En estas últimas semanas hemos escuchado tantas afirmaciones y declaraciones en el marco de la “nueva” política que hemos puesto nuevamente a prueba nuestra capacidad de sorprendernos.
Desde aquello de las menstruaciones capitalistas con algo más que sugerencias para que las mujeres dejen de utilizar tampones o compresas y regresen a la edad media higiénicamente hablando, hasta la ocurrencia de que los niños se críen en “tribus” urbanas con parejas compartiendo el mismo techo y cuidando todos de todos, he de reconocer que mi capacidad de sorprenderme empieza a estar cerca del límite.
El problema es que estos… digamos desatinos, no son parte de un guión cinematográfico ni tampoco extractos de alguna novela. Son propuestas políticas de personas que ocupan escaños en parlamentos democráticos y aspiran a gobernar nuestra nación española. Para ello necesitan del apoyo y el pacto con partidos menos “nuevos” pero últimamente dirigidos por ambiciosos personajes que parecen obsesionados con pactar con cualquiera con tal de habitar en la Moncloa.
Entre tantos ejemplos de lo escuchado, hoy me voy a quedar con algunas de las afirmaciones de Pedro Sánchez en el mitin de presentación de su candidatura a la presidencia del gobierno este pasado fin de semana: “Puedo prometer y prometo, decencia. Puedo prometer y prometo, dialogo. Puedo prometer y prometo, dedicación”. Si lo que pretendía el líder socialista era hacer un guiño, utilizar el marketing para hacerse pasar por un partido de centro y cautivar a votantes deseosos de moderación y capacidad de diálogo, se equivoco evocando para él la figura de Adolfo Suárez.
Decencia para quien llamó indecente a Rajoy en un debate electoral, no cuela. Dedicación, sin decir para qué fines. Pero lo de prometer diálogo por parte de quien más líneas rojas estableció desde el 21 de diciembre pasado, de quien más veces repitió “no es no” a quienes, legitimados como ganadores, le ofrecían consensos, realmente suena a broma de mal gusto.
Me hubiese gustado más escuchar a Sánchez decir que puede prometer y promete no pactar jamás con partidos populistas, independentistas o comunistas.
Que puede prometer y promete no vetar el dialogo con el PP, partido que previsiblemente será ganador de las próximas elecciones.
Que puede prometer y promete que su programa de gobierno consistirá en algo más que en echar como sea del gobierno al PP aunque gane las elecciones.
Que puede prometer y promete que detrás de su propuesta de estado federal para España no se contempla la ruptura de la unidad de nuestra nación.
Que puede prometer y promete que con los votos de su partido no se volverán a constituir alcaldías presididas por Carmenas, Kichis, Colaus u otros desastres que hoy por hoy son alcaldes porque tienen el apoyo del PSOE.
En definitiva, que puede prometer y promete tomarse en serio a los españoles y no seguir engañándolos pidiéndoles el voto para un cambio moderado y después entregar esos votos a quienes quieren que vivamos mañana como hoy viven en Venezuela o en Cuba. Que puede prometer y promete tomárselo en serio.
Desde aquilo das menstruacións capitalistas con algo máis que suxestións para que as mulleres deixen de utilizar tampóns ou compresas e regresen á idade media hixienicamente falando, ata a ocorrencia de que os nenos se críen en “tribos” urbanas con parellas compartindo o mesmo teito e coidando todos de todos, hei de recoñecer que a miña capacidade de sorprenderme empeza a estar preto do límite.
O problema é que estes, digamos desatinos, non son parte dun guión cinematográfico nin tampouco extractos dalgunha novela. Son propostas políticas de persoas que ocupan escanos en parlamentos democráticos e aspiran a gobernar a nosa nación española. Para iso necesitan do apoio e o pacto con partidos menos “novos” pero ultimamente dirixidos por ambiciosos personaxes que parecen obsesionados con pactar con calquera con tal de habitar na Moncloa.
