miércoles, 31 de octubre de 2018

La felicidad

Esta semana en un diario gallego se recogían detalladamente los resultados de una encuesta realizada entre casi 3.000 gallegos por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en la que se apuntaba que los gallegos somos menos felices que otros pueblos españoles. Una muestra muy pequeña para medir algo tan subjetivo. 

Comparto la opinión del sociólogo Gómez Avión recogida en dicha publicación cuando dice que esta encuesta “más que medir la felicidad, lo que hace es medir algo más tangible: la satisfacción con la propia vida”. 

Para Gómez Avión es la falta de autoestima colectiva lo que nos lleva a los gallegos a pensar que en otros lugares la vida es mejor. Pero la felicidad no es algo que se encuentra en unos determinados lugares, sino que es algo que se busca, porque en definitiva es una cuestión de actitud ante la vida. 

Cuando se pregunta qué es lo que más desearía o le gustaría tener a una persona, son muchos los que responden de manera ambigua y poco específica diciendo “ser feliz”. Lo curioso es que queremos ser felices pero hacemos muy poco de lo que está en nuestras manos para conseguirlo, somos nuestro propio enemigo. Fue Stephen Covey quien dijo que “el 10% de nuestra felicidad depende de lo que nos sucede y el 90% restante depende de cómo reaccionamos ante lo que nos sucede”. 

Hace tiempo leí un cuento en el libro de “La buena vida” de Alex Rovira que relata cómo en el principio de los tiempos varios demonios reunidos planificaban sus travesuras divagando sobre qué podrían quitarle a los hombres, decidiendo que lo que les quitarían sería “la felicidad”, para después discutir sobre dónde la esconderían para que no la pudiesen encontrar. Las propuestas pasaron por esconderla en la cima del monte más alto del mundo, o en el fondo del mar, o en un planeta lejano. El último de los demonios en opinar dijo saber donde esconderla para que no la encontrasen nunca. “La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera que nunca la encontrarán”. Estuvieron todos de acuerdo y desde entonces es así: “el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva dentro”. 

En Galicia para encontrar la felicidad no hace falta ir ni a las montañas del Caurel, ni a las Rías Baixas. Tampoco a la Mariña Lucense ni a la Ribeira Sacra. Porque vayamos o no a esos bellos lugares la felicidad la llevamos dentro pero no sabemos encontrarla. Dedicamos más tiempo a añorar el pasado o a preocuparnos del futuro, que a pensar en vivir el hoy. Pensamos solo en lo que nos falta y no en cómo nos sentimos mientras intentamos conseguirlo. 

Por estas razones la encuesta no puede medir ni ponderar ningún grado de felicidad, sino, como ya queda dicho, la satisfacción con nuestra propia vida. 

Como dijo Lincoln “casi todas las personas son tan felices como decidan serlo”. Los gallegos también. 

A felicidade 

Esta semana nun diario galego recollíanse detalladamente os resultados dunha enquisa realizada entre case 3.000 galegos polo Centro de Investigacións Sociolóxicas (CIS) na que se apuntaba que os galegos somos menos felices que outros pobos españois. Unha mostra moi pequena para medir algo tan subxectivo. 

Comparto a opinión do sociólogo Gómez Avión recollida na devandita publicación cando di que esta enquisa “máis que medir a felicidade, o que fai é medir algo máis tanxible: a satisfacción coa propia vida”. 

Para Gómez Avión é a falta de autoestima colectiva o que nos leva aos galegos para pensar que noutros lugares a vida é mellor. Pero a felicidade non é algo que se atopa nuns determinados lugares, senón que é algo que se busca, porque en definitiva é unha cuestión de actitude ante a vida. 

Cando se pregunta que é o que máis desexaría ou lle gustaría ter a unha persoa, son moitos os que responden de maneira ambigua e pouco específica dicindo “ser feliz”. O curioso é que queremos ser felices pero facemos moi pouco do que está nas nosas mans para conseguilo, somos o noso propio inimigo. Foi Stephen Covey quen dixo que “o 10% da nosa felicidade depende do que nos sucede e o 90% restante depende de como reaccionamos ante o que nos sucede”. 

Hai tempo lin un conto no libro de “A boa vida” de Alex Rovira que relata como no principio dos tempos varios demos reunidos planificaban os seus travesuras divagando sobre que poderían quitarlle aos homes, decidindo que o que lles quitarían sería “a felicidade”, para despois discutir sobre onde a esconderían para que non a puidesen atopar. As propostas pasaron por escondela na cima do monte máis alto do mundo, ou no fondo do mar, ou nun planeta afastado. O último dos demos en opinar dixo saber onde escondela para que non a atopasen nunca. “Esconderémola dentro deles mesmos, estarán tan ocupados buscándoa fose que nunca a atoparán”. Estiveron todos de acordo e desde entón é así: “o home pásase a vida buscando a felicidade sen saber que a leva dentro”. 

