miércoles, 21 de octubre de 2015

La tarea inacabada

El mismo día que estas letras vean la luz en las páginas de nuestro querido diario El Progreso, se estará celebrando el último pleno de esta X Legislatura en el Congreso de los Diputados. Por mucho que digan algunas personas interesadas en dibujar un panorama pesimista en España, creo que no hay motivos para avergonzarnos de las cosas que se han hecho en esta Legislatura, más bien lo contrario.

En momentos en los que la crítica externa y algunas discrepancias internas quieren hacer mella y perjudicar las opciones de victoria de mi Partido, quiero romper una lanza en defensa de todos los que han llevado a cabo una buena labor en los peores y más difíciles momentos de nuestra historia reciente.

Rajoy, en su discurso de investidura de hace cuatro años, anunció que toda la capacidad del Gobierno y todas las fuerzas de la Nación estarían dedicadas “a detener la sangría del paro, estimular el crecimiento y acelerar el regreso a la creación de empleo”. Y eso fue lo que ha hecho.

Fueron estos años muy duros, especialmente los dos primeros de legislatura, donde ajustar las cuentas y ahorrar para pagar la enorme deuda heredada mermaba la capacidad de acometer nuevas inversiones o atender compromisos contraídos. Y se hizo sin dejar abandonados a los más débiles, las personas sin trabajo y los pensionistas. Se salió del agujero sin dejar a nadie abandonado, porque todos los meses cerca de catorce millones de personas pueden cobrar sus prestaciones de desempleo, dependencia o pensiones. Se logró sin dañar el estado del bienestar y las prestaciones sociales.

Con errores, equivocaciones y cosas que no se han podido hacer, este Gobierno deja una España muy diferente a la de finales del 2011.

La tarea está inacabada, pero lo importante es que se han creado las condiciones, se han puesto los pilares para terminarla entre todos, porque lo logrado en estos años dándole la vuelta a una situación de partida que solo apuntaba al abismo, es la mejor garantía de poder hacerlo, de recuperar todo el empleo y volver a ver como muchos negocios que tuvieron que cerrar vuelven a abrir sus puertas, de enterrar la pesadilla que ya estamos dejando atrás.

Pero para nosotros, los que hemos apoyado y defendido estas políticas, las del Partido Popular, esta labor está inacabada porque queremos mucho más para España y la próxima cita electoral será clave para mantener este rumbo ya consolidado y contrastado o variarlo con experimentos que aportan poca fiabilidad, bien porque sus protagonistas ya tuvieron ocasión de demostrar que cuando gobernaron nos llevaron a la ruina o bien porque desconocemos su trayectoria y nos proponen arcadias felices.

Para esta tarea inacabada, confío en el sentido común y en la responsabilidad de los españoles que saben que en el Partido Popular encuentran, con sus aciertos y errores, un valor seguro al que suelen acudir cuando la situación es complicada, porque saben que puede arreglar sus problemas.

Mi apuesta, una vez más, es por la Política en mayúsculas, la que respeta al rival, sabe alcanzar consensos y consigue que lo ya logrado nadie se lo lleve por delante.

A tarefa inacabada 

O mesmo día que estas letras vexan a luz nas páxinas do noso querido diario O Progreso, estarase a celebrar o último pleno desta X Lexislatura no Congreso dos Deputados. Por moito que digan algunhas persoas interesadas en debuxar un panorama pesimista en España, creo que non hai motivos para avergoñarnos das cousas que se fixeron nesta Lexislatura, máis ben o contrario.

En momentos nos que a crítica externa e algunhas discrepancias internas queren facer madeixa e prexudicar as opcións de vitoria do meu Partido, quero romper unha lanza en defensa de todos os que levaron a cabo un bo labor nos peores e máis difíciles momentos da nosa historia recente.

Rajoy, no seu discurso de investidura de fai catro anos, anunciou que toda a capacidade do Goberno e todas as forzas da Nación estarían dedicadas "a deter a sangría do paro, estimular o crecemento e acelerar o regreso á creación de emprego". E iso foi o que fixo.

