Todavía con salitre en la cara por las horas transcurridas a bordo en aguas de Corcubión y Finisterre, me dispongo a escribir unas líneas sobre nuestras gentes que se ganan la vida en la pesca artesanal.
Hace ocho años asumí la portavocía de pesca en el Congreso de los Diputados y desde entonces fueron muchas las conversaciones con organizaciones pesqueras, Cofradías de Pescadores, empresarios y hombres y mujeres que se ganan, y a veces se dejan, la vida en la mar.
Oficio duro y sacrificado. “El mar quiere valientes” repite con frecuencia un amigo. Pero aun así un hermoso trabajo cuando el telón de fondo lo conforman las rías gallegas.
Durante años el sector pesquero fue sinónimo de ingresos que otros no obtenían y era habitual ver cómo en poblaciones costeras los jóvenes que se embarcaban, al tocar puerto por pocos días, eran la envidia de sus amigos a la vista del dinero que manejaban. Aquella situación fue cambiando, y la construcción en los años de euforia se llevo a muchos de aquellos tripulantes y a las futuras incorporaciones a buscar fortuna entre andamios. Poco a poco aquellos rostros de nativos de Burela o Celeiro fueron sustituyéndose por otros procedentes de Cabo Verde, Senegal, Perú y otros lejanos países.
Se han sucedido cambios en las tripulaciones, pero también en leyes y normas, especialmente las comunitarias. Cambios en la situación de los diferentes caladeros a nivel de recursos pero también de conservación de los mismos. Pero a pesar de ello, ahí siguen nuestras mujeres y hombres buscándose la vida entre marea y marea, entre roca y roca, de día y de noche, en invierno y en verano.
Hoy los vi de cerca en plena faena, hablé con ellos y escuché sus preocupaciones. Son marineros artesanales, es decir que faenan cerca de la costa, con artes respetuosas con el medio marino y en pequeñas embarcaciones. Están preocupados porque en estos meses se está dilucidando su futuro en las mesas de los consejos de ministros europeos de pesca, y lo están porque una nueva reforma en materia reguladora de la actividad pesquera se cierne sobre ellos con más sombras que luces.
Salen de sus casas a las cuatro de la madrugada y no regresan hasta las tres de la tarde. A esa hora pondrán en la lonja sus capturas, escasas y valiosas, para intentar cuadrar con estos ingresos los múltiples gastos de explotación de sus pequeñas embarcaciones.
Su futuro depende de decisiones aparentemente sencillas, como por ejemplo poner de acuerdo a todos los países en definir lo que se entiende por pesca artesanal.
Mientras los técnicos y políticos nos ponemos de acuerdo, ellos sólo quieren que esta actividad tenga futuro y que sus hijos, con las puertas cerradas en otros campos por la crisis económica, puedan elegir como opción, como modo de ganarse la vida la de extraer a diario los recursos que tanto apreciamos cuando los saboreamos en nuestras mesas.
Las olas que hoy salpicaron nuestras caras merecieron la pena. Esta es la verdadera política. Así es como hay que mojarse.
Xentes da mar
Aínda con salitre na cara polas horas transcorridas a bordo en augas de Corcubión e Finisterre, dispóñome a escribir unhas liñas sobre as nosas xentes que se gañan a vida na pesca artesanal.
Fai oito anos asumín a portavocía de pesca no Congreso dos Deputados e desde entón foron moitas as conversacións con organizacións pesqueiras, Confrarías de Pescadores, empresarios e homes e mulleres que se gañan, e ás veces déixanse, a vida na mar.
Oficio duro e sacrificado. ?O mar quere valentes? repite con frecuencia un amigo. Pero aínda así un fermoso traballo cando o pano de fondo confórmano as rías galegas.
Durante anos o sector pesqueiro foi sinónimo de ingresos que outros non obtiñan e era habitual ver como en poboacións costeiras os mozos que se embarcaban, ao tocar porto por poucos días, eran a envexa dos seus amigos á vista do diñeiro que manexaban. Aquela situación foi cambiando, e a construción nos anos de euforia levo a moitos daqueles tripulantes e ás futuras incorporacións a buscar fortuna entre estadas. Aos poucos aqueles rostros de nativos de Burela ou Celeiro foron substituíndose por outros procedentes de Cabo Verde, Senegal, Perú e outros afastados países.
Sucedéronse cambios nas tripulacións, pero tamén en leis e normas, especialmente as comunitarias. Cambios na situación dos diferentes caladoiros a nivel de recursos pero tamén de conservación dos mesmos. Pero a pesar diso, aí seguen as nosas mulleres e homes buscándose a vida entre marea e marea, entre roca e roca, de día e de noite, no inverno e no verán.
Hoxe vinos de cerca en plena faena, falei con eles e escoitei as súas preocupacións. Son mariñeiros artesanais, é dicir que faenan preto da costa, con artes respectuosas co medio mariño e en pequenas embarcacións. Están preocupados porque nestes meses estase dilucidando o seu futuro nas mesas dos consellos de ministros europeos de pesca, e estano porque unha nova reforma en materia reguladora da actividade pesqueira se cerne sobre eles con máis sombras que luces.
Saen das súas casas ás catro da madrugada e non regresan ata as tres da tarde. A esa hora porán na lonxa as súas capturas, escasas e valiosas, para intentar cadrar con estes ingresos os múltiples gastos de explotación das súas pequenas embarcacións.
O seu futuro depende de decisións aparentemente sinxelas, por exemplo pór de acordo a todos os países en definir o que se entende por pesca artesanal.
Mentres os técnicos e políticos pómonos de acordo, eles só queren que esta actividade teña futuro e que os seus fillos, coas portas pechadas noutros campos pola crise económica, poidan elixir como opción, como modo de gañarse a vida a de extraer a diario os recursos que tanto apreciamos cando os saboreamos nas nosas mesas.
As ondas que hoxe salpicaron as nosas caras mereceron a pena. Esta é a verdadeira política. Así é como hai que mollarse.
4 comentarios:
Interesante artículo, Joaquín. Los políticos de la UE deberían hacer como tú y dejar de vez en cuando sus despachos para vivir la realidad de las personas afectadas por sus decisiones.
Un articulo realista, la pesca ya no es lo que era, y require grandes sacrificios por aquellos que se dedican a ella. Los políticos españoles tienen que estar a la altura de las circustancias y aunar esfuerzos para defender los intereses del sectror marítimo-pesqueiro. Digo esto porque ni el PSOE ni los grupos nacionalistas, quieren contribuir a ello, anteponen sus intereses partidistas a los del pueblo.
Interesante y bonito articulo para reflexionar sobre un sector tan vapuleado y tan sacrificado como el pesquero. España es la principal potencia europea en materia pesquera, sin embargo,apenas reciben el 20% de las subvenciones procedentes de Europa para la pesca.
Ojalá se apoye y defienda a este sector como se merece en Europa ante la reforma de la Política Pesquera Común.
Parabéns unha vez máis polas túas palabras que representan o perfil da vosa política de traballo polo pobo.
Moito ánimo nestes tempos difíciles Joaquín.
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