miércoles, 6 de julio de 2022

La salud del Estado

En pocos días se recuperará en el Congreso de los Diputados uno de los debates más importantes de cada año, junto con los Presupuestos Generales del Estado,el del Estado de la Nación, que llevaba largo tiempo sin celebrarse.

La tradición marcaba esta fecha como un debate en exclusiva sin añadir más asuntos, pero en esta ocasión un nuevo ejercicio de trilerismo político de la factoría de Sánchez tratará de que el impacto sea mínimo y pase lo más desapercibido posible, ante la previsible cascada de criticas, incluso desde las filas de partidos que forman parte de la coalición de gobierno o lo sustentan.

Para ello que mejor que convocarlo a rebufo de los ecos de la recién celebrada cumbre de la OTAN en Madrid, y en la misma semana en que previsiblemente se convocará otro pleno extraordinario para, entre otros asuntos, aprobar la Ley de Memoria Democrática, la convalidación del Decreto de medidas para paliar la crisis derivada de la guerra, o la renovación de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, un ¨totum revolutum¨con clara intencionalidad.

Este debate, que en realidad debería llamarse de la salud del Estado por servir para medir eso, la salud de nuestra Nación, si en términos médicos nos expresáramos,sería de preocupación. El enfermo lo está de verdad y los facultativos que lo cuidan muy desprestigiados.

Frente al autobombo que el propio Sánchez se hará desde la tribuna, la dura realidad se impondrá, una vez más, fuera del Congreso de los Diputados.

Son muchos los problemas y los frentes abiertos en el seno de la gobernabilidad de nuestro país. 

En lo internacional, Marruecos, Argelia y últimamente Malí han provocado perdida de prestigio de España y ha servido para evidenciartodavía de manera más clara la tensión interna en el seno del Gobierno entre los ministros socialistas y los de Podemos.

A estas tensiones habría que añadir las provocadas por los compromisos adquiridos por Sánchez durante la cumbre de la OTAN, en el sentido de incrementar nuestro presupuesto en armamento, algo que,como todos habrán oído, rechazan en Podemos.

El otoño se presenta muy caliente a ojos de los entendidos, y veremos si en esta ocasión esto acarrea movilizaciones en las calles, entre ellas las de los principales sindicatos hasta ahora acallados con las oportunas inyecciones de generosas subvenciones.

Los pescadores, agricultores, transportistas… ya superan el umbral de sus posibilidades de supervivencia ante los brutales y continuos incrementos de los precios de combustibles y energía eléctrica. Sin duda alguna un coctel que nada bueno puede presagiar en cuanto a la convivencia en las calles y la preocupación ciudadana.

Pero la mayor preocupación para los españoles, y por ende del gobierno, está siendo la de las desbocadas cifras de la inflación, las subidas en los costes de la vida. Desde hace décadas no se alcanzaban números iguales, ya superando el 10%. 

Hay más. Pero estas son algunas de las razones por las cuales la salud del Estado es mala o muy mala, y el debate sobre el estado de la Nación mezclado o no con otros asuntos, posiblemente no refleje en los discursos lo que realmente pasa en la calle.

Los ciudadanos ya no confían en los actuales dirigentes, en su gobierno, y por ello de poco o nada servirán los mensajes triunfalistas o las promesas de nuevas medidas. La salud del Estado todos sabemos que es mala y engañando con el diagnostico sólo se verá agravada.


A saúde do Estado

En poucos días recuperarase no Congreso dos Deputados uno dos debates máis importantes de cada ano, xunto cos Orzamentos Xerais do Estado,o do Estado da Nación, que levaba longo tempo sen celebrarse.

A tradición marcaba esta data como un debate en exclusiva sen engadir máis asuntos, pero nesta ocasión un novo exercicio de trilerismo político da factoría de Sánchez tratará de que o impacto sexa mínimo e pase o máis desapercibido posible, fronte a previsible fervenza de criticas, mesmo desde as filas de partidos que forman parte da coalición de goberno ou o sustentan.

Para iso que mellor que convocalo a rebufo dos ecos da recentemente celebrada cume da OTAN en Madrid, e na mesma semana en que previsiblemente se convocará outro pleno extraordinario para, entre outros asuntos, aprobar a Lei de Memoria Democrática, a convalidación do Decreto de medidas para paliar a crise derivada da guerra, ou a renovación dos membros do Consello Xeral do Poder Xudicial, un ¨totum revolutum¨ con clara intencionalidade.

Este debate, que en realidade debería chamarse da saúde do Estado por servir para medir iso, a saúde da nosa Nación, se en termos médicos expresásemonos, sería de preocupación. O enfermo estao de verdade e os facultativos que o coidan moi desprestixiados.

Fronte ao autobombo que o propio Sánchez farase desde a tribuna, a dura realidade impoñerase, unha vez máis, fóra do Congreso dos Deputados.

Son moitos os problemas e as frontes abertas no seo da gobernabilidade do noso país. 

No internacional, Marrocos, Alxeria e ultimamente Malí provocaron perdida de prestixio de España e serviu para evidenciar todavía de maneira máis clara a tensión interna no seo do Goberno entre os ministros socialistas e os de Podemos.

A estas tensións habería que engadir as provocadas polos compromisos adquiridos por Sánchez durante o cume da OTAN, no sentido de incrementar o noso orzamento en armamento, algo que,como todos oirían, rexeitan en Podemos.

O outono preséntase moi quente a ollos dos entendidos, e veremos se nesta ocasión isto carrexa mobilizacións nas rúas, entre elas as dos principais sindicatos ata o de agora acalados coas oportunas inxeccións de xenerosas subvencións.

Os pescadores, agricultores, transportistas… xa superan o limiar das súas posibilidades de supervivencia fronte os brutais e continuos incrementos dos prezos de combustibles e enerxía eléctrica. Sen ningunha dúbida un cóctel que nada bo pode presaxiar en canto á convivencia nas rúas e a preocupación cidadá.

Pero a maior preocupación para os españois, e polo tanto do goberno, está a ser a das desbocadas cifras da inflación, as subidas nos custos da vida. Desde hai décadas non se alcanzaban números iguais, xa superando o 10%. 

Hai máis. Pero estas son algunhas das razóns polas cales a saúde do Estado é mala ou moi mala, e o debate sobre o estado da Nación mesturado ou non con outros asuntos, posiblemente non reflicta nos discursos o que realmente pasa na rúa.

Os cidadáns xa non confían nos actuais dirixentes, no seu goberno, e por iso de pouco ou nada servirán as mensaxes triunfalistas ou as promesas de novas medidas. A saúde do Estado todos sabemos que é mala e enganando co diagnostico só se verá agravada.


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