miércoles, 18 de octubre de 2017

Dolor por mi tierra

Cuando escribo estas líneas en Galicia se lucha por apagar el último y más grave ataque incendiario sufrido en los últimos años, con cuatro victimas mortales y cuantiosos daños en sus bosques y espacios naturales. Galicia está de luto y los gallegos muy doloridos.

Muchos gallegos no olvidarán la angustia vivida la noche del pasado domingo, bien porque tenían las llamas muy cerca de sus viviendas o porque temían por la suerte de familiares y amigos. 

El presidente de la Xunta ha hablado claro, “Galicia no arde sola. A Galicia la queman”. Pronunciaba esta palabras este lunes tras convocar un Consejo extraordinario y urgente y valorando lo que se estaba viviendo en las últimas horas. 

Es cierto que errores humanos y descuidos han provocado más de un incendio, especialmente en épocas en las que la climatología adversa colabora con la propagación de las llamas. Pero no lo es menos que en la mayoría de las ocasiones en las que se inicia un fuego en el monte, la mano intencionada de alguien siempre está detrás, y este pasado domingo no hubo casualidades, tantas casualidades, ese día ha existido una clarísima intencionalidad de provocar el mayor daño posible, no solo al monte sino en aldeas, pueblos y ciudades. 

Lo cierto es que estos terroristas incendiarios han conseguido hacer mucho daño. Lo han causado en nuestro patrimonio natural y lo que es más grave, han causado pérdidas de vidas humanas. Siempre actúan con nocturnidad y alevosía, aprovechando las horas de la caída del sol para que los medios aéreos no puedan actuar, este domingo se provocaron decenas de incendios en esas horas. No pierden la ocasión de causar estos graves daños siempre que la climatología extrema está de su parte. Y este fin de semana ha habido premeditación y conocimiento de cómo, cuándo y dónde causar el mayor daño posible.

Pero además de estos daños, de por sí muy graves, también existe otro tipo de intencionalidad, la de personas ruines que utilizan cualquier tipo de desgracia para inmediatamente sacar provecho. Es deplorable ver y constatar como algunos partidos políticos como En Marea en sus páginas web o a través de las redes sociales, en plena lucha de la población y de los equipos anti-incendios por detener el avance de las llamas, se dedicaron a actualizar el listado de manifestaciones que convocaban para este pasado lunes. Otros aprovechaban para por medio de mensajes falsos crear mayor alarma en la población, contribuyendo así a agrandar y la confusión y desesperación lo que en modo alguno ayuda a resolver estas situaciones.

En definitiva, Galicia ha sufrido un nuevo ataque de los terroristas incendiarios a los que estoy seguro se perseguirán y detendrán, para después de ser juzgados verlos cumplir por estos crueles actos de enorme cobardía.

Mi enorme reconocimiento y gratitud a todos los que trabajan como héroes anónimos en la defensa de nuestros montes y de nuestras vidas. Ellos, como nosotros los gallegos, compartimos la indignación y el dolor por Galicia, mi tierra. 

Dor pola miña terra.

Cando escribo estas liñas en Galicia lóitase por apagar o último e máis grave ataque incendiario sufrido nos últimos anos, con catro vítimas mortais e cuantiosos danos nos seus bosques e espazos naturais. Galicia está de loito e os galegos moi doentes.

Moitos galegos non esquecerán a angustia vivida a noite do pasado domingo, ben porque tiñan as chamas moi preto das súas vivendas ou porque temían pola sorte de familiares e amigos. 

O presidente da Xunta falou claro, “Galicia non arde soa. A Galicia quéimana”. Pronunciaba esta palabras este luns tras convocar un Consello extraordinario e urxente e valorando o que se estaba vivindo nas últimas horas. 

É certo que erros humanos e descoidos provocaron máis dun incendio, especialmente en épocas nas que a climatoloxía adversa colabora coa propagación das chamas. Pero non o é menos que na maioría das ocasións nas que se inicia un lume no monte, a man intencionada de alguén sempre está detrás, e este pasado domingo non houbo casualidades, tantas casualidades, ese día existiu unha clarísima intencionalidade de provocar o maior dano posible, non só ao monte senón en aldeas, pobos e cidades. 

