miércoles, 25 de noviembre de 2020

Otro paso más

Llevamos meses en los que la sucesión de decisiones gubernativas y de pasos cada vez más alucinantes, hacen que la capacidad de sorprendernos se agote y, lo que es peor, las reacciones sociales carezcan de intensidad. Posiblemente el vivir en este permanente estado de alarma, con las restricciones conocidas, influye en esa limitada o escasa reacción, que seguro que en otras circunstancias sería bien diferente.

El último revuelo, en el momento de escribir este artículo, tiene que ver con la aprobación en el Congreso de un nuevo Proyecto de Ley de Educación sin el más mínimo dialogo previo y por tanto sin consensos sociales ni políticos.

Con independencia de las criticas particulares estamos ante una Ley que destila ideología sectaria en todas sus páginas donde el Gobierno, su único autor, busca la confrontación y se erige en el único valedor de causas como la infancia, la inclusión o la perspectiva de genero, en un modelo que por lo que más destaca es por su limitación a la libertad, por la imposición.

El resumen es terrible: la renuncia a las escasas competencias que quedan al Estado en materia de educación, siendo hasta ahora el encargado de velar por la vertebración y cohesión del sistema educativo, como la enseñanza del castellano y en castellano en todo el territorio o la realización de pruebas al finalizar el Bachillerato, la practica desaparición de la Alta Inspección y su capacidad sancionadora, la eliminación de la autonomía organizativa del centro, los ataques frontales a la libertad de elección de las familias, llegándose a hablar de “asignar” centro educativo en vez de “elegir”, y un largo etcétera .

Se ha puesto el foco de manera prioritaria en cuestiones como la eliminación de la lengua oficial en España como lengua vehicular, cuestión de gravedad poco valorada, y menos en otras cosas como el pasar de curso sin recibir el aprobado de las correspondientes asignaturas, o dicho de manera clara, con suspensos, algo que se proclama contrario a una educación de calidad, que destroza la cultura del esfuerzo, básica para el progreso de cualquier persona o nación. La garantía para que las generaciones salidas de esas nuevas aulas llenen su currículo de incompetencia e incapacidad para la vida y se vean abocadas a un fracaso anunciado. Éste ha sido otro paso más en la dirección de pervertir nuestra democracia en los últimos meses.

Antes, pero a escasos días, hemos visto los ataques a la independencia judicial, las campañas y maniobras para acosar a la Corona, la jefatura del Estado, los pactos con los herederos de ETA, las maniobras en política exterior que tensionan las relaciones internacionales y desprestigian todavía más la imagen de España desviando inversiones y arruinando la principal industria española, el turismo, o por añadir una última cuestión, la creación del “Ministerio de la Verdad” donde las personas del núcleo duro de Moncloa decidirán qué noticias son ciertas y cuáles no. 

Un cóctel de acontecimientos medidos por aquellos que llevan años planificando una involución democrática para acabar con la libertad, el bien más preciado para toda persona, algo ya confirmado sin disimulo por Bildu, “vamos a Madrid a tumbar definitivamente el régimen”. Otro paso más a la espera del próximo, que no se hará esperar.


Outro paso máis

Levamos meses nos que a sucesión de decisións do Goberno e de pasos cada vez máis alucinantes, fan que a capacidade de sorprendernos estea esgotada e, o que é peor, as reaccións sociais carezan de intensidade. Posiblemente o vivir neste permanente estado de alarma, coas restricións coñecidas, inflúe nesa limitada ou escasa reacción, que seguro que noutras circunstancias sería ben diferente.

O último balbordo, no momento de escribir este artigo, ten que ver coa aprobación no Congreso dun novo Proxecto de Lei de Educación sen o máis mínimo dialogo previo e por tanto sen consensos sociais nin políticos.

Con independencia de critícalas particulares estamos fronte unha Lei que destila ideoloxía sectaria en todas as súas páxinas onde o Goberno, o seu único autor, busca a confrontación e eríxese no único  valedor de causas como a infancia, a inclusión ou a perspectiva de xero, nun modelo que polo que máis destaca é pola súa limitación á liberdade, pola imposición.

