y tantas otras muchas cosas inacabadas o ni siquiera iniciadas.

Estas y otras preguntas me las hago, se las hacen muchos lucenses, deseosos de que la falta de ideas y proyectos de ciudad, que denota falta de ilusión del gobierno municipal y que por momentos parece contagiarse a parte de la sociedad, deseosos como digo, dé paso a otras personas cargadas de ganas de hacer algo positivo por Lugo.

En estos primeros días de campaña he seguido con interés las candidaturas que concurren a las elecciones municipales y sus propuestas para sacar a Lugo de este largo letargo invernal. Conozco a Ramón Carballo y a las personas que forman su equipo. Personas cargadas de ilusión que no solamente buscan su oportunidad en la vida municipal, sino que tienen un proyecto sólido de ciudad. Que buscan terminar con esta situación y dedicar su tiempo y esfuerzo personal a recuperar el sentimiento de orgullo de lucenses que nunca debió dejarse evaporar.

Convencido de sus aciertos, con los errores que todos cometemos, convencido de su pasión por Lugo y de sus ganas por demostrar que otra forma mejor de gestionar la casa de todos los lucenses es posible, tendrán mi apoyo y el de una amplia mayoría de ciudadanos.

Los que tuvieron la oportunidad de continuar y culminar la transformación que Lugo experimentó en la década de los años 90 no lo hicieron, o no quisieron, especialmente en estos últimos cuatro años. Por estas y otras razones el próximo día 26, con nuestros votos, llegó el momento de cambiar a las personas que como única carta de presentación después de cuatro años lo único que han aportado ha sido poner cuatro letras en la entrada de Lugo, cuatro letras en cuatro años.

Catro anos, catro letras

Desde estas mesmas páxinas cando corría o mes de xaneiro deste ano e baixo o titulo “Ata cando?” dedicaba a miña reflexión para explicar como vía a situación da nosa cidade, Lugo.

Me cara a moitas preguntas, moitos “ata cando?”. Sobre a sangría de locais pechados e sen actividade económica dentro de murallas, sobre a indiferenza #ante o abandono visible da cidade monumental cando un camiña polo adarve da Muralla, sobre a parálise na maquinaria administrativa municipal que se manifesta en interminables esperas na tramitación de permisos ou na invisible presenza da policía municipal onde sempre estivo o seu sitio, nas rúas. Sobre o por que non se terminan as cousas que levan anos inacabadas, como a conexión do parque do Miño co Intre, a dotación da avenida Infanta Elena con catro carrís desde o Ceao sen interrupcións, a limpeza da contorna da estación do tren, a conexión da nova ponte coa cidade, a aprobación definitiva do Plan de Urbanismo ou a actualización do PEPRI, a ordenación inacabada do trafico, a posta en marcha dun sistema que substitúa ao de aparcamento controlado do que só quedan como mostra da desidia municipal as maquinas expendedoras dos tickets desvalixadas e a imposibilidade de atopar onde aparcar, e tantas outras moitas cousas inacabadas ou nin sequera iniciadas.

Estas e outras preguntas fágomas, fanllas moitos lucenses, desexosos de que a falta de ideas e proxectos de cidade, que denota falta de ilusión do goberno municipal e que por momentos parece contaxiarse a parte da sociedade, desexosos como digo, dea paso a outras persoas cargadas de ganas de facer algo positivo por Lugo.

Nestes primeiros días de campaña seguín con interese as candidaturas que concorren ás eleccións municipais e as súas propostas para sacar a Lugo deste longo letargo invernal. Coñezo a Ramón Carballo e ás persoas que forman o seu equipo. Persoas cargadas de ilusión que non soamente buscan a súa oportunidade na vida municipal, senón que teñen un proxecto sólido de cidade. Que buscan terminar con esta situación e dedicar o seu tempo e esforzo persoal a recuperar o sentimento de orgullo de lucenses que nunca debeu deixarse evaporar.

Convencido dos seus acertos, cos erros que todos cometemos, convencido da súa paixón por Lugo e das súas ganas por demostrar que outra forma mellor de xestionar a casa de todos os lucenses é posible, terán o meu apoio e o dunha ampla maioría de cidadáns.

Os que tiveron a oportunidade de continuar e culminar a transformación que Lugo experimentou na década dos anos 90 non o fixeron, ou non quixeron, especialmente neste últimos catro anos. Por estas e outras razóns o próximo día 26, cos nosos votos, chegou o momento de cambiar ás persoas que como única carta de presentación despois de catro anos o único que achegaron foi poñer catro letras na entrada de Lugo, catro letras en catro anos.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Pasou o que pasou

Parece obligado utilizar este espacio, dada la coincidencia de la publicación con la reciente celebración de la pasada jornada electoral, para dar a conocer mi opinión sobre lo acontecido, lo contrario podría interpretarse como una intención por mi parte de mirar para otro lado o de esconderme en momentos tan delicados para la formación política a la que pertenezco.

El domingo 29 en Lugo, y también en el resto de España, las urnas se llenaron de papeletas con las preferencias políticas de los ciudadanos. Vaya de entrada mi satisfacción por ello, siempre he mantenido la opinión de llamar a participar. Mi felicitación a los ganadores y a sus representantes en las nuevas Cortes. 