O certo é que estes terroristas incendiarios han conseguido facer moito dano. Causárono no noso patrimonio natural e o que é máis grave, causaron perdas de vidas humanas. Sempre actúan con nocturnidade e aleivosía, aproveitando as horas da caída do sol para que os medios aéreos non poidan actuar, este domingo provocáronse decenas de incendios nesas horas. Non perden a ocasión de causar estes graves danos sempre que a climatoloxía extrema está do seu parte. E este fin de semana houbo premeditación e coñecemento de como, cando e onde causar o maior dano posible.

Pero ademais destes danos, de seu moi graves, tamén existe outro tipo de intencionalidade, a de persoas ruíns que utilizan calquera tipo de desgraza para inmediatamente sacar proveito. É deplorable ver e constatar como algúns partidos políticos como En Marea nas súas páxinas web ou a través das redes sociais, en plena loita da poboación e dos equipos anti-incendios por deter o avance das chamas, dedicáronse a actualizar a listaxe de manifestacións que convocaban para este pasado luns. Outros aproveitaban para por medio de mensaxes falsas crear maior alarma na poboación, contribuíndo así a agrandar e a confusión e desesperación o que de ningún xeito axuda a resolver estas situacións.

En definitiva, Galicia sufriu un novo ataque dos terroristas incendiarios aos que estou seguro perseguiranse e deterán, para despois de ser xulgados velos cumprir por estes crueis actos de enorme covardía.

O meu enorme recoñecemento e gratitude a todos os que traballan como heroes anónimos na defensa dos nosos montes e das nosas vidas. Eles, como nós os galegos, compartimos a indignación e a dor por Galicia, a miña terra.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Estado de preocupación

Es imposible evadir la responsabilidad de volver a escribir sobre un asunto que por cansino y reiterado no deja de ser grave y preocupante. Cuando hace quince días desde estas mismas páginas arriesgaba a pronosticar lo que podría ocurrir en Cataluña durante estas semanas y en referencia a la actitud de sus actuales gobernantes dije que “solo practican el enfrentamiento, ya solo utilizan la táctica de la provocación para que se tenga que actuar con medios y medidas que a ojos de quienes no conozcan al detalle lo que está pasando puedan invertir la situación”. 

Cuando escribí tales cosas he de reconocer que lo hice sabiendo que la violencia era lo que querían provocar, que el papel de victimas era el que más convenía a quienes desde hace tiempo tienen trazada su hoja de ruta con un único propósito: declarar unilateralmente la independencia de Cataluña. Los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad han sabido aguantar provocaciones muy fuertes, agresiones, violaciones de la Ley, pedradas y otras infamias que solo profesionales auténticos saben sobrellevar.

Frente a esto, algunos han tenido la poca vergüenza de seguir mintiendo, de culpar de lo ocurrido a Rajoy y al gobierno de España. Ya lo dije “que parezca que los provocadores y violadores de muchas leyes sean los buenos, mientras que aquellos que velan por el cumplimiento de la Ley y los derechos de todos los españoles resulten ser los malos de la película”.

Los secesionistas ya tuvieron su fiesta, ya demostraron cual es su concepto de la democracia y de la libertad de expresión. Violaron las leyes, las sentencias del Tribunal Constitucional, parodiaron de manera ruin y burlesca el acto de votar sin controles, con urnas llenas de papeletas antes de comenzar la apertura de las mesas, con su policia autonómica mirando para otro lado. Todo lo que se quiera añadir completa un cuadro kafkiano y propio de regímenes autoritarios.

