miércoles, 31 de diciembre de 2014

2015, una apuesta por la confianza.

Termina hoy un año que sin duda cada uno recordará por los acontecimientos y vivencias personales que más le hayan impactado o afectado directamente. En 365 días han sido muchas las imágenes que han quedado para siempre en nuestras retinas. 

En España hemos vivido con absoluta normalidad acontecimientos históricos como la proclamación de un nuevo Rey, o la despedida a nuestro primer presidente de gobierno tras la transición. Las cifras relacionadas con la economía y el empleo, y la palabra crisis, también nos han perseguido a diario.

El esfuerzo realizado por el conjunto de la sociedad, especialmente de las clases medias y de los autónomos, empezó a dar sus frutos y a dar sus recompensas. De las tinieblas de la incertidumbre y el fantasma de la inminente intervención de nuestro país, no tan lejanas aunque parece que olvidadas por algunos, hemos pasado a ser referentes y modelo de recuperación y de crecimiento económico, reconocido por propios y extraños.

Todavía queda mucho camino para despejar los miedos y salir definitivamente de un escenario al que llegamos por culpa de la irresponsabilidad de aquellos que vistieron la misma camiseta que ahora lucen los agoreros del futuro. Algunos de ellos mientras el presidente del gobierno hacía balance del año y exponía argumentos para el optimismo, sin dejarlo terminar, ya estaban vaticinándonos lo peor para el futuro si seguía este gobierno. Son los agoreros que cualquier sociedad debe rechazar para seguir mejorando.

El año que mañana comienza, el 2015, seguirá siendo difícil aunque mucho menos que el que termina. Todas las previsiones y cifras contrastadas apuntan hacia una recuperación de nuestra economía en toda regla. Ya lo están haciendo las cifras de consumo en los hogares, de exportaciones e importaciones, de incremento del turismo, de reducción del déficit, de reducción del desempleo y de la creación a buen ritmo de nuevos puestos de trabajo. Será un año donde el dinero empezará a llegar en forma de crédito a los emprendedores y a los consumidores, contribuyendo a recuperar el motor de nuestra economía. Para ello habrán servido los saneamientos y las reestructuraciones de nuestra banca y de las administraciones públicas.

Un ilustre columnista de un diario nacional comparaba recientemente a Rajoy con un coche y concluía que si Rajoy fuese un vehículo no tendría ni pintura metalizada ni llantas de aleación ni otros elementos que entran fácilmente por los ojos, pero que si tuviera que comprarlo lo haría sin dudar por la sencilla razón de su fiabilidad y porque sabría que ese coche nunca le dejaría tirado en el camino.

Muchos españoles lo que quieren es confiar en su futuro y hacerlo confiando en las personas que, lejos de vender solamente imagen, están acreditando su tarea con rigor y solvencia en nuestra vida diaria. Porque para ganar el futuro hay que confiar en nosotros mismos, y seguramente 2015 se presenta como una apuesta por la confianza. ¡Feliz año a todos!

2015, unha aposta pola confianza.

Remata hoxe un ano que sen dúbida cada un recordará polos acontecementos e vivencias persoais que máis lle impactasen ou afectado directamente. En 365 días foron moitas as imaxes que quedaron para sempre nas nosas retinas.

En España vivimos con absoluta normalidade acontecementos históricos como a proclamación dun novo Rei, ou a despedida ao noso primeiro presidente de goberno tras a transición. As cifras relacionadas coa economía e o emprego, e a palabra crise, tamén nos perseguiron a diario.

O esforzo realizado polo conxunto da sociedade, especialmente das clases medias e dos autónomos, empezou a dar os seus froitos e a dar as súas recompensas. Das tebras da incerteza e o fantasma da inminente intervención do noso país, non tan afastadas aínda que parece que esquecidas por algúns, pasamos a ser referentes e modelo de recuperación e de crecemento económico, recoñecido por propios e estraños.

Aínda queda moito camiño para despexar os medos e saír definitivamente dun escenario ao que chegamos por culpa da irresponsabilidade daqueles que vestiron a mesma camiseta que agora locen os agoreiros do futuro. Algúns deles mentres o presidente do goberno facía balance do ano e expoñía argumentos para o optimismo, sen deixalo rematar, xa estaban a vaticinarnos o peor para o futuro se seguía este goberno. Son os agoreiros que calquera sociedade debe rexeitar para seguir mellorando.