Entre tantos exemplos do escoitado, hoxe voume a quedar con algunhas das afirmacións de Pedro Sánchez no mitin de presentación da súa candidatura á presidencia do goberno este pasado fin de semana: ?Podo prometer e prometo, decencia. Podo prometer e prometo, dialogo. Podo prometer e prometo, dedicación?. Se o que pretendía o líder socialista era facer unha chiscadela, utilizar o márketing para facerse pasar por un partido de centro e cativar a votantes desexosos de moderación e capacidade de diálogo, equivocar evocando para el a figura de Adolfo Suárez.
Decencia para quen chamou indecente a Rajoy nun debate electoral, non coa. Dedicación, sen dicir para que fins. Pero o de prometer diálogo por parte de quen máis liñas vermellas estableceu desde o 21 de decembro pasado, de quen máis veces repetiu “non é non” a quen, lexitimados como gañadores, ofrecíanlle consensos, realmente soa de broma de mal gusto.
Gustoume máis escoitar a Sánchez dicir que pode prometer e promete non pactar xamais con partidos populistas, independentistas ou comunistas.
Que pode prometer e promete non vetar o dialogo co PP, partido que previsiblemente será gañador das próximas eleccións.
Que pode prometer e promete que o seu programa de goberno consistirá en algo máis que en botar como sexa do goberno ao PP aínda que gañe as eleccións.
Que pode prometer e promete que detrás da súa proposta de estado federal para España non se contempla a ruptura da unidade da nosa nación.
Que pode prometer e promete que cos votos do seu partido non se volverán a constituír alcaldías presididas por Carmenas, Kichis, Colaus ou outros desastres que neste momento son alcaldes porque teñen o apoio do PSOE.
En definitiva, que pode prometer e promete tomarse en serio aos españois e non seguir enganándoos pedíndolles o voto para un cambio moderado e despois entregar eses votos a quen quere que vivamos mañá como hoxe viven en Venezuela ou en Cuba. Que pode prometer e promete tomarlo en serio.
Desde aquello de las menstruaciones capitalistas con algo más que sugerencias para que las mujeres dejen de utilizar tampones o compresas y regresen a la edad media higiénicamente hablando, hasta la ocurrencia de que los niños se críen en “tribus” urbanas con parejas compartiendo el mismo techo y cuidando todos de todos, he de reconocer que mi capacidad de sorprenderme empieza a estar cerca del límite.
El problema es que estos… digamos desatinos, no son parte de un guión cinematográfico ni tampoco extractos de alguna novela. Son propuestas políticas de personas que ocupan escaños en parlamentos democráticos y aspiran a gobernar nuestra nación española. Para ello necesitan del apoyo y el pacto con partidos menos “nuevos” pero últimamente dirigidos por ambiciosos personajes que parecen obsesionados con pactar con cualquiera con tal de habitar en la Moncloa.
Entre tantos ejemplos de lo escuchado, hoy me voy a quedar con algunas de las afirmaciones de Pedro Sánchez en el mitin de presentación de su candidatura a la presidencia del gobierno este pasado fin de semana: “Puedo prometer y prometo, decencia. Puedo prometer y prometo, dialogo. Puedo prometer y prometo, dedicación”. Si lo que pretendía el líder socialista era hacer un guiño, utilizar el marketing para hacerse pasar por un partido de centro y cautivar a votantes deseosos de moderación y capacidad de diálogo, se equivoco evocando para él la figura de Adolfo Suárez.
Decencia para quien llamó indecente a Rajoy en un debate electoral, no cuela. Dedicación, sin decir para qué fines. Pero lo de prometer diálogo por parte de quien más líneas rojas estableció desde el 21 de diciembre pasado, de quien más veces repitió “no es no” a quienes, legitimados como ganadores, le ofrecían consensos, realmente suena a broma de mal gusto.
Me hubiese gustado más escuchar a Sánchez decir que puede prometer y promete no pactar jamás con partidos populistas, independentistas o comunistas.
