miércoles, 26 de octubre de 2022

La carrera hacia las urnas

Leo con satisfacción que, según una de las encuestas publicadas, los gallegos somos en general felices. El 80% dice sentirse muy feliz, aunque algo menos que hace un año.

Las encuestas también reflejan que la mayoría de los gallegos estamos satisfechos con la Galicia del año en que estamos, siendo mayor ese sentimiento en las personas que viven en pequeñas poblaciones frente a quienes residen en las grandes ciudades.

Este pasado fin de semana tuve la oportunidad de escuchar a los siete candidatos del Partido Popular para las alcaldías de las principales ciudades de Galicia, y todos ellos también parecían felices e ilusionados, con la necesaria pasión para alcanzar la finalidad de convertirse en regidores de sus ciudades. Todo un gran honor y un reto.

Sin entrar a valorar la influencia de lo municipal en la felicidad de los gallegos, lo que sí creo es que la mayoría de los ciudadanos, cuando depositan su voto para elegir a su alcalde, piensan en quién les genera mayor confianza a la hora de defender de la mejor manera posible los intereses de su localidad, grande o pequeña, y en ocuparse con sentido común de una gestión adecuada de los recursos municipales, facilitando en todo momento la atención que se recibe por parte de los trabajadores de esa administración local.

Poniéndome en situación y centrándome en Lugo, me voy a atrever a decir algunas de las cuestiones que me parece deberían valorar más los lucenses a la hora de decidir su voto, más allá de dejarse llevar por las descalificaciones a candidatos o los grandes anuncios que hagan estos.

Para mí, lo importante es saber si el candidato tiene un proyecto claro de lo que quiere hacer, y que ese proyecto sea un conjunto de propuestas bien coordinadas, nunca una lista de proyectos asilados o incoherentes.

Aquí, en Lugo, yo me alegraría si escucho proponer la terminación de las cosas inacabadas, como el Parque del Miño, al que le faltan menos de cien metros para quedar unido decentemente con el del Rato completando ese verdadero corredor verde que se diseñó cuando gobernaba el Partido Popular en Lugo; finalizar los pocos metros que quedan sin desdoblar en la Avenida Infanta Elena, una de las principales vías de acceso a la ciudad; dejar las ocurrencias y las carreras entre los partidos que hoy nos gobiernan a ver quién hace el anuncio más original o quién peatonaliza más calles sin explicar las alternativas para estacionar y poder seguir dando vida al centro histórico; o, cómo no, dejar de hablar tanto de gastar millones de dinero de todos en una estación intermodal, antes de conseguir más trenes. Quien diga de una vez que potenciará la actual estación de autobuses, mejorándola y manteniéndola en su ubicación actual, estará en la línea de gestionar adecuadamente los recursos y de apostar por un proyecto razonable de ciudad, y, por ello, de hacernos más felices a los lucenses.

La carrera hacia las urnas ha empezado. Quien más sentidiño imponga y mayor solvencia acredite, merecerá la confianza mayoritaria de los lucenses. Les prometo seguir abordando este apasionante asunto desde estas mismas páginas.


A carreira cara ás urnas

Leo con satisfacción que, segundo unha das enquisas publicadas, os galegos somos en xeral felices. O 80% di sentirse moi feliz, aínda que algo menos que hai un ano.

As enquisas tamén reflicten que a maioría dos galegos estamos satisfeitos coa Galicia do ano en que estamos, sendo maior ese sentimento nas persoas que viven en pequenas poboacións fronte a quen reside nas grandes cidades.

Esta pasada fin de semana tiven a oportunidade de escoitar aos sete candidatos do Partido Popular para as alcaldías das principais cidades de Galicia, e todos eles tamén parecían felices e ilusionados, coa necesaria paixón para alcanzar a finalidade de converterse en rexedores das súas cidades. Todo unha gran honra e un reto.

Sen entrar a valorar a influencia do municipal na felicidade dos galegos, o que si creo é que a maioría dos cidadáns, cando depositan o seu voto para elixir o seu alcalde, pensan en quen lles xera maior confianza á hora de defender da mellor maneira posible os intereses da súa localidade, grande ou pequena, e en ocuparse con sentido común dunha xestión adecuada dos recursos municipais, facilitando en todo momento a atención que se recibe por parte dos traballadores desa administración local.

