miércoles, 20 de julio de 2022

Conducir por la izquierda

Todavía bajo las sensaciones que el llamado debate sobre el Estado de la Nación han provocado en mi, tratando de encontrarle sentido a muchas de las cosas que allí se dijeron y las propuestas que se votaron, al resultado de esas votaciones y a las demás medidas que, a calzador, se introdujeron en medio de ese Pleno.

Han sido muchos los medios que han coincidido en titular el resumen de esas jornadas y de las intervenciones de Pedro Sánchez como una podemización de sus políticas, un giro o un volantazo a la izquierda. Son muchos los que han visto en sus palabras y gestos un afán por contentar a sus principales socios, integrados en su gobierno de coalición, y algunos han sido más claros hablando de un corta y pega, una copia, del discurso y propuestas de Podemos.

Por eso no han sido pocos los que han calificado el debate como el “estado de la coalición” o el “estado del gobierno”, porque los mensajes y las cesiones de Sánchez hacia sus socios, incluidos los más abominables, fueron constantes y traspasaron límites que hasta ahora nadie se había atrevido a cruzar, como el nuevo texto legal denominado de la Memoria Democrática, una ley provocadora que lo único que ya ha conseguido antes de entrar en vigor, es fracturar a la sociedad y volver a los dos bandos de rojos y azules que nuestros mayores habían conseguido superar cerrando enormes heridas que sólo con políticos de altura y grandes dosis de generosidad consiguieron cerrar en lo que se acabo llamando la Transición del 78.

Pero además de estas ignominias, Sánchez volvió a tirar de propaganda, de su habitual clientelismo electoral, a sacar de la chistera medidas que no conocían ni sus ministros.

Las grandes expectativas generadas desde Moncloa en los días previos al debate se vieron reducidas a eslóganes y frases de manual. “me dejaré la piel”, “vamos a por todas”; o a rancios mensajes hablando de ricos y poderosos frentes a la clase obrera; o a los ya conocidos anuncios sobre propinas en becas durante 3 meses, bonificaciones en trenes de cercanías que en Galicia no existen, o los impuestos a las eléctricas y a la banca como si de una expropiación se tratase.

Sobre esto último, y según se va conociendo la letra pequeña, les diré que lo que en realidad prometió se queda en un impuesto a los beneficios extraordinarios sobre los préstamos que conceda la banca durante los dos próximos años, es decir unos 150 millones de euros frente los mil quinientos millones que anunció. 

Frente a una inflación galopante y nunca vista en España, que pone en grandes dificultades a la mayoría de españoles, las propuestas de Sánchez son limosnas que no atajan esa inflación. Ni una sola medida de reducción de gastos cuando la austeridad es clave. Como alguien le dijo, primero nos deja cojos y después nos subvenciona las muletas.

Coincidiendo en esos diagnósticos, me atrevo a ir un paso más allá y añadir al giro a la izquierda, una clara intención de querer conducir por ese lado en un país donde se conduce por la derecha, es decir, de ir por el carril contrario, ir de frente al sentido común y a lo que aconsejan los más expertos en estas circunstancias. Todo para mantener el poder.


Conducir pola esquerda

Aínda baixo as sensacións que o chamado debate sobre o Estado da Nación provocaron na miña, tratando de atoparlle sentido a moitas das cousas que alí se dixeron e as propostas que se votaron, ao resultado desas votacións e ás demais medidas que, a calzador, introducíronse no medio dese Pleno.

Foron moitos os medios que coincidiron en titular o resumo desas xornadas e das intervencións de Pedro Sánchez como unha podemización das súas políticas, un xiro ou un volantazo á esquerda. Son moitos os que viron nas súas palabras e xestos un afán por contentar aos seus principais socios, integrados no seu goberno de coalición, e algúns foron máis claros falando dun curta e pega, unha copia, do discurso e propostas de Podemos.

Por iso non foron poucos os que cualificaron o debate como o “estado da coalición” ou o “estado do goberno”, porque as mensaxes e as cesións de Sánchez cara aos seus socios, incluídos os máis abominables, foron constantes e traspasaron límites que ata o de agora ninguén se atreveu a cruzar, como o novo texto legal denominado da Memoria Democrática, unha lei provocadora que o único que xa conseguiu antes de entrar en vigor, é fracturar á sociedade e volver aos dous bandos de vermellos e azuis que os nosos maiores conseguiran superar pechando enormes feridas que só con políticos de altura e grandes doses de xenerosidade conseguiron pechar no que se acabo chamando a Transición do 78.