Que puede prometer y promete no vetar el dialogo con el PP, partido que previsiblemente será ganador de las próximas elecciones.
Que puede prometer y promete que su programa de gobierno consistirá en algo más que en echar como sea del gobierno al PP aunque gane las elecciones.
Que puede prometer y promete que detrás de su propuesta de estado federal para España no se contempla la ruptura de la unidad de nuestra nación.
Que puede prometer y promete que con los votos de su partido no se volverán a constituir alcaldías presididas por Carmenas, Kichis, Colaus u otros desastres que hoy por hoy son alcaldes porque tienen el apoyo del PSOE.
En definitiva, que puede prometer y promete tomarse en serio a los españoles y no seguir engañándolos pidiéndoles el voto para un cambio moderado y después entregar esos votos a quienes quieren que vivamos mañana como hoy viven en Venezuela o en Cuba. Que puede prometer y promete tomárselo en serio.
Podo prometer… e cumprir?
Nestas últimas semanas escoitamos tantas afirmacións e declaracións no marco da “nova” política que puxemos novamente a proba a nosa capacidade de sorprendernos.Desde aquilo das menstruacións capitalistas con algo máis que suxestións para que as mulleres deixen de utilizar tampóns ou compresas e regresen á idade media hixienicamente falando, ata a ocorrencia de que os nenos se críen en “tribos” urbanas con parellas compartindo o mesmo teito e coidando todos de todos, hei de recoñecer que a miña capacidade de sorprenderme empeza a estar preto do límite.
O problema é que estes, digamos desatinos, non son parte dun guión cinematográfico nin tampouco extractos dalgunha novela. Son propostas políticas de persoas que ocupan escanos en parlamentos democráticos e aspiran a gobernar a nosa nación española. Para iso necesitan do apoio e o pacto con partidos menos “novos” pero ultimamente dirixidos por ambiciosos personaxes que parecen obsesionados con pactar con calquera con tal de habitar na Moncloa.
Entre tantos exemplos do escoitado, hoxe voume a quedar con algunhas das afirmacións de Pedro Sánchez no mitin de presentación da súa candidatura á presidencia do goberno este pasado fin de semana: ?Podo prometer e prometo, decencia. Podo prometer e prometo, dialogo. Podo prometer e prometo, dedicación?. Se o que pretendía o líder socialista era facer unha chiscadela, utilizar o márketing para facerse pasar por un partido de centro e cativar a votantes desexosos de moderación e capacidade de diálogo, equivocar evocando para el a figura de Adolfo Suárez.
Decencia para quen chamou indecente a Rajoy nun debate electoral, non coa. Dedicación, sen dicir para que fins. Pero o de prometer diálogo por parte de quen máis liñas vermellas estableceu desde o 21 de decembro pasado, de quen máis veces repetiu “non é non” a quen, lexitimados como gañadores, ofrecíanlle consensos, realmente soa de broma de mal gusto.
Gustoume máis escoitar a Sánchez dicir que pode prometer e promete non pactar xamais con partidos populistas, independentistas ou comunistas.
Que pode prometer e promete non vetar o dialogo co PP, partido que previsiblemente será gañador das próximas eleccións.
Que pode prometer e promete que o seu programa de goberno consistirá en algo máis que en botar como sexa do goberno ao PP aínda que gañe as eleccións.
Que pode prometer e promete que detrás da súa proposta de estado federal para España non se contempla a ruptura da unidade da nosa nación.
Que pode prometer e promete que cos votos do seu partido non se volverán a constituír alcaldías presididas por Carmenas, Kichis, Colaus ou outros desastres que neste momento son alcaldes porque teñen o apoio do PSOE.
En definitiva, que pode prometer e promete tomarse en serio aos españois e non seguir enganándoos pedíndolles o voto para un cambio moderado e despois entregar eses votos a quen quere que vivamos mañá como hoxe viven en Venezuela ou en Cuba. Que pode prometer e promete tomarlo en serio.