miércoles, 29 de abril de 2020

Tiempo de reinventarse

Cuando era estudiante de Biología en la Universidad de Santiago, leí y aprendí de algunos libros relacionados con la evolución de las distintas especies, y de manera especial al gran Darwin, quedando siempre en mi cabeza su teoría en la que afirmaba que ante los cambios que se producen en la naturaleza no sobreviven mejor las especies más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que mejor se adaptan a esos cambios.

Llevamos demasiados días escuchando aplausos y caceroladas, unas instrucciones y las contrarias, debates poco edificantes, nada constructivos y sobre todo, muchos engaños. Pero hoy mientras me ponía a la tarea de escribir este artículo, el silencio de la calle, que habitualmente solo rompían algunos pájaros con sus trinos primaverales y el motor de los escasos coches que estos días circulaban, fue quebrado por un sonido más alegre, las risas y gritos de los niños saliendo a correr y jugar. Me ha recordado que no todo está escrito ni previsto en este macabro guion.

Si algo deberíamos haber aprendido tras semanas de confinamiento, sería que lo que nos espera a la vuelta de la esquina son cambios, muchos cambios. Ya quedó dicho, las cosas no volverán a ser iguales que antes de esta grave crisis sanitaria, social, laboral y económica, tampoco en la manera de relacionarnos.

Como en esa evolución de las especies a las que se refería Darwin cuando hablaba de los que sobrevivían a los cambios, ahora también nos toca ser de los que mejor nos adaptemos a estas nuevas circunstancias. Solo hay dos caminos: quedarnos en la lamentación y en la resignación, o reinventarnos convirtiéndonos en protagonistas de nuestras vidas, buscando nuevas oportunidades, ampliando nuestro horizonte de pensamientos. 

De esos dos caminos, elijamos el de centrarnos en nuestros pensamientos positivos. Me ha gustado leer algunas opiniones de emprendedores lucenses diciendo cosas como: “Habrá que marcar prioridades, pensar más en la felicidad y menos en lo material y reinventarse”, o también “tenemos que ser protagonistas, recuperar el tiempo perdido”, y finalmente “No va a ser abrir la puerta y trabajar como antes. Lo tenemos claro. Vamos a tener que adaptarnos y cambiar”. Son solo tres ejemplos que cito de manera anónima pero que se han pronunciado en boca de personas que viven y trabajan en Lugo. Coincidimos: protagonistas, reinventarse, adaptarnos y cambiar. Esas son las claves para sobrevivir mejor a la nueva situación.

El otro camino, quedarse en la queja y en la resignación sabemos a dónde nos lleva. Como en otros muchos campos de la vida no hay recetas, ni soy quién para dar consejos ni recomendaciones, tampoco lo pretendo. Solo sé que hoy y ahora, en estas circunstancias, es mejor centrarnos en nuestros pensamientos positivos, poner todo el foco en lo que queremos conseguir y no en nuestros miedos y temores.

Preguntémonos qué cosas podemos hacer a partir de ahora, de qué maneras diferentes las podemos hacer, en qué podemos mejorar. Buscar respuestas a estas preguntas en momentos de reinventarse, porque como dijo Einstein: “Entre las dificultades se esconde la oportunidad”.

Tempo de reinventarse

Cando era estudante de Bioloxía na Universidade de Santiago, lin e aprendín dalgúns libros relacionados coa evolución das distintas especies, e de maneira especial ao gran Darwin, quedando sempre na miña cabeza a súa teoría na que afirmaba que #ante os cambios que se producen na natureza non sobreviven mellor as especies máis fortes nin as máis intelixentes, senón aquelas que mellor se adaptan a eses cambios.

Levamos demasiados días escoitando aplausos e caceroladas, unhas instrucións e as contrarias, debates pouco edificantes, nada construtivos e sobre todo, moitos enganos. Pero hoxe mentres me poñía á tarefa de escribir este artigo, o silencio da rúa, que habitualmente só rompían algúns paxaros cos seus trinos primaverais e o motor dos escasos coches que estes días circulaban, foi crebado por un son máis alegre, as risas e berros dos nenos saíndo a correr e xogar. Lembroume que non todo está escrito nin previsto neste macabro guión.

Se algo deberiamos aprender tras semanas de confinamento, sería que o que nos espera ao virar a esquina son cambios, moitos cambios. Xa quedou devandito, as cousas non volverán ser iguais que antes desta grave crise sanitaria, social, laboral e económica, tampouco na maneira de relacionarnos.

