Si de algo se ha hablado mucho en estos últimos días, quizás en exceso, ha sido del 35 cumpleaños de nuestra Constitución. También de la conveniencia, o no, de modificarla.
He escuchado muchos razonamientos, y creo que somos mayoría los que pensamos que en este momento no existen los apoyos que permitan hablar de un consenso como el del 78, ni se tienen claros qué aspectos son los que requieren someter la Constitución a modificaciones.
Vivimos tiempos donde el clima político se parece a todo menos a un lugar de entendimiento con voluntad de alcanzar consensos. Más bien lo contrario, son muchos los empeñados en abrir nuevas brechas en nuestra sociedad y en alimentar diariamente debates suicidas cargados de tintes soberanistas e independentistas.
Me ha gustado mucho un artículo de Ignacio Camacho publicado este pasado domingo en ABC en el que bajo el titulo de “Cuestión de sastrería”, compara el estado de la Constitución con el de un traje gastado pero no inservible, diciendo que si alguien quiere uno nuevo no puede ser a su exclusiva medida, debe servir para los mismos que utilizaron el anterior o si no, nos apañamos con el antiguo. Y cita textualmente “El problema es que los sastres de ahora son menos competentes que los de la Transición y que la tela es de peor calidad porque en el mercado faltan texturas generosas y responsables”. Magnífica comparación que todo el mundo entiende. No podemos deshacer una prenda sin tener claro en qué convertirla, sin contar con los hilos y los sastres adecuados, sin medir los tiempos, y exponernos a que llegue el día de estrenarla y no tengamos ni cosido el forro.
Hoy el gobierno y los que quieran ayudar, que son pocos, deben centrar todo su esfuerzo y dedicación en conseguir lo antes posible que volvamos a recuperar nuestra economía y a ver fluir el crédito, especialmente a todos aquellos que necesitan sostener su negocio o poner en marcha con mucha valentía sus iniciativas emprendedoras.
Son tiempos en los que las prioridades tienen que estar muy claras, porque los problemas son muchos y los recursos limitados. ¿Quién en su sano juicio decide salir a navegar en medio de una borrasca? ¿Quién ve razonable buscar este tipo de consensos imprescindibles sin antes haber zanjado sin heridas los planteamientos independentistas que, con origen en Cataluña, pueden reproducirse en otras latitudes?
Fue el fundador de la orden Jesuita, San Ignacio de Loyola, quien reflexionaba sobre la inconveniencia de tomar decisiones importantes en situaciones de tribulación, sin la necesaria serenidad e inmersos en innumerables conflictos. Su recomendación se resume en esperar a que pase la tormenta para entonces tomar decisiones que implican cambios importantes.
“En tiempos de tribulación, no hacer mudanza”, decía y es una buena recomendación en tema tan sensible. Propongo seguirla, y ya vendrán tiempos más propicios para cambiar nuestra Constitución, todavía valida y útil para garantizar nuestra convivencia.
En tempos de tribulación non facer mudanza
Si de algo se falou moito nestes últimos días, quizais en exceso, foi do 35 aniversario da nosa Constitución. Tamén da conveniencia, ou non, de modificala.
Escoitei moitos razoamentos, e creo que somos maioría os que pensamos que neste momento non existen os apoios que permitan falar dun consenso como o do 78, nin se teñen claros que aspectos son os que requiren someter a Constitución a modificacións.
Vivimos tempos onde o clima político parécese a todo menos a un lugar de entendemento con vontade de alcanzar consensos. Máis ben o contrario, son moitos os empeñados en abrir novas brechas na nosa sociedade e en alimentar diariamente debates suicidas cargados de tintes soberanistas e independentistas.
Gustoume moito un artigo de Ignacio Camacho publicado este pasado domingo en ABC no que baixo o titulo de “Cuestión de sastrería”, compara o estado da Constitución co dun traxe gastado pero non inservible, dicindo que si alguén quere un novo non pode ser á súa exclusiva medida, debe servir para os mesmos que utilizaron o anterior ou si non, nos apañamos co antigo. E cita textualmente “O problema é que os xastres de agora son menos competentes que os da Transición e que a tea é de peor calidade porque no mercado faltan texturas xenerosas e responsables”. Magnífica comparación que todo o mundo entende. Non podemos desfacer unha peza sen ter claro en que convertela, sen contar cos fíos e os xastres adecuados, sen medir os tempos, e expoñernos a que chegue o día de estreala e non teñamos nin cosido o forro.
Hoxe o goberno e os que queiran axudar, que son poucos, deben centrar todo o seu esforzo e dedicación en conseguir canto antes que volvamos recuperar a nosa economía e a ver fluír o crédito, especialmente a todos aqueles que necesitan soster o seu negocio ou poñer en marcha con moita valentía as súas iniciativas emprendedoras.
Son tempos nos que as prioridades teñen que estar moi claras, porque os problemas son moitos e os recursos limitados. Quen no seu san xuízo decide saír a navegar no medio dunha borrasca? Quen ve razoable buscar este tipo de consensos imprescindibles sen antes resolver sen feridas as formulacións independentistas que, con orixe en Cataluña, poden reproducirse noutras latitudes?
Foi o fundador da orde Xesuíta, San Ignacio de Loiola, quen reflexionaba sobre a inconveniencia de tomar decisións importantes en situacións de tribulación, sen a necesaria serenidade e inmersos en innumerables conflitos. O seu recomendación resúmese en esperar a que pase a tormenta para entón tomar decisións que implican cambios importantes.
"En tempos de tribulación, non facer mudanza", dicía e é unha boa recomendación en tema tan sensible. Propoño seguila, e xa virán tempos máis propicios para cambiar a nosa Constitución, aínda valida e útil para garantir a nosa convivencia.
5 comentarios:
se está ben, para que rompelo?
ainda que ten moitos anos, está plenamente vixente, e ainda máis , coido que construir un consenso como o que se conqueriu parece harto imposible.
Bo artigo Joaquín.
Un gusto leerte
Buen artículo Joaquín. Estamos de acuerdo en que los momentos son otros, tocará, claro que tocará cambiar, adecuar y ajustar a los nuevos tiempos, pero ahora ni es el momento ni conviene
Saludos
estamos de acuerdo amigo Joaquín, ni el momento, ni la conveniencia de hacerlo
Romper lo que nos ha unido mas de 28 años, ahora, es una locura
Estoy básicamente de acuerdo.
Sin embargo, PP y PSOE se pusieron de acuerdo al final del Gobierno ZP para modificarla. ¿No es así?
Entonces, ¿no se podría ir conversando ya sobre la conveniencia de modificarla de cara a lo que reclama desde hace algún tiempo la inmensa mayoría de la ciudadanía?
Ya seguiremos con este tema en otro momento. Un saludo y Felices Fiestas, Joaquín.
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