miércoles, 28 de mayo de 2025

Muros

La historia de la humanidad está llena de acontecimientos de los cuales parece que hemos aprendido poco o muy poco. Son muchos los eventos históricos que han puesto de manifiesto la utilización de herramientas para dividirnos, para separarnos. Algunas de estas herramientas son materiales y otras lo son de palabras, me refiero en ambos casos a levantar muros. Los unos sirven para dividir los territorios, grandes como las naciones o más pequeños como las fincas. Los otros separan las ideas, las culturas, en definitiva, a las personas.

Durante muchos años el famoso Muro de Berlín representó el más claro ejemplo de un mundo partido en dos, separando familias, proyectos de vida o sueños de muchos ciudadanos. Cuando se produjo su caída, su demolición, las celebraciones representaron la reconciliación y la unidad, la esperanza de no volver a ver levantadas ese tipo de barreras infranqueables entre las personas. Sin ánimo de establecer comparaciones, poco aprendimos de esas experiencias al ver levantar un gran muro en la frontera del sur de Estados Unidos con México. 

Pero si los muros materiales representan esas separaciones, no me parecen menos reprochables los muros ideológicos. Fui testigo directo al escuchar en primera persona al entonces presidente Zapatero anunciar un cordón sanitario contra el Partido Popular, así llamo a ese muro. Un muro ideológico que pretendía defenestrar una ideología en favor de la suya, una forma peligrosa de aislamiento, cuya justificación se dirige a los líderes pero que afecta a los votantes, a muchos ciudadanos.

Más reciente, y he sido testigo directo, podemos enmarcar en esta tendencia el discurso de Pedro Sánchez hablando reiteradamente de levantar un muro contra la derecha y la ultraderecha, una forma muy clara de delimitar su espacio de diálogo, lo que poco a poco está provocando una radicalización, una polarización y una rotura progresiva de la convivencia entre españoles.

Y ahora me centro en lo más cercano y próximo en el espacio y en el tiempo. Hace sólo unos días en Lugo, en el popular barrio de la Milagrosa, se producía otro nefasto ejemplo de levantamiento de muros ideológicos a nuestra convivencia. Dos concejalas del Partido Popular acudían a escuchar un pregón festivo y no fueron bien recibidas, no se les permitió entrar al local del evento precisamente por su condición de pertenecer a ese Partido, alegando la organización que no habían sido invitadas.

Hasta donde mi memoria alcanza, cualquier tipo de pregones o presentaciones en nuestra ciudad, en espacios públicos o locales cerrados, siempre han sido actos abiertos a los ciudadanos. Pero en esta ocasión se han equivocado gravemente los que, o no las invitaron, o no permitieron la entrada a estas dos concejalas, porque ellas, además de militantes de una formación democrática, están representando, igual que el resto de concejales de otras formaciones políticas, al conjunto de los lucenses.

Estos comportamientos sectarios, propios de tiempos lejanos, empobrecen a quienes los practican y los señalan como personas que sólo buscan enfrentar, en lugar de confrontar. Este tipo de muros, tarde o temprano, los lucenses se encargarán de derribarlos.


Muros

A historia da humanidade está chea de acontecementos dos cales parece que aprendemos pouco ou moi pouco. Son moitos os eventos históricos que puxeron de manifesto a utilización de ferramentas para dividirnos, para separarnos. Algunhas destas ferramentas son materiais e outras o son de palabras, refírome en ambos os casos para levantar muros. Os uns serven para dividir os territorios, grandes como as nacións ou máis pequenos como as leiras. Os outros separan as ideas, as culturas, en definitiva, ás persoas.

Durante moitos anos o famoso Muro de Berlín representou o máis claro exemplo dun mundo partido en dous, separando familias, proxectos de vida ou soños de moitos cidadáns. Cando se produciu a súa caída, a súa demolición, as celebracións representaron a reconciliación e a unidade, a esperanza de non volver ver levantadas ese tipo de barreiras infranqueables entre as persoas. Sen ánimo de establecer comparacións, pouco aprendemos desas experiencias ao ver levantar un gran muro na fronteira do sur de Estados Unidos con México. 

