miércoles, 25 de marzo de 2015

El miedo a cambiar

A estas alturas de la película, seguramente estén algo cansados de los diferentes análisis políticos, tertulias en radio o televisión y editoriales de prensa, dedicados a analizar, por la cara A y por la B, el disco de los resultados electorales en Andalucía. Siento rayar este disco con mis comentarios, pero es mi obligación hacerlo.

Se han hecho diferentes lecturas de los resultados, pero lo que nadie discute es que el Partido Socialista ha sido el que más escaños ha obtenido y por lo tanto es el vencedor. Cuestión bien distinta es si la victoria es rotunda, pírrica, o está entre un extremo y el otro. Las otras evidentes conclusiones estarían en la bajada de votos para el PP y en la incursión en el nuevo mapa político de dos formaciones hasta ahora ausentes del arco parlamentario como son Podemos y Ciudadanos.

La presidenta andaluza justificó el adelanto electoral en la necesidad de dotar de mayor estabilidad al gobierno que preside, y ha conseguido el efecto contrario, porque sigue sin mayoría y sus hasta hace días socios de gobierno casi desaparecen del mapa y aparecen otras fuerzas que difícilmente pueden cerrar pactos de gobierno, quedando los socialistas posiblemente con un gobierno en minoría. Para esto el adelanto electoral y el importante gasto económico y la paralización de la actividad que toda convocatoria de elecciones lleva consigo.

Si, como algunos expertos afirman, el PP ha pagado las consecuencias de la corrupción, ¿cómo se explica esto sin que lo paguen también aquellos que están señalados por la justicia como los responsables del mayor caso de corrupción de la historia de la democracia, el de los ERE, con un fraude estimado en más de 6.000 millones de euros?

Si las causas están en el cabreo y malestar de aquellos que han perdido su puesto de trabajo o no consiguen encontrarlo, ¿cómo es posible que los andaluces confíen con su voto en quienes con sus políticas autonómicas han situado a esta Comunidad con unos índices de paro 10 puntos por encima de la media de España?

Hace unos días me contaron que para dar de alta una explotación familiar ganadera en Andalucía, tuvieron que echar mano de un miembro de la misma que contaba con 12 años de edad porque el resto estaba incompatibilizado con continuar percibiendo ayudas sociales como el ya famoso PER.

Que las elecciones pudiesen alterar esa forma de vida de miles de andaluces, especialmente en el campo, que siguen fiando parte de su futuro a la ayuda mensual que reciben, es una posible explicación al miedo a cambiar de modelo.

Un miedo a que, en una sociedad donde todavía persiste el mito de los señoritos de cortijo por un lado y los trabajadores por el otro, venga el lobo y se coma las ovejas. Lo que falta por saber es cuanto tiempo pasará antes de que, cuando venga el lobo, ya no tenga ovejas que llevarse a la boca.

O medo a cambiar

A estas alturas da película, seguramente estean algo cansados das diferentes análises políticas, faladoiros en raio ou televisión e editoriais de prensa, dedicados a analizar, pola cara A e pola B, o disco dos resultados electorais en Andalucía. Sinto raiar este disco cos meus comentarios, pero é a miña obriga facelo.

Fixéronse diferentes lecturas dos resultados, pero o que ninguén discute é que o Partido Socialista foi o que máis escanos obtivo e polo tanto é o vencedor. Cuestión ben distinta é se a vitoria é rotunda, pírrica, ou está entre un extremo e o outro. As outras evidentes conclusións estarían na baixada de votos para o PP e na incursión no novo mapa político de dúas formacións ata agora ausentes do arco parlamentario como son Podemos e Cidadáns.

