miércoles, 28 de abril de 2021

De mal en peor

No es ninguna novedad decir que llevamos un largo tiempo padeciendo la crispación y polarización que algunas formaciones políticas practican y que, como consecuencia, también acaban contagiando al resto de la sociedad.

A los enfrentamientos y provocaciones que nos hemos acostumbrado a ver en todo debate con carga ideológica, se vienen sumando en las últimas semanas los derivados de una nueva campaña electoral, esta vez en la Comunidad de Madrid. Lejos de parecer algo ajeno a los ciudadanos de otros lugares de España, al menos en esta ocasión, se está convirtiendo en el punto de mira de la política y de los medios de comunicación. Las razones, la oportunidad de apoyar o reprobar la gestión de la Comunidad más atacada desde el Gobierno de la Nación, la ocasión de decirles a los partidos que gobiernan desde la Moncloa que no quieren, o sí, que su modelo se aplique a los madrileños, y también la manera de castigar, o no, las políticas económicas, sociales y de gestión de esta pandemia lideradas por el presidente Sánchez. Cada cual podrá añadir otras razones, la suyas.

Con el foco puesto en Madrid nos hemos olvidado de que hace pocas semanas también se celebraron elecciones en Cataluña, y de que allí a día de hoy todavía no se ponen de acuerdo los nacionalistas e independentistas en la formación de un gobierno, lo que de no corregirse en pocos días avocaría a la repetición de los comicios. Un nuevo factor que añadir a este clima de polarización y enfrentamientos en el que cada día más se está convirtiendo la convivencia política y social de los españoles.

Lejos de los focos electorales y los debates en los parlamentos, el ruido también ha llegado esta semana nada menos que a las páginas del Boletín Oficial de Estado. Un BOE publicado en el día del libro, que en sus páginas y en preámbulo de una ley orgánica contiene un texto más propio de un mitin electoral que de un texto legislativo. Introduce criticas a la gestión de un gobierno de España, el de Rajoy, y en una ley, y lo grave es que dicho texto tiene la firma del Rey porque así lo exigen sus obligaciones constitucionales. Meten en campaña electoral al BOE. Muy grande debe ser la preocupación y desesperación entre las filas de los partidos en el gobierno.

Escribiendo este articulo desde una atalaya privilegiada, Galicia, no puedo dejar de poner en valor la situación que aquí tenemos. Aquí se respira sana convivencia, se centra el foco en lo que realmente importa a los gallegos, la salud y el trabajo. Se percibe a un gobierno entregado a resolver estas prioridades y a una oposición que desde la discrepancia y en ocasiones el ruido, no llega al nivel de tensión de otros lares. En Galicia gozamos de una paz social que aleja el centro de las noticias de las broncas entre paridos para orientarlas hacia una gestión sanitaria y económica que en general resulta muy bien valorada.

Sin duda alguna apuesto una vez más por un modelo de convivencia social y político donde se rebaje el nivel de crispación y donde los ciudadanos puedan valorar, juzgar y decidir sobre las políticas que quieren para ellos. Sin ese modelo cada día que pase, iremos de mal en peor, y todo tiene un límite.


De mal a peor

Non é ningunha novidade dicir que levamos un longo tempo padecendo a crispación e polarización que algunhas formacións políticas practican e que, como consecuencia, tamén acaban contaxiando ao resto da sociedade.

Aos enfrontamentos e provocacións que nos afixemos a ver en todo debate con carga ideolóxica, veñen sumando nas últimas semanas os derivados dunha nova campaña electoral, esta vez na Comunidade de Madrid. Lonxe de parecer algo alleo aos cidadáns doutros lugares de España, polo menos nesta ocasión, está a converterse no punto de mira da política e dos medios de comunicación. As razóns, a oportunidade de apoiar ou reprobar a xestión da Comunidade máis atacada desde o Goberno da Nación, a ocasión de dicirlles aos partidos que gobernan desde a Moncloa que non queren, ou si, que o seu modelo aplíquese aos madrileños, e tamén a maneira de castigar, ou non, as políticas económicas, sociais e de xestión desta pandemia lideradas polo presidente Sánchez. Cada cal poderá engadir outras razóns, a súas.

