miércoles, 24 de agosto de 2016

La propiedad transitiva

Me estoy cansando de escuchar tantas negativas, argumentaciones y razonamientos que rozan el ridículo, con el único fin de mantener un posicionamiento obstruccionista que bloquea la voluntad de los españoles.

Cada día que pasa escuchamos a Pedro Sánchez o a alguna persona de su equipo declarar a los medios de comunicación que NO en todas sus formas y variaciones posibles, que nunca pensé que fuesen tantas. Son tantos los esfuerzos que realizan para poder justificar lo que en buena lógica resulta injustificable, que cierto día Sánchez dijo, y reitera desde entonces, que Rajoy con quien tiene que entenderse es con aquellos partidos y grupos parlamentarios que sean afines a su ideología, resucitando con toda su intención el rancio discurso de las izquierdas y las derechas que muchos dábamos por superado.

Dejando al margen su maliciosa intención he querido acudir a las matemáticas para hacerle ver al líder socialista que debe cambiar su argumentación porque las cuentas lo dejan en evidencia.

Cuando en clase nos explicaban las propiedades conmutativa, transitiva y otras más complicadas solían poner ejemplos que ayudaban a entender aquellas curiosas palabras. Recuerdan aquello de que si a=b entonces b=a. Fácil, ¿verdad? .

Y la transitiva: si a=b y b=c entonces a=c.

Pongamos un ejemplo al caso. Siendo “a” el Partido Popular o si lo prefieren Rajoy, “b” Ciudadanos o Albert Ribera, y “c” el PSOE o Pedro Sánchez. Sustituyamos el signo “=” por afín, parecido, compatible u otras expresiones similares.

Lo que esta propiedad transitiva nos pondría de manifiesto sería que si el PP o Rajoy se puede entender con Ciudadanos o con Rivera, y hace unos meses Rivera y Sánchez también se entendieron y firmaron un acuerdo muy similar al que ahora negocian y están cerrando en estos días PP y Ciudadanos, parece razonable que Rajoy podría entenderse con Sánchez en las cuestiones vitales y urgentes para gobernar España. Repito si a=b y b=c entonces a=c.

Rajoy ya viene buscando fórmulas que permitan el entendimiento con ideologías y partidos que presentan coincidencias importantes para encontrar la manera de que las matemáticas permitan encontrar al menos 176 votos de diputados para investir a un presidente y formar gobierno. Lo que no puede hacer Rajoy es buscar esos votos entre grupos parlamentarios que, o bien pretenden liquidar la estructura de España como nación apostando por independentismos que empezarían en Cataluña y no sabemos donde terminarían, o bien buscarlos entre los grupos republicanos populistas, cuando no marxistas o comunistas.

Rajoy está planteando modelos de acuerdo entre fuerzas constitucionalistas, que por otra parte ya fueron aceptados hace poco tiempo por el PSOE, firmados entre Sánchez y Rivera. Por eso mantengo que a Sánchez se le han acabado hace tiempo las excusas y los argumentos para mantenerse en su absurdo posicionamiento que cada día resultan más incomprensibles a la mayoría de los españoles.

Aplíquese cuanto antes la propiedad transitiva.

A propiedade transitiva

Estou a cansarme de escoitar tantas negativas, argumentacións e razoamentos que rozan o ridículo, co único fin de manter un posicionamento obstrucionista que bloquea a vontade dos españois.

Cada día que pasa escoitamos a Pedro Sánchez ou a algunha persoa do seu equipo declarar aos medios de comunicación que NON en todas as súas formas e variacións posibles, que nunca pensei que fosen tantas. Son tantos os esforzos que realizan para poder xustificar o que en boa lóxica resulta inxustificable, que certo día Sánchez dixo, e reitera desde entón, que Rajoy con quen ten que entenderse é con aqueles partidos e grupos parlamentarios que sexan afíns á súa ideoloxía, resucitando con toda a súa intención o rancio discurso das esquerdas e as dereitas que moitos dabamos por superado.