O resumo é terrible: a renuncia ás escasas competencias que quedan ao Estado en materia de educación, sendo ata o de agora o encargado de velar pola vertebración e cohesión do sistema educativo, como o ensino do castelán e en castelán en todo o territorio ou a realización de probas ao finalizar o Bacharelato, practícaa desaparición da Alta Inspección e a súa capacidade sancionadora, a eliminación da autonomía organizativa do centro, os ataques frontais á liberdade de elección das familias, chegándose a falar de “asignar” centro educativo no canto de “elixir”, e un longo etcétera .

Púxose o foco de maneira prioritaria en cuestións como a eliminación da lingua oficial en España como lingua  vehicular, asunto de gravidade pouco valorada, e menos noutras cousas como o pasar de curso sen recibir o aprobado das correspondentes materias, ou devandito de maneira clara, con suspensos, algo que se proclama contrario a unha educación de calidade, que esnaquiza a cultura do esforzo, básica para o progreso de calquera persoa ou nación. A garantía para que as xeracións saídas desas novas aulas teñan o seu currículo cheo de incompetencia e incapacidade para a vida e véxanse abocadas a un fracaso anunciado. Este foi outro paso máis na dirección de perverter nosa democracia nos últimos meses.

Antes, pero a escasos días, vimos os ataques á independencia xudicial, as campañas e manobras para acosar á Coroa, a xefatura do Estado, os pactos cos herdeiros de ETA, as manobras en política exterior que tensan as relacións internacionais e desprestixian aínda máis a imaxe de España desviando investimentos e arruinando a principal industria española, o turismo, ou por engadir unha última cuestión, a creación do “Ministerio da Verdade” onde as persoas do núcleo duro de Moncloa decidirán que noticias son certas e cales non. 

Un cóctel de acontecementos medidos por aqueles que levan anos planificando unha  involución democrática para acabar coa liberdade, o ben máis prezado para toda persoa, algo xa confirmado sen  disimulo por  Bildu, “imos a Madrid a tombar definitivamente o réxime”. Outro paso máis á espera do próximo, que non se fará esperar.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

La verdad oficial

Todos habrán escuchado en alguna ocasión el famoso refrán “todo es verdad o mentira según el color del cristal con que se mira”. Pues olvídense porque a partir de ahora en España las cosas que digamos o escribamos de manera pública, como estoy haciendo yo en este artículo, serán verdad o mentira no a su criterio o al mío, sino al de un comité de personas que el Gobierno designe y que enjuiciará si es verdad o mentira.

El gobierno de Sánchez y Pablo Iglesias acaba de dar un nuevo paso hacia el control total de la información publicando en el BOE la creación de un “Comité contra la desinformación” que ya se conoce como el Ministerio de la Verdad, y cuyo objetivo es vigilar a los medios y perseguir todo aquello que a juicio del Gobierno se considere “desinformación”.

De joven leí la famosa novela de George Orwell “1984” que creó el concepto de “Gran Hermano”, que en aquellos años parecía ciencia ficción y hoy ya lo tenemos observando nuestros movimientos y, a partir de ahora, lo que se diga o escriba.

Me gustaría saber si las muchas mentiras pronunciadas por Sánchez serán objeto de estos censuradores. ¿Se acuerdan?: “si quieren se lo digo cinco veces o veinte, con Bildu no vamos a pactar” o “no voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas”, o “con Pablo Iglesias a ningún lado” y todas las que quieran añadir porque a mi no me caben en este espacio. Los mentirosos persiguiendo mentiras.

Lo que es verdad o mentira lo decidirán por nosotros personas de la máxima confianza del presidente del gobierno, y de su vicepresidente Iglesias, como son los gabinetes de los ministerios o el jefe de gabinete del propio Sánchez.

