miércoles, 22 de enero de 2025

Rebajas

A nadie que haya caminado por calles o centros comerciales le habrá pasado desapercibido estos días el movimiento de personas cargando con las bolsas de sus compras. Es un fenómeno que se repite todos los años en los meses de enero y julio, son las rebajas, la búsqueda de oportunidades y el ahorro.

Mis pensamientos, por la dedicación profesional y vocacional de la mayor parte de mi vida, me han llevado a buscar analogías con las «rebajas» en acontecimientos recientes de la política española.

Las promesas electorales incumplidas son un claro ejemplo. Proyectos que se anuncian durante las campañas se ven descartados o rebajados después de alcanzar el gobierno. Es la rebaja en la palabra dada, del compromiso firmado con los electores que poco a poco van perdiendo la confianza en los políticos en general.

Se definió a la presente Legislatura como la de la participación ciudadana, el diálogo y la transparencia, pero aquí también llegaron las rebajas. La marca de la casa ha resultado ser la de practicar la aprobación de normas y leyes, abusando de los decretos-leyes por la vía de urgencia, sin participación real de los ciudadanos o de las diferentes representaciones parlamentarias.

La transparencia democrática parece estar en «liquidación». Cada día que prolonga su agonía nuestro Gobierno, se traduce en innumerables ejemplos de retrocesos en la obligación de informar por parte de algunas instituciones, o en los excesivos casos de escándalos por corrupción que ya afectan al entorno político y personal del Presidente del Gobierno. Por mucho menos se justificó la moción de censura que derribó al anterior Presidente, al tiempo que se prometía un gobierno transparente e implacable con las conductas de corrupción. Aquí las rebajas llevan camino de «liquidación por cierre».

A la libertad de expresión también le han llegado las rebajas con los anuncios de una nueva Ley que perseguirá a los medios críticos con el poder, o que exculpará a todos los que hoy se encuentran investigados en casos de corrupción en el entorno del Gobierno.

El espectáculo diario ofrecido por algunos dirigentes está consiguiendo que la degradación de los estándares éticos en la política de España podría merecer el cartel de rebajas en la ética política Son tan repugnantes los giros ideológicos repentinos con la única finalidad de mantener el poder, la rebaja de principios, si algún día los tuvieron, que podríamos estar hablando de «políticos en oferta». Lo preocupante es que, a pesar de haber comprobado el engaño y que el producto ha salido defectuoso, todavía hay quien parece dispuesto a volver a comprarlo.

Son sólo unos pocos ejemplos con los que pretendo hacer una reflexión sobre las consecuencias de aceptar estas rebajas en valores democráticos, en la ética política, en la transparencia, en la participación ciudadana, en la falta de escrúpulos, en la corrupción, en definitiva, a preguntarnos si merece la pena aceptar estos comportamientos por muy rebajados que estén de precio.

Como sociedad lo que deberíamos plantearnos es el precio que estamos dispuestos a pagar, olvidarnos de todo lo que han rebajado y a exigir unos estándares de comportamiento mucho más altos, porque las verdaderas rebajas no deben aplicarse a nuestra libertad.


Rebaixas

A ninguén que camiñase por rúas ou centros comerciais pasoulle desapercibido estes días o movemento de persoas cargando coas bolsas das súas compras. É un fenómeno que se repite todos os anos nos meses de xaneiro e xullo, son as rebaixas, a procura de oportunidades e o aforro.

Os meus pensamentos, pola dedicación profesional e vocacional da maior parte da miña vida, leváronme a buscar analoxías coas «rebaixas» en acontecementos recentes da política española.

As promesas electorais incumpridas son un claro exemplo. Proxectos que se anuncian durante as campañas ven descartados ou rebaixados despois de alcanzar o goberno. É a rebaixa na palabra dada, do compromiso asinado cos electores que aos poucos van perdendo a confianza nos políticos en xeral.

Definiuse á presente Lexislatura como a da participación cidadá, o diálogo e a transparencia, pero aquí tamén chegaron as rebaixas. A marca da casa resultou ser a de practicar a aprobación de normas e leis, abusando dos decretos-lei pola vía de urxencia, sen participación real dos cidadáns ou das diferentes representacións parlamentarias.