Deixando á marxe a súa maliciosa intención quixen acudir ás matemáticas para facerlle ver ao líder socialista que debe cambiar a súa argumentación porque as contas déixano en evidencia.

Cando en clase explicábannos as propiedades conmutativa, transitiva e outras máis complicadas adoitaban poñer exemplos que axudaban a entender aquelas curiosas palabras. Lembran aquilo de que se a=b entón b=a. Fácil, verdade? .

E a transitiva: se a=b e b=c entón a=c.

Poñamos un exemplo ao caso. Sendo “a” o Partido Popular ou se o prefiren Rajoy, “b” Cidadáns ou Albert Ribeira, e “c” o PSOE ou Pedro Sánchez. Substituamos o signo “=” por afín, parecido, compatible ou outras expresións similares.

O que esta propiedade transitiva poñeríanos de manifesto sería que se o PP ou Rajoy pódese entender con Cidadáns ou con Rivera, e hai uns meses Rivera e Sánchez tamén se entenderon e asinaron un acordo moi similar ao que agora negocian e están a pechar nestes días PP e Cidadáns, parece razoable que Rajoy podería entenderse con Sánchez nas cuestións vitais e urxentes para gobernar España. Repito se a=b e b=c entón a=c.

Rajoy xa vén buscando fórmulas que permitan o entendemento con ideoloxías e partidos que presentan coincidencias importantes para atopar a maneira de que as matemáticas permitan atopar polo menos 176 votos de deputados para investir a un presidente e formar goberno. O que non pode facer Rajoy é buscar eses votos entre grupos parlamentarios que, ou ben pretenden liquidar a estrutura de España como nación apostando por independentismos que empezarían en Cataluña e non sabemos onde terminarían, ou ben buscalos entre os grupos republicanos populistas, cando non marxistas ou comunistas.

Rajoy está a expor modelos de acordo entre forzas constitucionalistas, que por outra banda xa foron aceptados hai pouco tempo polo PSOE, asinados entre Sánchez e Rivera. Por iso manteño que a Sánchez acabáronselle hai tempo as escusas e os argumentos para manterse no seu absurdo posicionamento que cada día resultan máis incomprensibles á maioría dos españois.

Aplíquese canto antes a propiedade transitiva.

miércoles, 10 de agosto de 2016

A la espera

Es agosto, los días están resultando calurosos como corresponde a esta época del año, las orillas de las playas se llenan de personas refrescándose, por las noches los furanchos no dan abasto sirviendo tortillas y tinto Barrantes que muchos bautizan con gaseosa.

Resulta imposible en estos escenarios mantenerse ajeno a las conversaciones que llegan a tus oídos. Observo que hay un denominador común en todas ellas, la inédita situación política que estamos viviendo en España: “Yo no vuelvo a votar”, “Este Sánchez en que c--- está pensando”, “solo piensan en salvar su cabeza”. Son algunas de las frases que me quedan en los oídos no por su brillantez sino por su reiteración. 

Cuando en una sociedad hastiada de la política y muy crítica con los políticos, en un mes de relax, idóneo para cargar pilas, las conversaciones se tiñen de estos colores es que realmente la situación preocupa y mucho.

El espectáculo resulta poco edificante y los actores cada día se retratan mejor. Tenemos a un ganador de dos procesos electorales en menos de 6 meses, en el segundo con un más que notable incremento de confianza y de escaños. Al líder del principal partido de la oposición, por ahora, que está en caída libre de votos y de prestigio personal. A un nuevo partido con importantes coincidencias programáticas y compartiendo nicho de votantes con el partido ganador, pero que se resiste a apoyarlo con claridad, y a un populista que tocaba el cielo con la punta de los dedos y que finalmente se llevó una gran decepción y su merecido por parte del inapelable voto de los españoles.

Pues con estos mimbres lo que está sucediendo y es objeto de muchas de las conversaciones veraniegas es más o menos lo siguiente: El claro ganador plantea un paquete de medidas abiertas al dialogo a los partidos que, por afinidad o representación, pueden y deben facilitar la formación de un gobierno. Hace tres meses algunas de esas medidas se firmaban pomposamente como pase de un pacto entre estos otros dos partidos.