Y todo este espectáculo censurante con la disculpa de que lo que se pretende es limitar la propagación de falsedades por los medios de comunicación y las redes sociales, para evitar, y utilizo palabras textuales del gobierno, “un gran quebranto a la democracia”.

Para cubrir sus vergonzosas estrategias dicen ampararse en supuestos planes europeos que ningún país aplica, al igual que no existe ningún Estado miembro de la Unión Europea que se plantee controlar desde el Gobierno las denominadas noticias falsas. Algunos países tienen implantados procedimientos sancionadores o comisiones parlamentarias con participación de todos los partidos políticos para contrarrestar la difusión de “Fake news”, pero ninguno salvo España aplica este método que se parece mucho a la olvidada “censura”.

Los que más hablaron de libertad y democracia son los que peor toleran las criticas. Quizás entendamos mejor ahora a Pablo Iglesias cuando pedía el control de la televisión pública. En estos momentos también añade la pretensión de controlar el resto de canales y medios de comunicación.

Lo dicho, el color de los cristales ya no marcará el criterio de lo que veamos a través de ellos, si es blanco o de color nos lo dirán desde Moncloa. Solo habrá una verdad, la verdad oficial.


 

A verdade oficial

 

Todos escoitarían nalgunha ocasión o famoso refrán “todo é verdade ou mentira segundo a cor do cristal con que se mira”. Pois esquézano porque a partir de agora en España as cousas que digamos ou escribamos de maneira pública, como estou a facer eu neste artigo, serán verdade ou mentira non ao seu criterio ou ao meu, senón ao dun comité de persoas que o Goberno designe e que axuizará se é verdade ou mentira.

O goberno de Sánchez e Pablo Iglesias acaba de dar un novo paso cara ao control total da información publicando no BOE a creación dun “Comité contra a desinformación” que xa se coñece como o Ministerio da Verdade, e cuxo obxectivo é vixiar aos medios e perseguir todo aquilo que a xuízo do Goberno sexa considerado “desinformación”.

De mozo lin a famosa novela de George Orwell “1984” que creou o concepto de “Gran Irmán”, que naqueles anos parecía ciencia ficción e hoxe xa o temos observando os nosos movementos e, a partir de agora, o que se diga ou escriba.

Gustaríame saber se as moitas mentiras pronunciadas por Sánchez serán obxecto destes  censuradores. Acórdanse?: “se queren dígollo cinco veces ou vinte, con  Bildu non imos pactar” ou “non vou permitir que a gobernabilidade de España descanse en partidos independentistas”, ou “con Pablo Iglesias a ningún lado” e todas as que queiran engadir porque á miña non me caben neste espazo. Os mentireiros perseguindo mentiras.

O que é verdade ou mentira decidirano por nós persoas da máxima confianza do presidente do goberno, e do seu vicepresidente Iglesias, como son os gabinetes dos ministerios ou o xefe de gabinete do propio Sánchez.

E todo este espectáculo censurante coa desculpa de que o que se pretende é limitar a propagación de falsidades polos medios de comunicación e as redes sociais, para evitar, e utilizo palabras textuais do goberno, “un gran quebranto á democracia”.

Para cubrir as súas vergoñosas estratexias din ampararse en supostos plans europeos que ningún país aplica, do mesmo xeito que non existe ningún Estado membro da Unión Europea que se expoña controlar desde o Goberno as denominadas noticias falsas. Algúns países teñen implantados procedementos sancionadores ou comisións parlamentarias con participación de todos os partidos políticos para contrarrestar a difusión de “ Fake  news”, pero ningún salvo España aplica este método que se parece moito á esquecida “censura”.

Os que máis falaron de liberdade e democracia son os que peor toleran critícalas. Quizais entendamos mellor agora a Pablo Iglesias cando pedía o control da televisión pública. Nestes momentos tamén engade a pretensión de controlar o resto de canles e medios de comunicación.

O devandito, a cor dos cristais xa non marcará o criterio do que vexamos a través deles, se é branco ou de cor diránnolo desde Moncloa. Só haberá unha verdade, a verdade oficial.