Pero se os muros materiais representan esas separacións, non me parecen menos reprochables os muros ideolóxicos. Fun testemuña directa ao escoitar en primeira persoa ao entón presidente Zapatero anunciar un cordón sanitario contra o Partido Popular, así chamo a ese muro. Un muro ideolóxico que pretendía defenestrar unha ideoloxía en favor da súa, unha forma perigosa de illamento, cuxa xustificación se dirixe aos líderes pero que afecta os votantes, a moitos cidadáns.

Más recente, e fun testemuña directa, podemos enmarcar nesta tendencia o discurso de Pedro Sánchez falando reiteradamente de levantar un muro contra a dereita e a ultradereita, unha forma moi clara de delimitar o seu espazo de diálogo, o que aos poucos está a provocar unha radicalización, unha polarización e unha rotura progresiva da convivencia entre españois.

E agora céntrome no máis próximo e próximo no espazo e no tempo. Hai só uns días en Lugo, no popular barrio da Milagrosa, producíase outro nefasto exemplo de levantamento de muros ideolóxicos á nosa convivencia. Dúas concelleiras do Partido Popular acudían a escoitar un pregón festivo e non foron ben recibidas, non se lles permitiu entrar ao local do evento precisamente pola súa condición de pertencer a ese Partido, alegando a organización que non foran convidadas.

Ata onde a miña memoria alcanza, calquera tipo de pregóns ou presentacións na nosa cidade, en espazos públicos ou locais pechados, sempre foron actos abertos aos cidadáns. Pero nesta ocasión equivocáronse gravemente os que, ou non as convidaron, ou non permitiron a entrada a estas dúas concelleiras, porque elas, ademais de militantes dunha formación democrática, están a representar, igual que o resto de concelleiros doutras formacións políticas, ao conxunto dos lucenses.

Estes comportamentos sectarios, propios de tempos afastados, empobrecen a quen os practica e sinálanos como persoas que só buscan enfrontar, en lugar de confrontar. Este tipo de muros, tarde ou cedo, os lucenses encargaranse de derrubalos.


miércoles, 14 de mayo de 2025

Primark sin K

En 48 horas abrirá sus puertas en el centro comercial As Termas una nueva tienda perteneciente a una marca potente, Primark. No hace falta ser adivino para vaticinar que será un acontecimiento con expectación mediática, largas colas y ambiente festivo en un centro comercial que cuando fue inaugurado, el alcalde de entonces se atrevió a calificar como la catedral de las compras. Lo clavó, porque con aquella apuesta por potenciar las compras en un centro comercial en la periferia de la ciudad, comenzó el declive del comercio en zonas donde tradicionalmente la vida giraba en torno a la proximidad y a los establecimientos de servicios, lo que debería habernos llevado a una profunda reflexión sobre el modelo de ciudad y a quien queremos “primar” mediante las decisiones adoptadas en los organismos con responsabilidad política.

La paradoja está servida. Se inaugura y potencia una catedral del comercio, mientras se perjudica y se deja languidecer a las actividades que dan vida a nuestras calles más emblemáticas. Escuchamos reiteradamente a nuestros munícipes hablar de dinamizar el centro histórico y la economía de proximidad, pero al mismo tiempo se obliga a los pequeños comercios a bajar sus persianas.

El comercio local se enfrenta a varias amenazas. Por una parte, la concentración del consumo en centros comerciales en lugares periféricos. Por otro, las dificultades ya conocidas y sufridas, como las obras con plazos de ejecución excesivos y con sus sucesivas prórrogas que expulsan a los clientes ante las dificultades de acercarse a estos comercios, ya no solamente en vehículos, sino también a pie. A esto cabría añadir los elevados impuestos y trabas burocráticas, las restricciones del tráfico, generalmente por mala o nula planificación, la eliminación sin alternativas de plazas de aparcamiento, o el deterioro de edificaciones en algunos barrios.

Ha llamado mi atención positivamente la iniciativa de uno de esos comercios locales en nuestro centro histórico, Confecciones García que, con una buena capacidad de marketing propio, colocó en su escaparate un mensaje muy clarificador ante la llegada de la cadena Primark. Lo ha hecho con el nombre de la cadena irlandesa, pero eliminando su última letra, la k, y poniendo en valor las características principales del comercio tradicional: Primar la calidad, primar la atención profesional, primar el comercio local, primar la fabricación nacional. Toda una buena lección de ingenio.

