miércoles, 18 de enero de 2023

Un antes y un después

En las vidas de cada uno de nosotros siempre han existido un antes y un después para muchas de nuestras vivencias. Hay acontecimientos, efemérides, celebraciones, logros, decepciones... que marcan de distintas maneras nuestras vidas.

Pero al margen de nuestras vivencias personales, también hay acontecimientos globales que nos marcan y condicionan. Por referirme sólo a los más recientes, la pandemia del COVID, las políticas populistas o la guerra a las puertas de Europa son algunos ejemplos que están marcando un antes y un después para muchas de las cosas que nos afectan más directamente.

Estos días en los medios de comunicación se hablaba de la seguridad en las calles, del incremento de peleas y altercados nocturnos, de una menor tolerancia social o de una perdida de respeto a la autoridad, después de la pandemia. También del incremento importante en las estafas por internet, la ciberdelincuencia o los robos con fuerza en domicilios o establecimientos. Según criterios de expertos, la encadenación de la crisis económica con la sanitaria del COVID y la que está provocando la guerra en Ucrania, ha sido un caldo de cultivo que ha impactado de lleno en la sociedad provocando estos comportamientos.

Son muchos, especialmente los más jóvenes, los que ahora toleran peor cualquier contratiempo o frustración lo que genera sentimientos de rabia e ira que en muchas ocasiones terminan en reacciones violentas. El concepto de autoridad, en casa, en los colegios o en la calle, parece haberse diluido. En esto ha habido un antes y un después.

Las políticas populistas impulsadas desde el gobierno presidido por Pedro Sánchez también están sentando las bases para poder apreciar claramente un antes y un después en muchos ámbitos del día a día. La cultura de la subvención y los subsidios generalizados han generado cambios en el mercado del trabajo hasta el punto de que resulte muy difícil encontrar en algunos sectores personas dispuestas a cubrir las vacantes necesarias para mantener la actividad. El resurgir de las políticas de enfrentamiento, resucitando viejas heridas que creíamos superadas, están provocando un enrarecimiento de la convivencia y que alcanzar acuerdos resulte una quimera.

Pero en nuestro día a día también las medidas implementadas por la administración han cambiado bruscamente nuestra forma de relacionarnos con ella, de acercarnos a sus ventanillas. Ahora todavía son muchas las administraciones que impiden acudir a sus sedes sin una cita previa solicitada telefónicamente, lo que demora en semanas la gestión a realizar. Los trámites presenciales se ven rápidamente sustituidos por los procedimientos digitales a través de internet, lo que sin duda alguna está generando una brecha digital en las personas mayores o con menos recursos. 

Las reuniones telemáticas en lugar de presenciales, las mascarillas en el transporte, tantas y tantas cosas que aparecieron de la noche a la mañana en nuestras vidas han provocado y lo seguirán haciendo un antes y un después. Algunas ya no podremos cambiarlas, pero otras muchas sí que están en nuestra mano y la resignación no es una buena opción.  


Un antes e un despois

Nas vidas de cada un de nós sempre existiron un antes e un despois para moitas das nosas vivencias. Hai acontecementos, efemérides, celebracións, logros, decepcións... que marcan de distintas maneiras as nosas vidas.

Pero á marxe das nosas vivencias persoais, tamén hai acontecementos globais que nos marcan e condicionan. Por referirme só aos máis recentes, a pandemia do COVID, as políticas populistas ou a guerra ás portas de Europa son algúns exemplos que están a marcar un antes e un despois para moitas das cousas que nos afectan máis directamente.

Estes días nos medios de comunicación falábase da seguridade nas rúas, do incremento de pelexas e altercados nocturnos, dunha menor tolerancia social ou dunha perdida de respecto á autoridade, despois da pandemia. Tamén do incremento importante nas estafas por internet, a ciberdelincuencia ou os roubos con forza en domicilios ou establecementos. Segundo criterios de expertos, a encadenación da crise económica coa sanitaria do COVID e a que está a provocar a guerra en Ucraína, foi un caldo de cultivo que impactou de cheo na sociedade provocando estes comportamentos.

