miércoles, 30 de abril de 2025

Consultorio artificial

Saturado, como supongo les pasará a muchos lectores, de las noticias relacionadas con la actualidad política en España y en el mundo, he querido poner el foco en una noticia que posiblemente haya pasado desapercibida para muchos. Hace unos días se nos relataba como muchos jóvenes, cada día más, vienen utilizando esta nueva herramienta llamada Inteligencia Artificial (IA) como su «psicólogo» personal. La noticia, además de generarme inquietud, me ha llevado a preguntarme si estaremos ante un riesgo silencioso o antes nuevas modalidades de vínculos emocionales.

Son muchas las reflexiones que este tema me sugiere, empezando por los posibles motivos por los que muchos jóvenes vienen utilizando la IA para cuestiones personales. Pienso en el anonimato al realizar sus consultas desde sus dispositivos electrónicos en su intimidad; la falta de recursos para acceder a profesionales; la rapidez con la que obtienen respuesta a su consulta; la comodidad para realizar las consultas desde cualquier lugar, entre otros motivos.

Cuando me preguntaba si estaremos ante una nueva forma de vinculo emocional, de intimidad digital, o ante un riesgo silencioso o invisible, he considerado que, como en otros ámbitos, todo dependerá del uso que se haga de esta herramienta, un uso responsable o un uso con riesgos.

Para ello se me ocurrió probar yo la herramienta y hacerle preguntas inventadas para conocer el grado de respuestas recibidas y con ello valorar el consultorio.

Si me hago pasar por una estudiante universitaria y le pregunto a la IA «Mi pareja me controla mucho, ¿qué hago?». La respuesta recibida fue «trata de ser más comprensiva». Una respuesta automática, sin tener en cuenta matices emocionales u otras señales de abuso psicológico, lo que pudiera llevar a esa persona ficticia a permanecer en una relación tóxica.

Si me identifico como un estudiante con síntomas de ansiedad, consultada la IA, ésta me responde que consulte a un profesional de salud mental si los síntomas persisten, después de haberme proporcionado algunos recursos básicos, como el ejercicio físico o técnicas de respiración.

Podríamos hacer muchas más pruebas pero seguramente todos llegaríamos a la conclusión de que el problema no es usar la IA, sino cómo y para qué la usamos. Un uso responsable podría resolver consultas de tipo general o sobre recursos disponibles para abordar una determinada situación, mientas que un uso inadecuado sería pedirle a la IA un diagnóstico, una terapia o soluciones definitivas para ese mismo problema.

Un problema añadido viene cuando este consultorio artificial no solo actúa sobre cuestiones emocionales individuales, sino también sobre como formarnos opiniones sobre otras personas conocidas o públicas, preguntándole a la IA qué se dice de ellos. Esta nueva manera de actuar puede que les lleve a que tomen como verdad objetiva una respuesta recibida de manera automática, en lugar de formarse su propia opinión a partir de más fuentes de información o de experiencias directas. Todos debemos saber que la IA no tiene un juicio crítico, sino que lo que nos ofrece son datos , recogidos de lo que esta publicado en internet. Datos que seguramente están desactualizados o son sesgados.

Cuando dejamos que la IA piense por nosotros estamos dejando que otros nos digan a quien admirar o a quien detestar.


Consultorio artificial

Saturado, como supoño que lles pasará a moitos lectores, das noticias relacionadas coa actualidade política en España e no mundo, quixen poñer o foco nunha noticia que posiblemente pasase desapercibida para moitos. Hai uns días relatábasenos como moitos mozos, cada día máis, veñen utilizando esta nova ferramenta chamada Intelixencia Artificial (IA) como o seu «psicólogo» persoal. A noticia, ademais de xerarme inquietude, levoume a preguntarme se estaremos #ante un risco silencioso ou antes novas modalidades de vínculos emocionais.

Son moitas as reflexións que este tema suxíreme, empezando polos posibles motivos polos que moitos mozos veñen utilizando a IA para cuestións persoais. Penso no anonimato ao realizar as súas consultas desde os seus dispositivos electrónicos na súa intimidade; a falta de recursos para acceder a profesionais; a rapidez coa que obteñen resposta á súa consulta; a comodidade para realizar as consultas desde calquera lugar, entre outros motivos.

Cando me preguntaba se estaremos #ante unha nova forma de vinculo emocional, de intimidade dixital, ou #ante un risco silencioso ou invisible, considerei que, como noutros ámbitos, todo dependerá do uso que se faga desta ferramenta, un uso responsable ou un uso con riscos.

Para iso ocorréulleme probar eu a ferramenta e facerlle preguntas inventadas para coñecer o grao de respostas recibidas e con iso valorar o consultorio.