O ano que mañá comeza, o 2015, seguirá sendo difícil aínda que moito menos que o que remata. Todas as previsións e cifras contrastadas apuntan cara a unha recuperación da nosa economía en toda regra. Xa o están a facer as cifras de consumo nos fogares, de exportacións e importacións, de incremento do turismo, de redución do déficit, de redución do desemprego e da creación a bo ritmo de novos postos de traballo. Será un ano onde o diñeiro empezará a chegar en forma de crédito aos emprendedores e aos consumidores, contribuíndo a recuperar o motor da nosa economía. Para iso terán servido os saneamentos e as reestruturacións da nosa banca e das administracións públicas.

Un ilustre columnista dun diario nacional comparaba recentemente a Rajoy cun coche e concluía que se Rajoy fose un vehículo non tería nin pintura metalizar nin lamias de aliaxe nin outros elementos que entran doadamente polos ollos, pero que se tivese que compralo o faría sen dubidar pola sinxela razón da súa fiabilidade e porque sabería que ese coche nunca o deixaría tirado no camiño.

Moitos españois o que queren é confiar no seu futuro e facelo confiando nas persoas que, lonxe de vender soamente imaxe, están a acreditar a súa tarefa con rigor e solvencia na nosa vida diaria. Porque para gañar o futuro hai que confiar en nós mesmos, e seguramente 2015 se presenta como unha aposta pola confianza. Feliz ano a todos!

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Vivir y trabajar

No he podido evitar la curiosidad de leer este fin de semana un artículo cuyo titular ya era tentador: “España buena para vivir mala para trabajar”.

En su contenido figuraban opiniones de expertos en materia de horarios y conciliación de la vida personal y laboral, también datos que aportan una visión global. Entre ellos me quedé con los siguientes: Los españoles trabajamos más horas pero somos menos productivos que en muchos de los países con los que nos relacionamos. Ganamos menos, dormimos menos, ganamos en estrés, y para rematar, nuestra población está más envejecida, con una tasa de natalidad más baja y unos índices de abandono escolar mayores que las de nuestros vecinos alemanes o franceses. 

Si de horas trabajadas hablamos, la media en España está muy por encima de Alemania o Francia, pero nuestra productividad es menor. Ellos parecen trabajar con más eficacia y por tanto menos horas.

¿Por qué algunos reputados expertos consultores internacionales recomiendan en sus encuestas vivir en España al tiempo que desaconsejan realizar inversiones en nuestro país? Según ellos, aquí fallamos en cuestiones importantes a la hora de planificar el trabajo y la manera de desarrollarlo. No separamos las cuestiones personales de las profesionales con lo que ello conlleva muchas veces; nos importa más cumplir un horario que alcanzar unos objetivos; se tiende a valorar poco el esfuerzo, así como la calidad del trabajo realizado; falta preparación en los idiomas; y quizás más importante, la picaresca y el enchufismo siguen formando parte de nuestra cultura laboral y social.

Con este breve diagnóstico, estamos en el puesto 13º de productividad entre los 30 países que formamos parte de la OCDE. Eso sí, somos líderes en esta clasificación en materia de número de amigos, consumiciones en bares y en el tiempo que pasamos en la calle.

Quizás sea por estos motivos por los que son muchos los que apuestan por abordar cambios profundos en materia de horarios para alcanzar el reparto equilibrado del día en tres partes iguales, 8 horas para trabajar, 8 para dormir y 8 para el ocio.

A este panorama se han sumado recientemente los que apuestan porque adaptemos nuestros relojes a la hora del meridiano de Greenwich que atraviesa nuestro país, adoptando la hora de nuestros vecinos portugueses o del Reino Unido para que nuestro reloj biológico vaya en consonancia con el horario de trabajo.

Estas cuestiones requieren de una profunda reforma legislativa y del impulso de un gobierno. Son medidas que requieren valentía y su rédito en términos electores quizás sea a largo plazo, lo que hace que abordarlo requiera un clima social y político algo más sosegado que el que ahora tenemos. 

Estoy convencido de la necesidad de abordarlo, pero también de que posiblemente el clima reinante en la actualidad no haga propicio meterse en más charcos por aquello tan recurrido de no hacer mudanza en tiempos de tribulación. Mientras tanto España seguirá siendo un buen lugar para vivir. 