Foron estes anos moi duros, especialmente os dous primeiros de lexislatura, onde axustar as contas e aforrar para pagar a enorme débeda herdada minguaba a capacidade de acometer novos investimentos ou atender compromisos contraídos. E fíxose sen deixar abandonados aos máis débiles, as persoas sen traballo e os pensionistas. Saíuse do buraco sen deixar a ninguén abandonado, porque todos os meses preto de catorce millóns de persoas poden cobrar as súas prestacións de desemprego, dependencia ou pensións. Logrouse sen danar o estado do benestar e as prestacións sociais.

Con erros, equivocacións e cousas que non se puideron facer, este Goberno deixa unha España moi diferente á de finais do 2011.

A tarefa está inacabada, pero o importante é que se crearon as condicións, puxéronse os alicerces para terminala entre todos, porque o logrado nestes anos dándolle a volta a unha situación de partida que só apuntaba ao abismo, é a mellor garantía de poder facelo, de recuperar todo o emprego e volver ver como moitos negocios que tiveron que pechar volven abrir as súas portas, de enterrar o pesadelo que xa estamos a deixar atrás.

Pero para nós, os que apoiamos e defendemos estas políticas, as do Partido Popular, este labor está inacabada porque queremos moito máis para España e a próxima cita electoral será clave para manter este rumbo xa consolidado e contrastado ou varialo con experimentos que achegan pouca fiabilidade, ben porque os seus protagonistas xa tiveron ocasión de demostrar que cando gobernaron leváronnos á ruína ou ben porque descoñecemos a súa traxectoria e propóñennos arcadias felices.

Para esta tarefa inacabada, confío no sentido común e na responsabilidade dos españois que saben que no Partido Popular atopan, cos seus acertos e erros, un valor seguro ao que adoitan acudir cando a situación é complicada, porque saben que pode arranxar os seus problemas.

A miña aposta, unha vez máis, é pola Política en maiúsculas, a que respecta ao rival, sabe alcanzar consensos e consegue que o xa logrado ninguén llo leve por diante.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Entre fiestas, la gran fiesta

En vísperas de nuestras fiestas hemos conocido la fecha que, por su transcendencia e importancia, marcará la agenda de los próximos meses: la del 20 de diciembre. Entre estos días de fiestas en Lugo y las ya próximas fiestas navideñas, el calendario contempla tan importante cita. 

Aprobación de los Presupuestos del estado para 2016, disolución de las Cortes Generales, convocatoria de elecciones, configuración de las listas, presentación de candidatos, precampaña electoral, 15 días de campaña, jornada de reflexión y finalmente la cita definitiva del 20 de diciembre. En cuatro líneas están resumidas las vertiginosas jornadas que viviremos todos y en especial cuantos participamos de una manera muy directa de la política y sus circunstancias.

Tiempo habrá de ir desgranado estos acontecimiento, pero lo que me importa decir hoy es que nunca estuvimos tan cerca de conseguir dejar atrás la peor de las crisis económicas que España sufrió en muchas décadas. La peor. Para ello solo falta algo que no es cuestión menor, consolidar el duro y largo camino andado hasta aquí durante estos cuatro últimos años.

Muchos analistas e historiadores han sabido describir en multitud de ocasiones los males que han asaltado reiteradamente el devenir de nuestra historia. Hoy, como estamos en San Froilán voy a permitirme traer aquí el parecer de alguien que escribe muy bien y fue pregonero hace años de nuestras fiestas en Lugo, José María Carrascal. En su último libro, “La historia de España que no nos contaron”, nos dice respecto a los tiempos que vivimos algo que comparto: “En un momento en que España finalmente había conseguido lo que la mayoría de los españoles veníamos deseando desde hace siglos-estar anclados en Europa, alcanzar el nivel de país desarrollado, tener una democracia que articulase la unidad con la pluralidad-, todo ello resulta cuestionado”. Carrascal habla de las claves que nos impiden estar en paz con nosotros mismos, y concluye que el problema somos nosotros, los españoles.