A transparencia democrática parece estar en «liquidación». Cada día que prolonga a súa agonía o noso Goberno, tradúcese en innumerables exemplos de retrocesos na obrigación de informar por parte dalgunhas institucións, ou nos excesivos casos de escándalos por corrupción que xa afectan a contorna político e persoal do Presidente do Goberno. Por moito menos xustificouse a moción de censura que derrubou ao anterior Presidente, á vez que se prometía un goberno transparente e implacable coas condutas de corrupción. Aquí as rebaixas levan camiño de «liquidación por peche».

Á liberdade de expresión tamén lle chegaron as rebaixas cos anuncios dunha nova Lei que perseguirá aos medios críticos co poder, ou que exculpará a todos os que hoxe se atopan investigados en casos de corrupción na contorna do Goberno.

O espectáculo diario ofrecido por algúns dirixentes está a conseguir que a degradación dos estándares éticos na política de España podería merecer o cartel de rebaixas na ética política Son tan repugnantes os xiros ideolóxicos repentinos coa única finalidade de manter o poder, a rebaixa de principios, se algún día tivéronos, que poderiamos estar a falar de «políticos en oferta». O preocupante é que, a pesar de comprobar o engano e que o produto saíu defectuoso, aínda hai quen parece disposto a volver compralo.

Son só uns poucos exemplos cos que pretendo facer unha reflexión sobre as consecuencias de aceptar estas rebaixas en valores democráticos, na ética política, na transparencia, na participación cidadá, na falta de escrúpulos, na corrupción, en definitiva, a preguntarnos se merece a pena aceptar estes comportamentos por moi rebaixados que estean de prezo.

Como sociedade o que deberiamos expornos é o prezo que estamos dispostos a pagar, esquecernos de todo o que rebaixaron e a esixir uns estándares de comportamento moito máis altos, porque as verdadeiras rebaixas non deben aplicarse á nosa liberdade.


miércoles, 8 de enero de 2025

Juegos de mesa

Acaban de visitar nuestros hogares los Reyes Magos y todavía se escuchan los bullicios de los más pequeños estrenando sus juguetes. Según lo publicado, los artículos y juguetes tecnológicos siguen siendo los que más espacio ocuparon en las sacas que portaban en sus camellos y no puedo evitar acordarme de aquellos juegos de mesa como el parchís, la oca, el Monopoly o tantos otros con los que de niños, y no tan niños, conseguíamos pasar horas de entretenimiento y convivencia.

Por un momento he pensado en cómo utilizarían algunos de estos juegos de mesa los cientos de aseso-res que trabajan al servicio del gobierno en la Moncloa, o qué enfoque le darían en el propio Go-bierno, donde las tácticas y estrategias marcarían el rumbo del juego. Me pregunto si la política espa-ñola se parece a estos juegos.

Cuando jugaba a estos juegos, lo que nadie quería era caer en el pozo o en la cárcel y, por el contrario, lo que más animaba era ir de oca en oca avanzando rápidamente hacia la casilla final.

En el campo político el parchís representa que los que avanzan lo hacen a base de perjudicar a los otros. En el parchís político cada paso adelante implica un retroceso para alguien más. Aquí “comer ficha” viene siendo el ataque de un partido al otro, no sólo entre Gobierno y oposición, sino también entre el Gobierno y sus socios de investidura. Basten como ejemplo los choques entre coaliciones co-mo Sumar y Podemos.

Como en los juegos de mesa, también en la política hay fichas que acaban en la cárcel, o en un pozo del que tardan en salir.

Cuando jugaba al Monopoly la meta de todos los jugadores estaba en poder comprar las calles más caras y poner hoteles en ellas esperando la caída de los demás jugadores en esas casillas para recibir importantes cantidades en dinero de papel.

En el tablero político español este juego vendría a ser como el reflejo de la acumulación de poder, el control de las instituciones clave, como la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, la televisión pública, el CIS y tantas otras. Aquí la compra no es de calles o casas, en este tablero se ven sustituidas por la compra de votos o territorios por medio de pactos o mociones en ayuntamientos o autonomías.

Al igual que en este juego un jugador podía acabar arruinado, en el otro tablero la bancarrota pública viene dada cuando algunos políticos acaban agotando su credibilidad.

