miércoles, 23 de junio de 2021

Ilusión

Nada se hace más necesario en tiempos como los que nos está tocando vivir como contar con las dosis necesarias de ilusión para luchar todos los días contra los contratiempos que en nuestras vidas debemos afrontar. Lo mismo ocurre en los ámbitos sociales, políticos o de cualquier otra índole. Sin ilusión los éxitos se resistirán mucho más.

Estos últimos días se han producido dos noticias en Lugo que guardan mucha relación con lo que intento explicar. “Galicia recupera la ilusión de las verbenas” reza un titular. “El Breogán regresa a la élite del baloncesto” podemos leer en otro.

Ambas noticias sin duda están muy ligadas a los sentimientos y emociones que vinculan a las actividades de las fiestas tradicionales, tan ausentes de Galicia durante más de 16 meses, y a las pasiones deportivas que despierta un equipo de baloncesto que tantos días de gloria ha dado durante su historia a Lugo. Son sentimientos y emociones ilusionantes, que sin duda ayudarán a mantener más alicientes para superar las dificultades que tenemos como personas y como sociedad.

Si consultamos el diccionario y buscamos como define “ilusión” podemos leer “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”. Efectivamente si por algo se caracteriza un estado anímico cargado de ilusión es porque esta lleno de esperanza, de conseguir aquellas cosas que nos gustaría poder tener o disfrutar.

En cualquier caso la ilusión es algo necesario para sacar adelante proyectos de vida o de ciudad. Es frecuente culpar de la falta de proyectos a las personas que dirigen un organismo con capacidad inversora, llámese ayuntamiento, diputación gobierno... Y sin duda en ocasiones tienen culpas. Pero no es menos cierto que la sociedad debe también actuar, proponer, exigir, participar, por los medios o canales que se nos ofrecen. 

Ahora bien, para mí la clave en conseguir esa participación no viene dada tanto por establecer presupuestos participativos o buzones de sugerencias. Lo importante es conseguir en primer lugar que quien gobierna tenga ilusión en lo que hace y, fundamental, que logre contagiar y transmitir al conjunto de la ciudadanía esa ilusión, ese proyecto para su ciudad o territorio. Ahí reside el éxito de un buen político.

Es muy frecuente, y más en los momentos de pesimismo, fiarlo todo al “Dios proveerá”, a decir que “mantenemos la esperanza” sin más. Pero lo que es realmente necesario para combatir aquellas cosas que no nos gustan o que queremos cambiar, es la determinación por intentarlo, la ilusión en conseguirlo.

En lo político hoy España vive un momento de seria preocupación. Desde este mismo espacio y en varias ocasiones me he referido a la crisis sanitaria y a las derivadas de los problemas económicos y sociales que ya están aquí. También los que afectan a la convivencia y las tensiones territoriales. Pero también me digo a mi mismo que para combatir estas situaciones y lograr cambiarlas, es imprescindible creer en lo que se hace y poner en ello toda la ilusión de la que uno sea capaz.

Por ello que vuelvan las verbenas y el Breogán regrese a la ACB serán sin duda para muchos de gran ayuda para recuperar algunas de las ilusiones que se quedan por el camino.   

Ilusión

Nada se fai máis necesario en tempos como os que nos está tocando vivir como contar coas doses necesarias de ilusión para loitar todos os días contra os contratempos que nas nosas vidas debemos afrontar. O mesmo ocorre nos ámbitos sociais, políticos ou de calquera outra índole. Sen ilusión os éxitos resistiranse moito máis.

Estes últimos días producíronse dúas noticias en Lugo que gardan moita relación co que tento explicar. “Galicia recupera a ilusión das verbenas” reza un titular. “O Breogán regresa á elite do baloncesto” podemos ler noutro.

Ambas as noticias sen dúbida están moi ligadas aos sentimentos e emocións que vinculan ás actividades das festas tradicionais, tan ausentes de Galicia durante máis de 16 meses, e ás paixóns deportivas que esperta un equipo de baloncesto que tantos días de gloria deu durante a súa historia a Lugo. Son sentimentos e emocións ilusionantes, que sen dúbida axudarán a manter máis alicientes para superar as dificultades que temos como persoas e como sociedade.