Como nesa evolución das especies ás que se refería Darwin cando falaba dos que sobrevivían aos cambios, agora tamén nos toca ser dos que mellor nos adaptemos a estas novas circunstancias. Só hai dous camiños: quedarnos na lamentación e na resignación, ou reinventarnos converténdonos en protagonistas das nosas vidas, buscando novas oportunidades, ampliando o noso horizonte de pensamentos. 

Deses dous camiños, elixamos o de centrarnos nos nosos pensamentos positivos. Gustoume ler algunhas opinións de emprendedores lucenses dicindo cousas como: “Haberá que marcar prioridades, pensar máis na felicidade e menos no material e reinventarse”, ou tamén “temos que ser protagonistas, recuperar o tempo perdido”, e finalmente “Non vai ser abrir a porta e traballar como antes. Témolo claro. Imos ter que adaptarnos e cambiar”. Son só tres exemplos que cito de maneira anónima pero que se pronunciaron en boca de persoas que viven e traballan en Lugo. Coincidimos: protagonistas, reinventarse, adaptarnos e cambiar. Esas son as claves para sobrevivir mellor á nova situación.

O outro camiño, quedar na queixa e na resignación sabemos onde lévanos. Como noutros moitos campos da vida non hai receitas, nin son quen para dar consellos nin recomendacións, tampouco o pretendo. Só sei que hoxe e agora, nestas circunstancias, é mellor centrarnos nos nosos pensamentos positivos, poñer todo o foco no que queremos conseguir e non nos nosos medos e temores.

Preguntémonos que cousas podemos facer a partir de agora, de que maneiras diferentes podémolas facer, en que podemos mellorar. Buscar respostas a estas preguntas en momentos de reinventarse, porque como dixo Einstein: “Entre as dificultades escóndese a oportunidade”.

miércoles, 15 de abril de 2020

En los próximos días

Eso fue lo que nos dijeron hace semanas, ya casi un mes: que en los próximos días estarían disponibles las mascarillas, respiradores y los medios necesarios para hacer frente a esta propagación vírica. Nos lo dijeron las máximas autoridades del país, aquellas que en estos momentos están al timón del barco en el que vamos todos. Nos lo repitieron en las sucesivas comparecencias de los miembros del gobierno, dirigentes “competentes”, apariciones diarias, o de varias veces al día, especialmente en fines de semana donde el Presidente del Gobierno ocupa horas y horas para decir lo que cabría en un discurso de cinco minutos.

También que en los próximos días llegaría el pico, venceríamos la curva, invertiríamos la tendencia… cifras frías, estadísticas más propias de otros escenarios y no de cuando se habla de miles de personas fallecidas.

Los próximos días se han convertido en semanas, camino de meses. Ya no confío en más anuncios. Apelar a la decencia, la prudencia, humildad y veracidad suena a ilusorio, pero lo hago.

Ante la necesidad de mantener y transmitir ánimos y buenas vibraciones para superar este tránsito hacia una forma de vida que, estoy seguro, será diferente a la vivida hasta ahora, utilizando la misma escala de medir el paso del tiempo que utiliza el Gobierno, voy a soñar e imaginar como serán los próximos días.

En esos días, con o sin mascarillas, abriré la puerta de casa y vestido con atuendo de caminar me acercaré hasta la Muralla, daré dos vueltas por su adarve, regresaré al Parque para rodearlo varias veces, bajaré y volveré a subir el sendero de las cuestas y así hasta terminar cansado de andar, sin los limites que ahora me impone un pasillo. Y saludaré a todos cuantos cruce en mi camino.

En los próximos días volveré a las calles en compañía de mi mujer sin separarme metro y medio de ella, haremos recados y me sentaré a tomar una cerveza en su compañía y la de algunos amigos. También podré volver al Congreso y dejaré de seguir las sesiones en el ordenador, participaré de manera presencial en las propuestas e iniciativas que hasta ahora hacía telemáticamente. 

En los próximos días quiero ayudar de manera diferente, donde se necesite mi presencia sin necesidad de seguir recurriendo a donaciones, cartas a pacientes desconocidos o aplausos diarios desde la ventana. Ayudar en vivo y en directo.

En los próximos días podré abrazar a mis seres queridos, a mis amigos y compañeros. Valorar el tiempo que viva sin necesidad de mirar el reloj a cada instante, darle a las cosas sencillas la importancia que realmente tienen, apurar al máximo las conversaciones, pasear por cualquier calle.

Estas y otras cosas que aquí no caben quiero hacerlas en los próximos días, que no quisiera ver convertidos en semanas ni en meses. Pero esto dependerá de que nos digan la verdad, de nos digan cual es el verdadero significado de “próximos días”, porque hoy, mucho tiempo después de aquellos compromisos, siguen siendo muchas las personas que pelean a diario todavía sin mascarillas, sin respiradores, sin medios adecuados para esta sangría que diariamente nos arrebata tantas vidas.