Son moitos, especialmente os máis novos, os que agora toleran peor calquera contratempo ou frustración o que xera sentimentos de rabia e ira que en moitas ocasións terminan en reaccións violentas. O concepto de autoridade, en casa, nos colexios ou na rúa, parece diluírse. Nisto houbo un antes e un despois.

As políticas populistas impulsadas desde o goberno presidido por Pedro Sánchez tamén están a sentar as bases para poder apreciar claramente un antes e un despois en moitos ámbitos do día a día. A cultura da subvención e os subsidios xeneralizados han xerado cambios no mercado do traballo ata o punto de que resulte moi difícil atopar nalgúns sectores persoas dispostas a cubrir as vacantes necesarias para manter a actividade. O rexurdir das políticas de enfrontamento, resucitando vellas feridas que criamos superadas, están a provocar un enrarecemento da convivencia e que alcanzar acordos resulte unha quimera.

Pero no noso día a día tamén as medidas implantadas pola administración cambiaron bruscamente a nosa forma de relacionarnos con ela, de achegarnos aos seus portelos. Agora aínda son moitas as administracións que impiden acudir ás súas sedes sen unha cita previa solicitada telefonicamente, o que demora en semanas a xestión para realizar. Os trámites presenciais ven rapidamente substituídos polos procedementos dixitais a través de internet, o que sen ningunha dúbida está a xerar unha fenda dixital nas persoas maiores ou con menos recursos. 

As reunións telemáticas en lugar de presenciais, as máscaras no transporte, tantas e tantas cousas que apareceron da noite para a mañá nas nosas vidas provocaron e seguirano facendo un antes e un despois. Algunhas xa non poderemos cambialas, pero outras moitas si que están na nosa man e a resignación non é unha boa opción.  

miércoles, 4 de enero de 2023

Calendarios

Hasta hace relativamente poco tiempo en los días finales del año el regalo de calendarios de pared o de mesa era una costumbre generalizada que va cediendo su paso ante la invasión de lo digital. Hoy todos tenemos calendarios en los móviles, tabletas, ordenadores...

Con el cambio de calendario de un año para el siguiente tendemos a pensar que con las hojas caducadas también se marchan los viejos problemas y las consiguientes preocupaciones, de igual manera que con la apertura del nuevo calendario del año que se estrena los nuevos propósitos ocupan rápidamente los días que vienen por delante.

Comienza 2023 y no son pocos los que vaticinan que será un año intenso y complicado, donde las diferentes convocatorias electorales propiciarán que la convivencia y el deseado buen clima social se vea más que alterado.

También los comienzos de cualquier año llevan consigo listas de incertidumbres, como todo lo que tiene que ver con acertar sucesos futuribles. No son pocos los del 2023. Desde los más globales como las guerras, en especial la que se lleva librando muchos meses en Ucrania, a las puertas de Europa, hasta las repercusiones de los nuevos brotes y variantes del COVID, que viendo las noticias que nos llegan desde China hacen que resurja en nuestra memoria todo lo que vivimos en el 2020.

Pero también en nuestro país las incertidumbres no faltan. La evolución de los precios de los alimentos, los combustibles ya sin bonificaciones, el futuro del sistema de pensiones, los resultados de las diferentes jornadas electorales, empezando por las municipales y autonómicas de mayo...

Y todavía más cercano, lo que pueda acontecer en Lugo, donde el actual bigobierno municipal lo fiará todo a que el Partido Popular se quede a las puertas de la mayoría para volver a reeditar sus pactos. En mi lista de deseos para este nuevo año figura el deseado cambio de gobierno en mi ciudad, para dar paso a un gobierno sin ataduras entre socios y sólo atado a lo comprometido con los lucenses. 

