miércoles, 20 de marzo de 2019

Ceda el paso

Ya desde niños solemos aprender las señales de tráfico cuando, viajando con nuestros padres, preguntamos o jugamos a adivinarlas.Más adelante al sacar el carnet de conducir será el momento de memorizarlas. Recientemente han vuelto a mi memoria porque a alguien se le ocurrió cambiar las de 120 por 110 o las de 100 por 90, fueron las grandes aportaciones de algunos ministros. La última noticia relacionada con una señal de tráfico la pude leer hace pocos días y podría haber sido publicada en una web de noticias humorísticas mejor que en un periódico porque lo que decía es que en alguna localidad de Cataluña habían decidido sustituir las señales de STOP por otras con el texto“Pareu” (Parad).

En la vida, como en la carretera, hay señales que a modo de prohibiciones, sugerencias, limitaciones… que nos van acompañando en toda nuestra ruta desde que nacemos hasta que nos vamos definitivamente.

Primero en cada hogar, después en la escuela y posteriormente en la universidad de la vida, todos empezamos a asimilar lo que se puede y no se puede hacer, lo que es más recomendable para superar los obstáculos de nuestra particular ruta, las pautas para comportarse con respeto a los demás y de manera educada en la sociedad.

Empezamos a convivir con otros conductores que respetan las señales pero también nos encontraremos con quienes harán caso omiso a las mismas, que jugarán sucio o que solamente pensarán en ellos y en sus intereses personales, importándoles poco lo que ocurra a su alrededor. Así como en la carretera hay quien no se detiene a prestar auxilio a un accidentado, en la ruta de la vida los hay que despreciarán al necesitado o darán la espalda al amigo o a la familia.

En este símil que hago entre el tráfico de la vida y las señales que regulan las rutas en carretera, hay una señal a la que me quiero referir hoy de manera especial, la señal de “Ceda el paso”, que como su propio nombre indica nos obliga a dejar pasar a los que viene por una vía diferente. Se diferencia del stop en que no exige detenerse totalmente si no fuese necesario, ya que en la mayoría de las ocasiones es suficiente con reducir la velocidad.

En los caminos de la política esta señal no suele ser habitual y raramente se practica. A lo largo de mi vida, tanto en mi trayectoria personal como en la política, me enseñaron a saber dejar paso, a respetar los tiempos y a las personas.

Desde niño escuché los consejos que, mis padres primero y mi familia después, me fueron dando para respetar a los demás. Uno de los primeros ceda el paso que aprendí fue que, al atravesar una puerta por la que había que pasar de uno en uno, procurase siempre no ser yo el primero. Hay muchos ejemplos, cada uno que piense el primero que pase por su imaginación.

Como en la carretera, en la política hay que mirar al frente y trazarse objetivos en favor de la comunidad, pero también mirar por el retrovisor y ver lo que viene detrás, facilitando el adelantamiento cuando sea conveniente. 

Hoy vivo uno de esos momentos en mi vida política en los que he intuido desde hace algún tiempo que hay otros conductores en la misma carretera que vienen más deprisa, y piden paso, y por eso he querido, libremente y por mis convicciones personales, facilitarles el adelantamiento. Sin detenerme totalmente por ahora, reduzco la velocidad y hago caso a la señal, cedo el paso.

Ceda o paso

Xa desde nenos adoitamos aprender os sinais de tráfico cando, viaxando cos nosos pais, preguntamos ou xogamos a adiviñalas.Máis adiante ao sacar o carné de conducir será o momento de memorizalas. Recentemente volveron á miña memoria porque a alguén se lle ocorreu cambiar as de 120 por 110 ou as de 100 por 90, foron as grandes achegas dalgúns ministros. A última noticia relacionada cun sinal de tráfico púidena ler hai poucos días e podería ser publicada nunha web de noticias humorísticas mellor que nun xornal porque o que dicía é que nalgunha localidade de Cataluña decidiran substituír os sinais de STOP por outras co texto“ Pareu” (Parade).

Na vida, como na estrada, hai sinais que a modo de prohibicións, suxestións, limitacións… que nos van acompañando en toda a nosa ruta desde que nacemos ata que nos imos definitivamente.