Pero ademais destas ignominias, Sánchez volveu tirar de propaganda, do seu habitual clientelismo electoral, a sacar da chistera medidas que non coñecían nin os seus ministros.

As grandes expectativas xeradas desde Moncloa nos días previos ao debate víronse reducidas a eslóganes e frases de manual. “deixareime a pel”, “imos a por todas”; ou a rancias mensaxes falando de ricos e poderosas frontes á clase obreira; ou aos xa coñecidos anuncios sobre propinas en bolsas durante 3 meses, bonificacións en trens de proximidade que en Galicia non existen, ou os impostos ás eléctricas e á banca coma se dunha expropiación tratásese.

Sobre isto último, e segundo vaise coñecendo a letra pequena, direilles que o que en realidade prometeu queda nun imposto aos beneficios extraordinarios sobre os préstamos que conceda a banca durante os dous próximos anos, é dicir uns 150 millóns de euros fronte os mil cincocentos millóns que anunciou. 

Fronte a unha inflación galopante e nunca vista en España, que pon en grandes dificultades á maioría de españois, as propostas de Sánchez son esmolas que non atallan esa inflación. Nin unha soa medida de redución de gastos cando a austeridade é clave. Como alguén lle dixo, primeiro déixanos coxos e despois subvenciónanos as muletas.

Coincidindo neses diagnósticos, atrévome a ir un paso máis aló e engadir ao xiro á esquerda, unha clara intención de querer conducir por ese lado nun país onde se conduce pola dereita, é dicir, de ir polo carril contrario, ir de fronte ao sentido común e ao que aconsellan os máis expertos nestas circunstancias. Todo para manter o poder.

miércoles, 6 de julio de 2022

La salud del Estado

En pocos días se recuperará en el Congreso de los Diputados uno de los debates más importantes de cada año, junto con los Presupuestos Generales del Estado,el del Estado de la Nación, que llevaba largo tiempo sin celebrarse.

La tradición marcaba esta fecha como un debate en exclusiva sin añadir más asuntos, pero en esta ocasión un nuevo ejercicio de trilerismo político de la factoría de Sánchez tratará de que el impacto sea mínimo y pase lo más desapercibido posible, ante la previsible cascada de criticas, incluso desde las filas de partidos que forman parte de la coalición de gobierno o lo sustentan.

Para ello que mejor que convocarlo a rebufo de los ecos de la recién celebrada cumbre de la OTAN en Madrid, y en la misma semana en que previsiblemente se convocará otro pleno extraordinario para, entre otros asuntos, aprobar la Ley de Memoria Democrática, la convalidación del Decreto de medidas para paliar la crisis derivada de la guerra, o la renovación de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, un ¨totum revolutum¨con clara intencionalidad.

Este debate, que en realidad debería llamarse de la salud del Estado por servir para medir eso, la salud de nuestra Nación, si en términos médicos nos expresáramos,sería de preocupación. El enfermo lo está de verdad y los facultativos que lo cuidan muy desprestigiados.

Frente al autobombo que el propio Sánchez se hará desde la tribuna, la dura realidad se impondrá, una vez más, fuera del Congreso de los Diputados.

Son muchos los problemas y los frentes abiertos en el seno de la gobernabilidad de nuestro país. 

En lo internacional, Marruecos, Argelia y últimamente Malí han provocado perdida de prestigio de España y ha servido para evidenciartodavía de manera más clara la tensión interna en el seno del Gobierno entre los ministros socialistas y los de Podemos.

A estas tensiones habría que añadir las provocadas por los compromisos adquiridos por Sánchez durante la cumbre de la OTAN, en el sentido de incrementar nuestro presupuesto en armamento, algo que,como todos habrán oído, rechazan en Podemos.

El otoño se presenta muy caliente a ojos de los entendidos, y veremos si en esta ocasión esto acarrea movilizaciones en las calles, entre ellas las de los principales sindicatos hasta ahora acallados con las oportunas inyecciones de generosas subvenciones.