Poñéndome en situación e centrándome en Lugo, vou atrever a dicir algunhas das cuestións que me parece deberían valorar máis os lucenses á hora de decidir o seu voto, máis aló de deixarse levar polas descualificacións a candidatos ou os grandes anuncios que fagan estes.

Para min, o importante é saber se o candidato ten un proxecto claro do que quere facer, e que ese proxecto sexa un conxunto de propostas ben coordinadas, nunca unha lista de proxectos asilados ou incoherentes.

Aquí, en Lugo, eu alegraríame se escoito propoñer a terminación das cousas inacabadas, como o Parque do Miño, ao que lle faltan menos de cen metros para quedar unido decentemente co do Intre completando ese verdadeiro corredor verde que se deseñou cando gobernaba o Partido Popular en Lugo; finalizar os poucos metros que quedan sen desdobrar na Avenida Infanta Elena, unha das principais vías de acceso á cidade; deixar as ocorrencias e as carreiras entre os partidos que hoxe nos gobernan a ver quen fai o anuncio máis orixinal ou quen peonaliza máis rúas sen explicar as alternativas para estacionar e poder seguir dando vida ao centro histórico; ou, como non, deixar de falar tanto de gastar millóns de diñeiro de todos nunha estación intermodal, antes de conseguir máis trens. Quen diga dunha vez que potenciará a actual estación de autobuses, mellorándoa e manténdoa na súa localización actual, estará na liña de xestionar adecuadamente os recursos e de apostar por un proxecto razoable de cidade, e, por iso, de facernos máis felices aos lucenses.

A carreira cara ás urnas empezou. Quen máis sentidiño impoña e maior solvencia acredite, merecerá a confianza maioritaria dos lucenses. Prométolles seguir abordando este apaixonante asunto desde estas mesmas páxinas.

miércoles, 12 de octubre de 2022

Presupuestar

Es normal que siempre le demos el mismo significado o interpretación a las palabras, especialmente a aquellas que no forman parte de nuestro lenguaje diario. Posiblemente les ocurra con la palabra “presupuestar”, que en economía domestica equivale a ajustar los gastos a los ingresos. No así en términos políticos, donde ese ajuste habitualmente es sustituido por un incremento del déficit, es decir por contraer más deuda con cargo al bolsillo de todos nosotros y de las generaciones futuras.

En estos días se habla mucho de los últimos Presupuestos del Estado para 2023 y, salvo contadas excepciones, lo que más transciende son las inversiones que nos quedan más cerca, con menor atención a las cantidades asignadas a las mismas. No digamos a los plazos o anualidades en las que se pretende abordar y finalizar esas obras.

Si curioseamos algo en internet y preguntamos a la Wikipedia por la palabra de marras nos encontramos con lo siguiente: “presupuesto es el cálculo, planificación y formulación anticipada de los ingresos y gastos de una actividad económica. Es un plan de acción dirigido a cumplir con un objetivo previsto, expresado en términos financieros, el cual debe cumplirse en determinado tiempo, por lo general anual o mensual y en ciertas condiciones”.

Me quedo con algunas de las palabras que forman parte de la definición: planificación, cumplir con el objetivo previsto y hacerlo en determinado tiempo. Por desgracia los presupuestos del Gobierno para nuestra provincia no planifican, no sirven para cumplir con el objetivo necesario y de llegar a cumplirse será en un plazo de tiempo inasumible.

Si realmente existiera un objetivo claro y prioritario, debería pasar por culminar la conexión ferroviaria de nuestra capital con A Coruña y Ourense, al tiempo que se iniciasen los estudios necesarios para poder presupuestar lo antes posible las obras de una nueva línea entre Lugo y Santiago. Lo mismo cabría decir de las infraestructuras viarias donde nada nuevo aparece en el documento que comentamos. No se inicia una sola carretera nueva y lo que es peor, las que deberían terminarse inmediatamente, como la autovía entre Lugo y Santiago ven alargado su plazo de finalización.

