miércoles, 30 de octubre de 2013

Como un soplo

Todos conocemos el dolor de perder un ser querido. También el producido al compartir el dolor ajeno cuando lo sentimos próximo por su magnitud o cuando nos llega a través de los medios de comunicación.

En el primer caso cada uno sabe lo que siente y cómo lo siente. La segunda de las circunstancias, las conmociones colectivas producidas por grandes desgracias provocadas generalmente por graves accidentes, actos terroristas o catástrofes naturales, suelen ser compartidas y vividas de manera muy similar por toda la sociedad.

En estos días he vivido el dolor producido en ambas circunstancias, y dejo para el final el personal.

Sin entrar en valoraciones jurídicas y razonamientos legales, como a otras muchas personas me ha resultado difícil encajar una sentencia, la del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, contraria al razonamiento del sentido común y que a muchos nos ha parecido terriblemente injusta.

Todos encontramos lógico que la pena resulte mayor en función del número de crímenes o delitos cometidos y que no pueda nunca pagarse con el mismo número de años una condena por haber segado la vida de una persona que la de veinte.

La rabia y el dolor que estos días están sintiendo miles de victimas de atentados y asesinatos, pero también de delincuentes que han violado o asesinado a niñas indefensas, es compartida por muchos de nosotros pero difícilmente imaginable sin ponerse en la piel de cada una de esas víctimas que han visto como esos acontecimientos dramáticos cambiaban sus vidas y la de sus familiares para siempre.

Me resulta fácil sumarme a cuantos actos de solidaridad con ellos puedan llevarse a cabo. Por el contrario me cuesta, y mucho, justificar y comprender a aquellos que no sólo dejan de mostrar su apoyo a cuantos han vuelto a revivir el dolor años después de perder a sus seres queridos, sino que califican de provocación y venganza las concentraciones como la del último domingo en Madrid.

En Lugo, el pasado jueves perdía la vida tras luchar contra su enfermedad un buen profesional de la arquitectura, pero mucho mejor padre, esposo y amigo.

José Arias Jordan amaba lo que hacía. Sentía pasión por su trabajo, y ponía todo su cariño y dedicación plena en cada uno de sus proyectos, que fueron abundantes y de los que en nuestra ciudad y provincia quedarán para siempre algunos de ellos.

Su intervención fue decisiva en el estupendo resultado de las obras de rehabilitación del casco histórico de Lugo, tanto en el tratamiento de las calles peatonalizadas, como en las restauraciones de algunas de las deterioradas casas del barrio de La Tinería. Son sólo un par de ejemplos.

He compartido el sentimiento del dolor colectivo con el producido por la perdida de un buen amigo. Su mujer y sus hijos tardarán en cerrar la herida de su ausencia, de ese dolor tan personal difícil de consolar.

Sólo me resta aprender de su ejemplo, incluyendo su manera discreta de dejarnos. Seguir trabajando y valorando cada minuto que nos regala la vida, vida breve, como un soplo.


Coma un sopro

Todos coñecemos a dor de perder un ser querido. Tamén o producido ao compartir a dor allea cando o sentimos próximo pola súa magnitude ou cando nos chega a través dos medios de comunicación.

No primeiro caso cada un sabe o que sente e como o sente. A segunda das circunstancias, conmociónelas colectivas producidas por grandes desgrazas provocadas xeralmente por graves accidentes, actos terroristas ou catástrofes naturais, adoitan ser compartidas e vividas de xeito moi similar por toda a sociedade.

Nestes días vivín a dor producida en ambas circunstancias, e deixo para o final o persoal.

Sen entrar en valoracións xurídicas e razoamentos legais, como a outras moitas persoas resultoume difícil encaixar unha sentenza, a do Tribunal de Dereitos Humanos de Estrasburgo, contraria ao razoamento do sentido común e que a moitos nos pareceu terriblemente inxusta.

Todos atopamos lóxico que a pena resulte maior en función do número de crimes ou delitos cometidos e que non poida nunca pagarse co mesmo número de anos unha condena por haber segado a vida dunha persoa que a de vinte.

A rabia e a dor que estes días están sentindo miles de vítimas de atentados e asasinatos, pero tamén de delincuentes que violaron ou asasinado a nenas indefensas, é compartida por moitos de nós pero dificilmente imaxinable sen poñerse na pel de cada unha desas vítimas que viron como eses acontecementos dramáticos cambiaban as súas vidas e a dos seus familiares para sempre.

Resúltame fácil sumarme a cantos actos de solidariedade con eles poidan levarse a cabo. Pola contra cústame, e moito, xustificar e comprender a aqueles que non só deixan de mostrar o seu apoio a cantos volveron a revivir a dor anos logo de perder aos seus seres queridos, senón que cualifican de provocación e vinganza as concentracións como a do último domingo en Madrid.

En Lugo, o pasado xoves perdía a vida tras loitar contra a súa enfermidade un bo profesional da arquitectura, pero moito mellor pai, esposo e amigo.

José Arias Jordan amaba o que facía. Sentía paixón polo seu traballo, e poñía todo o seu agarimo e dedicación plena en cada un dos seus proxectos, que foron abundantes e dos que na nosa cidade e provincia quedarán para sempre algúns deles.

A súa intervención foi decisiva no estupendo resultado das obras de rehabilitación do casco histórico de Lugo, tanto no tratamento das rúas peonalizadas, como nas restauracións dalgunhas das deterioradas casas do barrio da Tinería. Son só un par de exemplos.

compartín o sentimento da dor colectiva co producido pola perdida dun bo amigo. A súa muller e os seus fillos tardarán en pechar a ferida da súa ausencia, desa dor tan persoal difícil de consolar.

Só me resta aprender do seu exemplo, incluíndo o seu xeito discreto de deixarnos. Seguir traballando e valorando cada minuto que nos regala a vida, vida breve, coma un sopro.

1 comentarios:

Jose dijo...

Joaquín, me agradó ver que estabas en la concentración de solidaridad con las víctimas del terrorismo del domingo 27 de octubre a las 12 del mediodía delante del Ayuntamiento. Lo deseable hubiera sido que los demás dirigentes del PP de Lugo hubiesen acudido también a esa cita.