Se consultamos o dicionario e buscamos como define “ilusión” podemos ler “esperanza cuxo cumprimento parece especialmente atractivo”. Efectivamente se por algo se caracteriza un estado anímico cargado de ilusión é porque esta cheo de esperanza, de conseguir aquelas cousas que nos gustaría poder ter ou gozar.

En calquera caso a ilusión é algo necesario para sacar adiante proxectos de vida ou de cidade. É frecuente culpar da falta de proxectos ás persoas que dirixen un organismo con capacidade investidora, chámese concello, deputación goberno... E sen dúbida en ocasións teñen culpas. Pero non é menos certo que a sociedade debe tamén actuar, propoñer, esixir, participar, polos medios ou canles que se nos ofrecen. 

Agora ben, para min a clave en conseguir esa participación non vén dada tanto por establecer orzamentos participativos ou caixas de correos de suxerencias. O importante é conseguir en primeiro lugar que quen goberna teña ilusión no que fai e, fundamental, que logre contaxiar e transmitir ao conxunto da cidadanía esa ilusión, ese proxecto para a súa cidade ou territorio. Aí reside o éxito dun bo político.

É moi frecuente, e máis nos momentos de pesimismo, fialo todo ao “Deus proverá”, a dicir que “mantemos a esperanza” sen máis. Pero o que é realmente necesario para combater aquelas cousas que non nos gustan ou que queremos cambiar, é a determinación por tentalo, a ilusión en conseguilo.

No político hoxe España vive un momento de seria preocupación. Desde leste mesmo espazo e en varias ocasións referinme á crise sanitaria e ás derivadas dos problemas económicos e sociais que xa están aquí. Tamén os que afectan á convivencia e as tensións territoriais. Pero tamén me digo ao meu mesmo que para combater estas situacións e lograr cambialas, é imprescindible crer no que se fai e poñer niso toda a ilusión da que un sexa capaz.

Por iso que volvan as verbenas e o Breogán regrese á ACB serán sen dúbida para moitos de gran axuda para recuperar algunhas das ilusións que quedan polo camiño.

miércoles, 9 de junio de 2021

Los granos

Tienen que disculparme por el título pero no encontré otro que se adaptara mejor a lo que necesito expresar. Con sólo con nombrarlos, los granos evocan imágenes desagradables si se refieren a los que afloran en nuestros cuerpos y en especial a nuestras caras. Las molestias y las ganas de eliminarlos se convierten en nuestra prioridad.

Pero hay otro tipo de granos. En la pandilla de amigos es frecuente que alguien sea el grano que provoca las tensiones. En las familias también hay granos molestos que, por ambiciones desmedidas, envidias o una larga lista de pecados - incluso algunos capitales -, son capaces de convertirse en cancerígenos acabando con la convivencia familiar. En el trabajo, en el gimnasio, en tantos lugares que frecuentamos, los granos molestos son inevitables y los tratamientos varían en función del tamaño del sarpullido y de la constancia al aplicar la receta.

En nuestra querida España (si pongo Patria algunos me tildarán de facha) han surgido en los últimos años varios “granos” que han provocado reacciones que van mucho más lejos que las preocupaciones estéticas. Al igual que a cualquier cuerpo, a nuestra tierra y a la convivencia entre españoles, los granos son molestos y la irritan.

Pero ha llegado el momento de hacer el diagnostico, de distinguir entre las espinillas, el acné juvenil, los quistes sebáceos o los granos con células cancerígenas. A la convivencia entre españoles le ha salido un sarpullido de fácil diagnostico y difícil tratamiento.

Tratándose de un sarpullido peligroso y contagioso, preocupa que a quien corresponde aplicar el tratamiento, ese Gobierno tan numeroso como incapaz, es errático en sus prescripciones, al extremo de que el paciente, España, cada día tiene peor su piel y con ello su enfermedad se agrava.

Continuando con el símil, les pido que piensen en ejemplos. Les puedo dar pistas. ¿Cómo diagnosticarían lo referente a la concesión de indultos a personas que después de cometer graves ataques a nuestra convivencia, y al estado de derecho, no solo están lejos de mostrar el menor arrepentimiento sino que además manifiestan sin titubeos su intención de volver a cometer esos actos? Y es un grano entre muchos: qué decir del que tiene que ver con la desastrosa gestión de la mayor pandemia, o del de la nefasta política exterior que nos ha convertido en un país no respetado. Son sólo algunos ejemplos, pistas para que, con poco esfuerzo, ustedes completen el cuadro clínico que cada día que pasa evidencia el empeoramiento del enfermo.