En Galicia para atopar a felicidade non fai falta ir nin ás montañas do Caurel, nin ás Rías Baixas. Tampouco á Mariña Lucense nin á Ribeira Sacra. Porque vaiamos ou non a eses belos lugares a felicidade levámola dentro pero non sabemos atopala. Dedicamos máis tempo a estrañar o pasado ou a preocuparnos do futuro, que a pensar en vivir o hoxe. Pensamos só no que nos falta e non en como sentimos mentres tentamos conseguilo. 

Por estas razóns a enquisa non pode medir nin ponderar ningún grao de felicidade, senón, como xa queda devandito, a satisfacción con nosa propia vida. 

Como dixo Lincoln “case todas as persoas son tan felices como decidan selo”. Os galegos tamén.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Conversaciones en la peluquería

Esta semana me tocó pasar por la peluquería. “¡Cómo está el patio!”, me dicen. “¿Cuánto tiempo va a durar este gobierno?”, inquieren esperando una respuesta que no tengo. Lo que Sánchez quiera, les digo. Aguantará hasta el límite porque, y ya lo escribí en estas mismas páginas, su objetivo era llegar a La Moncloa a cualquier precio y ya lo ha conseguido. Ahora cuanto más dure este sueño cumplido mejor para él y su señora, y seguramente cada día peor para España y los españoles. 

Continúa la conversación dando un repaso a las dimisiones de ministros, las declaraciones e inmediatas rectificaciones, los viajes públicos y privados del Presidente, sus ansias de protagonismo que le llevan a colocarse al lado de los reyes en sus recepciones, los pactos con comunistas e independentistas, y un largo etcétera que pueden imaginar sin equivocarse. Así hasta llegar a la cuestión que considero clave en aquella conversación. “¿Cómo es posible que esté ocurriendo todo esto en nuestras narices y la respuesta ciudadana sea de práctica apatía o casi indiferencia?”... Me hacen una pregunta que en estas últimas semanas me he hecho yo mismo muchas veces. ¿Qué más tiene que ocurrir para que reaccionemos?

Los comentarios que siguieron eran coincidentes en algo: solo reaccionamos cuando nos tocan directamente lo que más nos importa: el sueldo, los impuestos, la pensión… sin darnos cuenta que muchas de las medidas que se están aprobando o proponiendo para su aprobación, bajo puestas en escena grandilocuentes, van a afectar directamente a esas cuestiones, que son las que más preocupan.

Ello me llevó a una reflexión que me hice muchas veces en mi etapa como alcalde. ¡Cuántas sorpresas me llevé explicando, con diferentes dosis de pasión, el proyecto de ciudad que quería para Lugo, los grandes proyectos como la recuperación de nuestro Casco Histórico, nuestra Muralla y su declaración como Patrimonio de la Humanidad, acercar el Miño a la ciudad, ganar espacios para los peatones...! En muchas ocasiones al terminar y abrir un dialogo con los vecinos, las cuestiones que se me planteaban tenía más que ver con el contenedor, la farola, el bache o la limpieza, con temas del día a día, y muy pocos se interesaban por esos proyectos que Lugo necesita.

Efectivamente, creo que somos egoístas y cortoplacistas en nuestros planteamientos, lo que tristemente se refleja en la frase “¿qué hay de lo mío?”. El problema es que muchas de los cosas que ahora están sucediendo en la política española, y por extensión en la vida de los españoles aunque parezca que a nosotros no nos afectan, al final tiene mucho que ver con “lo mío”, con “lo nuestro”. Todos creemos que cuando se habla de que un 75% de ciudadanos puede sufrir determinada enfermedad, pensamos que estamos entre el 25% restante. Cuando vemos una imagen de una desgracia o un accidente, pensamos que a nosotros eso no nos pasará. Por eso les digo, y parecen asentir y compartir esta opinión, que las medidas que se están poniendo en marcha y las que están en la fase de diseño, como los próximos Presupuestos Generales del estado, sí que tienen mucho que ver con “lo mío”, con “lo nuestro”.

Me marcho con menos pelo pero más preocupado. Las conversaciones en la peluquería no difieren de las de la calle, pero por ahora las reacciones se hacen esperar.

