miércoles, 21 de febrero de 2024

Aquí "pasou o que pasou"

Hace exactamente 4 años escribía un artículo que se publicaba en estas mismas páginas, en el que analizaba la decisión del entonces presidente de la Xunta, Feijoo, de volver a concurrir por cuarta vez a las elecciones que se celebrarían el 5 de abril de aquel 2020. Recordaba entonces la importancia de las decisiones que a lo largo de nuestra vida vamos tomando y cómo en el paso de una etapa a la siguiente estas decisiones resultan determinantes.

Venía a cuento de otra decisión tomada por él en 2016, cuando las quinielas lo situaban dando el salto en aquel año a la política nacional y optó por según sus palabras “ponerse a disposición de los gallegos,…porque entiende y practica que cuanta más alta es la responsabilidad mayor debe ser la humildad, porque tiene la cabeza y el corazón en Galicia”. Aquellas decisiones tuvieron su premio en forma de la mayoritaria confianza que los gallegos le dieron en las urnas hasta en 4 ocasiones consecutivas.

Este pasado domingo, le tocaba el turno de examinarse a otro candidato del mismo partido, a Alfonso Rueda. No era un examen fácil, porque no sólo tenía que superar en escaños a sus rivales sino que, una vez más, sólo le valía la mayoría absoluta para mantener el gobierno. Además, debía superar el desgaste que conlleva que tu partido lleve gobernando más de 20 años en Galicia, y contrarrestar a una potente maquinaria lanzada desde el Gobierno de España, con el mayor desembarco de un Presidente de Gobierno y sus ministros, que aterrizaron por aquí más veces en 15 días que en todos los años que llevan gobernando.

La victoria de Rueda tiene, como todas las victorias, componentes propios y ajenos. Los méritos personales creo que residen en su personalidad. Es un hombre tranquilo, trabajador, honesto, que no ha cambiado su manera de ser y de comportarse antes de ser presidente y que ha planteado su compromiso con los gallegos de manera creíble y avalada por su trabajo previo, su “sentidiño”. También aquí, sus decisiones han recibido su premio.

Son muchos los análisis que durante estos días se han hecho y seguirán haciéndose sobre estos comicios, pero a mí me gustaría poner el foco en algo que me resulta significativo y a la vez que viene a ilustrar la catadura de algunos líderes políticos.

Me refiero a la actitud que los dos principales protagonistas del gobierno de la nación han tenido con las personas y las siglas de sus respectivos partidos en Galicia una vez conocidos los resultados.

Pedro Sánchez, como ya he dicho, se implicó al máximo en esta campaña en Galicia y en su apuesta personal, pero la noche electoral, ante la incontestable derrota de su Partido, ni asomó la patita por debajo de la puerta. Desde la sede de Ferraz se dice que nada ha cambiado y que se ha votado en clave gallega. ¿Se imaginan su reacción de haberse perdido la mayoría absoluta por el PP?

Y qué decir de la vicepresidenta Yolanda Diaz y la apuesta por su candidata. Incapaces de haber conseguido representación y obteniendo menos votos en Galicia que Vox. Pues lo mismo, en esa noche ni se la vio ni escuchó. El marrón que se lo coma otra.

Por frecuente no deja de ser repugnante. Si ganas es normal salir a celebrarlo, pero si tu partido y candidato pierde, hay que salir a dar la cara. Un ejemplo más del que se suele tomar nota y luego pasa lo que pasa, porque, como dijo un celebre gallego, “Aquí pasou o que pasou”.


Aquí pasou ou que pasou

Hai exactamente 4 anos escribía un artigo que se publicaba nestas mesmas páxinas, no que analizaba a decisión do entón presidente da Xunta, Feijoo, de volver concorrer por cuarta vez ás eleccións que se celebrarían o 5 de abril daquel 2020. Lembraba entón a importancia das decisións que ao longo da nosa vida imos tomando e como no paso dunha etapa á seguinte estas decisións resultan determinantes.

Viña a conto doutra decisión tomada por el en 2016, cando as quinielas situábano dando o salto naquel ano á política nacional e optou por segundo as súas palabras “poñerse ao dispor dos galegos,…porque entende e practica que canta máis alta é a responsabilidade maior debe ser a humildade, porque ten a cabeza e o corazón en Galicia”. Aquelas decisións tiveron o seu premio en forma da maioritaria confianza que os galegos lle deron nas urnas ata en 4 ocasións consecutivas.