No me caben aquí más ejemplos, pero son suficientes para demostrar que aquí no hay planificación para mejorar, no se cumple ningún buen objetivo y los plazos son inasumibles.

Pero presupuesto también es otra cosa, es el participio del verbo presuponer, que significa dar por sentado o cierto algo. Y es aquí donde con el paso del tiempo y de algunos gobiernos, la labor de presupuestar se parece más a esta definición.

Presuponemos que el Gobierno solventará las principales deficiencias y atenderá las más urgentes o demandadas socialmente, pero es mucho suponer. Damos por cierto lo que el sentido común nos traslada, pero que no comparten aquellos que nos gobiernan. Damos por sentado que merecemos que se atiendan las demandas de ya tantos años y que si se prometieron se cumplirán, pero pronto comprobaremos que la decepción sustituirá a esa esperanza defraudada.

De seguir así en los diccionarios pronto se añadirá otra acepción a la palabra presupuestar y que también termina en “ar”: “engañar”.


Orzar

É normal que sempre lle deamos o mesmo significado ou interpretación ás palabras, especialmente a aquelas que non forman parte da nosa linguaxe diaria. Posiblemente ocórralles coa palabra “orzar”, que en economía domestica equivale a axustar os gastos aos ingresos. Non así en termos políticos, onde ese axuste habitualmente é substituído por un incremento do déficit, é dicir por contraer máis débeda con cargo ao peto de todos nós e das xeracións futuras.

Nestes días fálase moito dos últimos Orzamentos do Estado para 2023 e, salvo contadas excepcións, o que máis transcende son os investimentos que nos quedan máis preto, con menor atención ás cantidades asignadas ás mesmas. Non digamos aos prazos ou anualidades nas que se pretende abordar e finalizar esas obras.

Se esculcamos algo na internet e preguntamos á Wikipedia pola palabra de marras atopámonos co seguinte: “orzamento é o cálculo, planificación e formulación anticipada dos ingresos e gastos dunha actividade económica. É un plan de acción dirixido a cumprir cun obxectivo previsto, expresado en termos financeiros, o cal debe cumprirse en determinado tempo, polo xeral anual ou mensual e en certas condicións”.

Quedo con algunhas das palabras que forman parte da definición: planificación, cumprir co obxectivo previsto e facelo en determinado tempo. Por desgraza os orzamentos do Goberno para a nosa provincia non planifican, non serven para cumprir co obxectivo necesario e de chegar a cumprirse será nun prazo de tempo inasumible.

Se realmente existise un obxectivo claro e prioritario, debería pasar por culminar a conexión ferroviaria da nosa capital coa Coruña e Ourense, á vez que se iniciasen os estudos necesarios para poder orzar canto antes as obras dunha nova liña entre Lugo e Santiago. O mesmo cabería dicir das infraestruturas viarias onde nada novo aparece no documento que comentamos. Non se inicia unha soa estrada nova e o que é peor, as que deberían terminarse inmediatamente, como a autovía entre Lugo e Santiago ven alongado o seu prazo de finalización.

Non me caben aquí máis exemplos, pero son suficientes para demostrar que aquí non hai planificación para mellorar, non se cumpre ningún bo obxectivo e os prazos son inasumibles.

Pero presuposto tamén é outra cousa, é o participio do verbo presupoñer, que significa dar por sentado ou certo algo. E é aquí onde co paso do tempo e dalgúns gobernos, o labor de orzar parécese máis a esta definición.

Presupoñemos que o Goberno liquidará as principais deficiencias e atenderá as máis urxentes ou demandadas socialmente, pero é moito supoñer. Damos por certo o que o sentido común trasládanos, pero que non comparten aqueles que nos gobernan. Damos por sentado que merecemos que se atendan as demandas de xa tantos anos e que se son prometidas cumpriranse, pero pronto comprobaremos que a decepción substituirá a esa esperanza defraudada.

De seguir así nos dicionarios pronto se engadirá outra acepción á palabra orzar e que tamén termina en “ar”: “enganar”.