miércoles, 18 de junio de 2014

Ultimo día del reinado de Juan Carlos I

Cuando estas líneas se publiquen, en España todavía reinará Juan Carlos I, será su último día de reinado desde aquel 22 de noviembre de 1975.

Posiblemente sean muchos los que, preocupados por otro tipo de problemas, no sean muy conscientes de los momentos históricos que estamos viviendo en estas semanas. En los últimos 40 años hemos sido testigos del cambio del régimen de Franco a la monarquía parlamentaria bajo la jefatura del Estado ostentada por D. Juan Carlos I, la aprobación de una Constitución ratificada por referéndum en 1978, las primeras y sucesivas elecciones democráticas, el intento de un golpe de estado en 1981, la entrada en la Unión Europea, y un sinfín de importantes momentos históricos que por superados y acontecidos hace tiempo parecen carecer de valor o referencia histórica.

Esta semana estamos volviendo a ser testigos de nuevos e históricos días. La abdicación de nuestro Rey Juan Carlos y la proclamación de nuevo Rey de España, Felipe VI. Hoy 18 de junio de 2014, siendo el último del reinado de Juan Carlos I quiero que estas líneas sean para él.

Con el paso del tiempo tendemos a olvidar aquellas decisiones que sin duda cambiaron nuestra historia, olvidamos lo que éramos y el por qué pudimos cambiar el rumbo de las cosas, las personas que lo hicieron posible y por supuesto el agradecimiento a quienes lo lograron, no sin dificultades.

Cuando se producía la proclamación de nuestro Rey, recuerdo alguno de los maliciosos chistes que corrían por nuestra España. Hay que reconocer que en ingenio y mala baba pocos nos ganan. Por entonces algunos lo apodaban como “El Breve”, por el poco tiempo que le auguraban de reinado. 

Pero Don Juan Carlos ha reinado desde 1975 con muchos aciertos y, sin duda, algunos errores. A lo largo de su reinado ha tenido un importante apoyo popular tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, aunque esta popularidad sufrió un importante revés en 2012, tras la ya famosa cacería llevada a cabo en Botsuana, coincidiendo con momentos de dura crisis económica en España. Este acontecimiento daría mucho que hablar pero también sirvió para que se produjese un hecho sin precedentes en su reinado, la petición de disculpas realizada públicamente por el monarca al abandonar el hospital. Aquellas palabras “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”, todavía resuenan hoy por inéditas en la historia de la realeza.

Hoy, último día de su reinado, quiero resaltar las luces de su entrega a España, su preparación y sentir de Estado, sus innumerables periplos por las tierras de España y medio mundo proyectando la imagen y la mejor carta de presentación de una sociedad española en constante progreso y mejora de su competitividad. 

No sería justo terminar estas líneas de despedida a nuestro Rey sin dedicar un párrafo a S.M. la Reina Doña Sofía. Si la frase “detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”, en este caso está más que justificada, aunque más que detrás siempre la hemos visto a su lado. Como dijo el propio Rey, “la Reina es una gran profesional”. Pero también es una gran mujer y persona.

Ultimo día do reinado de Juan Carlos I

Cando estas liñas publíquense, en España aínda reinará Juan Carlos I, será o seu último día de reinado desde aquel 22 de novembro de 1975.

Posiblemente sexan moitos os que, preocupados por outro tipo de problemas, non sexan moi conscientes dos momentos históricos que estamos vivindo nestas semanas. Nos últimos 40 anos fomos testemuñas do cambio do réxime de Franco á monarquía parlamentaria baixo a jefatura do Estado ostentada por D. Juan Carlos I, a aprobación dunha Constitución ratificada por referendo en 1978, as primeiras e sucesivas eleccións democráticas, o intento dun golpe de estado en 1981, a entrada na Unión Europea, e un sinfín de importantes momentos históricos que por superados e acontecidos fai tempo parecen carecer de valor ou referencia histórica.

Esta semana estamos volvendo ser testemuñas de novos e históricos días. A abdicación do noso Rei Juan Carlos e a proclamación de novo Rei de España, Felipe VIN. Hoxe 18 de xuño de 2014, sendo o último do reinado de Juan Carlos I quero que estas liñas sexan para el.

Co paso do tempo tendemos a esquecer aquelas decisións que sen dúbida cambiaron a nosa historia, esquecemos o que eramos e o por que puidemos cambiar o rumbo das cousas, as persoas que o fixeron posible e por suposto o agradecimiento a quen o lograron, non sen dificultades.

Cando se producía a proclamación do noso Rei, recordo algún dos maliciosos chistes que corrían pola nosa España. Hai que recoñecer que en enxeño e mala baba poucos nos gañan. Por entón algúns o alcumaban como ?O Breve?, polo pouco tempo que lle auguraban de reinado. 