Pero también del resultado electoral hay que realizar las correspondientes lecturas, ya que los análisis los dejo para los expertos en la materia.

Durante toda la campaña electoral fuimos muchos los que avisamos de las consecuencias de dividir el voto entre las tres opciones enmarcadas en el espectro de centro derecha. Los motivos no eran caprichosos, ya que los criterios de obtención de escaños establecidos en la Ley electoral sabemos que castigan esa dispersión y sus letales consecuencias. Y así pasó lo que pasó, que en nuestra provincia de Lugo unos 30.000 votos destinados a formaciones políticas de ese entorno directamente competidor con el Partido Popular nos restaron representación y no sirvieron para que esos partidos obtuvieran representantes en el Congreso al no alcanzar el porcentaje mínimo requerido. Lo que pasó en Lugo, extrapolado a otras provincias de España, contribuyó a la importante bajada de mi partido nivel nacional.

Seguramente esta no fue la única causa de la perdida de representación. Existieron mensajes del miedo intencionadamente lanzados desde otras formaciones que posiblemente calaron en parte del electorado. También errores propios de comunicación o de estrategia. Y como no, pocos apoyos desde los medios de comunicación en general, que en algunos casos parecían más bien altavoces de la política del gobierno y de sus mensajes electorales.

Todo ello no son excusas para justificar la derrota electoral, derrota contundente que exige respuestas de trabajo y análisis también rigurosos. Son algunas de las razones por las que las esperanzas de recuperar el gobierno y aplicar las políticas que ayuden a salir a España de la situación de inseguridad y parálisis que vive desde hace unos meses, tengan que esperar a mejor ocasión. Mientras tanto rigurosa oposición y velar porque esta provincia no quede al margen de los planes del Gobierno.

Como en 1986 cuando en el Parlamento de Galicia se produjeron acontecimientos insólitos en el intento de derrocar al presidente Albor por un grupo de conselleiros entre los que se encontraba Xosé Luis Barreiro, el desaparecido Iglesias Corral explicaba lo acontecido en su intervención parlamentaria diciendo: “Non insistan vostedes en buscar oscuras causas para explicar a situación política actual. Aquí pasou o que pasou”, pues aquí y ahora el pasado domingo, también “pasou o que pasou”.

Pasou o que pasou

Parece obrigado utilizar este espazo, dada a coincidencia da publicación coa recente celebración da pasada xornada electoral, para dar a coñecer a miña opinión sobre o acontecido, o contrario podería interpretarse como unha intención pola miña banda de mirar para outro lado ou de esconderme en momentos tan delicados para a formación política á que pertenzo.

O domingo 29 en Lugo, e tamén no resto de España, as urnas enchéronse de papeletas coas preferencias políticas dos cidadáns. Vaia de entrada a miña satisfacción por iso, sempre mantiven a opinión de chamar a participar. A miña felicitación aos gañadores e aos seus representantes nas novas Cortes. 

Pero tamén do resultado electoral hai que realizar as correspondentes lecturas, xa que as análises déixoos para os expertos na materia.

Durante toda a campaña electoral fomos moitos os que avisamos das consecuencias de dividir o voto entre as tres opcións enmarcadas no espectro de centro dereita. Os motivos non eran caprichosos, xa que os criterios de obtención de escanos establecidos na Lei electoral sabemos que castigan esa dispersión e as súas letais consecuencias. E así pasou o que pasou, que na nosa provincia de Lugo uns 30.000 votos destinados a formacións políticas desa contorna directamente competidora co Partido Popular restáronnos representación e non serviron para que eses partidos obtivesen representantes no Congreso ao non alcanzar a porcentaxe mínima requirida. O que pasou en Lugo, extrapolado a outras provincias de España, contribuíu á importante baixada do meu partido nivel nacional.

Seguramente esta non foi a única causa da perdida de representación. Existiron mensaxes do medo intencionadamente lanzados desde outras formacións que posiblemente calaron en parte do electorado. Tamén erros propios de comunicación ou de estratexia. E como non, poucos apoios desde os medios de comunicación en xeral, que nalgúns casos parecían máis ben altofalantes da política do goberno e das súas mensaxes electorais.

Todo iso non son escusas para xustificar a derrota electoral, derrota contundente que esixe respostas de traballo e análises tamén rigorosas. Son algunhas das razóns polas que as esperanzas de recuperar o goberno e aplicar as políticas que axuden a saír a España da situación de inseguridade e parálise que vive desde hai uns meses, teñan que esperar a mellor ocasión. Mentres tanto rigorosa oposición e velar porque esta provincia non quede á marxe dos plans do Goberno.

Como en 1986 cando no Parlamento de Galicia producíronse acontecementos insólitos no intento de derrocar ao presidente Albor por un grupo de conselleiros entre os que se atopaba Xosé Luís Barreiro, as desaparecido Igrexas Curral explicaba o acontecido na súa intervención parlamentaria dicindo: “Non insistan vostedes en buscar escuras causas para explicar a situación política actual. Aquí pasou ou que pasou”, pois aquí e agora o pasado domingo, tamén “pasou ou que pasou”.