Vivir e traballar

Non puiden evitar a curiosidade de ler este fin de semana un artigo cuxo titular xa era tentador: “España boa para vivir mala para traballar”.

No seu contido figuraban opinións de expertos en materia de horarios e conciliación da vida persoal e laboral, tamén datos que aportan unha visión global. Entre eles quedeime cos seguintes: Os españois traballamos máis horas pero somos menos produtivos que en moitos dos países cos que nos relacionamos. Gañamos menos, durmimos menos, gañamos en estrés, e para rematar, a nosa poboación está máis envellecida, cunha taxa de natalidade máis baixa e uns índices de abandono escolar maiores que as dos nosos veciños alemáns ou franceses. 

Si de horas traballadas falamos, a media en España está moi por encima de Alemania ou Francia, pero nosa produtividade é menor. Eles parecen traballar con máis eficacia e xa que logo menos horas.

Por que algúns reputados expertos consultores internacionais recomendan nas súas enquisas vivir en España á vez que desaconsellan realizar investimentos no noso país? Segundo eles, aquí fallamos en cuestións importantes á hora de planificar o traballo e o xeito de desenvolvelo. Non separamos as cuestións persoais das profesionais co que iso conleva moitas veces; impórtanos máis cumprir un horario que alcanzar uns obxectivos; téndese a valorar pouco o esforzo, así como a calidade do traballo realizado; falta preparación nos idiomas; e quizais máis importante, a picaresca e o enchufismo seguen formando parte da nosa cultura laboral e social.

Con este breve diagnóstico, estamos no posto 13º de produtividade entre os 30 países que formamos parte da OCDE. Iso si, somos líderes nesta clasificación en materia de número de amigos, consumicións en bares e no tempo que pasamos na rúa.

Quizais sexa por estes motivos polos que son moitos os que apostan por abordar cambios profundos en materia de horarios para alcanzar o reparto equilibrado do día en tres partes iguais, 8 horas para traballar, 8 para durmir e 8 para o lecer.

A este panorama sumáronse recentemente os que apostan porque adaptemos os nosos reloxos á hora do meridiano de Greenwich que atravesa o noso país, adoptando a hora dos nosos veciños portugueses ou do Reino Unido para que o noso reloxo biolóxico vaia en consonancia co horario de traballo.

Estas cuestións requiren dunha profunda reforma lexislativa e do impulso dun goberno. Son medidas que requiren valentía e a súa rédito en termos electorais quizais sexa a longo prazo, o que fai que abordalo requira un clima social e político algo máis sosegado que o que agora temos. 

Estou convencido da necesidade de abordalo, pero tamén de que posiblemente o clima reinante na actualidade non faga propicio meterse en máis charcos por aquilo tan recorrido de non facer mudanza en tempos de tribulación. Mentres tanto España seguirá sendo un bo lugar para vivir.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

14 años pueden ser muchos

Hace ya 14 años que Lugo recibía con entusiasmo, eso quiero pensar, la decisión de la UNESCO de otorgar a nuestra Muralla romana la distinción de monumento Patrimonio de la Humanidad.

14 años han pasado y tras ellos en la ciudad han ocurrido muchas cosas, también en nuestras vidas, pero por momentos tengo la sensación de que el monumento ha permanecido donde siempre: ante la indiferencia oficial y en ocasiones colectiva.

Desde aquella madrugada en la que las bombas de palenque anunciaban la feliz noticia, nuestro monumento más emblemático, sin el cual Lugo no sería Lugo, ha visto pocas novedades en sus piedras. Alguna limpieza, renovación de luminarias, trabajos parciales de restauración y poco más.

Parece como si sólo cuando llega su cumpleaños nos acordáramos de ella y ese día abrimos paraguas de colores, un año verdes, otro rojos, y hasta el próximo año, a ver qué se nos ocurre.

Cuando estoy en Lugo es raro el día que no doy vueltas por el adarve de la Muralla. Lo hacemos muchas personas, unos más deprisa que otros, unos en un sentido y otros en el contrario. Quizás por ello cada vuelta que doy me permite ver y pensar en las cosas que podrían mejorar y en lo mucho que Lugo le debe a su Muralla.

