Este sábado tuve la oportunidad de escuchar a Alberto Núñez Feijoo pronunciar un emotivo discurso, sentido y sincero, que si bien había levantado expectación por la incertidumbre sobre su continuidad tuvo otros componentes que no me han pasado inadvertidos.
Detrás de una decisión de este calibre se encuentran muchas y pequeñas cuestiones, cada cual más importante, que hacen que el periodo de reflexión y el análisis de las circunstancias que concurren en el entorno personal y político determinen que la balanza se incline a uno u otro lado.
Conozco a Feijoo desde 1990. Su primer puesto de responsabilidad política, la Secretaria General de la Consellería de Agricultura, ganadería y montes, lo asumió en el mismo momento en que yo lo abandonaba para comenzar mi andaina en la política local. Ya en aquel momento me causó una impresión que se ha ido confirmando con el paso de los años: de ser una persona rigurosa en el trabajo, seria y discreta, con enorme sensibilidad y capacidad de organización. Hoy muchos destacan su buena gestión en los puestos que desempeñó y sus posteriores aciertos políticos como presidente de la Xunta de Galicia.
Escuchándolo el sábado, observando cómo su voz se quebraba por la emoción en varias ocasiones, estoy seguro que su decisión ha sido meditada y comprometida. Ha tenido que sentir mucha responsabilidad sobre su cabeza y sabía que no podía elegir el camino más cómodo porque tenía un compromiso muy fuerte con su tierra y no quería defraudarla.
Feijoo habló de renuncias y esta sencilla palabra créanme que encierra muchas claves que suelen pasar inadvertidas. Él podía poner fin a una etapa saliendo por la puerta principal como un campeón y dando comienzo a nuevos ciclos en su vida personal y profesional. Estaba en su derecho. Pero eligió jugarse ese crédito, sus contundentes victorias electorales, afrontando el reto de una tercera contienda en circunstancias muy diferentes y adversas.
En esa reflexión previa a su decisión, Feijoo tuvo que ser consciente de las renuncias inherentes al camino de tratar de optar a un tercer mandato en Galicia, especialmente en su vida personal. Solo con una citada en su discurso, el echar de menos los abrazos a su padre, me llega para comprender los sacrificios que pocas veces la sociedad valora.
Me alegra su decisión porque renueva su compromiso y lo hace con la misma ilusión que hace 10 años, porque lleva 7 años gobernando en circunstancias y tiempos difíciles, porque elige ponerse a disposición de los gallegos, porque a pesar de las renuncias piensa que la política merece la pena por el mero echo de poder ayudar a las personas con dificultades, porque no está para lucir el cargo ni para acomodarse, porque cree en sus errores y aciertos, porque entiende y practica que cuanta más alta es la responsabilidad mayor debe ser la humildad, porque tiene la cabeza y el corazón en Galicia. Por estas y otros razones Feijoo ha decidido ponerse una vez más a disposición de los gallegos, y siento una enorme gratitud por su decisión, la decisión de Feijoo.
Detrás dunha decisión de leste calibre atópanse moitas e pequenas cuestións, cada cal máis importante, que fan que o período de reflexión e a análise das circunstancias que concorren na contorna persoal e político determinen que a balanza se incline a un ou outro lado.
Coñezo a Feijoo desde 1990. O seu primeiro posto de responsabilidade política, a Secretaria Xeral da Consellería de Agricultura, gandería e montes, asumiuno no mesmo momento en que eu o abandonaba para comezar o meu andaina na política local. Xa naquel momento causoume unha impresión que se foi confirmando co paso dos anos: de ser unha persoa rigorosa no traballo, seria e discreta, con enorme sensibilidade e capacidade de organización. Hoxe moitos destacan a súa boa xestión nos postos que desempeñou e os seus posteriores acertos políticos como presidente da Xunta de Galicia.
Escoitándoo o sábado, observando como a súa voz crebábase pola emoción en varias ocasións, estou seguro que a súa decisión foi meditada e comprometida. Tivo que sentir moita responsabilidade sobre a súa cabeza e sabía que non podía elixir o camiño máis cómodo porque tiña un compromiso moi forte coa súa terra e non quería defraudala.
Feijoo falou de renuncias e esta sinxela palabra créanme que encerra moitas claves que adoitan pasar inadvertidas. El podía poñer fin a unha etapa saíndo pola porta principal como un campión e dando comezo a novos ciclos na súa vida persoal e profesional. Estaba no seu dereito. Pero elixiu xogarse ese crédito, as súas contundentes vitorias electorais, afrontando o reto dunha terceira contenda en circunstancias moi diferentes e adversas.
Nesa reflexión previa á súa decisión, Feijoo tivo que ser consciente das renuncias inherentes ao camiño de tratar de optar a un terceiro mandato en Galicia, especialmente na súa vida persoal. Só cunha citada no seu discurso, o botar de menos os abrazos ao seu pai, chégame para comprender os sacrificios que poucas veces a sociedade valora.
Alégrame a súa decisión porque renova o seu compromiso e faio coa mesma ilusión que hai 10 anos, porque leva 7 anos gobernando en circunstancias e tempos difíciles, porque elixe poñerse a disposición dos galegos, porque a pesar das renuncias pensa que a política merece a pena polo mero boto de poder axudar ás persoas con dificultades, porque non está para lucir o cargo nin para acomodarse, porque cre nos seus erros e acertos, porque entende e practica que canta máis alta é a responsabilidade maior debe ser a humildade, porque ten a cabeza e o corazón en Galicia. Por estas e outros razóns Feijoo decidiu poñerse unha vez máis a disposición dos galegos, e sinto unha enorme gratitude pola súa decisión, a decisión de Feijoo.