Primeiro en cada fogar, despois na escola e posteriormente na universidade da vida, todos empezamos a asimilar o que se pode e non se pode facer, o que é máis recomendable para superar os obstáculos da nosa particular ruta, as pautas para comportarse con respecto aos demais e de maneira educada na sociedade.

Empezamos a convivir con outros condutores que respectan sinálelas pero tamén nos atoparemos con quen fará caso omiso ás mesmas, que xogarán sucio ou que soamente pensarán neles e nos seus intereses persoais, importándolles pouco o que ocorra ao seu ao redor. Así como na estrada hai quen non se detén a prestar auxilio a un accidentado, na ruta da vida hainos que desprezarán ao necesitado ou darán as costas ao amigo ou á familia.

Neste símil que fago entre o tráfico da vida e os sinais que regulan as rutas na estrada, hai un sinal á que me quero referir hoxe de maneira especial, o sinal de “Ceda o paso”, que como o seu propio nome indica obríganos a deixar pasar aos que vén por unha vía diferente. Diferénciase do stop en que non esixe deterse totalmente se non fose necesario, xa que na maioría das ocasións é suficiente con reducir a velocidade.

Nos camiños da política este sinal non adoita ser habitual e raramente practícase. Ao longo da miña vida, tanto na miña traxectoria persoal como na política, ensináronme a saber deixar paso, a respectar os tempos e ás persoas.

Desde neno escoitei os consellos que, os meus pais primeiro e a miña familia despois, foron dando para respectar aos demais. Un dos primeiros ceda o paso que aprendín foi que, ao atravesar unha porta pola que había que pasar dun nun, procurase sempre non ser eu o primeiro. Hai moitos exemplos, cada un que pense o primeiro que pase pola súa imaxinación.

Como na estrada, na política hai que mirar á fronte e trazarse obxectivos en favor da comunidade, pero tamén mirar polo retrovisor e ver o que vén detrás, facilitando o adiantamento cando sexa conveniente. 

Hoxe vivo un deses momentos na miña vida política nos que intuín desde hai algún tempo que hai outros condutores na mesma estrada que veñen máis rápido, e piden paso, e por iso quixen, libremente e polas miñas conviccións persoais, facilitarlles o adiantamento. Sen determe totalmente por agora, reduzo a velocidade e fago caso ao sinal, cedo o paso.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Valió la pena

Cuando estas letras vean la luz el Congreso de los Diputados y el Senado llevarán unas horas disueltas y se habrán convocado las elecciones generales para el próximo día 28 de abril.

Termina precipitadamente la XII Legislatura, que arrancó el 19 de julio de 2016 y que ha dejado para la historia reciente de nuestra democracia páginas difíciles de olvidar. Desde su inicio, tras el fracaso para investir presidente del gobierno en la anterior y ser el propio Felipe VI quien, de manera insólita, tuvo que convocar las elecciones generales de junio de 2016, hasta la moción de censura presentada por Pedro Sánchez un año después de erigirse como nuevo líder de los socialistas, moción que prosperaría gracias al apoyo de partidos como Podemos, Esquerra Republicana de Cataluña, PNV o Bildu. En la Legislatura más breve de la democracia fueron excepcionales los acontecimientos acaecidos y muchas las emociones vividas.

La moción de censura al presidente Rajoy marcó el comienzo de los momentos más llamativos. Véanse la toma de posesión del gobierno de Cataluña y el levantamiento de la aplicación del artículo 155 en junio de 2018, el pacto entre Sánchez y el lehendakari para acercar presos etarras a las cárceles vascas, la elección de pablo Casado como nuevo presidente del PP, el inicio del largo periplo de viajes internacionales de Sánchez que todavía a día de hoy continúa, la firma entre éste y Pablo Iglesias de un acuerdo para aprobar los presupuestos de 2019 que después se rechazarían, el relevo en el gobierno de Andalucía tras 36 años del PSOE en el poder, los pactos al descubierto entre gobierno y Quim Torra, el comienzo del juicio al “procés” en el Tribunal Supremo, el rechazo a los Presupuestos de 2019 el pasado 13 de febrero y el anuncio de disolución de las Cortes el 15 de febrero son solo algunos ejemplos de los acontecimientos que en este periodo de tiempo España y los españoles hemos vivido.