Conversacións na barbería

Esta semana tocoume pasar pola barbería. “Como está o patio!”, dinme. “Canto tempo vai durar este goberno?”, inquiren esperando unha resposta que non teño. O que Sánchez queira, dígolles. Aguantará ata o límite porque, e xa o escribín nestas mesmas páxinas, o seu obxectivo era chegar á Moncloa a calquera prezo e xa o conseguiu. Agora canto máis dure este soño cumprido mellor para el e a súa señora, e seguramente cada día peor para España e os españois. 

Continúa a conversación dando un repaso ás dimisións de ministros, as declaracións e inmediatas rectificacións, as viaxes públicas e privadas do Presidente, as súas ansias de protagonismo que lle levan a colocarse á beira dos reis nas súas recepcións, os pactos con comunistas e independentistas, e un longo etcétera que poden imaxinar sen equivocarse. Así ata chegar á cuestión que considero clave naquela conversación. “Como é posible que estea a ocorrer todo isto nos nosos narices e a resposta cidadá sexa de práctica apatía ou case indiferenza?”... Fanme unha pregunta que nestas últimas semanas fíxenme eu mesmo moitas veces. Que máis ten que ocorrer para que reaccionemos?

Os comentarios que seguiron eran coincidentes en algo: só reaccionamos cando nos tocan directamente o que máis nos importa: o soldo, os impostos, a pensión… sen darnos conta que moitas das medidas que se están aprobando ou propoñendo para a súa aprobación, baixo postas en escena grandilocuentes, van afectar directamente a esas cuestións, que son as que máis preocupan.

Iso levoume a unha reflexión que me fixen moitas veces na miña etapa como alcalde. Cantas sorpresas leveime explicando, con diferentes doses de paixón, o proxecto de cidade que quería para Lugo, os grandes proxectos como a recuperación do noso Centro histórico, a nosa Muralla e a súa declaración como Patrimonio da Humanidade, achegar o Miño á cidade, gañar espazos para os peóns...! En moitas ocasións ao terminar e abrir un dialogo cos veciños, as cuestións que se me expuñan tiña máis que ver co contedor, o farol, a fochanca ou a limpeza, con temas do día a día, e moi poucos se interesaban por eses proxectos que Lugo necesita.

Efectivamente, creo que somos egoístas e cortopracistas nas nosas formulacións, o que tristemente se reflicte na frase “que hai do meu?”. O problema é que moitas dos cousas que agora están a suceder na política española, e por extensión na vida dos españois aínda que pareza que a nós non nos afectan, ao final ten moito que ver con “o meu”, con “o noso”. Todos cremos que cando se fala de que un 75% de cidadáns pode sufrir determinada enfermidade, pensamos que estamos entre o 25% restante. Cando vemos unha imaxe dunha desgraza ou un accidente, pensamos que a nós iso non nos pasará. Por iso dígolles, e parecen asentir e compartir esta opinión, que as medidas que se están poñendo en marcha e as que están na fase de deseño, como os próximos Orzamentos Xerais do estado, si que teñen moito que ver con “o meu”, con “o noso”.

Marcho con menos pelo pero máis preocupado. As conversacións na barbería non difiren das da rúa, pero por agora as reaccións fanse esperar.

miércoles, 3 de octubre de 2018

La oportunidad

¡Cuántas veces en un juego o en momentos importantes de la vida hemos pedido otra oportunidad para rectificar un error o para volver a intentarlo! La vida está llena de oportunidades y nosotros tenemos que estar preparados para aprovecharlas porque muchas veces no hay segundas ocasiones o éstas pueden tardar mucho en volver y para entonces ser demasiado tarde.

A las ciudades también les pasa algo similar. Tienen su momento, su oportunidad, y aprovecharlas o no depende de sus habitantes y dirigentes. En términos prácticos las mejores coyunturas para elegir el modelo de ciudad que deseamos, los avances que demandamos o nuestro modo de convivencia, se nos ofrecen cada 4 años mediante la convocatoria y participación en las elecciones municipales. En ellas elegimos a nuestra corporación municipal y por ende a nuestro alcalde.

La carrera preelectoral hacia ese momento ya empezó y dado que el tiempo no corre sino que vuela, cuando queramos darnos cuenta estaremos depositando nuestras papeletas en las urnas y sabiendo quién dirigirá el destino de la ciudad y de cuantos vivimos en ella.

Ya se conocen los nombres de algunos de los candidatos a tal honor. Ramón Carballo por el Partido Popular aceptó el reto y me consta que su involucración y dedicación es ya plena desde ese momento. Tiene por delante una gran oportunidad y con él, también Lugo.

Quienes me conocen y han seguido con frecuencia mis artículos quincenales en esta misma sección de El Progreso saben de mi pasión e interés por todo lo que a Lugo ciudad y a sus parroquias se refiere. Me alegro como muchos de sus lamentablemente escasos éxitos y buenas nuevas y me duelen como a pocos sus penurias.