Detrás de una decisión de este calibre se encuentran muchas y pequeñas cuestiones, cada cual más importante, que hacen que el periodo de reflexión y el análisis de las circunstancias que concurren en el entorno personal y político determinen que la balanza se incline a uno u otro lado.
Conozco a Feijoo desde 1990. Su primer puesto de responsabilidad política, la Secretaria General de la Consellería de Agricultura, ganadería y montes, lo asumió en el mismo momento en que yo lo abandonaba para comenzar mi andaina en la política local. Ya en aquel momento me causó una impresión que se ha ido confirmando con el paso de los años: de ser una persona rigurosa en el trabajo, seria y discreta, con enorme sensibilidad y capacidad de organización. Hoy muchos destacan su buena gestión en los puestos que desempeñó y sus posteriores aciertos políticos como presidente de la Xunta de Galicia.
Escuchándolo el sábado, observando cómo su voz se quebraba por la emoción en varias ocasiones, estoy seguro que su decisión ha sido meditada y comprometida. Ha tenido que sentir mucha responsabilidad sobre su cabeza y sabía que no podía elegir el camino más cómodo porque tenía un compromiso muy fuerte con su tierra y no quería defraudarla.
Feijoo habló de renuncias y esta sencilla palabra créanme que encierra muchas claves que suelen pasar inadvertidas. Él podía poner fin a una etapa saliendo por la puerta principal como un campeón y dando comienzo a nuevos ciclos en su vida personal y profesional. Estaba en su derecho. Pero eligió jugarse ese crédito, sus contundentes victorias electorales, afrontando el reto de una tercera contienda en circunstancias muy diferentes y adversas.
En esa reflexión previa a su decisión, Feijoo tuvo que ser consciente de las renuncias inherentes al camino de tratar de optar a un tercer mandato en Galicia, especialmente en su vida personal. Solo con una citada en su discurso, el echar de menos los abrazos a su padre, me llega para comprender los sacrificios que pocas veces la sociedad valora.
Me alegra su decisión porque renueva su compromiso y lo hace con la misma ilusión que hace 10 años, porque lleva 7 años gobernando en circunstancias y tiempos difíciles, porque elige ponerse a disposición de los gallegos, porque a pesar de las renuncias piensa que la política merece la pena por el mero echo de poder ayudar a las personas con dificultades, porque no está para lucir el cargo ni para acomodarse, porque cree en sus errores y aciertos, porque entiende y practica que cuanta más alta es la responsabilidad mayor debe ser la humildad, porque tiene la cabeza y el corazón en Galicia. Por estas y otros razones Feijoo ha decidido ponerse una vez más a disposición de los gallegos, y siento una enorme gratitud por su decisión, la decisión de Feijoo.
A decisión de Feijoo
Este sábado tiven a oportunidade de escoitar a Alberto Núñez Feijoo pronunciar un emotivo discurso, sentido e sincero, que aínda que levantara expectación pola incerteza sobre a súa continuidade tivo outros compoñentes que non me pasaron inadvertidos.Detrás dunha decisión de leste calibre atópanse moitas e pequenas cuestións, cada cal máis importante, que fan que o período de reflexión e a análise das circunstancias que concorren na contorna persoal e político determinen que a balanza se incline a un ou outro lado.
Coñezo a Feijoo desde 1990. O seu primeiro posto de responsabilidade política, a Secretaria Xeral da Consellería de Agricultura, gandería e montes, asumiuno no mesmo momento en que eu o abandonaba para comezar o meu andaina na política local. Xa naquel momento causoume unha impresión que se foi confirmando co paso dos anos: de ser unha persoa rigorosa no traballo, seria e discreta, con enorme sensibilidade e capacidade de organización. Hoxe moitos destacan a súa boa xestión nos postos que desempeñou e os seus posteriores acertos políticos como presidente da Xunta de Galicia.
Escoitándoo o sábado, observando como a súa voz crebábase pola emoción en varias ocasións, estou seguro que a súa decisión foi meditada e comprometida. Tivo que sentir moita responsabilidade sobre a súa cabeza e sabía que non podía elixir o camiño máis cómodo porque tiña un compromiso moi forte coa súa terra e non quería defraudala.
Feijoo falou de renuncias e esta sinxela palabra créanme que encerra moitas claves que adoitan pasar inadvertidas. El podía poñer fin a unha etapa saíndo pola porta principal como un campión e dando comezo a novos ciclos na súa vida persoal e profesional. Estaba no seu dereito. Pero elixiu xogarse ese crédito, as súas contundentes vitorias electorais, afrontando o reto dunha terceira contenda en circunstancias moi diferentes e adversas.
Nesa reflexión previa á súa decisión, Feijoo tivo que ser consciente das renuncias inherentes ao camiño de tratar de optar a un terceiro mandato en Galicia, especialmente na súa vida persoal. Só cunha citada no seu discurso, o botar de menos os abrazos ao seu pai, chégame para comprender os sacrificios que poucas veces a sociedade valora.
Alégrame a súa decisión porque renova o seu compromiso e faio coa mesma ilusión que hai 10 anos, porque leva 7 anos gobernando en circunstancias e tempos difíciles, porque elixe poñerse a disposición dos galegos, porque a pesar das renuncias pensa que a política merece a pena polo mero boto de poder axudar ás persoas con dificultades, porque non está para lucir o cargo nin para acomodarse, porque cre nos seus erros e acertos, porque entende e practica que canta máis alta é a responsabilidade maior debe ser a humildade, porque ten a cabeza e o corazón en Galicia. Por estas e outros razóns Feijoo decidiu poñerse unha vez máis a disposición dos galegos, e sinto unha enorme gratitude pola súa decisión, a decisión de Feijoo.
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