He dejado para el final un clásico, el ajedrez, donde la estrategia y cada movimiento deben anticiparse varios pasos por delante. Aquí hay peleas por ver quién ocupa el centro del tablero, o vemos relación con el papel de los alfiles que juegan los partidos nacionalistas, claves en las mayorías parlamentarias. Como en el ajedrez, las piezas pequeñas a menudo tienen poder para decidir el resultado del juego.

En este juego, el ataque al rey es la clave para ganar la partida, algo que implica movimientos estraté-gicos y riesgos calculados. En nuestro tablero político, las decisiones de Pedro Sánchez para debilitar la posición del Rey Felipe VI tienen un gran riesgo, y es que como en el juego, atacar al rey sin prote-ger tus propias piezas puede conllevar un contraataque letal.

Mi deseo para este año que acaba de comenzar es que en las mesas de nuestros políticos se deje de jugar con nuestro futuro y se practique más la cooperación y la negociación, estrategias donde todos ganan, y ganamos todos.


Xogos de mesa

Acaban de visitar os nosos fogares os Reis Magos e aínda se escoitan os bulicios dos máis pequenos estreando os seus xoguetes. Segundo o publicado, os artigos e xoguetes tecnolóxicos seguen sendo os que máis espazo ocuparon en sácalas que portaban nos seus camelos e non podo evitar acordarme daqueles xogos de mesa como o parchís, a oca, o Monopoly ou tantos outros cos que de nenos, e non tan nenos, conseguiamos pasar horas de entretemento e convivencia.

Por un momento pensei en como utilizarían algúns destes xogos de mesa os centos de asesores que traballan ao servizo do goberno na Moncloa, ou que enfoque #dar no propio Goberno, onde as tácti-cas e estratexias marcarían o rumbo do xogo. Pregúntome se a política española parécese a estes xo-gos.

Cando xogaba a estes xogos, o que ninguén quería era caer no pozo ou no cárcere e, pola contra, o que máis animaba era ir de oca en oca avanzando rapidamente cara á casa final.

No campo político o parchís representa que os que avanzan fano a base de prexudicar aos outros. No parchís político cada paso adiante implica un retroceso para alguén máis. Aquí “comer ficha” vén sen-do o ataque dun partido ao outro, non só entre Goberno e oposición, senón tamén entre o Goberno e os seus socios de investidura. Basten como exemplo os choques entre coalicións como Sumar e Po-demos.

Como nos xogos de mesa, tamén na política hai fichas que acaban no cárcere, ou nun pozo do que tardan en saír.

Cando xogaba ao Monopoly a meta de todos os xogadores estaba en poder comprar as rúas máis caras e poñer hoteis nelas esperando a caída dos demais xogadores nesas casas para recibir importantes can-tidades en diñeiro de papel.

No taboleiro político español este xogo viría ser como o reflexo da acumulación de poder, o control das institucións crave, como a Fiscalía, o Tribunal Constitucional, a televisión pública, o CIS e tantas outras. Aquí a compra non é de rúas ou casas, neste taboleiro ven substituídas pola compra de votos ou territorios por medio de pactos ou mocións en concellos ou autonomías.

Do mesmo xeito que neste xogo un xogador podía acabar arruinado, no outro taboleiro a bancarrota pública vén dada cando algúns políticos acaban esgotando a súa credibilidade.

Deixei para o final un clásico, o xadrez, onde a estratexia e cada movemento deben anticiparse varios pasos por diante. Aquí hai pelexas por ver quen ocupa o centro do taboleiro, ou vemos relación co papel dos alfiles que xogan os partidos nacionalistas, claves nas maiorías parlamentarias. Como no xadrez, as pezas pequenas a miúdo teñen poder para decidir o resultado do xogo.

Neste xogo, o ataque ao rei é a clave para gañar a partida, algo que implica movementos estratéxicos e riscos calculados. No noso taboleiro político, as decisións de Pedro Sánchez para debilitar a posición do Rey Felipe VI teñen un gran risco, e é que como no xogo, atacar ao rei sen protexer as túas propias pezas pode conlevar un contraataque letal.

O meu desexo para este ano que acaba de comezar é que nas mesas dos nosos políticos déixese de xogar co noso futuro e practíquese máis a cooperación e a negociación, estratexias onde todos gañan, e gañamos todos.