En lo personal he de decirles que después de haber tenido el honor de ser representante de los lucenses y de los españoles en la sede donde reside la soberanía nacional desde hace casi 15 años, estos últimos años me han parecido los más crispados, los menos fructíferos y por ende los más negativos para el conjunto de los intereses de los españoles, piensen como piensen y vivan donde vivan. Desde el ya famoso “no es no” hasta el uso y abuso de medios públicos para cultivar una imagen narcisista y ególatra de un presidente de gobierno que sobrevive y actúa exclusivamente pensando en sus propios intereses personales, pocas cosas pueden calificarse de positivas.

Por finalizar en positivo termino con las mismas palabras con que lo hizo la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el pasado jueves al termino del último Pleno y recordando las palabras de uno de los padres constituyentes al rememorar el proceso de elaboración de nuestra Carta Magna, “Pensando en aquellos días y en aquel trabajo de todos, con lo mejor que cada uno podía dar, se puede pensar sin temor a equivocarnos -a equivocarme- que valió la pena por ustedes, por España y por los españoles”.

Valeu a pena

Cando estas letras vexan a luz o Congreso dos Deputados e o Senado levarán unhas horas disoltas e convocáronse as eleccións xerais para o próximo día 28 de abril.

Termina precipitadamente a XII Lexislatura, que arrincou o 19 de xullo de 2016 e que deixou para a historia recente da nosa democracia páxinas difíciles de esquecer. Desde o seu inicio, tras o fracaso para investir presidente do goberno na anterior e ser o propio Felipe VI quen, de maneira insólita, tivo que convocar as eleccións xerais de xuño de 2016, ata a moción de censura presentada por Pedro Sánchez un ano despois de erixirse como novo líder dos socialistas, moción que prosperaría grazas ao apoio de partidos como Podemos, Esquerra Republicana de Cataluña, PNV ou Bildu. Na Lexislatura máis breve da democracia foron excepcionais os acontecementos acaecidos e moitas as emocións vividas.

A moción de censura ao presidente Rajoy marcou o comezo dos momentos máis rechamantes. Véxanse a toma de posesión do goberno de Cataluña e o levantamento da aplicación do artigo 155 en xuño de 2018, o pacto entre Sánchez e o lehendakari para achegar presos etarras aos cárceres vascos, a elección de Pablo Casado como novo presidente do PP, o inicio do longo periplo de viaxes internacionais de Sánchez que aínda a día de hoxe continúa, a firma entre este e Pablo Igrexas dun acordo para aprobar os orzamentos de 2019 que despois se rexeitarían, a substitución no goberno de Andalucía tras 36 anos do PSOE no poder, os pactos ao descuberto entre goberno e Quim Torra, o comezo do xuízo ao “procés” no Tribunal Supremo, o rexeitamento aos Orzamentos de 2019 o pasado 13 de febreiro e o anuncio de disolución das Cortes o 15 de febreiro son só algúns exemplos dos acontecementos que neste período de tempo España e os españois vivimos.

No persoal hei de dicirlles que despois de ter a honra de ser representante dos lucenses e dos españois na sede onde reside a soberanía nacional desde hai case 15 anos, estes últimos anos parecéronme os máis crispados, os menos frutíferos e polo tanto os máis negativos para o conxunto dos intereses dos españois, pensen como pensen e vivan onde vivan. Desde o xa famoso “non é non” ata o uso e abuso de medios públicos para cultivar unha imaxe narcisista e ególatra dun presidente de goberno que sobrevive e actúa exclusivamente pensando nos seus propios intereses persoais, poucas cousas poden cualificarse de positivas.

Por finalizar en positivo termino coas mesmas palabras con que o fixo a presidenta do Congreso, Ana Pastor, o pasado xoves ao termino do último Pleno e lembrando as palabras dun dos pais constituíntes ao rememorar o proceso de elaboración da nosa Carta Magna, “Pensando naqueles días e naquel traballo de todos, co mellor que cada un podía dar, pódese pensar sen temor a equivocarnos -a equivocarme- que valeu a pena por vostedes, por España e polos españois”.