Se me fago pasar por unha estudante universitaria e pregúntolle á IA «A miña parella contrólame moito, que fago?». A resposta recibida foi «trata de ser máis comprensiva». Unha resposta automática, sen ter en conta matices emocionais ou outros sinais de abuso psicolóxico, o que puidese levar a esa persoa ficticia a permanecer nunha relación tóxica.

Se me identifico como un estudante con síntomas de ansiedade, consultada a IA, esta respóndeme que consulte a un profesional de saúde mental se os síntomas persisten, despois de proporcionarme algúns recursos básicos, como o exercicio físico ou técnicas de respiración.

Poderiamos facer moitas máis probas pero seguramente todos chegariamos á conclusión de que o problema non é usar a IA, senón como e para que a usamos. Un uso responsable podería resolver consultas de tipo xeral ou sobre recursos dispoñibles para abordar unha determinada situación, mintas que un uso inadecuado sería pedirlle á IA un diagnóstico, unha terapia ou solucións definitivas para ese mesmo problema.

Un problema engadido vén cando este consultorio artificial non só actúa sobre cuestións emocionais individuais, senón tamén sobre como formarnos opinións sobre outras persoas coñecidas ou públicas, preguntándolle á IA que se di deles. Esta nova maneira de actuar poida que lévelles a que tomen como verdade obxectiva unha resposta recibida de maneira automática, en lugar de formarse a súa propia opinión a partir de máis fontes de información ou de experiencias directas. Todos debemos saber que a IA non ten un xuízo crítico, senón que o que nos ofrece son datos , recollidos do que esta publicado na internet. Datos que seguramente están desactualizados ou son nesgados.

Cando deixamos que a IA pense por nós estamos a deixar que outros nos digan a quen admirar ou a quen detestar.

miércoles, 16 de abril de 2025

Cuando la música suena

Parado en un semáforo, escuché cómo una música se incrementaba de volumen a medida que se acercaba un coche con la ventanilla del conductor bajada. Al llegar a mi altura ya no se podía escuchar otro sonido que no fuese el ruido que provocaba dentro de aquel coche un tema de Rap, o Trap, o reguetón lento… no sabría decirles. Me pregunté qué efectos estaría provocando aquella música sonando al máximo volumen, vibrando más que los bajos de una discoteca. Quizá según sube el volumen baja la tolerancia hacia el resto de conductores y peatones, pudiendo convertir un simple adelantamiento en una cuestión de honor. Aquí la música no sólo influye en el estado de ánimo del oyente, sino también en su comportamiento.

Pasado el momento y de camino a casa pensé en los efectos que podrían provocar otras músicas en los ambientes políticos y sociales, donde la polarización, la crispación, el ruido constante de las opiniones enfrentadas que se han instalado en nuestro día a día igual que una banda sonora machacona, sonando sin tregua. En nuestra España, pero también en otras partes del planeta, hemos visto como en pocos días el dialogo se sustituyó por el grito, o los debates por los eslóganes. Me iba preguntando qué papel podría jugar la música en medio de este clima.

No estamos acostumbrando a un escenario en el que todo el mundo grita, ya sea en el Congreso, en las tertulias de televisión, en las redes sociales… La polarización se ha instalado de tal forma en nuestra sociedad que ya ni nos inmutamos. En medio de tanto ruido, hay algo que nos pone de acuerdo, la música, aunque solo sea por el tiempo que dura una canción. 

Fue Shakespeare quien dijo que la música tiene “encantos para amansar a las fieras”, que con el paso del tiempo se ha simplificado en el dicho de que la música amansa a las fieras. Habría que matizar qué tipo de música, ya que cuando el célebre personaje dijo tal frase no existían vehículos a motor con equipos de música capaces de alcanzar tantos decibelios.

Lo que sí parece probado es que la música es una vía de escape, una alternativa al lenguaje de la confrontación, ayudándonos a vivir de otra manera las diferencias, de forma menos agresiva y con más empatía. Las diferencias ideológicas han llevado al enfrentamiento, mientras que la música, en sus diferentes estilos, reúne a personas que pensando de manera muy diferente son capaces de emocionarse o cantar juntas un mismo tema.

La música no pregunta a quién votamos o cómo pensamos, sólo suena. Y cuando suena bien logra hacernos sentir unidos y eso, en los tiempos que corren es casi terapéutico.

No estoy sugiriendo que suene Mozart en medio de los debates políticos o en la sala de un consejo de ministros, pero no estaría de más que la música formara parte un poco más de nuestra vida pública, que haga de puentes donde hemos construido muros, que suene cuando las palabras ya no logren los acuerdos y los consensos deseados.