Pero lo peor de esta situación es que quien debería ponerle remedio se ha convertido en otro auténtico grano. Un ser que se fotografía en la replica del zulo que fue la cárcel inhumana de Ortega Lara durante año y medio mientras sigue apoyándose en los herederos de aquellos asesinos y terroristas para mantenerse en la Moncloa. Un ser así sólo es comparable con el peor de los forúnculos. Un individuo que arruina la vida de policías gravemente heridos en los altercados de Cataluña concediéndoles jubilaciones anticipadas por sus lesiones sin reconocerles que fueron en acto de servicio, al tiempo que resuelve la vida de los políticos presos… ¿qué nombre puede tener?

Por eso he recurrido a la desagradable imagen que transmiten toda clase de granos, no ha sido casual. Cada día resultan más repugnantes estos comportamientos despectivos con toda una nación a cambio de mantenerse un día más en el poder.


Os grans

Teñen que desculparme polo título pero non atopei outro que se adaptase mellor ao que necesito expresar. Con só con nomealos, os grans evocan imaxes desagradables se se refiren aos que afloran nos nosos corpos e en especial ás nosas caras. As molestias e as ganas de eliminalos convértense na nosa prioridade.

Pero hai outro tipo de grans. Na cuadrilla de amigos é frecuente que alguén sexa o gran que provoca as tensións. Nas familias tamén hai grans molestos que, por ambicións desmedidas, envexas ou unha longa lista de pecados - mesmo algúns capitais -, son capaces de converterse en canceríxenos acabando coa convivencia familiar. No traballo, no ximnasio, en tantos lugares que frecuentamos, os grans molestos son inevitables e os tratamentos varían en función do tamaño da erupción e da constancia ao aplicar a receita.

Na nosa querida España (se poño Patria algúns me tacharán de  facha) xurdiron nos últimos anos varios “grans” que provocaron reaccións que van moito máis lonxe que as preocupacións estéticas. Do mesmo xeito que a calquera corpo, á nosa terra e á convivencia entre españois, os grans son molestos e irrítana.

Pero chegou o momento de facer o diagnostico, de distinguir entre as canelas, a acne xuvenil, os  quistes  sebáceos ou os grans con células canceríxenas. Á convivencia entre españois saíulle unha erupción de fácil diagnostico e difícil tratamento.

Tratándose dunha erupción perigoso e contaxioso, preocupa que a quen corresponde aplicar o tratamento, ese Goberno tan numeroso como incapaz, é  errático nas súas prescricións, ao extremo de que o paciente, España, cada día ten peor a súa pel e con iso a súa enfermidade agrávase.

Continuando co símil, pídolles que pensen en exemplos. Pódolles dar pistas. Como diagnosticarían o referente á concesión de indultos a persoas que despois de cometer graves ataques á nosa convivencia, e ao estado de dereito, non só están lonxe de mostrar o menor arrepentimento senón que ademais manifestan sen titubeos a súa intención de volver cometer eses actos? E é un gran entre moitos: que dicir do que ten que ver coa desastrosa xestión da maior pandemia, ou do da nefasta política exterior que nos converteu nun país non respectado. Son só algúns exemplos, pistas para que, con pouco esforzo, vostedes completen o cadro clínico que cada día que pasa evidencia o empeoramento do enfermo.

Pero o peor desta situación é que quen debería poñerlle remedio converteuse noutro auténtico gran. Un ser que se fotografa na  replica do  zulo que foi o cárcere inhumano de Ortega Lara durante ano e medio mentres segue apoiándose nos herdeiros daqueles asasinos e terroristas para manterse na Moncloa. Un ser así só é comparable co peor dos forúnculos. Un individuo que arruína a vida de policías gravemente feridos nos altercados de Cataluña concedéndolles xubilacións anticipadas polas súas lesións sen recoñecerlles que foron en acto de servizo, á vez que resolve a vida dos políticos presos… que nome pode ter?

Por iso recorrín á desagradable imaxe que transmiten toda clase de grans, non foi casual. Cada día resultan máis repugnantes estes comportamentos despectivos con toda unha nación a cambio de manterse un día máis no poder.