miércoles, 23 de marzo de 2016

Respeto a las tradiciones

Un año mas y desde algo más de sesenta, la Armada hace acto de presencia en nuestra ciudad y acompaña a la imagen de la Virgen de la Esperanza en su procesión del Lunes Santo.

La presencia en Lugo no solo viene por su vinculación con esta importante Cofradía desde 1953. Ya mucho antes, en 1809 la Armada llegaba a nuestra ciudad para librar batalla contra las tropas francesas que la asediaban.

Lo he citado solo a modo de ejemplos de tradiciones que año tras año se vienen sucediendo, potenciando o no, pero que se vienen respetando tanto por las administraciones competentes como por parte de los ciudadanos, con independencia de su ideología o religión.

Lugo es afortunada y debe ser consciente de ello. No resulta fácil de ver ni de conseguir tener una hermosa herencia como ésta, y a todos aquellos que hacen posible su permanencia, preservando las costumbres y tradiciones, tendremos que agradecérselo.

Por desgracia este panorama no puede extrapolarse a otros lugares de nuestra geografía, donde fuerzas políticas antisistema, en ocasiones con el apoyo de partidos constitucionalistas y con historia como el socialista, han recurrido a la puesta en escena de lo que podríamos llamar contraprogramación de la Semana Santa.

Así hemos conocido con mucho estupor, reconozco que a mí al menos me lo produce, que se organizan simulacros de procesiones donde las imágenes que evocan la historia sagrada, la vida y muerte de Jesús, son sustituidas en actos paganos por llamarlos suavemente, por vaginas de plástico, o que algunas televisiones autonómicas rechazan emitir la misa dominical con la justificación, y la comparación se las trae, de que tampoco emiten porno.

Es evidente que estos actos solo pueden considerarse como acciones intencionadas y provocadoras de polémica para dividir a la sociedad a la que algunos dicen representar. Actitudes irrespetuosas amparadas en un laicismo mal entendido y que no deberían verse justificados ni bajo el paraguas de la libertad, ni con el apoyo de alcaldes o socios de algunos gobiernos.

Si la Ley de la memoria histórica ha servido para reavivar las brasas del odio y rencor entre bandos, algo que la mayoría dábamos por superado, o para ir sustituyendo poco a poco gran parte del callejero de nuestras ciudades, estas conductas de boicot y burla a nuestra Semana Santa todavía pueden generar más polémica y daño entre quienes tengan que ser testigos directos de semejantes representaciones.

Las tradiciones merecen respeto pero para mantenerlas vivas precisan de algo más. Requieren de una sociedad que se implique y que las apoye, de administraciones partícipes, que sepan rechazar las tentativas de algunos recién llegados que tienen como tarjeta de visita los circos ofensivos e irrespetuosos.

De lo que estoy seguro es de que todavía les falta mucho para tener el valor de enfrentarse a las tropas de la Legión e intentar prohibir su presencia en Málaga portando su conocido Cristo. Para eso hace falta algo más que ganas de acabar con nuestras tradiciones.


Respecto ás tradicións

Un ano mais e desde algo máis de sesenta, a Armada fai acto de presenza na nosa cidade e acompaña á imaxe da Virxe da Esperanza na súa procesión do Luns Santo.

A presenza en Lugo non só vén pola súa vinculación con esta importante Confraría desde 1953. Xa moito antes, en 1809 a Armada chegaba á nosa cidade para librar batalla contra as tropas francesas que a asediaban.

Citeino só a modo de exemplos de tradicións que ano tras ano veñen sucedendo, potenciando ou non, pero que veñen respectando tanto polas administracións competentes como por parte dos cidadáns, con independencia da súa ideoloxía ou relixión.

Lugo é afortunada e debe ser consciente diso. Non resulta fácil de ver nin de conseguir ter unha fermosa herdanza como esta, e a todos aqueles que fan posible a súa permanencia, preservando os costumes e tradicións, teremos que agradecerllo.