Que la música siga sonando porque, tal vez, cuando la música suene las fieras bajen su furia y las personas se entiendan mejor.


Cando a música soa

Parado nun semáforo, escoitei como unha música incrementábase de volume a medida que se achegaba un coche co portelo do condutor baixada. Ao chegar á miña altura xa non se podía escoitar outro son que non fose o ruído que provocaba dentro daquel coche un tema de Rap, ou Trap, ou reguetón lento… non sabería dicirlles. Pregunteime que efectos estaría a provocar aquela música soando ao máximo volume, vibrando máis que os baixos dunha discoteca. Quizá segundo sobe o volume baixa a tolerancia cara ao resto de condutores e peóns, podendo converter un simple adiantamento nunha cuestión de honra. Aquí a música non só inflúe no estado de ánimo do oínte, senón tamén no seu comportamento.

Pasado o momento e de camiño a casa pensei nos efectos que poderían provocar outras músicas nos ambientes políticos e sociais, onde a polarización, a crispación, o ruído constante das opinións enfrontadas que se instalaron no noso día a día igual que unha banda sonora machacona, soando sen tregua. Na nosa España, pero tamén noutras partes do planeta, vimos como en poucos días o dialogo substituíuse polo berro, ou os debates polos eslóganes. Ía preguntando que papel podería xogar a música no medio deste clima.

Non estamos a afacer a un escenario no que todo o mundo grita, xa sexa no Congreso, nos faladoiros de televisión, nas redes sociais… A polarización instalouse de tal forma na nosa sociedade que xa nin nos inmutamos. No medio de tanto ruído, hai algo que nos pon de acordo, a música, aínda que só sexa polo tempo que dura unha canción. 

Foi Shakespeare quen dixo que a música ten “encantos para amansar ás feras”, que co paso do tempo simplificouse no devandito de que a música amansa ás feras. Habería que matizar que tipo de música, xa que cando o soado personaxe dixo tal frase non existían vehículos de motor con equipos de música capaces de alcanzar tantos decibeis.

O que si parece probado é que a música é unha vía de escape, unha alternativa á linguaxe da confrontación, axudándonos a vivir doutra maneira as diferenzas, de forma menos agresiva e con máis empatía. As diferenzas ideolóxicas han levado ao enfrontamento, mentres que a música, nos seus diferentes estilos, reúne a persoas que pensando de maneira moi diferente son capaces de emocionarse ou cantar xuntas un mesmo tema.

A música non pregunta a quen votamos ou como pensamos, só soa. E cando soa ben logra facernos sentir unidos e iso, nos tempos que corren é case terapéutico.

Non estou a suxerir que soe Mozart no medio dos debates políticos ou na sala dun consello de ministros, pero non estaría de máis que a música formase parte un pouco máis da nosa vida pública, que faga de pontes onde construímos muros, que soe cando as palabras xa non logren os acordos e os consensos desexados.

Que a música siga soando porque, talvez, cando a música soe as feras baixen a súa furia e as persoas se entendan mellor.

miércoles, 2 de abril de 2025

Efectos de la anestesia

Hubo un tiempo no muy lejano en que gobernaba en España otro partido político. Cualquiera de los acontecimientos que hoy vivimos diariamente habrían provocado la tormenta perfecta, tanto política como mediática, y habría sido duradera. Hoy los escándalos y las polémicas se superponen a tal velocidad que, sin tiempo a digerir una noticia, las siguientes van formando una amalgama de ruidos que la sociedad trata de asimilar sin margen para reaccionar.

Hoy en España el escándalo parece ser la norma y no la excepción. Decisiones del Gobierno bordeando la legalidad, censuras a profesionales de los medios de comunicación en las ruedas de prensa, estrategias parlamentarias muy cuestionables, casos de corrupción en el entorno personal y político del Presidente del Gobierno en fase de investigación judicial, leyes importantes recurridas ante los tribunales... Uno solo de estos casos, en otros tiempos, hubiese provocado como dije un tormentón político o la caída del gobierno.

Estamos hablando de incumplimientos constitucionales como el de la obligación de presentar anualmente los Presupuestos Generales del Estrado, la eliminación en el Congreso de enmiendas aprobadas en el Senado, la censura en las ruedas de prensa del gobierno no permitiendo preguntas incomodas cuando no el veto directo a periodistas. Una cadena de acontecimientos diarios que la sociedad trata de asimilar bajo una especie de anestesia colectiva que normaliza lo que hasta ayer era inaceptable.