En tiempos en que nos parecemos mucho entre nosotros, nos empeñamos en buscar diferencias inexistentes , discutir constantemente y construir fronteras artificiales. La eterna historia que nos condena a no prosperar lo que deberíamos si fuésemos capaces de aunar esfuerzos y valorarnos como pueblo, como españoles.

Carrascal acierta en su diagnostico, y por eso pienso que el 20 de diciembre será una fecha clave. Porque elegiremos entre aquellos que han salvado a España de la quiebra y el rescate sin conseguir contarlo en un lenguaje entendible (Partido Popular), aquellos que solo hacen propuestas vagas e irrealizables pero disponen de gran capacidad comunicativa (Ciudadanos y Podemos), y finalmente aquellos (los socialistas) que no se sabe lo que piensan del estado porque lo único que se sabe de ellos es que su prioridad programática es desalojar a Rajoy.

Entre San Froilán y Navidad celebraremos la gran fiesta de la democracia, en la que decidiremos nuestro futuro, y en la que como españoles espero que acertemos en la elección.

Entre festas, a gran festa

En vésperas das nosas festas coñecemos a data que, pola súa transcendencia e importancia, marcará a axenda dos próximos meses: a do 20 de decembro. Entre estes días de festas en Lugo e as xa próximas festas do Nadal, o calendario contempla tan importante cita. 

Aprobación dos Orzamentos do estado para 2016, disolución das Cortes Xerais, convocatoria de eleccións, configuración das listas, presentación de candidatos, precampaña electoral, 15 días de campaña, xornada de reflexión e finalmente a cita definitiva do 20 de decembro. En catro liñas están resumidas as vertixinosas xornadas que viviremos todos e en especial cuantos participamos dunha maneira moi directa da política e as súas circunstancias.

Tempo haberá de ir debullado estes acontecemento, pero o que me importa dicir hoxe é que nunca estivemos tan preto de conseguir deixar atrás a peor das crises económicas que España sufriu en moitas décadas. A peor. Para iso só falta algo que non é cuestión menor, consolidar o duro e longo camiño andado ata aquí durante estes catro últimos anos.

Moitos analistas e historiadores souberon describir en multitude de ocasións os males que asaltaron reiteradamente o devir da nosa historia. Hoxe, como estamos en San Froilán vou permitirme traer aquí o parecer de alguén que escribe moi ben e foi pregoeiro hai anos das nosas festas en Lugo, José María Carrascal. No seu último libro, “A historia de España que non nos contaron”, dinos respecto dos tempos que vivimos algo que comparto: “Nun momento en que España finalmente conseguira o que a maioría dos españois viñamos desexando desde hai séculos-estar ancorados en Europa, alcanzar o nivel de país desenvolvido, ter unha democracia que articulase a unidade coa pluralidade-, todo iso resulta cuestionado”. Carrascal fala das claves que nos impiden estar en paz connosco mesmos, e conclúe que o problema somos nós, os españois.

En tempos en que nos parecemos moito entre nós, empeñámonos en buscar diferenzas inexistentes, discutir constantemente e construír fronteiras artificiais. A eterna historia que nos condena a non prosperar o que deberiamos se fósemos capaces de axuntar esforzos e valorarnos como pobo, como españois.

Carrascal acerta no seu diagnostico, e por iso penso que o 20 de decembro será unha data clave. Porque elixiremos entre aqueles que salvaron a España da quebra e o rescate sen conseguir contalo nunha linguaxe entendible (Partido Popular), aqueles que só fan propostas vagas e irrealizables pero dispoñen de gran capacidade comunicativa (Cidadáns e Podemos), e finalmente aqueles (os socialistas) que non se sabe o que pensan do estado porque o único que se sabe deles é que a súa prioridade programática é desaloxar a Rajoy.

Entre San Froilán e Nadal celebraremos a gran festa da democracia, na que decidiremos o noso futuro, e na que como españois espero que acertemos na elección.