Por desgraza este panorama non pode extrapolarse a outros lugares da nosa xeografía, onde forzas políticas antisistema, en ocasións co apoio de partidos constitucionalistas e con historia como o socialista, recorreron á posta en escena do que poderiamos chamar contraprogramación da Semana Santa.

Así coñecemos con moito estupor, recoñezo que a min polo menos prodúcemo, que se organizan simulacros de procesións onde as imaxes que evocan a historia sacra, a vida e morte de Jesús, son substituídas en actos pagáns por chamalos suavemente, por vaginas de plástico, ou que algunhas televisións autonómicas rexeitan emitir a misa dominical coa xustificación, e a comparación tráellas, de que tampouco emiten porno.

É evidente que estes actos só poden considerarse como accións intencionadas e provocadoras de polémica para dividir á sociedade á que algúns din representar. Actitudes irrespetuosas amparadas nun laicismo mal entendido e que non deberían verse xustificados nin baixo o paraugas da liberdade, nin co apoio de alcaldes ou socios dalgúns gobernos.

Se a Lei da memoria histórica ha servido para reavivar as brasas do odio e rancor entre bandos, algo que a maioría dabamos por superado, ou para ir substituíndo aos poucos gran parte do rueiro das nosas cidades, estas condutas de boicot e burla á nosa Semana Santa aínda poden xerar máis polémica e dano entre quen teña que ser testemuñas directas de semellantes representacións.

As tradicións merecen respecto pero para mantelas vivas precisan de algo máis. Requiren dunha sociedade que se implique e que as apoie, de administracións partícipes, que saiban rexeitar as tentativas dalgúns recentemente chegados que teñen como cartón de visita os circos ofensivos e irrespetuosos.

Do que estou seguro é de que aínda lles falta moito para ter o valor de enfrontarse ás tropas da Lexión e tentar prohibir a súa presenza en Málaga portando o seu coñecido Cristo. Para iso fai falta algo máis que ganas de acabar coas nosas tradicións.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Lo que ahora nos toca

Acaba de finalizar el congreso del PP de Lugo y seguramente durante días se hablará y escribirá sobre lo allí acontecido y los primeros pasos dados por la nueva dirección provincial.

Negar las tiranteces existentes en el seno de la militancia durante las semanas previas a esta cita sería un claro ejemplo de cinismo que evitaré. Han existido roces y al igual que cuando nuestro coche sufre un rayazo, es necesaria una reparación, un repaso de chapa y pintura para dejarlo en perfecto estado.

Es verdad que la falta de costumbre a tener que pronunciarse entre dos personas de tu mismo partido ha contribuido a que los modos y maneras utilizados por parte de algunos de los encargados de buscar apoyos no fueran los más adecuados en todo momento, y que las situaciones generadas incomodaran a muchos afiliados.

Manifestarse, o como algunos prefieren llamarlo, “retratarse” no debería ser más que el derecho o la necesidad de expresar libremente una opinión, un deseo, una preferencia, sin que ello conllevase su mala interpretación, descalificación o hacerte merecedor de etiquetas y reproches. Esto también sucedió y negarlo sería otro buen ejercicio de hipocresía.

Hasta aquí el pasado. Hoy ya estamos en un nuevo escenario. Hay heridas que han quedado abiertas y que por el bien del paciente, conviene limpiar, desinfectar y ayudar a cicatrizar cuanto antes. Son las heridas propias del roce y muchas veces de la mejor o peor sintonía con las personas implicadas, de las relaciones humanas. Y ayudar en ese proceso de sanación es lo que pretendo con estas breves líneas.

Sobre el papel y en las diferentes intervenciones se escucharon expresiones como unidad, aquí nadie sobra, participación, dar voz a los afiliados, transparencia, sumar… Cualquiera las suscribimos. Pero lo difícil para la nueva dirección es pasar del papel y la oratoria a la realidad, y para ello van a necesitar de la ayuda de los ganadores y de los perdedores.