Los cambios de calendario no pueden suponer dejar atrás todo lo que aconteció durante los días que ahora algunos quisieran ver en la papelera y con ello en el olvido. En España la política ha dejado episodios graves que no pueden pasar a formar parte de esas hojas tiradas a la basura, que no pueden quedar en el olvido. Cuando nos toque elegir a las personas en cuyas manos vamos a depositar toda nuestra confianza, no podemos olvidar a quién se debe que maltratadores y violadores se estén beneficiando de las leyes de los que hoy nos gobiernan, o que malversadores de toda condición sean beneficiados por ese mismo gobierno, o que en España salga gratis practicar la sedición, que en el diccionario se define como "alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público…”. Son sólo algunas de las cosas que no podemos olvidar.

Mañana por la noche entrarán en nuestros hogares los Reyes magos de Oriente y en mi carta figura, en primer lugar, una buena salud para todos y que el calendario del 2023 se llene día a día de buenos deseos cumplidos y buenas noticias en las páginas de este Diario. Feliz 2023. 


Calendarios

Ata fai relativamente pouco tempo nos días finais do ano o agasallo de calendarios de parede ou de mesa era un costume xeneralizado que vai cedendo o seu paso #ante a invasión do dixital. Hoxe todos temos calendarios nos móbiles, tabletas, computadores...

Co cambio de calendario dun ano para o seguinte tendemos a pensar que coas follas caducadas tamén se marchan os vellos problemas e as consecuentes preocupacións, de igual maneira que coa apertura do novo calendario do ano que se estrea os novos propósitos ocupan rapidamente os días que veñen por diante.

Comeza 2023 e non son poucos os que vaticinan que será un ano intenso e complicado, onde as diferentes convocatorias electorais propiciarán que a convivencia e o desexado bo clima social véxase máis que alterado.

Tamén os comezos de calquera ano levan consigo listas de incertezas, como todo o que ten que ver con acertar sucesos futuribles. Non son poucos os do 2023. Desde os máis globais como as guerras, en especial a que leva librando moitos meses en Ucraína, ás portas de Europa, ata as repercusións dos novos brotes e variantes do COVID, que vendo as noticias que nos chegan desde China fan que rexurda na nosa memoria todo o que vivimos no 2020.

Pero tamén no noso país as incertezas non faltan. A evolución dos prezos dos alimentos, os combustibles xa sen bonificacións, o futuro do sistema de pensións, os resultados das diferentes xornadas electorais, empezando polas municipais e autonómicas de maio...

E aínda máis próximo, o que poida acontecer en Lugo, onde o actual bigobierno municipal fiarao todo a que o Partido Popular quede ás portas da maioría para volver reeditar os seus pactos. Na miña lista de desexos para este novo ano figura o desexado cambio de goberno na miña cidade, para dar paso a un goberno sen ataduras entre socios e só atado ao comprometido cos lucenses. 

Os cambios de calendario non poden supoñer deixar atrás todo o que aconteceu durante os días que agora algúns quixesen ver na papeleira e con iso no esquecemento. En España a política deixou episodios graves que non poden pasar a formar parte desas follas tiradas ao lixo, que non poden quedar no esquecemento. Cando nos toque elixir as persoas en cuxas mans imos depositar toda a nosa confianza, non podemos esquecer a quen se debe que maltratadores e violadores estean a beneficiarse das leis dos que hoxe nos gobernan, ou que malversadores de toda condición sexan beneficiados por ese mesmo goberno, ou que en España salga gratis practicar a sedición, que no dicionario defínese como "alzamento colectivo e violento contra a autoridade, a orde pública…”. Son só algunhas das cousas que non podemos esquecer.

Mañá pola noite entrarán nos nosos fogares os Reis meigos de Oriente e na miña carta figura, en primeiro lugar, unha boa saúde para todos e que o calendario do 2023 énchase día a día de bos desexos cumpridos e boas noticias nas páxinas deste Diario. Feliz 2023.