A presidenta andaluza xustificou o adianto electoral na necesidade de dotar de maior estabilidade ao goberno que preside, e conseguiu o efecto contrario, porque segue sen maioría e os seus ata hai días socios de goberno case desaparecen do mapa e aparecen outras forzas que dificilmente poden pechar pactos de goberno, quedando os socialistas posiblemente cun goberno en minoría. Para isto o adianto electoral e o importante gasto económico e a paralización da actividade que toda convocatoria de eleccións leva consigo.

Se, como algúns expertos afirman, o PP pagou as consecuencias da corrupción, como se explica isto sen que o paguen tamén aqueles que están sinalados pola xustiza como os responsables do maior caso de corrupción da historia da democracia, o dos ERE, cunha fraude estimada en máis de 6.000 millóns de euros?

Se as causas están no cabreo e malestar daqueles que perderon o seu posto de traballo ou non conseguen encontralo, como é posible que os andaluces confíen co seu voto nos que coas súas políticas autonómicas situaron a esta Comunidade cuns índices de paro 10 puntos por enriba da media de España?

Hai uns días contáronme que para dar de alta unha explotación familiar gandeira en Andalucía, tiveron que botar man dun membro da mesma que contaba con 12 anos de idade porque o resto estaba incompatibilizado con continuar percibindo axudas sociais como o xa famoso PER.

Que as eleccións puidesen alterar esa forma de vida de miles de andaluces, especialmente no campo, que seguen fiando parte do seu futuro á axuda mensual que reciben, é unha posible explicación ao medo a cambiar de modelo.

Un medo a que, nunha sociedade onde aínda persiste o mito dos señoritos de casal por un lado e os traballadores polo outro, veña o lobo e coma as ovellas. O que falta por saber é canto tempo pasará antes de que, cando veña o lobo, xa non teñan que levarse ovellas á boca.

lunes, 9 de marzo de 2015

Paco Cacharro

Cuando este domingo en mi móvil apareció un mensaje con la noticia del fallecimiento de Francisco Cacharro Pardo decidí dedicar este breve espacio a los sentimientos que tal noticia me ha producido, consciente de que no me resultará fácil.

Lo conocí al concederme una entrevista en la que me ofrecí a colaborar con la Diputación de Lugo, que ya entonces presidía, en un programa de transformación de montes en pastizales. Me invitó a visitar con él unos montes de Fonsagrada, escuchó mis propuestas y en poco tiempo empezaba a colaborar en lo que supondría el comienzo de una intensa época en mi vida laboral. Conocí al hombre trabajador e incansable con el que pude recorrer varias veces todos los ayuntamientos de la provincia y conocer a muchos alcaldes y vecinos que fundamentalmente vivían de la agricultura, ganadería y de la pesca.

Enseguida me propuso participar en actividades políticas y cuando Fraga ganó las primeras elecciones en Galicia, a finales de 1989, me propuso para que pudiera ocupar un puesto de responsabilidad en la Consellería de Agricultura, Ganadería y Montes. Después, en 1991, compartiría con él candidatura al Ayuntamiento de Lugo de número 3 de aquella lista, para volver a compartirla en 1995 como candidato a la alcaldía y él a la Diputación, algo que los dos conseguimos. Fueron años de intensa actividad política en los que nunca podría haber participado si Paco Cacharro no me hubiese apoyado.

Como ocurre en muchos ámbitos de la vida, y en ocasiones por errores propios y ajenos, y por los intereses de quienes rodean a las personas que ocupamos puestos de cierta responsabilidad pública, nuestras relaciones no siguieron la línea de mejorar o intensificarse. Al contrario, poco a poco noté que mi forma de trabajar en el Ayuntamiento de Lugo no siempre era compartida, y a los propios obstáculos de la gestión diaria tuve que añadir los provenientes de las intrigas palaciegas que algunos alimentaban. Por entonces entendí el verdadero significado de aquella celebre frase de Pío Cabanillas, “cuerpo a tierra que vienen los nuestros”, que sigue siendo válida hoy en día y me temo que hasta que llegue la noche de los tiempos. 