Que Lugo lleva tiempo languideciendo no es algo que yo descubra, ni una realidad ambigua u opinable. Se trata de un hecho innegable y fácilmente contrastable dándose simplemente una vuelta por sus calles, barrios y parroquias. Los cristales de los escaparates de muchos locales ya no muestran sus artículos sino los letreros de venta o alquiler, por cierto sin mucho éxito a la hora de encontrar nuevos inquilinos o propietarios. Es solo un ejemplo que podría completarse con la falta de proyectos novedosos o atractivos, que se añaden a la suciedad y el deterioro físico de nuetras calles. La inercia y monotonía parecen ser las únicas constantes. A Lugo le quedan pocas oportunidades si no invertimos su rumbo.

Que esta situación pueda cambiar solo dependerá de nuestra voluntad como ciudadanos. Conozco a Ramón Carballo, sé de su capacidad y sensibilidad para afrontar este importante reto en su vida. También que no va a defraudar a cuantos depositen en él la confianza. 

Ramón esta ya estos días recorriendo las calles de Lugo y recogiendo las propuestas y opiniones de los vecinos, por ello es muy importante que cuantos quieran proponer, aportar, contrastar, en definitiva, cambiar la habitual actitud pasiva por la de involucrarse en este proyecto, no dejen pasar esta oportunidad. Sí, la suya, la mia y la de todos los que nos sentimos orgullosos cuando decimos que somos de Lugo. Esta es nuestra oportunidad, no la desperdiciemos.


A oportunidade

Cantas veces nun xogo ou en momentos importantes da vida pedimos outra oportunidade para rectificar un erro ou para volver tentalo! A vida está chea de oportunidades e nós temos que estar preparados para aproveitalas porque moitas veces non hai segundas ocasións ou estas poden tardar moito en volver e para entón ser demasiado tarde.

Ás cidades tamén lles pasa algo similar. Teñen o seu momento, a súa oportunidade, e aproveitalas ou non depende dos seus habitantes e dirixentes. En termos prácticos as mellores conxunturas para elixir o modelo de cidade que desexamos, os avances que demandamos ou o noso modo de convivencia, ofrécensenos cada 4 anos mediante a convocatoria e participación nas eleccións municipais. Nelas eliximos á nosa corporación municipal e polo tanto ao noso alcalde.

A carreira preelectoral cara a ese momento xa empezou e dado que o tempo non corre senón que voa, cando queiramos darnos conta estaremos a depositar as nosas papeletas nas urnas e sabendo quen dirixirá o destino da cidade e de cuantos vivimos nela.

Xa se coñecen os nomes dalgúns dos candidatos a tal honra. Ramón Carballo polo Partido Popular aceptou o reto e cónstame que o seu involucración e dedicación é xa plena desde ese momento. Ten por diante unha gran oportunidade e con el, tamén Lugo.

Quen me coñece e seguiron con frecuencia os meus artigos quincenais nesta mesma sección do Progreso saben da miña paixón e interese por todo o que a Lugo cidade e ás súas parroquias refírese. Alégrome como moitos dos seus lamentablemente escasos éxitos e boas novas e desbástenme como a poucos as súas penurias.

Que Lugo leva tempo languideciendo non é algo que eu descubra, nin unha realidade ambigua ou opinable. Trátase dun feito innegable e facilmente contrastable dándose simplemente unha volta polas súas rúas, barrios e parroquias. Os cristais dos escaparates de moitos locais xa non mostran os seus artigos senón os letreiros de venda ou aluguer, por certo sen moito éxito á hora de atopar novos inquilinos ou propietarios. É só un exemplo que podería completarse coa falta de proxectos novos ou atractivos, que se engaden á sucidade e a deterioración física de nuetras rúas. A inercia e monotonía parecen ser as únicas constantes. A Lugo quedan poucas oportunidades se non investimos o seu rumbo.

Que esta situación poida cambiar só dependerá da nosa vontade como cidadáns. Coñezo a Ramón Carballo, sei da súa capacidade e sensibilidade para afrontar este importante reto na súa vida. Tamén que non vai defraudar a cuantos depositen nel a confianza. 

Ramón esta xa estes días percorrendo as rúas de Lugo e recollendo as propostas e opinións dos veciños, por iso é moi importante que cuantos queiran propoñer, achegar, contrastar, en definitiva, cambiar a habitual actitude pasiva pola de involucrarse neste proxecto, non deixen pasar esta oportunidade. Si, a súa, a mia e a de todos os que sentimos orgullosos cando dicimos que somos de Lugo. Esta é a nosa oportunidade, non a desperdiciemos.