Muchas ciudades del mundo tienen piedras emblemáticas y con alguna historia que contar, pero son pocas las que pueden exhibir más de dos mil años de historia en sus materiales, los que están a la vista y los que yacen bajo el suelo. Pero lo que sí tienen muchas de esas ciudades, con menos que mostrar, son planes de turismo y promoción que permite que sean cada vez más los visitantes los que acuden a ellas para contemplar su historia. En Lugo nos conformamos con pequeñas acciones de promoción, muchas veces de escasa repercusión o de corto recorrido.

Las prioridades son importantes en la acción de gobiernos, especialmente cuando los recursos son contados y escasos. Por ello en Lugo se debería tener claro que la prioridad a la hora de proyectar su imagen y de atraer cada día más visitantes pasa por promocionar este impresionante monumento por el mundo entero. En un mundo globalizado y con una utilización cada día mayor de las redes sociales e Internet, son muchas las cosas que se pueden hacer con un coste reducido.

Como en otros campos, la unidad de acción también aquí es importante. Las disputas competenciales entre el Ayuntamiento y la Xunta, la duplicidad en oficinas de información turística y la falta de proyectos e ideas para poner en valor la Muralla, debilitan y lastran las escasas estrategias promocionales.

Su promoción tiene que ir acompañada de la continua rehabilitación y lavado de cara de todo lo que vemos desde su adarve. Por eso invito desde estas líneas a todos aquellos que tienen responsabilidades de gobierno, a darse un paseo de vez en cuando por la Muralla. Entenderán y verán lo mucho que se podía haber hecho en 14 años, mucho tiempo para seguir esperando.

14 anos poden ser moitos

Hai xa 14 anos que Lugo recibía con entusiasmo, iso quero pensar, a decisión da UNESCO de outorgar á nosa Muralla romana a distinción de monumento Patrimonio da Humanidade.

14 anos pasaron e tras eles na cidade aconteceron moitas cousas, tamén nas nosas vidas, pero por momentos teño a sensación de que o monumento permaneceu onde sempre: ante a indiferenza oficial e en ocasións colectiva.

Dende aquela madrugada na que as bombas de palenque anunciaban a feliz noticia, o noso monumento máis emblemático, sen o cal Lugo non sería Lugo, viu poucas novidades nas súas pedras. Algunha limpeza, renovación de luminarias, traballos parciais de restauración e pouco máis.

Parece coma se só cando chega o seu aniversario nos acordásemos dela e ese día abrimos paraugas de cores, un ano verdes, outro vermellos, e ata o próximo ano, a ver que se nos ocorre.

Cando estou en Lugo é raro o día que non dou voltas polo adarve da Muralla. Facémolo moitas persoas, uns máis á présa que outros, uns nun sentido e outros no contrario. Quizais por iso cada volta que dou me permite ver e pensar nas cousas que poderían mellorar e no moito que Lugo lle debe á súa Muralla.

Moitas cidades do mundo teñen pedras emblemáticas e con algunha historia que contar, pero son poucas as que poden exhibir máis de dous mil anos de historia nos seus materiais, os que están á vista e os que xacen baixo o chan. Pero o que si teñen moitas desas cidades, con menos que mostrar, son plans de turismo e promoción que permite que sexan cada vez máis os visitantes os que acoden a elas para considerar a súa historia. En Lugo conformámonos con pequenas accións de promoción, moitas veces de escasa repercusión ou de curto percorrido.

As prioridades son importantes na acción de gobernos, especialmente cando os recursos son contados e escasos. Por iso en Lugo deberíase ter claro que a prioridade á hora de proxectar a súa imaxe e de atraer cada día máis visitantes pasa por promover este impresionante monumento polo mundo enteiro. Nun mundo globalizado e cunha utilización cada día maior das redes sociais e Internet, son moitas as cousas que se poden facer cun custo reducido.

Como noutros campos, a unidade de acción tamén aquí é importante. As disputas competenciais entre o Concello e a Xunta, a duplicidade en oficinas de información turística e a falta de proxectos e ideas para poñer en valor a Muralla, debilitan e lastran as escasas estratexias promocionais.

A súa promoción ten que ir acompañada da continua rehabilitación e lavado de cara de todo o que vemos dende o seu adarve. Por iso invito dende estas liñas a todos aqueles que teñen responsabilidades de goberno, a darse un paseo de cando en vez pola Muralla. Entenderán e verán o moito que se podía ter feito en 14 anos, moito tempo para seguir esperando.