El pasado viernes se conocían los acuerdos alcanzados en el último Consejo de Ministros de nuestro gobierno. Durante los días previos se hicieron todo tipo de cábalas entorno a las hipotéticas decisiones que se tomarían y fueron muchos los que vaticinaron subidas de impuestos, reducción de salarios públicos, vuelta de tuerca a las pensiones, calentando el ambiente y generando gran expectación ante lo que se avecinaba.
Llegó el viernes y se aprobaron un conjunto de medidas que completan un amplio paquete de propuestas legislativas y de reformas estructurales, todas ellas con el objetivo de cumplir con los compromisos asumidos por España en el seno de la Unión europea, y sentar las bases para que nuestra economía resulte sólida, creíble y capaz de generar las condiciones necesarias para que se deje de destruir empleo y volvamos lo antes posible a ver como se crean puestos de trabajo.
Leyendo lo acordado, se constata la mejora de la economía en todos los datos macroeconómicos desde hace un año, aunque no se perciban todavía en las economías familiares mientras los indicadores apuntan a la estabilización a finales de este año y de crecimiento en 2014. Siempre que se han estabilizado estos datos la economía ha mejorado a continuación.
Sin embargo escuchando las noticias de los telediarios, la visión, a la vista de la tormenta desatada, parece otra. Se habla de falta de ilusión en el Presidente, de rendición, de carencia de explicaciones, y un largo etcétera de comentarios en general muy negativos.
Llevamos mucho tiempo retransmitiendo esta crisis minuto a minuto en directo desde todos los ámbitos de la comunicación. Se ha generado un ambiente de pesimismo generalizado y haciendo autocrítica, es posible que las explicaciones excesivamente técnicas, la utilización de algunos términos como el de “paciencia” y la falta de un mensaje que genere dosis de entusiasmo colectivo, todo en conjunto, no ayude a que la situación se perciba en su verdadero contexto.
Ya nos olvidamos de que hasta hace pocos meses España estuvo a punto de ser intervenida, y que sólo las medidas adoptadas entonces y ahora completadas, lo impidieron. De haberse producido esa intervención estaríamos padeciendo auténticos y dramáticos recortes, en salarios, pensiones y en todo nuestro estado de bienestar.
Si alguien queda exento de percibir así las cosas es quien perdió su trabajo o aquellos que con una excelente formación a sus espaldas ven cerrarse todas las puertas a su primer empleo. Les comprendo.
Describir la realidad o engañar a los ciudadanos. Transmitir con cautela los pasos andados o generar falsas expectativas. Estas son las dos maneras de actuar según quien gobierne. Podemos hablar de brotes verdes cuando todavía estábamos entrando en el largo túnel de la crisis, o decir que a pesar de las medidas adoptadas debemos esperar unos meses para percibir la recuperación.
Prefiero la verdad, por dura que resulte, a las soflamas mitineras de los irresponsables que nos trajeron hasta aquí. Quizás falte algo más de sentimiento en las explicaciones. Más alma y menos frases enlatadas.
Prefiro a verdade
O pasado venres coñecíanse os acordos alcanzados no último Consello de Ministros do noso goberno. Durante os días previos fixéronse todo tipo de cábalas contorna ás hipotéticas decisións que se tomarían e foron moitos os que vaticinaron subidas de impostos, redución de salarios públicos, volta de tuerca ás pensións, quentando o ambiente e xerando gran expectación ante o que se aveciñaba.
Chegou o venres e aprobáronse un conxunto de medidas que completan un amplo paquete de propostas legislativas e de reformas estructurales, todas elas co obxectivo de cumprir cos compromisos asumidos por España no seo da Unión europea, e sentar as bases para que a nosa economía resulte sólida, creíble e capaz de xerar as condicións necesarias para que se deixe de destruír emprego e volvamos canto antes a ver como se crean postos de traballo.
Lendo o acordado, constátase mellóraa da economía en todos os datos macroeconómicos desde fai un ano, aínda que non se perciban aínda nas economías familiares mentres os indicadores apuntan á estabilización a finais deste ano e de crecemento en 2014. Sempre que se han estabilizado estes datos a economía mellorou a continuación.
Con todo escoitando as noticias dos telediarios, a visión, á vista da tormenta desatada, parece outra. Fálase de falta de ilusión no Presidente, de rendición, de carencia de explicacións, e un longo etcétera de comentarios en xeral moi negativos.
Levamos moito tempo retransmitindo esta crise minuto a minuto en directo desde todos os ámbitos da comunicación. Xerouse un ambiente de pesimismo xeneralizado e facendo autocrítica, é posible que as explicacións excesivamente técnicas, a utilización dalgúns términos como o de ?paciencia? e a falta dunha mensaxe que xere dose de entusiasmo colectivo, todo en conxunto, non axude a que a situación percíbase no seu verdadeiro contexto.
Xa nos esquecemos de que ata fai poucos meses España estivo a piques de ser intervinda/intervida, e que só as medidas adoptadas entón e agora completadas, impedírono. De haberse producido esa intervención estariamos padecendo auténticos e dramáticos recortes, en salarios, pensións e en todo o noso estado de benestar.
Si alguén queda exento de percibir así as cousas é quen perdeu o seu traballo ou aqueles que cunha excelente formación ás súas costas ven pecharse todas as portas ao seu primeiro emprego. Compréndolles.
Describir a realidade ou enganar aos cidadáns. Transmitir con cautela os pasos andados ou xerar falsas expectativas. Estas son os dous xeitos de actuar segundo quen goberne. Podemos falar de brotes verdes cando aínda estabamos entrando no longo túnel da crise, ou dicir que malia as medidas adoptadas debemos esperar uns meses para percibir a recuperación.
Prefiro a verdade, por dura que resulte, ás soflamas mitineras dos irresponsables que nos trouxeron ata aquí. Quizais falte algo máis de sentimento nas explicacións. Máis alma e menos frases enlatadas.
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