Como es conocido, aunque no formé parte de ninguno de los dos equipos que compitieron en este congreso, en su momento hice público mi apoyo a la candidata que no resultó elegida por el conjunto de los compromisarios, a Raquel.

No pedí nada a cambio de mis apoyos a quien perdió, ni pediré nada ahora a quien ganó. Desde esa posición y manteniendo mis opiniones y criterios, sí quiero contribuir a facilitar la tarea de quienes ahora tienen que dirigir este partido ya que como recordó Feijoo “lo fácil no es que te apoyen los que te apoyaban, sino que lo hagan quienes no lo hacían”.

Quedan por dar pasos para fortalecernos como equipo y para que, como también dijo el presidente gallego, “si vamos juntos ganamos, y si no, perderemos”, versión moderna de aquella famosa frase de D. Manuel Fraga, “Xuntos imos a máis e separados imos ó carallo”. Harán falta todavía más cambios, especialmente en las formas, más autocrítica, más participación real, y sobre todo renuncias personales y colectivas. Y eso es lo que ahora nos toca, a todos.

O que agora nos toca

Acaba de finalizar o congreso do PP de Lugo e seguramente durante días falarase e escribirá sobre o alí acontecido e os primeiros pasos dados pola nova dirección provincial.

Negar as tiranteces existentes no seo da militancia durante as semanas previas a esta cita sería un claro exemplo de cinismo que evitarei. Existiron rozamentos e do mesmo xeito que cando o noso coche sofre un raión, é necesaria unha reparación, un repaso de chapa e pintura para deixalo en perfecto estado.

É verdade que a falta de costume a ter que pronunciarse entre dúas persoas da túa mesmo partido contribuíu a que os modos e maneiras utilizados por parte dalgúns dos encargados de buscar apoios non fosen os máis adecuados en todo momento, e que as situacións xeradas incomodasen a moitos afiliados.

Manifestarse, ou como algúns prefiren chamalo, “retratarse” non debería ser máis que o dereito ou a necesidade de expresar libremente unha opinión, un desexo, unha preferencia, sen que iso levase a súa mala interpretación, descualificación ou facerche merecedor de etiquetas e reproches. Isto tamén sucedeu e negalo sería outro bo exercicio de hipocrisía.

Ata aquí o pasado. Hoxe xa estamos nun novo escenario. Hai feridas que quedaron abertas e que polo ben do paciente, convén limpar, desinfectar e axudar a cicatrizar canto antes. Son as feridas propias do rozamento e moitas veces da mellor ou peor sintonía coas persoas implicadas, das relacións humanas. E axudar nese proceso de curación é o que pretendo con estas breves liñas.

Sobre o papel e nas diferentes intervencións escoitáronse expresións como unidade, aquí ninguén sobra, participación, dar voz aos afiliados, transparencia, sumar? Calquera as subscribimos. Pero o difícil para a nova dirección é pasar do papel e a oratoria á realidade, e para iso van necesitar da axuda dos gañadores e dos perdedores.

Como é coñecido, aínda que non formei parte de ningún dos dous equipos que competiron neste congreso, no seu momento fixen público o meu apoio á candidata que non resultou elixida polo conxunto dos compromisarios, a Raquel.

Non pedín nada a cambio dos meus apoios a quen perdeu, nin pedirei nada agora a quen gañou. Desde esa posición e mantendo as miñas opinións e criterios, si quero contribuír a facilitar a tarefa de quen agora teñen que dirixir este partido xa que como lembrou Feijoo “o fácil non é que che apoien os que che apoiaban, senón que o fagan quen non o facían”.

Quedan por dar pasos para fortalecernos como equipo e para que, como tamén dixo o presidente galego, “se imos xuntos gañamos, e se non, perderemos”, versión moderna daquela famosa frase de D. Manuel Fraga, “Xuntos imos a máis e separados imos ó carallo”. Farán falta aínda máis cambios, especialmente nas formas, máis autocrítica, máis participación real, e sobre todo renuncias persoais e colectivas. E iso é o que agora nos toca, a todos.