Este pasado domingo, tocáballe a quenda de examinarse a outro candidato do mesmo partido, a Alfonso Rueda. Non era un exame fácil, porque non só tiña que superar en escanos aos seus rivais senón que, unha vez máis, só lle valía a maioría absoluta para manter o goberno. Ademais, debía superar o desgaste que conleva que o teu partido leve gobernando máis de 20 anos en Galicia, e contrarrestar a unha potente maquinaria lanzada desde o Goberno de España, co maior desembarco dun Presidente de Goberno e os seus ministros, que aterraron por aquí máis veces en 15 días que en todos os anos que levan gobernando.

A vitoria de Rueda ten, como todas as vitorias, compoñentes propios e alleos. Os méritos persoais creo que residen na súa personalidade. É un home tranquilo, traballador, honesto, que non cambiou a súa maneira de ser e de comportarse antes de ser presidente e que expuxo o seu compromiso cos galegos de maneira crible e avalada polo seu traballo previo, o seu “sentidiño”. Tamén aquí, as súas decisións recibiron o seu premio.

Son moitos as análises que durante estes días fixéronse e seguirán facéndose sobre estes comicios, pero a min gustaríame poñer o foco en algo que me resulta significativo e á vez que vén ilustrar a catadura dalgúns líderes políticos.

Refírome á actitude que os dous principais protagonistas do goberno da nación tiveron coas persoas e as siglas dos seus respectivos partidos en Galicia unha vez coñecidos os resultados.

Pedro Sánchez, como xa dixen, implicouse ao máximo nesta campaña en Galicia e na súa aposta persoal, pero a noite electoral, #ante a incontestable derrota do seu Partido, nin asomou a patita por baixo da porta. Desde a sede de Ferraz dise que nada cambiou e que se votou en clave galega. Imaxínanse a súa reacción de perderse a maioría absoluta polo PP?

E que dicir da vicepresidenta Yolanda Diaz e a aposta pola súa candidata. Incapaces de conseguir representación e obtendo menos votos en Galicia que Vox. Pois o mesmo, nesa noite nin lla viu nin escoitou. O marrón que llo coma outra.

Por frecuente non deixa de ser repugnante. Se ganas é normal saír a celebralo, pero se o teu partido e candidato perde, hai que saír a dar a cara. Un exemplo máis do que se adoita tomar nota e logo pasa o que pasa, porque, como dixo un celebre galego, “Aquí pasou o que pasou”.

miércoles, 7 de febrero de 2024

La revolución del rural

Cuando allá por los años 80 comencé a trabajar en el Instituto Lucense de Desarrollo Económico y Social, INLUDES, tuve la oportunidad de conocer a muchas personas de nuestra provincia que vivían y se dedicaban a defender y tratar de hacer rentables sus explotaciones agrícolas y ganaderas. Fue una experiencia que me permitió conocer mejor la provincia de Lugo.

Posteriormente tuve la oportunidad y enriquecedora experiencia de contribuir con mi trabajo a poner en marcha la denominada Axencia Galega de Desenvolvemento Rural, por sus siglas AGADER. Fueron unos años en los que conocí a personas y proyectos ilusionantes que se desarrollaban en nuestro medio rural gallego. En aquel entonces se decía, casi como un lema, que se trataba de ayudar a fijar población en el medio rural.

Más tarde, en una etapa donde la política se convertiría en epicentro de mi actividad, formé parte como portavoz de la Comisión de Agricultura y Pesca del Congreso de los Diputados durante casi 20 años. También aquí, la redacción de leyes y el conocimiento de proyectos y de emprendedores de nuestro campo y nuestros mares, contribuyeron a completar mi visión de sus potenciales y sus retos.

Ahora que en estos días se vuelven a escuchar los motores de los tractores y los sonidos de las protestas de miles de agricultores por toda Europa, me veo obligado y necesitado de reflexionar sobre lo que puede estar sucediendo.

El exceso de regulación, normativa, papeleo, en definitiva, de una burocracia pensada desde y para los despachos pero de obligado cumplimiento para cuantos viven lejos de ellos, está agotando la paciencia y los recursos de muchos habitantes de nuestros pueblos y aldeas.

Normas y leyes diseñadas para un mundo irreal, donde se pretenden implantar de la noche a la mañana los criterios de conservación ecologista sin tener en cuenta sus costes o sus consecuencias sociales y económicas, pero eso sí, que se venden políticamente como medidas progresistas verdes, también se suman a los motivos por los que muchas explotaciones y granjas dejan de ser rentables, abocándolas al cierre. A esto se une la competencia desleal para producir y vender nuestros productos de calidad frente a los que provenientes de terceros países, fuera de la Unión Europea, donde se produce y exporta sin cumplir las estrictas medias sanitarias, laborales o de comercialización que aquí imponemos a nuestros agricultores o pescadores.