Seguro que todo esto habrá terminado en los próximos días.

Nos próximos días

Iso foi o que nos dixeron hai semanas, xa case un mes: que nos próximos días estarían dispoñibles as máscaras, respiradores e os medios necesarios para facer fronte a esta propagación vírica. Dixéronnolo as máximas autoridades do país, aquelas que nestes momentos están ao temón do barco no que imos todos. Repetíronnolo nas sucesivas comparecencias dos membros do goberno, dirixentes “competentes”, aparicións diarias, ou de varias veces ao día, especialmente en fins de semana onde o Presidente do Goberno ocupa horas e horas para dicir o que cabería nun discurso de cinco minutos.

Tamén que nos próximos días chegaría o pico, venceriamos a curva, investiriamos a tendencia… cifras frías, estatísticas máis propias doutros escenarios e non de cando se fala de miles de persoas falecidas.

Os próximos días convertéronse en semanas, camiño de meses. Xa non confío en máis anuncios. Apelar á decencia, a prudencia, humildade e veracidade soa a ilusorio, pero fágoo.

Fronte a necesidade de manter e transmitir ánimos e boas vibracións para superar este tránsito cara a unha forma de vida que, estou seguro, será diferente á vivida ata o de agora, utilizando a mesma escala de medir o paso do tempo que utiliza o Goberno, vou soñar e imaxinar como serán os próximos días.

Neses días, con ou sen máscaras, abrirei a porta de casa e vestido con vestimenta de camiñar achegareime ata a Muralla, darei dúas voltas pola súa adarve, regresarei ao Parque para rodealo varias veces, baixarei e volverei subir o carreiro das costas e así ata terminar canso de andar, sen limítelos que agora me impón un corredor. E saudarei a todos cuantos cruce no meu camiño.

Nos próximos días volverei ás rúas en compañía da miña muller sen separarme metro e medio dela, faremos recados e sentareime a tomar unha cervexa na súa compañía e a dalgúns amigos. Tamén poderei volver ao Congreso e deixarei de seguir as sesións no computador, participarei de maneira presencial nas propostas e iniciativas que ata o de agora facía telematicamente. 

Nos próximos días quero axudar de maneira diferente, onde se necesite a miña presenza sen necesidade de seguir recorrendo a doazóns, cartas a pacientes descoñecidos ou aplausos diarios desde a xanela. Axudar en vivo e en directo.

Nos próximos días poderei abrazar aos meus seres queridos, aos meus amigos e compañeiros. Valorar o tempo que viva sen necesidade de mirar o reloxo a cada pouco, darlle ás cousas sinxelas a importancia que realmente teñen, apurar ao máximo as conversacións, pasear por calquera rúa.

Estas e outras cousas que aquí non caben quero facelas nos próximos días, que non quixese ver convertidos en semanas nin en meses. Pero isto dependerá de que nos digan a verdade, de dígannos cal é o verdadeiro significado de “próximos días”, porque hoxe, moito tempo despois daqueles compromisos, seguen sendo moitas as persoas que pelexan a diario aínda sen máscaras, sen respiradores, sen medios adecuados para esta sangría que diariamente nos arrebata tantas vidas.

Seguro que todo isto terminaría nos próximos días.

miércoles, 1 de abril de 2020

Moral de victoria

Emociones y sentimientos contradictorios saturan nuestras vidas en las largas jornadas de confinamiento. Los telediarios y las portadas de los periódicos no cesan de reproducir cifras, estadísticas, gráficas… todas relacionadas con la crueldad de la pandemia.

Cabalgamos a diario todas estas emociones y todos queremos hacer más, más y más por salir cuanto antes de este encierro forzoso .

Nos dijeron que esta lucha era como la de una guerra y puede que la comparación sea válida, lo cual me lleva a incrementar todavía más mi propio estado de alerta emocional. La victoria en las guerras se produce al final como consecuencia de aplicar durante un tiempo las estrategias correctas que diseñan los mandos expertos, acompañadas de las correctas transmisiones y coordinación de las órdenes a las tropas, la eficacia de las armas utilizadas y la moral de victoria. En las guerras también cuenta mucho la actitud e implicación de la sociedad civil desarrollando tareas de apoyo económico, social y moral.

En esta particular guerra contra el coronavirus, ya salió la palabra, nuestras tropas son de auténtica élite, su empeño en la lucha que libran a diario algún día se compensará mucho más que con el puñado de aplausos de todas las tardes. Pero las dificultades para la victoria final están en otros lugares del campo de batalla, quizás en los cuarteles generales. Seguramente en este particular alto estado mayor.