Me he preguntado muchas veces si los escándalos ya no escandalizan, si las ilegalidades se perciben como parte del juego político, o si los casos de corrupción ya no indignan ¿Hasta dónde se puede prolongar esta situación antes de que como sociedad reaccionemos? Martin Luther King dijo algo que viene muy a cuento “En esta generación no tenemos que arrepentirnos de las maldades de las personas perversas, sino que tenemos que arrepentirnos del espantoso silencioso de las personas buenas”.

La política, lejos de ser un debate de ideas, se ha convertido en un espectáculo de confrontación permanente llegando a una polarización extrema, las leyes se aplican según convenga a quienes gobiernan provocando un serio debilitamiento institucional, y el populismo se ha convertido en la única estrategia del poder. 

Podremos seguir creyendo y diciendo que nuestro sistema es una democracia, pero la realidad podría ser que bajo ese nombre su esencia se haya vaciado de contenidos, algo que cuando se quiera revertir supondrá, para quien asuma esa tarea, un proceso muy doloroso y prolongado en el tiempo.

Cuando los cirujanos nos aplican la anestesia antes de iniciar una intervención quirúrgica ya conocemos sus efectos. Al igual, cuando una parte importante de la sociedad se muestra anestesiada ante los acontecimientos que tarde o temprano acaban afectándola, también conocemos sus efectos: los gobernantes afianzan su poder y encuentran pocos obstáculos para debilitar los contrapoderes democráticos. 

Este estado de anestesia social no será permanente y se disipará cuando el impacto de las decisiones gubernamentales se vuelva insostenible, aunque para entonces el daño causado a nuestro modelo de convivencia será difícil de revertir.

Efectos da anestesia

Houbo un tempo non moi afastado en que gobernaba en España outro partido político. Calquera dos acontecementos que hoxe vivimos diariamente provocarían a tormenta perfecta, tanto política como mediática, e sería duradeira. Hoxe os escándalos e as polémicas superpóñense a tal velocidade que, sen tempo a dixerir unha noticia, as seguintes van formando unha amálgama de ruídos que a sociedade trata de asimilar sen marxe para reaccionar.

Hoxe en España o escándalo parece ser a norma e non a excepción. Decisións do Goberno bordeando a legalidade, censuras a profesionais dos medios de comunicación nas roldas de prensa, estratexias parlamentarias moi cuestionables, casos de corrupción na contorna persoal e político do Presidente do Goberno en fase de investigación xudicial, leis importantes recorridas #ante os tribunais... Un só destes casos, noutros tempos, provocase como dixen un tormentón político ou a caída do goberno.

Estamos a falar de incumprimentos constitucionais como o da obrigación de presentar anualmente os Orzamentos Xerais do Estrado, a eliminación no Congreso de emendas aprobadas no Senado, a censura nas roldas de prensa do goberno non permitindo preguntas incomodas cando non o veto directo a xornalistas. Unha cadea de acontecementos diarios que a sociedade trata de asimilar baixo unha especie de anestesia colectiva que normaliza o que ata onte era inaceptable.

Pregunteime moitas veces se os escándalos xa non escandalizan, se as ilegalidades percíbense como parte do xogo político, ou se os casos de corrupción xa non indignan Ata onde se pode prolongar esta situación antes de que como sociedade reaccionemos? Martin Luther King dixo algo que vén moi a conto “Nesta xeración non temos que arrepentirnos das maldades das persoas perversas, senón que temos que arrepentirnos do espantoso silencioso das persoas boas”.

A política, lonxe de ser un debate de ideas, converteuse nun espectáculo de confrontación permanente chegando a unha polarización extrema, as leis aplícanse segundo conveña a quen goberna provocando un serio enfraquecemento institucional, e o populismo converteuse na única estratexia do poder. 

Poderemos seguir crendo e dicindo que o noso sistema é unha democracia, pero a realidade podería ser que baixo ese nome a súa esencia baleirouse de contidos, algo que cando se queira reverter supoñerá, para quen asuma esa tarefa, un proceso moi doloroso e prolongado no tempo.

Cando os cirurxiáns aplícannos a anestesia antes de iniciar unha intervención cirúrxica xa coñecemos os seus efectos. Ao igual, cando unha parte importante da sociedade móstrase anestesiada fronte os acontecementos que tarde ou cedo acaban afectándoa, tamén coñecemos os seus efectos: os gobernantes afianzan o seu poder e atopan poucos obstáculos para debilitar os contrapoderes democráticos. 

Este estado de anestesia social non será permanente e disiparase cando o impacto das decisións gobernamentais vólvase insostible, aínda que para entón o dano causado ao noso modelo de convivencia será difícil de reverter.