Pero Don Juan Carlos reinou desde 1975 con moitos acertos e, sen dúbida, algúns erros. Ao longo do seu reinado ha ter un importante apoio popular tanto dentro como fóra das nosas fronteiras, aínda que esta popularidade sufriu un importante revés en 2012, trala xa famosa cacería levada a cabo en Botsuana, coincidindo con momentos de dura crise económica en España. Este acontecemento daría moito que falar pero tamén serviu para que se producise un feito sen precedentes no seu reinado, a petición de desculpas realizada públicamente polo monarca ao abandonar o hospital. Aquelas palabras ?Séntoo moito. Equivoqueime e non volverá ocorrer?, aínda resoan hoxe por inéditas na historia da realeza.

Hoxe, último día do seu reinado, quero resaltar as luces da súa entrega a España, a súa preparación e sentir de Estado, os seus innumerables periplos polas terras de España e medio mundo proxectando a imaxe e a mellor carta de presentación dunha sociedade española en constante progreso e mellora do seu competitividad. 

Non sería xusto terminar estas liñas de despedida ao noso Rei sen dedicar un párrafo a S.M. a Raíña Doña Sofía. Si a frase ?detrás dun gran home sempre hai unha gran muller?, neste caso está máis que xustificada, aínda que máis que detrás sempre a vimos ao seu lado. Como dixo o propio Rei, ?a Raíña é unha gran profesional?. Pero tamén é unha gran muller e persoa.

miércoles, 4 de junio de 2014

Pasado y futuro

Recuerdo bien aquel 16 de septiembre de 1998 en el que S.A.R. el Príncipe de Asturias compartía con los lucenses una jornada para la historia. Su llegada, la noche anterior al Gran Hotel de Lugo, a pesar de no estar anunciada ya supuso una muestra de cariño de numerosos lucenses, que se fueron acercando a la puerta del hotel y sorprendieron al Príncipe a su llegada. Como alcalde, lo esperaba a la puerta y la fotografía de aquel instante supuso mi primera anécdota, ya que al encontrarme sobre la acera y el príncipe darme la mano desde la calzada la diferencia de altura entre ambos se vio reducida, algo que algunos notaron.

Su estancia en la ciudad tuvo momentos emotivos y fotos para la historia que recogían la llegada al Ayuntamiento, la reunión con los portavoces municipales, la foto en la puerta de San Fernando con la corporación municipal, su entrada a pie hasta la Plaza del Ferrol y subida a la muralla, la reunión con profesores de nuestro campus universitario o la comida con una importante representación de la sociedad lucense.

En todo momento, el cariño y los aplausos de los lucenses en las calles y su interés por todos los temas que se iban planteando en las diferentes reuniones demostraron que, lejos de una visita protocolaria, para el Príncipe Felipe era una etapa más en su periplo por España para conocer a sus gentes y sus demandas sociales. Con sus constantes preguntas demostraba conocer nuestra historia y nuestra tierra y por momentos uno se sentía más en el papel de examinado que de alcalde. 

El hecho de que su hermana la Infanta Dña Elena fuese Duquesa de Lugo, también me permitió algún tema de conversación y de cariño que hizo que la visita a Lugo tuviese sus peculiaridades y un recuerdo especial.

Su preparación y naturalidad fueron las características que me quedaron grabadas, y que en posteriores encuentros con él pude ir reafirmando estas ideas al ver cómo recordaba los temas de Lugo.

Aquella visita, sin duda, ya forma parte de la historia y por tanto del pasado.

Con la próxima coronación como Rey de España de Don Felipe VI, se iniciará un importante y especial momento para la monarquía en España.

Corren momentos convulsos que algunos ya han empezado a querer protagonizar antes de tiempo con sus reivindicaciones y manifestaciones callejeras en pro de la república y contra la monarquía. Hay que recordar que entre todos nos dimos, con mucha generosidad entre los españoles, un marco constitucional basado en la Monarquía parlamentaria, y si algunos ahora quieren cambiarlo lo que tendrán que hacer es proponer sus reformas constitucionales en lugar de referéndums u otras opciones no recogidas en nuestra actual Constitución para estas situaciones.

El futuro inmediato de España no lo concibo separado del papel que el Rey puede y debe jugar. Su preparación y los antecedentes de la labor desempeñada con entrega por el todavía Rey Don Juan Carlos I son buen presagio del importante papel que puede jugar en favor de nuestros intereses de Estado.

Habrá quien canalizará y utilizará contra la monarquía algunos episodios que tiene en su debe. Son sombras que toda institución, especialmente las sometidas a un control diario por los medios de comunicación, tienen. Pero el haber es mucho más amplio y sus consecuencias hoy están íntimamente ligadas al devenir de nuestra historia democrática. Nadie puede borrar de un plumazo, por mucho que agiten banderas republicanas en las calles de las ciudades españolas, los logros que la monarquía ha representado en nuestras vidas.

Desde la perspectiva que te da el paso de los años, no en vano he vivido la muerte de Franco, la coronación de D Juan Carlos y las primeras elecciones democráticas de nuestra reciente historia entre otros acontecimientos históricos, unido al privilegio de poder ser testigo directo de los actos que los próximos días tendrán por testigo el hemiciclo del Congreso de los Diputados, mi apuesta por una monarquía renovada en la figura del actual príncipe es serena y firme.