Solo he citado tres argumentos que son causas del hartazgo y cansancio de muchos de nuestros vecinos, productores de los mejores alimentos, que se esfuerzan mucho en sacar adelante sus explotaciones y reciben a cambio la incomprensión de cuantos regulan con sus ocurrencias las reglas del juego. Esta situación les aboca a dejar de hacer lo que siempre hicieron: vivir en su medio y cuidar de un patrimonio que, sin ellos, desaparecerá más pronto que tarde.

Si de verdad alguien quiere contribuir a fijar población en el medio rural, contribuir a evitar lo que se viene llamando la “España vaciada”, que ponga el foco de sus políticas en las personas que trabajan y habitan nuestros pueblos y aldeas, especialmente en los jóvenes que todavía no se fueron, y olvídense de saldar promesas en estos tiempos de campañas electorales. Ellos lo que necesitan es que les paguen por sus productos algo más de lo que les cuesta producirlos. Necesitan vivir.


A revolución do rural

Cando alá polos anos 80 comecei a traballar no Instituto Lucense de Desenvolvemento Económico e Social, INLUDES, tiven a oportunidade de coñecer a moitas persoas da nosa provincia que vivían e dedicábanse a defender e tratar de facer rendibles as súas explotacións agrícolas e gandeiras. Foi unha experiencia que me permitiu coñecer mellor a provincia de Lugo.

Posteriormente tiven a oportunidade e enriquecedora experiencia de contribuír co meu traballo para poñer en marcha a denominada Axencia Galega de Desenvolvemento Rural, polas súas siglas AGADER. Foron uns anos nos que coñecín a persoas e proxectos ilusionantes que se desenvolvían no noso medio rural galego. Naquel entón dicíase, case como un lema, que se trataba de axudar a fixar poboación no medio rural.

Máis tarde, nunha etapa onde a política converteríase en epicentro da miña actividade, formei parte como portavoz da Comisión de Agricultura e Pesca do Congreso dos Deputados durante case 20 anos. Tamén aquí, a redacción de leis e o coñecemento de proxectos e de emprendedores do noso campo e os nosos mares, contribuíron a completar a miña visión dos seus potenciais e os seus retos.

Agora que nestes días volven escoitar os motores dos tractores e os sons das protestas de miles de agricultores por toda Europa, véxome obrigado e necesitado de reflexionar sobre o que pode estar a suceder.

O exceso de regulación, normativa, papelada, en definitiva, dunha burocracia pensada desde e para os despachos pero de obrigado cumprimento para cuantos viven lonxe deles, está a esgotar a paciencia e os recursos de moitos habitantes dos nosos pobos e aldeas.

Normas e leis deseñadas para un mundo irreal, onde se pretenden implantar da noite para a mañá os criterios de conservación ecoloxista sen ter en conta os seus custos ou as súas consecuencias sociais e económicas, pero iso si, que se venden politicamente como medidas progresistas verdes, tamén se suman aos motivos polos que moitas explotacións e granxas deixan de ser rendibles, abocándoas ao peche. A isto únese a competencia desleal para producir e vender os nosos produtos de calidade fronte aos que provenientes de terceiros países, fóra da Unión Europea, onde se produce e exporta sen cumprir as estritas medias sanitarias, laborais ou de comercialización que aquí impoñemos aos nosos agricultores ou pescadores.

Só citei tres argumentos que son causas do hartazgo e cansazo de moitos dos nosos veciños, produtores dos mellores alimentos, que se esforzan moito en sacar adiante as súas explotacións e reciben a cambio a incomprensión de cuantos regulan coas súas ocorrencias as regras do xogo. Esta situación abócalles a deixar de facer o que sempre fixeron: vivir no seu medio e coidar dun patrimonio que, sen eles, desaparecerá máis pronto que tarde.

Se de verdade alguén quere contribuír a fixar poboación no medio rural, contribuír a evitar o que vén chamando a “España baleirada”, que poña o foco das súas políticas nas persoas que traballan e habitan os nosos pobos e aldeas, especialmente nos mozos que aínda non se foron, e #esquecer de saldar promesas nestes tempos de campañas electorais. Eles o que necesitan é que lles paguen polos seus produtos algo máis do que lles custa producilos. Necesitan vivir.