Este establecimiento histórico, como otros similares de Lugo, no tienen capacidad para financiar campañas costosas de publicidad, ni pueden vender prendas a cuatro euros, pero sí pueden ofrecer lo que los grandes establecimientos no suelen hacer: proximidad, trato humano personalizado, calidad, arraigo de costumbres y tradiciones, y participar directamente en mantener vivas las ciudades. Porque nadie mejor que el comercio local para mantener el alma de Lugo.

Primar sin «K» consiste precisamente en dar prioridad a lo cercano, a lo nuestro, a lo que tiene sobradamente demostrado su valor. No pretendo demonizar a las grandes superficies comerciales, sólo digo que es necesario ayudar al otro comercio a pelear en el mercado en condiciones de cierta igualdad. Se trata de que reconozcamos que, si nuestras tiendas se cierran, se estará contribuyendo a vaciar de vida algunos barrios. Recuerden la experiencia de la Pandemia.

Apostemos por cuidar a quienes han estado ahí siempre y preguntémonos ¿a quién queremos primar? Primar sin K.


PRIMARK sen K

En 48 horas abrirá as súas portas no centro comercial As Termas unha nova tenda pertencente a unha marca potente, Primark. Non fai falta ser adiviño para vaticinar que será un acontecemento con expectación mediática, longas colas e ambiente festivo nun centro comercial que cando foi inaugurado, o alcalde de entón atreveuse a cualificar como a catedral das compras. Cravouno, porque con aquela aposta por potenciar as compras nun centro comercial na periferia da cidade, comezou o declive do comercio en zonas onde tradicionalmente a vida viraba ao redor da proximidade e aos establecementos de servizos, o que debería levarnos a unha profunda reflexión sobre o modelo de cidade e a quen quero “primar” mediante as decisións adoptadas nos organismos con responsabilidade política.

O paradoxo está servida. Inaugúrase e potencia unha catedral do comercio, mentres se prexudica e déixase languidecer ás actividades que dan vida ás nosas rúas máis emblemáticas. Escoitamos reiteradamente aos nosos concelleiros falar de dinamizar o centro histórico e a economía de proximidade, pero ao mesmo tempo obrígase aos pequenos comercios a baixar as súas persianas.

O comercio local enfróntase a varias ameazas. Por unha banda, a concentración do consumo en centros comerciais en lugares periféricos. Por outro, as dificultades xa coñecidas e sufridas, como as obras con prazos de execución excesivos e coas súas sucesivas prórrogas que expulsan aos clientes #ante as dificultades de achegarse a estes comercios, xa non soamente en vehículos, senón tamén a pé. A isto cabería engadir os elevados impostos e trabas burocráticas, as restricións do tráfico, xeralmente por mala ou nula planificación, a eliminación sen alternativas de prazas de aparcamento, ou a deterioración de edificacións nalgúns barrios.

Chamou a miña atención positivamente a iniciativa dun deses comercios locais no noso centro histórico, Confeccións García que, cunha boa capacidade de márketing propio, colocou no seu escaparate unha mensaxe moi clarificadora #ante a chegada da cadea Primark. Fíxoo co nome da cadea irlandesa, pero eliminando a súa última letra, a k, e poñendo en valor as características principais do comercio tradicional: Primar a calidade, primar a atención profesional, primar o comercio local, primar a fabricación nacional. Toda unha boa lección de enxeño.

Este establecemento histórico, como outros similares de Lugo, non teñen capacidade para financiar campañas custosas de publicidade, nin poden vender pezas a catro euros, pero si poden ofrecer o que os grandes establecementos non adoitan facer: proximidade, trato humano personalizado, calidade, arraigamento de costumes e tradicións, e participar directamente en manter vivas as cidades. Porque ninguén mellor que o comercio local para manter a alma de Lugo.

Primar sen «K» consiste precisamente en dar prioridade ao próximo, ao noso, ao que ten sobradamente demostrado o seu valor. Non pretendo demonizar ás grandes superficies comerciais, só digo que é necesario axudar ao outro comercio para pelexar no mercado en condicións de certa igualdade. Trátase de que recoñezamos que, se as nosas tendas péchanse, estarase a contribuír a baleirar de vida algúns barrios. Lembren a experiencia da Pandemia.

Apostemos por coidar a quen estivo aí sempre e preguntémonos a quen queremos primar? Primar sen K.