Los pescadores, agricultores, transportistas… ya superan el umbral de sus posibilidades de supervivencia ante los brutales y continuos incrementos de los precios de combustibles y energía eléctrica. Sin duda alguna un coctel que nada bueno puede presagiar en cuanto a la convivencia en las calles y la preocupación ciudadana.

Pero la mayor preocupación para los españoles, y por ende del gobierno, está siendo la de las desbocadas cifras de la inflación, las subidas en los costes de la vida. Desde hace décadas no se alcanzaban números iguales, ya superando el 10%. 

Hay más. Pero estas son algunas de las razones por las cuales la salud del Estado es mala o muy mala, y el debate sobre el estado de la Nación mezclado o no con otros asuntos, posiblemente no refleje en los discursos lo que realmente pasa en la calle.

Los ciudadanos ya no confían en los actuales dirigentes, en su gobierno, y por ello de poco o nada servirán los mensajes triunfalistas o las promesas de nuevas medidas. La salud del Estado todos sabemos que es mala y engañando con el diagnostico sólo se verá agravada.


A saúde do Estado

En poucos días recuperarase no Congreso dos Deputados uno dos debates máis importantes de cada ano, xunto cos Orzamentos Xerais do Estado,o do Estado da Nación, que levaba longo tempo sen celebrarse.

A tradición marcaba esta data como un debate en exclusiva sen engadir máis asuntos, pero nesta ocasión un novo exercicio de trilerismo político da factoría de Sánchez tratará de que o impacto sexa mínimo e pase o máis desapercibido posible, fronte a previsible fervenza de criticas, mesmo desde as filas de partidos que forman parte da coalición de goberno ou o sustentan.

Para iso que mellor que convocalo a rebufo dos ecos da recentemente celebrada cume da OTAN en Madrid, e na mesma semana en que previsiblemente se convocará outro pleno extraordinario para, entre outros asuntos, aprobar a Lei de Memoria Democrática, a convalidación do Decreto de medidas para paliar a crise derivada da guerra, ou a renovación dos membros do Consello Xeral do Poder Xudicial, un ¨totum revolutum¨ con clara intencionalidade.

Este debate, que en realidade debería chamarse da saúde do Estado por servir para medir iso, a saúde da nosa Nación, se en termos médicos expresásemonos, sería de preocupación. O enfermo estao de verdade e os facultativos que o coidan moi desprestixiados.

Fronte ao autobombo que o propio Sánchez farase desde a tribuna, a dura realidade impoñerase, unha vez máis, fóra do Congreso dos Deputados.

Son moitos os problemas e as frontes abertas no seo da gobernabilidade do noso país. 

No internacional, Marrocos, Alxeria e ultimamente Malí provocaron perdida de prestixio de España e serviu para evidenciar todavía de maneira máis clara a tensión interna no seo do Goberno entre os ministros socialistas e os de Podemos.

A estas tensións habería que engadir as provocadas polos compromisos adquiridos por Sánchez durante o cume da OTAN, no sentido de incrementar o noso orzamento en armamento, algo que,como todos oirían, rexeitan en Podemos.

O outono preséntase moi quente a ollos dos entendidos, e veremos se nesta ocasión isto carrexa mobilizacións nas rúas, entre elas as dos principais sindicatos ata o de agora acalados coas oportunas inxeccións de xenerosas subvencións.

Os pescadores, agricultores, transportistas… xa superan o limiar das súas posibilidades de supervivencia fronte os brutais e continuos incrementos dos prezos de combustibles e enerxía eléctrica. Sen ningunha dúbida un cóctel que nada bo pode presaxiar en canto á convivencia nas rúas e a preocupación cidadá.

Pero a maior preocupación para os españois, e polo tanto do goberno, está a ser a das desbocadas cifras da inflación, as subidas nos custos da vida. Desde hai décadas non se alcanzaban números iguais, xa superando o 10%. 

Hai máis. Pero estas son algunhas das razóns polas cales a saúde do Estado é mala ou moi mala, e o debate sobre o estado da Nación mesturado ou non con outros asuntos, posiblemente non reflicta nos discursos o que realmente pasa na rúa.

Os cidadáns xa non confían nos actuais dirixentes, no seu goberno, e por iso de pouco ou nada servirán as mensaxes triunfalistas ou as promesas de novas medidas. A saúde do Estado todos sabemos que é mala e enganando co diagnostico só se verá agravada.