Co foco posto en Madrid esquecémonos de que hai poucas semanas tamén se celebraron eleccións en Cataluña, e de que alí a día de hoxe aínda non se poñen de acordo os nacionalistas e independentistas na formación dun goberno, o que de non corrixirse en poucos días obrigaría á repetición dos comicios. Un novo factor que engadir a este clima de polarización e enfrontamentos no que cada día máis se está convertendo a convivencia política e social dos españois.

Lonxe dos focos electorais e os debates nos parlamentos, o ruído tamén chegou esta semana nada menos que ás páxinas do Boletín Oficial de Estado. Un BOE publicado no día do libro, que nas súas páxinas e en preámbulo dunha lei orgánica contén un texto máis propio dun mitin electoral que dun texto lexislativo. Introduce criticas á xestión dun goberno de España, o de Rajoy, e nunha lei, e o grave é que devandito texto ten a firma do Rei porque así o esixen as súas obrigacións constitucionais. Meten en campaña electoral ao BOE. Moi grande debe ser a preocupación e desesperación entre as filas dos partidos no goberno.

Escribindo leste articulo desde unha atalaia privilexiada, Galicia, non podo deixar de poñer en valor a situación que aquí temos. Aquí respírase sa convivencia, céntrase o foco no que realmente importa aos galegos, a saúde e o traballo. Percíbese a un goberno entregado a resolver estas prioridades e a unha oposición que desde a discrepancia e en ocasións o ruído, non chega ao nivel de tensión doutras lareiras. En Galicia gozamos dunha paz social que afasta o centro das noticias das rifas entre paridos para orientalas cara a unha xestión sanitaria e económica que en xeral resulta moi ben valorada.

Sen ningunha dúbida aposto unha vez máis por un modelo de convivencia social e político onde se rebaixe o nivel de crispación e onde os cidadáns poidan valorar, xulgar e decidir sobre as políticas que queren para eles. Sen ese modelo cada día que pase, iremos de mal a peor, e todo ten un límite.


miércoles, 14 de abril de 2021

Todavía estamos a tiempo

No siempre resulta fácil opinar públicamente de asuntos controvertidos o en los que el debate social y político permanece abierto durante tiempo. Es el caso que acontece con las decisiones de diferentes administraciones y gobiernos en relación a la demolición de la actual estación de autobuses y la extrema modificación de la del tren y sustituirlas por una nueva construcción bajo el nombre de estación intermodal ubicada donde actualmente se encuentra la del ferrocarril.

En estos últimos días los medios de comunicación se hacían eco de nuevos anuncios. El administrador de infraestructuras ferroviarias (ADIF) anunciaba su intención de seguir adelante y acortar plazos para adjudicar la construcción de una nueva estación de tren que costará mas de 31 millones de euros, a los que se tendrán que añadir los costes del parking subterráneo y los de la nueva estación de autobuses.

Dicho de manera más clara, se sigue avanzando en derribar, destruir, mutilar o como quieran llamarlo, dos edificaciones en buen estado y con capacidad para seguir dando servicio con las necesarias mejoras de ampliación y mantenimiento. Una de ellas ubicada en posición privilegiada, a 50 metros de nuestra Muralla, es decir, en el centro de la ciudad y a una cómoda altura respecto a casi toda la ciudad, y que una vez demolida ya no se construiría ahí sino que se integraría en la nueva para el tren, a casi un kilometro y con un fuerte desnivel para acceder a la mayoría del casco urbano.

Si nos detenemos a pensar que el tráfico ferroviario es escaso y a medio plazo esto no va a cambiar, basándome en los planes que anuncia el mismo gobierno que quiere construir una nueva estación; que la mayoría de los viajeros que llegan a Lugo sin utilizar su coche particular lo hacen en autobuses; que la mayor parte de estos vienen a realizar gestiones en actividades públicas o privadas en su mayor parte ubicadas en el centro o en las proximidades del casco amurallado; que la conexión entre ambas estaciones se puede resolver fácilmente mediante un bus urbano que acerque a los viajeros desde la estación ferroviaria a la bien situada de autobuses. Si reflexionamos sobre estas y otras argumentaciones que no tiene espacio aquí, deberíamos coincidir en que los planes gubernamentales no van en la buena dirección.

