Cuando el CIS publica los resultados de sus encuestas se convierten en un referente entre todos los posibles barómetros de nuestro país.
Pero siempre me ha gustado conocer la percepción de los asuntos que se recogen en esas encuestas a través de la opinión de personas y colectivos que palpan la realidad diaria y sin más sesgo que el de la ideología de cada cual.
Uno de los colectivos que reúne el requisito anterior, de escuchar y percibir a diario la opinión de cuantos clientes suben en sus vehículos, son los taxistas, especialmente en las grandes ciudades.
Hace pocos años, las conversaciones que me transmitían estos profesionales del volante, que para terminar cubriendo gastos hacen más de 12 horas de jornada, reflejaban preocupación y cierto cabreo por la situación que les tocaba vivir y por la falta de clientes como consecuencia de la grave crisis económica que se vivía en España. No era para menos.
Si sabían a qué me dedicaba y dónde trabajaba, sus recriminaciones eran mayores y sus peticiones tenían el denominador común de la exigencia para tomar las medidas necesarias y arreglar los problemas, acompañadas de los reproches motivados por los casos de corrupción o los intentos independentistas de algún dirigente nacionalista.
El paso de los meses también se ha visto reflejado en el tono y el fondo de las conversaciones en el taxi. Así la pasada semana, un taxista que desconocía mi oficio empezó la conversación respondiendo a la típica y socorrida pregunta de ¿cómo van las cosas? “Bueno, la verdad es que no puedo quejarme porque ahora esto se mueve algo más”, comenzó explicándose. “Ya te paran por la calle, porque hasta hace poco solo podías esperar clientes en las paradas de hoteles y similares”. Aquel hombre fue describiéndome un panorama en el que la recuperación económica era algo más que una estadística o una previsión, era lo que el palpaba a diario.
“Desde el verano para acá se empezó a notar mas movimiento. Hoy mismo he ido varias veces al recinto ferial a FITUR y todas las conversaciones reflejaban satisfacción por el número de stands y visitantes, y muchos se disponían a celebrar lo bien que les había ido”, fue otro de sus comentarios.
Tras atender una llamada al móvil de su hijo, le pregunté si trabajaba, y también aquí su respuesta era esperanzadora. “Hasta hace poco no le salía nada pero ahora va encadenando contratos temporales, algo es algo, le viene muy bien porque se siente mejor, y puede ayudar en los gastos”.
Ya llegando a mi destino y mientras le pagaba la carrera me dijo “mire ahora hay mucho iluminado criticando todo lo que se hace, y digo yo que algunas cosas que están saliendo bien deberían reconocerse”. Por supuesto le di la razón.
“Aquí lo que hace falta son dos dedos de frente y mucho sentido común”, fueron sus últimas palabras antes de que me bajara de su taxi deseándole mucha suerte.
Pues eso, sentido común y dos dedos de frente para distinguir a los que trabajan por mejorar la sociedad de los profetas del Apocalipsis que a diario recorren los platós de las televisiones.
O barómetro do taxi
Cando o CIS publica os resultados das súas enquisas convértense nun referente entre todos os posibles barómetros do noso país.
Pero sempre me gustou coñecer a percepción dos asuntos que se recollen nesas enquisas a través da opinión de persoas e colectivos que palpan a realidade diaria e sen máis nesgo que o da ideoloxía de cada cual.
Un dos colectivos que reúne o requisito anterior, de escoitar e percibir a diario a opinión de cantos clientes soben nos seus vehículos, son os taxistas, especialmente nas grandes cidades.
Hai poucos anos, as conversacións que me transmitían estes profesionais do volante, que para rematar cubrindo gastos fan máis de 12 horas de xornada, reflectían preocupación e certo cabreo pola situación que lles tocaba vivir e pola falta de clientes como consecuencia da grave crise económica que se vivía en España. Non era para menos.
Se sabían a que me dedicaba e onde traballaba, as súas recriminacións eran maiores e as súas peticións tiñan o denominador común da esixencia para tomar as medidas necesarias e arranxar os problemas, acompañadas dos reproches motivados polos casos de corrupción ou os intentos independentistas dalgún dirixente nacionalista.
O paso dos meses tamén se viu reflectido no ton e o fondo das conversacións no taxi. Así a pasada semana, un taxista que descoñecía o meu oficio empezou a conversación respondendo á típica e socorrida pregunta de como van as cousas? "Ben, a verdade é que non podo queixarme porque agora isto se move algo máis", comezou explicándose. "Xa te paran pola rúa, porque ata fai pouco só podías esperar clientes nas paradas de hoteis e similares". Aquel home foi describíndome un panorama no que a recuperación económica era algo máis que unha estatística ou unha previsión, era o que o palpaba a diario.
"Dende o verán para acá empezouse a notar mais movemento. Hoxe mesmo fun varias veces ao recinto feiral a FITUR e todas as conversacións reflectían satisfacción polo número de postos e visitantes, e moitos dispoñíanse a celebrar o ben que lles fora", foi outro dos seus comentarios.
Tras atender unha chamada ao móbil do seu fillo, pregunteille se traballaba, e tamén aquí a súa resposta era esperanzadora. "Ata hai pouco non lle saía nada pero agora vai encadeando contratos temporais, algo é algo, vénlle moi ben porque se sente mellor, e pode axudar nos gastos".
Xa chegando ao meu destino e mentres lle pagaba a carreira díxome "mire agora hai moito iluminado criticando todo o que se fai, e digo eu que algunhas cousas que están a saír ben deberían recoñecerse". Por suposto deille a razón.
"Aquí o que fai falta son dous dedos de fronte e moito sentido común", foron as súas últimas palabras antes de que baixase do seu taxi desexándolle moita sorte.
Pois iso, sentido común e dous dedos de fronte para distinguir aos que traballan por mellorar a sociedade dos profetas da Apocalipse que a diario percorren os estudios das televisións.
4 comentarios:
Bo artigo Joaquín
Esto se resume en: mientras unos predican ottos dan trigo.....
saludos Joaquín
bo artigo Joaquín
as cousas xa empezan a rular
Joaquín, una persona que escribe y habla tan bien como tú diciendo siempre lo que es de sentido común es la que tendría que ir a los platós de televisión para mejorar la estrategia de comunicación del Partido Popular.
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