Son muchas las cosas que se han dicho y hemos escuchado estos últimos meses acerca de la necesidad de hacer lo más transparente posible el funcionamiento de las administraciones, los partidos políticos, los sindicatos, las organizaciones empresariales, la Casa Real, el Banco de España…
Con la aprobación en el Congreso de los Diputados del Proyecto de ley de transparencia la pasada semana, acceso a la información pública y buen gobierno, se ha dado un paso muy importante para la regeneración democrática, al obligar a todas ellas a ser totalmente transparentes al control de los demás.
Todos somos conocedores de que en España existe un sentimiento muy generalizado entre los ciudadanos de que la corrupción resulta impune, sentimiento que está produciendo un enorme daño a nuestra democracia. Para combatirlo y ganarlo, se necesitan actitudes limpias, políticos concienciados y leyes como ésta que pretenden combatir este sentimiento.
Los ciudadanos saben que ante la posibilidad de que alguien se corrompa, todos los partidos son capaces de lo mejor y de lo peor de sí mismos, y por eso ha llegado el momento de dejar de echarnos la corrupción a la cara unos a otros, y todos juntos afrontar este grave problema. Con la ley de transparencia aprobada, los españoles podrán controlar, entre otras cosas, a nuestros partidos políticos, y permitirá que el derecho de acceso a la información quede más protegido que muchos de nuestros derechos fundamentales.
Aunque pueda parecer incomprensible, hay partidos, como el socialista, principal en la oposición y hasta hace poco responsable del gobierno, que se opusieron a la aprobación de la ley de transparencia. No entraré en sus argumentaciones, pero sí les digo que ante un paso como el dado, paso que nunca dieron otros gobiernos, al decantarse por el “No”, se colocan del lado de la oscuridad, nos dicen que no están por la claridad, quieren que la Administración pública española se quede en las tinieblas de toda la vida.
Ha llegado el momento de unirse en la lucha contra la corrupción en lugar de que se pueda pensar que algunos prefieren que la corrupción siga presente con tal de que sólo afecte al rival político. Sería un grave error que nuestra sociedad no está dispuesta a perdonar.
La única organización no gubernamental a nivel mundial dedicada a combatir la corrupción, Transparencia Internacional, ha dicho que con esta ley de transparencia la Administración pública española se convierte en cristal.
Si ya nos hemos dado el instrumento, ahora es el turno de toda la sociedad para, utilizándolo, hacer más diáfana nuestra democracia, y con ello, hacerla más fuerte. Cuidémosla como al buen cristal y seamos capaces de transformar su opacidad en transparencia y brillo.
Como o cristal
Son moitas as cousas que se dixeron e escoitamos estes últimos meses achega da necesidade de facer o máis transparente posible o funcionamento das administracións, os partidos políticos, os sindicatos, as organizacións empresariais, a Casa Real, o Banco de España…
Coa aprobación no Congreso dos Deputados do Proxecto de lei de transparencia a pasada semana, acceso á información pública e bo goberno, deuse un paso moi importante para a rexeneración democrática, ao obrigar a todas elas a ser totalmente transparentes ao control dos demais.
Todos somos coñecedores de que en España existe un sentimento moi xeneralizado entre os cidadáns de que a corrupción resulta impune, sentimento que está producindo un enorme dano á nosa democracia. Para combatelo e gañalo, necesítanse actitudes limpas, políticos concienciados e leis como esta que pretenden combater este sentimento.
Os cidadáns saben que ante a posibilidade de que alguén se corrompa, todos os partidos son capaces do mellor e do peor de si mesmos, e por iso chegou o momento de deixar de botarnos a corrupción á cara uns a outros, e todos xuntos afrontar este grave problema. Coa lei de transparencia aprobada, os españois poderán controlar, entre outras cousas, aos nosos partidos políticos, e permitirá que o dereito de acceso á información quede máis protexido que moitos dos nosos dereitos fundamentais.
Aínda que poida parecer incomprensible, hai partidos, como o socialista, principal na oposición e ata hai pouco responsable do goberno, que se opuxeron á aprobación da lei de transparencia. Non entrarei nos seus argumentacións, pero si lles digo que ante un paso como o dado, paso que nunca deron outros gobernos, ao decantarse polo “Non”, colócanse ao lado da escuridade, dinnos que non están pola claridade, queren que a Administración pública española quédese nas tebras de toda a vida.
chegou o momento de unirse na loita contra a corrupción en lugar de que se poida pensar que algúns prefiren que a corrupción siga presente con tal de que só afecte ao rival político. Sería un grave erro que a nosa sociedade non está disposta a perdoar.
A única organización non gobernamental a nivel mundial dedicada a combater a corrupción, Transparencia Internacional, dixo que con esta lei de transparencia a Administración pública española convértese en cristal.
Si xa nos demos o instrumento, agora é a quenda de toda a sociedade para, utilizándoo, facer máis diáfana nosa democracia, e con iso, facela máis forte. Coidémola como ao bo cristal e sexamos capaces de transformar o seu opacidade en transparencia e brillo.