Aquellas circunstancias hicieron que, a pesar de tener el viento electoral a favor, decidiéramos no optar nuevamente a la alcaldía en las elecciones de 1999. Aquello supuso el comienzo de una etapa en nuestras relaciones que nunca hice pública y tampoco haré ahora. Los comportamientos de unos y otros que los juzgue la historia.

En mí no ha existido nunca rastro de rencor y a Paco Cacharro lo quiero recordar como la persona que vioalgo en mí, y me permitió desarrollar una vocación de servicio publico que yo mismo era incapaz de imaginar que llegara hasta donde después llegó. Como todo personaje público que ostenta el poder, los seguidores y detractores forman parte de su bagaje, pero hoy lo que toca es estar con su familia, acompañarla en este difícil trance de sus vidas y trasladarle mi más sentido pésame. Nunca dejé de saludarlo, jamás, y tampoco lo haré en su despedida.


Paco Cacharro


Cando este domingo no meu móbil apareceu unha mensaxe coa noticia do falecemento de Francisco Cacharro Pardo decidín dedicar este breve espazo aos sentimentos que tal noticia me produciu, consciente de que non me resultará doada.

Coñecino ao concederme unha entrevista na que me ofrecín a colaborar coa Deputación de Lugo, que xa entón presidía, nun programa de transformación de montes en pasteiros. Invitoume a visitar con el uns montes de Fonsagrada, escoitou as miñas propostas e en pouco tempo empezaba a colaborar no que supoñería o comezo dunha intensa época na miña vida laboral. Coñecín o home traballador e incansable co que puiden percorrer varias veces todos os concellos da provincia e coñecer moitos alcaldes e veciños que fundamentalmente vivían da agricultura, gandaría e da pesca.

Deseguida me propuxo participar en actividades políticas e cando Fraga gañou as primeiras eleccións en Galicia, a finais de 1989, propúxome para que puidese ocupar un posto de responsabilidade na Consellería de Agricultura, Gandaría e Montes. Despois, en 1991, compartiría con el candidatura ao Concello de Lugo de número 3 daquela lista, para volver compartila en 1995 como candidato á alcaldía e el á Deputación, algo que os dous conseguimos. Foron anos de intensa actividade política nos que nunca podería ter participado se Paco Cacharro non me tivese apoiado.

Como acontece en moitos ámbitos da vida, e en ocasións por erros propios e alleos, e polos intereses dos que rodean as persoas que ocupamos postos de certa responsabilidade pública, as nosas relacións non seguiron a liña de mellorar ou intensificarse. Ao contrario, pouco a pouco notei que a miña forma de traballar no Concello de Lugo non sempre era compartida, e aos propios obstáculos da xestión diaria tiven que engadir os provenientes das intrigas palacianas que algúns alimentaban. Por entón entendín o verdadeiro significado daquela celebre frase de Pío Cabanillas, "corpo a terra que veñen os nosos", que segue sendo válida hoxe en día e me temo que ata que chegue a noite dos tempos.

Aquelas circunstancias fixeron que, a pesar de ter o vento electoral a favor, decidísemos non optar novamente á alcaldía en as eleccións de 1999. Aquilo supuxo o comezo dunha etapa nas nosas relacións que nunca fixen pública e tampouco farei agora. Os comportamentos duns e outros que os xulgue a historia.

En min non existiu nunca rastro de rancor e a Paco Cacharro quéroo recordar como a persoa que viu algo en min, e me permitiu desenvolver unha vocación de servizo publico que eu mesmo era incapaz de imaxinar que chegar ata onde despois chegou. Como todo personaxe publico que ostenta o poder, os seguidores e detractores forman parte da súa bagaxe, pero hoxe o que toca é estar coa súa familia, acompañala neste difícil transo das súas vidas e trasladarlle o meu máis sentido pésame. Nunca deixei de saudalo, xamais, e tampouco o farei na súa despedida.