Todos conocemos estaciones y aeropuertos de muchas ciudades europeas y en la mayoría de ellas y con el paso de los años se mantienen esas edificaciones con las mejoras necesarias de conservación y accesibilidad. Aquí actuamos despreciando lo que va cumpliendo años y construyendo nuevos aeropuertos al lado de los no tan viejos, caso de Santiago. Como si el dinero sobrara.

Lugo no debería permitirse nuevas demoliciones para justificar infraestructuras sobredimensionadas o peor situadas. Con 10 veces menos de gasto se puede renovar la estación de autobuses sin perder su privilegiada ubicación, además de ampliar la del tren, que seguramente seguiría guardando su encanto y cubriendo con creces el escaso incremento previsto de viajeros en décadas.

Hago este llamamiento a la reflexión colectiva de los lucenses y de manera especial de quienes tienen la capacidad de decidir y financiar estos proyectos. Lugo no puede pararse, pero tampoco caminar en sentido contrario a lo que el sentido común indica. Todavía estamos a tiempo.

Aínda estamos a tempo

Non sempre resulta fácil opinar publicamente de asuntos controvertidos ou nos que o debate social e político permanece aberto durante tempo. É o caso que acontece coas decisións de diferentes administracións e gobernos en relación á demolición da actual estación de autobuses e a extrema modificación da do tren e substituílas por unha nova construción baixo o nome de estación intermodal situada onde actualmente atópase a do ferrocarril.

Nestes últimos días os medios de comunicación facíanse eco de novos anuncios. O administrador de infraestruturas ferroviarias (ADIF) anunciaba a súa intención de seguir adiante e acurtar prazos para adxudicar a construción dunha nova estación de tren que custará mais de 31 millóns de euros, aos que se terán que engadir os custos do aparcadoiro subterráneo e os da nova estación de autobuses.

Dito de maneira máis clara, séguese avanzando en derrubar, destruír, mutilar ou como queiran chamalo, dúas edificacións en bo estado e con capacidade para seguir dando servizo coas necesarias melloras de ampliación e mantemento. Unha delas situada en posición privilexiada, a 50 metros da nosa Muralla, é dicir, no centro da cidade e a unha cómoda altura respecto a case toda a cidade, e que unha vez demolida xa non se construiría aí senón que se integraría na nova para o tren, a case un  quilómetro e cun forte desnivel para acceder á maioría do centro urbano.

Se nos detemos a pensar que o tráfico ferroviario é escaso e a medio prazo isto non vai cambiar, baseándome nos plans que anuncia o mesmo goberno que quere construír unha nova estación; que a maioría dos viaxeiros que chegan a Lugo sen utilizar o seu coche particular fano en autobuses; que a maior parte destes veñen realizar xestións en actividades públicas ou privadas na súa maior parte situadas no centro ou nas proximidades do casco amurallado; que a conexión entre ambas as estacións pódese resolver facilmente mediante un bus urbano que achegue aos viaxeiros desde a estación ferroviaria á ben situada de autobuses. Se reflexionamos sobre estas e outras argumentacións que non ten espazo aquí, deberiamos coincidir en que os plans gobernamentais non van na boa dirección.

Todos coñecemos estacións e aeroportos de moitas cidades europeas e na maioría delas e co paso dos anos mantéñense esas edificacións coas melloras necesarias de conservación e accesibilidade. Aquí actuamos desprezando o que vai cumprindo anos e construíndo novos aeroportos á beira dos non tan vellos, caso de Santiago. Coma se o diñeiro sobrase.

Lugo non debería permitirse novas demolicións para xustificar infraestruturas  sobredimensionadas ou peor situadas. Con 10 veces menos de gasto pódese renovar a estación de autobuses sen perder a súa privilexiada localización, ademais de ampliar a do tren, que seguramente seguiría gardando o seu encanto e cubrindo con fartura o escaso incremento previsto de viaxeiros en décadas.

Fago este chamamento á reflexión colectiva dos lucenses e de maneira especial de quen ten a capacidade de decidir e financiar estes proxectos. Lugo non pode pararse, pero tampouco camiñar en sentido contrario ao que o sentido común indica. Aínda estamos a tempo.