Pero todo esto ya pasó y ahora lejos de poner fin a un recital de graves desobediencias y de burlar las leyes, el conductor del autobús que lleva dentro al pueblo de cataluña, que sigue guiándolo de manera temeraria y saltándose todos los semáforos en rojo se acerca al precipicio sin intención de frenar. Ésta es la situación. Han roto la paz social y la convivencia por mucho tiempo. Seguirán violentándola con huelgas, manifestaciones, acosos y escraches a todos los que no participen de su estrategia, han roto en dos mitades esa tierra.

Cuando escribo estas líneas todavía es incierto el camino, pero todo hace prever que las aguas no volverán todavía a sus cauces. Que llegados a estas alturas la marcha atrás no entra en sus planes y que el Gobierno de la Nación tendrá que aplicar medidas previstas en nuestro Estado de Derecho de las que hasta ahora se intentó no echar mano. Estoy convencido de que no habrá otra alternativa y que los tiempos duros que se avecinan servirán para demostrar la catadura moral de algunos políticos más interesados en que caiga el gobierno de Rajoy y el sistema reviente, que en restablecer el orden constitucional. 

Son tiempos tristes que ninguno pensamos llegar a vivir. Estamos en estado de preocupación. 

Estado de preocupación

É imposible evadir a responsabilidade de volver escribir sobre un asunto que por pousado e reiterado non deixa de ser grave e preocupante. Cando fai quince días desde estas mesmas páxinas arriscaba a prognosticar o que podería ocorrer en Cataluña durante estas semanas e en referencia á actitude dos seus actuais gobernantes dixen que “só practican o enfrontamento, xa só utilizan a táctica da provocación para que se teña que actuar con medios e medidas que a ollos de quen non coñezan ao detalle o que está a pasar poidan investir a situación”. 

Cando escribín tales cousas hei de recoñecer que o fixen sabendo que a violencia era o que querían provocar, que o papel de victimas era o que máis conviña a quen desde hai tempo teñen trazada a súa folla de ruta cun único propósito: declarar unilateralmente a independencia de Cataluña. Os membros dos corpos e forzas de seguridade souberon aguantar provocacións moi fortes, agresións, violacións da Lei, pedradas e outras infamias que só profesionais auténticos saben soportar.

Fronte a isto, algúns tiveron a pouca vergoña de seguir mentindo, de culpar do ocorrido a Rajoy e ao goberno de España. Xa o dixen “que pareza que os provocadores e violadores de moitas leis sexan os bos, mentres que aqueles que velan polo cumprimento da Lei e os dereitos de todos os españois resulten ser os malos da película”.

Os secesionistas xa tiveron a súa festa, xa demostraron cal é o seu concepto da democracia e da liberdade de expresión. Violaron as leis, as sentenzas do Tribunal Constitucional, parodiaron de maneira ruin e burlesca o acto de votar sen controis, con urnas cheas de papeletas antes de comezar a apertura das mesas, coa súa policia autonómica mirando para outro lado. Todo o que se queira engadir completa un cadro kafkiano e propio de réximes autoritarios.

Pero todo isto xa pasou e agora lonxe de poñer fin a un recital de graves desobediencias e de burlar as leis, o condutor do autobús que leva dentro ao pobo de cataluña, que segue guiándoo de maneira temeraria e saltándose todos os semáforos en vermello achégase ao precipicio sen intención de frear. Esta é a situación. Romperon a paz social e a convivencia por moito tempo. Seguirán violentándoa con folgas, manifestacións, acosos e escraches a todos os que non participen da súa estratexia, romperon en dúas metades esa terra.

Cando escribo estas liñas aínda é incerto o camiño, pero todo fai prever que as augas non volverán aínda ás súas canles. Que chegados a estas alturas a marcha atrás non entra nos seus plans e que o Goberno da Nación terá que aplicar medidas previstas no noso Estado de Dereito das que ata agora tentouse non botar man. Estou convencido de que non haberá outra alternativa e que os tempos duros que se aveciñan servirán para demostrar a catadura moral dalgúns políticos máis interesados en que caia o goberno de Rajoy e o sistema rebente, que en restablecer a orde constitucional. 

Son tempos tristes que ningún pensamos chegar a vivir. Estamos en estado de preocupación.