El líder del segundo partido no se mueve de su posición desde diciembre, “no es no”, que se podría traducir por “a ver si te estrellas y entonces me pongo yo a pactar con quien sea y como sea y me convierto en presidente”. Mientras, a quien votaron los desencantados con el partido ganador tampoco da su brazo a torcer empecinado en pasar la pelota y por tanto la responsabilidad al anterior, no vaya a ser que quede contaminado si se moja en exceso.

Así las cosas, el ganador seguirá dialogando y haciendo entrar en razón a quienes hoy por hoy están pensando más en salvar sus intereses personales o de partido, que en los de España y de los españoles.

Es agosto y mientras esperamos por una mesa para picar unos pimientos que bautizan de Padrón pero puede que vengan de Murcia, o esperamos que el agua del mar suba algún grado para que el chapuzón resulte algo más cómodo, los españoles seguimos esperando que algunos recobren más pronto que tarde el sentido común, que se comporten como las circunstancias exigen y hagan de la política un arte noble donde el diálogo y la defensa del interés general sean los principales instrumentos. Es agosto y seguimos a la espera.

Á espera

É agosto, os días están a resultar calorosos como corresponde a esta época do ano, as beiras das praias énchense de persoas refrescándose, polas noites os furanchos non dan abasto servindo tortillas e tinto Barrantes que moitos bautizan con gasosa.

Resulta imposible nestes escenarios manterse alleo ás conversacións que chegan aos teus oídos. Observo que hai un denominador común en todas elas, a inédita situación política que estamos a vivir en España: “Eu non volvo votar”, “Este Sánchez en que c--- está a pensar?”, “só pensan en salvar a súa cabeza”. Son algunhas das frases que me quedan nos oídos non pola súa brillantez senón pola súa reiteración. 

Cando nunha sociedade farta da política e moi crítica cos políticos, nun mes de relax, idóneo para cargar pilas, as conversacións tínguense destas cores é que realmente a situación preocupa e moito.

O espectáculo resulta pouco edificante e os actores cada día retrátanse mellor. Temos a un gañador de dous procesos electorais en menos de 6 meses, no segundo cun máis que notable incremento de confianza e de escanos. Ao líder do principal partido da oposición, por agora, que está en caída libre de votos e de prestixio persoal. A un novo partido con importantes coincidencias programáticas e compartindo nicho de votantes co partido gañador, pero que se resiste a apoialo con claridade, e a un populista que tocaba o ceo coa punta dos dedos e que finalmente levou unha gran decepción e o seu merecido por parte do inapelable voto dos españois.

Pois con estas vimbias o que está a suceder e é obxecto de moitas das conversacións estivais é máis ou menos o seguinte: O claro gañador expón un paquete de medidas abertas ao dialogo aos partidos que, por afinidade ou representación, poden e deben facilitar a formación dun goberno. Fai tres meses algunhas desas medidas asinábanse pomposamente como pase dun pacto entre estoutros dous partidos.

O líder do segundo partido non se move da súa posición desde decembro, ?non é non?, que se podería traducir por ?a ver se te estrelas e entón póñome eu a pactar con quen sexa e como sexa e convértome en presidente?. Mentres, a quen votou os desencantados co partido gañador tampouco dá o seu brazo para torcer teimudo en pasar a pelota e por tanto a responsabilidade ao anterior, non vaia a ser que quede contaminado se se molla en exceso.

Así as cousas, o gañador seguirá dialogando e facendo entrar en razón a quen neste momento están a pensar máis en salvar os seus intereses persoais ou de partido, que nos de España e dos españois.

É agosto e mentres esperamos por unha mesa para picar uns pementos que bautizan de Padrón pero poida que veñan de Murcia, ou esperamos que a auga do mar suba algún grao para que o mergullo resulte algo máis cómodo, os españois seguimos esperando que algúns recobren máis pronto que tarde o sentido común, que se comporten como as circunstancias esixen e fagan da política unha arte nobre onde o diálogo e a defensa do interese xeral sexan os principais instrumentos. É agosto e seguimos á espera.