Quien tiene todos los poderes desde la entrada en vigor del estado de alarma y sus respectivas prórrogas ha enviado al frente, a la primera línea de combate, a magníficas personas sin los medios necesarios para combatir un virus y al tiempo protegerse de su contagio. Soldados sin metralletas, o con ellas pero sin munición. Soldados sin cascos ni chalecos, o quizá sin botas para caminar en el barro. ¿Y la sociedad civil?. Confinada en sus casas con paralización de todas las producciones “no imprescindibles”, sin poder aportar a esta pelea más que el quedarse en casa.

Si a esta situación de simulación bélica añadimos generales que cada día improvisan sobre la táctica adecuada, que a cada orden emiten una contraorden, y que en cada arenga a la tropa en lugar de transmitir con empatía palabras de aliento y animo, se limitan a lanzar soflamas vacías de contenido, frases enlatadas incapaces de llegar al corazón de la población, si solamente añadimos estas variables, nunca habrá moral de victoria.

Se está diciendo que no es momento de reproches, pero es posible que todavía estén permitidas las reflexiones en voz alta. La mía no puede ser más que la de pedirle al mando que deje de culpabilizar a otros de sus desatinos y que permita ayudar a quienes tienen experiencia y conocimiento en situaciones similares, que los hay. Que no engañen a la población con mensajes poco creíbles y cambiantes, y lo más importante, que doten YA a la primera línea del frente de las herramientas necesarias para protegerse y así poder proteger con eficacia a los demás. Que nos dé motivos para compartir todos una moral de victoria.

Moral de vitoria


Emociones e sentimentos contraditorios saturan as nosas vidas nas longas xornadas de confinamento. Os telexornais e as portadas dos xornais non cesan de reproducir cifras, estatísticas, gráficas… todas relacionadas coa crueldade da pandemia.

Cabalgamos a diario todas estas emocións e todos queremos facer máis, máis e máis por saír canto antes deste peche forzoso .

Dixéronnos que esta loita era como a dunha guerra e poida que a comparación sexa válida, o cal me leva a incrementar aínda máis o meu propio estado de alerta emocional. A vitoria nas guerras prodúcese ao final como consecuencia de aplicar durante un tempo as estratexias correctas que deseñan os mandos expertos, acompañadas das correctas transmisións e coordinación das ordes ás tropas, a eficacia das armas utilizadas e a moral de vitoria. Nas guerras tamén conta moito a actitude e implicación da sociedade civil desenvolvendo tarefas de apoio económico, social e moral.

Nesta particular guerra contra o coronavirus, xa saíu a palabra, as nosas tropas son de auténtica elite, o seu empeño na loita que libran a diario algún día compensarase moito máis que co puñado de aplausos de todas as tardes. Pero as dificultades para a vitoria final están noutros lugares do campo de batalla, quizais nos cuarteis xerais. Seguramente neste particular alto estado maior.

Quen ten todos os poderes desde a entrada en vigor do estado de alarma e as súas respectivas prórrogas enviou á fronte, á primeira liña de combate, a magníficas persoas sen os medios necesarios para combater un virus e ao tempo protexerse do seu contaxio. Soldados sen metralletas, ou con elas pero sen munición. Soldados sen cascos nin chalecos, ou quizá sen botas para camiñar no barro. E a sociedade civil?. Confinada nas súas casas con paralización de todas as producións “non imprescindibles”, sen poder achegar a esta pelexa máis que o quedarse na casa.

Se a esta situación de simulación bélica engadimos xenerais que cada día improvisan sobre a táctica adecuada, que a cada orde emiten unha contraorde, e que en cada arenga á tropa en lugar de transmitir con empatía palabras de alento e animo, limítanse a lanzar soflamas baleiras de contido, frases enlatadas incapaces de chegar ao corazón da poboación, se soamente engadimos estas variables, nunca haberá moral de vitoria.

Está a dicirse que non é momento de reproches, pero é posible que aínda estean permitidas as reflexións en voz alta. A miña non pode ser máis que a de pedirlle ao mando que deixe de culpar a outros dos seus desatinos e que permita axudar a quen ten experiencia e coñecemento en situacións similares, que os hai. Que non enganen á poboación con mensaxes pouco cribles e cambiantes, e o máis importante, que doten XA á primeira liña da fronte das ferramentas necesarias para protexerse e así poder protexer con eficacia aos demais. Que nos dea motivos para compartir todos unha moral de vitoria.