Y a esto tenemos que sumar los pasos políticos que deberán irse produciendo para recuperar el prestigio perdido por muchas instituciones y por la Política, que nunca debió de dejar de escribirse en mayúsculas. 

¿Qué nos impide reescribir y actualizar aquel espíritu de consensos y generosidad colectiva de la Transición, en compañía de quien desde que nació ha sido preparado para este momento?

Todos tenemos mucho que ganar y todo por perder, dependiendo de cómo seamos capaces de administrar generosidad y diálogo colectivo.

Pasado e futuro

Lembro ben aquel 16 de setembro de 1998 no que S.A.R. o Príncipe de Asturias compartía cos lucenses unha xornada para a historia. A súa chegada, a noite anterior ao Gran Hotel de Lugo, malia non estar anunciada xa supuxo unha mostra de agarimo de numerosos lucenses, que se foron achegando á porta do hotel e sorprenderon ao Príncipe á súa chegada. Como alcalde, esperábao á porta e a fotografía daquel instante supuxo a miña primeira anécdota, xa que ao atoparme sobre a beirarrúa e o príncipe darme a man desde a calzada a diferenza de altura entre ambos se viu reducida, algo que algúns notaron.

A súa estancia na cidade tivo momentos emotivos e fotos para a historia que recollían a chegada ao Concello, a reunión cos portavoces municipais, a foto na porta de San Fernando coa corporación municipal, a súa entrada a pé ata a Praza do Ferrol e subida á muralla, a reunión con profesores do noso campus universitario ou a comida cunha importante representación da sociedade lucense.

En todo momento, o agarimo e os aplausos dos lucenses nas rúas e o seu interese por todos os temas que se ían suscitando nas diferentes reunións demostraron que, lonxe dunha visita protocolaria, para o Príncipe Felipe era unha etapa máis na súa viaxe por España para coñecer ás súas xentes e as súas demandas sociais. Coas súas constantes preguntas demostraba coñecer a nosa historia e a nosa terra e por momentos un sentíase máis no papel de examinado que de alcalde. 

O feito de que a súa irmá a Infanta Dona Elena fose Duquesa de Lugo, tamén me permitiu algún tema de conversación e de agarimo que fixo que a visita a Lugo tivese as súas peculiaridades e un recordo especial.

A súa preparación e naturalidade foron as características que me quedaron gravadas, e que en posteriores encontros con el puiden ir reafirmando estas ideas ao ver como recordaba os temas de Lugo.

Aquela visita, sen dúbida, xa forma parte da historia e xa que logo do pasado.

Coa próxima coroación como Rei de España de Don Felipe VI, iniciarase un importante e especial momento para a monarquía en España.

Corren momentos convulsos que algúns xa empezaron a querer protagonizar antes de tempo coas súas reivindicacións e manifestacións na rúa en prol da república e contra a monarquía. Hai que recordar que entre todos nos demos, con moita xenerosidade entre os españois, un marco constitucional baseado na Monarquía parlamentaria, e si algúns agora queren cambialo o que terán que facer é propoñer as súas reformas constitucionais en lugar de referendos ou outras opcións non recolleitas na nosa actual Constitución para estas situacións.

O futuro inmediato de España non o concibo separado do papel que o Rei pode e debe xogar. A súa preparación e os antecedentes do labor desempeñado con entrega polo aínda Rei Don Juan Carlos I son bo presaxio do importante papel que pode xogar en favor dos nosos intereses de Estado.

Haberá quen canalizará e utilizará contra a monarquía algúns episodios que ten no seu debe. Son sombras que toda institución, especialmente as sometidas a un control diario polos medios de comunicación, teñen. Pero o haber é moito máis amplo e as súas consecuencias hoxe están íntimamente ligadas ao devir da nosa historia democrática. Ninguén pode borrar dunha plumada, por moito que axiten bandeiras republicanas nas rúas das cidades españolas, os logros que a monarquía representou nas nosas vidas.

Desde a perspectiva que che dá o paso dos anos, non en balde vivín a morte de Franco, a coroación de D Juan Carlos e as primeiras eleccións democráticas da nosa recente historia entre outros acontecementos históricos, unido ao privilexio de poder ser testemuña directa dos actos que os próximos días terán por testemuña o hemiciclo do Congreso dos Deputados, a miña aposta por unha monarquía renovada na figura do actual príncipe é serena e firme.

E a isto temos que sumar os pasos políticos que deberán irse producindo para recuperar o prestixio perdido por moitas institucións e pola Política, que nunca debeu de deixar de escribirse en maiúsculas. 

Que nos impide reescribir e actualizar aquel espírito de consensos e xenerosidade colectiva da Transición, en compañía de quen desde que naceu foi preparado para este momento?

Todos temos moito que gañar e todo por perder, dependendo de como sexamos capaces de administrar xenerosidade e diálogo colectivo.